Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada
Un artículo tripartita en Foreign Policy, de Leslie Gelb –presidente emérito del muy influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés)–, el teniente general retirado Robert Gard –presidente emérito del Centro para el Control de Armas y la No-Proliferación– y el general brigadier retirado John Johns –profesor emérito de la Universidad Nacional de Defensa– exhorta a regresar al eje entre EEUU y Rusia (http://goo.gl/HqgWsx).
La tripleta aduce que el flagelo global de los yihadistas del Estado Islámico (EI) requiere una cooperación entre Rusia y EEUU pese a sus deslumbrantes diferencias. Los mismos aliados de EEUU observan estrechamente la relación de Washington con Moscú, como ha sido el caso del presidente galo, François Hollande, quien ha intermediado entre las máximas superpotencias nucleares del planeta.
La influyente triada alienta superar los desacuerdos intensos entre la Casa Blanca y el Kremlin –derivados, a su juicio, de las incursiones de Rusia en Ucrania y Siria– para colaborar cuando sus intereses se alineen. El desafío para EEUU y Rusia radica en distinguir las áreas donde sus intereses comunes superan sus disputas antagónicas. ¡Qué cómodo!
Critican el debate simplista en curso en EEUU cuando en lugar de una estrategia bien planeada, los hacedores de la política abogan por acciones precipitadas (sic) o mal definidas.
Basta seguir los debates de los contendientes a la nominación presidencial por el Partido Republicano, que en forma demagógica engañan a la desinformada opinión pública, cuando prácticamente declaran la tercera guerra mundial nuclear a Rusia, como si fuera algo tan sencillo, al riesgo de aniquilar a la nación entera, en aras de un cíclope cuan daltónico electoralismo cortoplacista.
Rememoran el antecedente de colaboración entre ambas superpotencias nucleares durante la guerra fría, pese a su feroz contienda cuando EEUU y la URSS reconocieron que una guerra nuclear los diezmaría, por lo que trabajaron juntos para reducir la amenaza e incrementaron su seguridad mutua mediante una serie de acuerdos: desde el tratado de abolición de pruebas nucleares hasta varios tratados de control de armas nucleares realizados por presidentes de los partidos Republicano y Demócrata.
No obstante las sanciones de EEUU contra Rusia por el contencioso de Ucrania, ambos países no cesaron de colaborar para restringir el programa nuclear de Irán y actualmente participan como principales jugadores en las reuniones grupales para finiquitar la guerra civil en Siria.
Citan el reciente encuentro del secretario de Estado John Kerry con el presidente Vladimir Putin y el canciller Sergei Lavrov en Moscú para discutir la estrategia de combatir a los yihadistas del EI y estabilizar Siria, dejando de lado su enfoque sobre el destino del presidente sirio, Bashar al-Assad.
Colocan en la picota la intención de Washington de eliminar a dictadores como Assad, Muammar al-Qaddafi de Libia y Saddam Hussein en Iraq, con resultados catastróficos en los tres países prácticamente destruidos.
Bajo la coartada moralista de normas democráticas y derechos humanos, y su corolario de cambio de régimen, los resultados consistieron en el incremento del caos y la destrucción, en lugar de haber impreso un giro a las normas y aspiraciones de una revolución democrática.
Es más que hipócrita que EEUU nunca abogue el cambio a los regímenes tiránicos por gozar con la patente de corso de ser sus aliados. A juicio de la influyente triada, hoy EEUU debe reconocer que en Siria no existe un líder válido que pueda sustituir a Bashar al-Assad.
Después de más de 340 mil muertos (http://goo.gl/L23QuI), 7.6 millones de desplazados internos y 4 millones de refugiados, EEUU ha llegado a la certeza de que en Siria más vale malo conocido que peor por conocer (http://goo.gl/eOsEnu).
Junto a otros analistas, especulan que “Rusia está más interesada en conservar el puerto de agua caliente de Tartus –y su “vinculación con el puerto de Sevastopol en Ucrania (http://goo.gl/7nPU2V y http://goo.gl/PFILUM) que conservar a Assad como aliado”, lo cual abre un espacio para el compromiso y la transición de liderazgo.
El puerto sirio de Tartús, en manos de Moscú desde 1971 (¡hace 44 años!), exhibe una conectividad marítima sensiblemente estratégica desde Sebastopol (Crimea) pasando por el Bósforo (http://goo.gl/ZiXTuc) hasta la costa oriental en el mar Mediterráneo –tanto de los alawitas en Siria como de los chiítas en Líbano-Sur– que se vincula al nuevo canal de Suez, muy poco publicitado, que abre toda África a Rusia y a China (colocada en el asiento trasero) desde Egipto (http://goo.gl/1RJ0S9), amén de la competencia geopolítica de cuatro gasoductos para abastecer el mercado europeo.
Como señalé con antelación: “Ninguna sorpresa y ningún secreto: la guerra del EI tanto en Irak como en Siria es también una guerra por la posesión de sus hidrocarburos y de la travesía de cuatro proyectos de gasoductos/oleoductos a la costa del mar Mediterráneo con destino al pudiente mercado europeo: 1) los gasoductos/oleoductos de la región kurda-sunnita-no árabe de Kirkuk (¿a Israel?); 2) el oleoducto/gasoducto chiíta desde Irán/Irak (en su región chiíta) conectado a Siria (la región alawita); 3) el gasoducto sunnita de Qatar a Turquía, y 4) el oleoducto sunnita de Arabia Saudita a Jordania y a las regiones sunnitas de Irak y Siria (http://goo.gl/KbNGGJ).
No solamente los dos puertos de Tartús y Latakia, en Siria, son estratégicamente relevantes para Rusia, sino también la conexión del corredor chiíta/alawita desde el mar Caspio –vía Irán/la región chiíta de Irak/la parte costera alawita de Siria/la región chiíta del Líbano-Sur– hasta la costa oriental del mar Mediterráneo.
Dejo para ulterior ocasión la relevancia estratégica del Ártico, donde se confrontan los intereses de Rusia y EEUU.
La triada de marras propone una “nueva détente (distensión)” entre EU y Rusia (http://goo.gl/mW3Wgo) para manejar las diversas áreas donde la cooperación es tanto necesaria como difícil de conseguir.
A su juicio, la colaboración entre las dos máximas superpotencias nucleares requerirá moderación y compromiso de Washington y Moscú, incluyendo el fin de las bravatas nucleares que invocan ambos gobiernos de manera muy frecuente, cuando “ambos países tienen interés en revigorizar las negociaciones para asegurar el material nuclear, establecer acuerdos de mayores controles de armas nucleares mas allá del nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Start, por sus siglas en inglés), y reducir la amenaza del contrabando y terrorismo nuclear (http://goo.gl/vAEgB3)”.
Sintetizan que el aspecto práctico y los intereses mutuos, no el idealismo, deben gobernar la política exterior de EEUU.
La tripleta estratégica de EEUU exhorta a la formación de un encomiable eje de Rusia y EEUU y a una “nueva détente” para combatir a los yihadistas, pero pecan al no tomar en cuenta los intereses regionales de China: factor trascendental de la imperativa e inevitable tripolaridad del nuevo orden global (http://goo.gl/swM3zq).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario