Oscar Ugarteche, EcoPortal.net
La interrogante es ¿qué estamos haciendo como humanidad con nuestro planeta? Estamos destruyéndolo para lograr, como utopía, que cuando toda la población esté empleada y cómoda, la economía no tenga la capacidad de sostenerla ni económica ni materialmente. La inviabilidad de la lógica del progreso como transformación de la naturaleza por el hombre se ha hecho patente, como indica Francisco Aguayo en su texto, mas adelante. Más que transformado, el ser humano ha destruido la naturaleza
En agosto de 2007 se inició en Estados Unidos la crisis llamada “de las hipotecas de mala calidad” que reventara finalmente en septiembre de 2008, con la quiebra de Lehman Brothers y el crack de las bolsas de valores. La naturaleza de la crisis ha estado en cuestión y hay distintos puntos de vista sobre su complejidad. La triple crisis es una entrada, donde las crisis energética, alimentaria y económica van de la mano. Otro enfoque es la crisis de larga duración como propone Arturo Bonilla. Otra es una crisis financiera que ya pasó (2007-2009) y entonces estamos a las puertas de otra crisis en Europa. Esta es una lectura muy anglosajona y metabolizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -OCDE-. Otras lecturas de más largo alcance permiten avizorar que se trata de un cambio de tiempos. En este sentido la postura de una crisis civilizatoria propuesta por Aníbal Quijano y Boaventura dos Santos está más cerca a la realidad observada que las anteriores más orientadas a que se trata de una crisis económica.
La falta de crecimiento en las economías maduras, imbuidas en sobreendeudamiento y alto desempleo, abre la interrogante sobre el capitalismo maduro. ¿Es ese el fin utópico de lo que estamos haciendo todos en el mundo en desarrollo? Las consecuencias sobre el planeta de aquello van a parar en la destrucción de la vida. El informe de la European Environmental Agency de noviembre del 2012 advierte que el aumento de la temperatura del globo será de alrededor de 3.6 a 4 grados Celsius entre el 2010 y el 2100. Reconoce al mismo tiempo que esto viene tras el aumento de 1.3 grados Celsius desde la revolución industrial hasta la primera década del siglo XXI. Las consecuencias se pueden apreciar en la tormenta que inundó y congeló a Manhattan en octubre del 2012 así como en el aumento de los desastres atmosféricos sufridos alrededor del mundo en la última década.
La interrogante es ¿qué estamos haciendo como humanidad con nuestro planeta? Estamos destruyéndolo para lograr, como utopía, que cuando toda la población esté empleada y cómoda, la economía no tenga la capacidad de sostenerla ni económica ni materialmente. La inviabilidad de la lógica del progreso como transformación de la naturaleza por el hombre se ha hecho patente, como indica Francisco Aguayo en su texto, mas adelante. Más que transformado, el ser humano ha destruido la naturaleza.
El refugio para las crisis siempre fue la creencia, pero esta vez tenemos una crisis religiosa, en especial en los continentes americano y europeo. Jan de Vos[1]se refiere a la crisis en la iglesia católica como una crisis cismática y abre la interrogante sobre la capacidad de regeneración que tiene para recuperarse del cisma en el que está inmersa. La iglesia, dice Vos, está cada día más alejada de su feligresía. Hay los que proponen el regreso a la iglesia primigenia de los primeros tres siglos. Los problemas en torno a esto los plantea Vega Centeno lúcidamente al sugerir que en América Latina lo que se comienza a observar es una pluralidad de creencias.
La marcha económica desde hace tres décadas va orientada a las exportaciones a través del salario bajo. El objeto de la política claramente es la concentración del ingreso y lo ha logrado. Nunca en la historia ha estado el ingreso mundial más concentrado y nunca en la historia ha habido tanta distancia entre los países pobres y los ricos. En el mundo colonial había un cierto equilibrio de riqueza. El fin de colonizar era trasladar riquezas de un lado al otro del mundo. En el mundo neocolonial, el objeto es empobrecer un lado del mundo que crece para enriquecer al otro que no crece. El mundo y sus riquezas se subordinan a lo que requieren las grandes potencias. Excepto que esta vez entraron a la lista de grandes potencias otros países que están transformando la estructura global de poder.
