Aunque la Unión Europea se siente decepcionada y en estado de "shock" por la decisión de Ucrania de alienarse con Rusia y frenar los preparativos para la firma del Acuerdo de Asociación con Europa, lo cierto es que es Ucrania la que siente una decepción mayor. Lo que Ucrania necesita es dinero y la UE no puede proporcionarlo. Por eso que la decisión de Kiev nada tiene que ver con la presión, sino sólo con la búsqueda de las mejores opciones para el país. A comienzos de semana el eurodiputado polaco Pawel Zalewski señaló que "La Unión Europea no ha hecho nada para convencer a los líderes ucranianos de que la asociación con la UE realmente resolverá su crisis económica". A estas alturas nadie puede desconocer los riesgos que implica la moneda única y los peligros de contagio asociados al euro.
Por eso que para Zalewski, los 1.000 millones de euros ofrecidos a Ucrania son una cifra inadecuada, "ridícula", en comparación con los cientos de miles de millones de euros destinados a las economías griega, española y portuguesa. Las ayudas de la UE y el FMI para Grecia, España y Portugal suman más de 423.000 millones de dólares. Por eso los 1.000 millones son una cifra "ridícula" para Zalewski. Pero el problema europeo no es sólo que Europa no tenga el dinero para socorrer a Ucrania, sino que tampoco tiene la voluntad y la fuerza para hacerlo y seguir expandiéndose. Europa está desgastada con la crisis económica y el riesgo de un estancamiento mayor se acrecienta. Y Ucrania teme que tras la firma del acuerdo con Europa el país se enfrente a una guerra comercial que daría lugar a la pérdida de empleos, al declive industrial y al deterioro de la situación económica.
El euro ya no es lo que era y lejos de llevar prosperidad y riqueza a los países, los lleva a caer en la trampa financiera de la deuda. Países como Grecia, España y Portugal sufren las consecuencias de la generosidad del euro y de los abusos de un sistema financiero potencialmente corrupto.
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