La deflación en los 19 países de la zona euro que utilizan la moneda única se está acelerando. En Alemania, la economía se ha deslizado por primera vez en deflación desde julio de 2009. En enero, los precios en la zona euro fueron 0,6 por ciento inferiores a los niveles de hace un año. Este es otro signo de las tendencias recesivas que amenazan con profundizar la crisis en la eurozona. Toda la zona euro podría caer en una espiral de caída de precios y salarios.
Si bien la caída de los precios del petróleo fue un factor clave en el descenso del índice general de precios, la tasa de disminución fue mayor a lo esperado. Se estima que los precios continuarán cayendo durante los próximos meses a medida que la inversión y el consumo privado se contrae. La caída de la inversión y el consumo propagado por el alto desempleo empujan a Europa a una nueva crisis. Sólo una vez en la historia ha sufrido Europa una caída general de precios y fue en julio de 2009 tras el colapso del sistema financiero de septiembre de 2008. Pero mientras en 2009 la deflación tuvo una duración muy breve, esta vez amenaza con ser prolongada. Varios países europeos continuarán a lo largo del año con caídas en los precios.
El índice de precios de la eurozona se encuentra muy por debajo de las metas establecidas por el Banco Central Europeo que están en torno al 2 por ciento anual. Por eso que mientras la energía más barata es una muy buena noticia para los países que son importadores netos de petróleo, como lo es la zona euro, el peligro de un período prolongado en deflación hace potencialmente más dañino este nuevo flagelo que comienza a sufrir Europa donde la deuda pública y privada se convierten en el gran problema.
La deflación hace que el pago de los préstamos sea una carga más pesada dado que la deuda se encarece mientras los ingresos se reducen. Este fue el motivo central por el cual Mario Draghi lanzó su nuevo plan de estímulo cuantitativo hace diez días. Con este plan, el BCE comprará bonos de los gobiernos por 60 mil millones de euros durante un mínimo de 18 meses. El objetivo es empujar la inflación hacia arriba, algo insólito para un banco central dado que su política principal siempre ha sido controlar la inflación.
Que los bancos centrales se muevan en la dirección opuesta: a empujar la inflación, demuestra lo mal que están las cosas y lo incierta que se ve la salida de la crisis. Esto confirma que las políticas de austeridad impulsadas por Angela Merkel y promovidas por la troika han sido un fracaso.
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