El dogma del Mercado
Doscientos años después que terminara la verdad revelada, en la Edad de la Razón, la humanidad se enfrenta nuevamente a una nueva verdad revelada: el Mercado. Si Dios antes era el portador de la verdad y el conocimiento era un obstáculo fácilmente salvable para garantizar que dicha verdad se mantuviera, hoy día es el Mercado el portador de la verdad. El Mercado es omnipresente y perfecto: todo lo sabe y todo lo puede, habla y escucha, en todo el orbe. El conocimiento, en cambio, no impide que dicha verdad continúe extendiéndose como un dogma. Esa es la función de las teorías neoliberales en lo económico y neo conservadores en lo político que conforman la post modernidad que domina el modo de entender a inicios del siglo XXI. En este campo, la filosofía política va por delante de la experiencia y propone un ordenamiento social inexistente a partir de las relaciones individuales únicamente. No hay intereses de clase, ni nacionales. Solo individuales que deben de ser atendidos de inmediato. La inmediatez es un elemento de esta post modernidad individualista llevada al extremo: la del agente económico aislado y urgido.
Foucault en Sujeto y Poder advierte que el sujeto humano está inmerso en relaciones de producción y de significación y por lo tanto está inmerso en relaciones de poder muy complejas. La interrogante que se plantea es ¿Qué legitima el poder? ¿Cómo se construye el significante del poder? Una vez con una teoría del poder ya se puede aproximar al análisis de la realidad. La búsqueda de Foucault no es la de Weber. No busca la parte institucional del poder sino el cómo opera en las conciencias. Busca el proceso de sometimiento, cómo se define la norma y lo que está fuera de la norma. Sin ir muy lejos, cómo invade el sentido común y lo transforma. Lo transforma con las ideas que quiere utilizar para someter, dentro de un contexto histórico muy definido: económico y político.
El fascismo y el estalinismo son dos formas patológicas de poder dentro de contextos muy precisos. El poder puede por lo tanto transformarse para someter del modo que encuentra más posible. Toda la discusión es sobre el espacio que se abre para el poder y de qué manera invade y somete al sujeto humano. A pesar de su locura interna, ambas formas usaron las ideas y los procedimientos de nuestra racionalidad política. De esa misma manera, hoy día el Mercado ha sometido la razón y la política con el soporte político neoconservador, más próximo al fascismo que al estalinismo, pero lejos de los espacios democráticos en construcción a partir del siglo XVIII. Todo lo que se aleja de esta interacción es anatema, se aleja del dogma y debe de ser excomulgado: por ejemplo Venezuela, Ecuador, Bolivia, la mala izquierda en palabras de un político neoconservador mexicano que antes fuera del Partido Comunista Mexicano.[2]
Al mismo tiempo, los colapsos bancarios rescatados por el Estado porque el Mercado no tenía la capacidad, pusieron de relieve el doble discurso. Muy grandes para quebrar fue como se denominó a lo que antes llamábamos monopolios y coordinación fiscal se bautizó a lo que antes se llamaba intereses grupales. El asalto del Estado por el complejo financiero bancario desnaturalizó el discurso del Mercado en Estados Unidos. Salvo el poder todo es ilusión, decía Mao, y dicen ahora los banqueros en Estados Unidos que han llegado para quedarse al departamento del Tesoro, donde rotan de tiempo en tiempo en una puerta giratoria criminal, insuflada de intereses en conflicto. Simon Johnson y James Kwak esto lo ponen en blanco y negro en su 13 Bankers. El Mercado sí, pero con el Estado bajo control por las dudas para trasladar el ahorro que ellos necesitan. Pero solo para los monopolios del capital financiero bancario. El resto del sector financiero que se enfrente a las leyes del Mercado. De este modo, 1500 bancos han quebrado entre 2008 y diciembre del 2012, pero los monopolios financieros han crecido: JP Morgan se compró a Chase, Citibank se compró el Bank of America que se había comprado a Merril Lynch, etc. Por ejemplo, Robert Rubin, último secretario del Tesoro en la etapa de la desregulación iniciada en 1980, que benefició a Citibank con una ley en 1998, recibió de Citibank 126 millones de dólares en los años desde que dejó el cargo. Esto, en la ley de Estados Unidos, no es ni corrupción ni delito. La consecuencia para ellos del asalto al poder, por ejemplo, es que la crisis iniciada en el 2007, que contrajo el PIB de Estados Unidos, tuvo al mismo tiempo 1% de crecimiento del sector financiero de Estados Unidos en el 2009.
La gobernanza global antes centrada alrededor del FMI, el Banco Mundial y el multilateralismo público, organizado por los Estados Unidos tras la segunda guerra, ha perdido fuerza. La crisis desde el 2008 ha mostrado que los Estados no sirven para gran cosa salvo trasladar recursos al Mercado financiero, y que solo el G20 es la solución. El G20 reúne a los Países ricos altamente endeudados (HIRC por sus siglas en inglés) comenzando por Estados Unidos, Gran Bretaña, algunos europeos y Japón, con los acreedores más grandes del mundo desde China hasta Arabia Saudita. De esta forma los responsables de la crisis económica y financiera liderada por el Mercado, son los que hoy intentan imponer las nuevas reglas del juego financieras y económicas internacionales en el G20 a través del B20 y del T20, siendo el B20 un grupo de empresas, y el T20 un grupo de think tanks que le ponen la agenda al G20. El texto de Jorge Gaggero pone en evidencia la manera cómo arbitrariamente los pastores del Mercado reparten su palabra suprimiendo forzadamente lo que los apostatas están intentando decir dentro del espacio del T20.
¿Es preferible un FMI reformado y democratizado, que dé cuentas a los nuevos poderes, con una nueva teoría económica que una gobernanza privada que no tiene manera de dar cuenta sino a sus socios? ¿O, la regionalización puede asistir? La regionalización tiene la ventaja de acercar a las instituciones a sus Estados clientes y de responderles directamente a las necesidades de éstos. La idea europea de regionalización contiene también un aspecto de agregación de poder de negociación, en el marco de la guerra fría. En América Latina, tiene el sabor de agregación de poder frente a Estados Unidos, que como vemos aún ahora, sigue interviniendo en la vida interna de los países para favorecer sus intereses, como si la guerra fría perviviera. Los gobiernos que desisten del discurso dogmático en América Latina han buscado la integración y han sido resistidos por los que están con el discurso dogmático. El discurso tuvo a uno de sus mejores expresiones en Hugo Chávez. Este enfrentamiento ideológico económico tiene su correlato político, sin embargo, en los ejes políticos del hemisferio: Washington y Brasilia.
Población, empleo y productividad
La esperanza de vida ha crecido en el mundo en las dos últimas décadas de forma visible. Quizás con la excepción de los países de la ex Unión Soviética que vieron una reducción significativa de su esperanza de vida en 1990, se aprecia que hay más personas trabajando por más años de vida útil. En simultáneo la revolución feminista incorporó a las mujeres al mercado de trabajo. Carlos Welti muestra cómo en Asia y América Latina más que en Europa y Estados Unidos esto ha tenido grandes consecuencias en términos de desempleo juvenil y baja del nivel salarial. También ha tenido un impacto en términos ambientales porque hay que darle de comer a más gente, y por lo tanto se utiliza más fertilizantes contaminantes y hay más basura tecnológica, con las consecuencias que esto provoca en los flujos de agua.
La inversa de la crisis financiera de Estados Unidos y Europa es que parece haberse convertido en una bendición para América Latina que recibe flujos crecientes de capital de corto plazo. Lo que está impactando es el diferencial de tasa de interés, con efectos sobre tipos de cambio y reservas internacionales. ¿Qué perspectivas abre este panorama para América Latina y cómo se puede evitar? Sumergidos tanto dogmáticos como apostatas en la crisis que tiene como efecto que las tasas de interés en Estados Unidos, Gran Bretaña, Europa y Japón sean negativas en términos reales, es decir netas de inflación, ambos grupos de países están inundados de capitales de corto plazo y reflejan por lo tanto auges en los precios de sus bolsas de valores, sus tipos de cambio y sus mercados de bienes raíces. Las excepciones pueden ser Argentina seguida de Venezuela y quizás Ecuador.
A mayor crisis, menor capacidad de préstamos dentro de Estados Unidos, Gran Bretaña, Europa y Japón y más necesidad de recurrir a mercados nuevos dinámicos. Al mismo tiempo, mientras más bajas las tasas de interés más se inyectan capitales a instrumentos de renta variable y más altos los índices de las bolsas de valores inclusive en las economías críticas. De esta manera se explica que los índices de Bolsa de Nueva York estén por encima de donde estuvieron en el 2007, al inicio de la crisis, a pesar de que su PIB casi no crece desde el 2009 y la perspectiva recesiva es fuerte. Eso es lo que se llama burbuja en términos financieros, no tiene detrás sustento real, es puro efecto monetario producto otra vez de las políticas de la FED (Reserva Federal), como lo fue en 2004 al 2007. Europa sigue el mismo curso, acompañado de Gran Bretaña y de Japón en lo que en términos cambiarios es percibido como una guerra de divisas.
El problema de la crisis yace en que la productividad de las economías líderes crece a una tasa baja, el consumo a una tasa alta y el crédito para el consumo a una tasa aún más alta. Esto se estiró al punto que las importaciones derivadas del alto consumo se hicieron inmanejables. Al perderse empleos este esquema entra en reversa, se contrae el consumo, se contrae el crédito de consumo y en algún momento se inicia la recuperación de la productividad. Sin embargo las políticas que se vienen aplicando tienen que ver con reducir empleo pero no con mejorar productividad que se busca mejore por tipos de cambio – competitividad.
La combinación de bajas salariales, como madre de la economía, aunado al crecimiento de consumo vía crédito tiene efectos sobre la calidad de vida de la población. El empleo se ha vuelto más precario y los derechos sociales se han ido perdiendo a favor de concentrar el ingreso, objetivo central de la política. Cuando esa población protesta por la pérdida de empleo es percibida como una amenaza terrorista. Sin duda a eso apunta la transformación de las leyes contra la protesta social en leyes antiterroristas. Desde Chile hasta Estados Unidos la protesta social está catalogada como terrorista, el trato del detenido/da, por lo tanto, es el de no-ciudadano. La persona no tiene derechos cuando es detenida por terrorismo, siendo ésta en realidad una protesta salarial o de empleo o de calidad de vida. El trato a los protestantes en Madrid, Nueva York y otras capitales en la ya disuelta campaña de Occupy Wall Street fue en esa dirección. El trato en Europa sigue siendo de ese modo. Escribió recientemente Saskia Sassen[3]que la democracia como la hemos conocido está debilitada en particular en Estados Unidos.
Lo que enfrentamos es una degradación profunda del estado liberal. Las matanzas por drones[4] y el encarcelamiento ilegal están a un extremo de aquel espectro de degradación, y la subida del poder, destrucción económica y arbitrariedad del sector financiero están al otro extremo.
Susan George acaba de publicar El Informe Lugano II donde argumenta que el sector financiero ha acordado que lo relevante no es la democracia sino la rentabilidad y que se debe hacer todo para garantizar la misma. Esta es básicamente la idea de Sassen y es la idea detrás del dogma económico. Baste recordar que se introdujo el dogma en el mundo en Chile de la mano de Pinochet en 1974 con el inolvidable soporte del dúo Milton Friedman/Henry Kissinger y el auspicio financiero de la ITT.
Hacia la militarización del control social
La manera de la aplicación de la política de la FED llamada Quick Easing, en el Perú “la maquinita”, consiste en inyectar liquidez comprando bonos del tesoro a los bancos de inversión que los tienen. Esto lo hacen todos los bancos centrales de los HIRC. Esa liquidez es luego usada por los bancos de inversión para invertir tanto en sus propias bolsas como en el exterior. Como los commodities se han titulizado, vale decir, tienen títulos valor con mercado propio, entonces los inversionistas compran cobre, títulos valor que da derecho a cierta cantidad de cobre físico. La manipulación de estos títulos valor empuja los precios de las materias primas por encima de su nivel real de precios determinada por oferta y demanda física. Desde el año 2008 es clarísimo cómo los precios de las materias primas están determinados básicamente en el mercado de títulos valor. El efecto es un crecimiento muy fuerte en las economías lideradas por las exportaciones primarias de África y América Latina. Con altas tasa de crecimiento, los países dogmáticos no están dispuestos a escuchar a los apóstatas, que también crecen mucho, en la necesidad de crecer de otro modo, o de integrarse de otro modo al mundo, privilegiando el mercado de bienes industriales. Los países dogmáticos están cerrando filas a través de tratados y acuerdos con Estados Unidos para asegurar que el dogma sea siempre respetado. El más reciente es el Tratado Trans-Pacífico -TPP- que aparentemente le da a las corporaciones más derechos, de manera análoga al Acuerdo Multilateral de Inversiones-AMI- que fuera suspendido en 1999 en Seattle tras las protestas sociales.
En términos de teoría económica lo que se aprecia es que el dogma orientado a la concentración del ingreso viene ganando posiciones en Europa también. El FMI parece haber perdido peso allí frente a la Comisión Europea, que sirve de portavoz de esta mirada. El problema de la concentración del ingreso aunado al del sobre consumo y a la sobre acumulación siguen en el centro de la crisis. No se han resuelto. Por el momento, la crisis “global” está dividida en dos, una parte está en los HIRC, donde es evidente el deterioro continuo, y la otra donde los capitales de corto plazo fluyen y donde se siente el impacto de las alzas de los precios de las materias primas por las razones explicadas. Sin duda, la crisis se va a generalizar cuando los precios bajen por efecto de ajustes de tasas de interés o se reactiven los HIRC. Esto último es menos probable en un futuro previsible. En ningún caso una reactivación basada en la tecnología, a su vez movida por energía fósil, es la solución porque precipitará un desenlace indeseable. La interrogante es si existe otro modo de entender la economía que sea viable y si diseños como el Buen Vivir pueden tener proyección global.
El control social militarizado parece ser el nuevo rasgo de la crisis tanto en los HIRC como en el resto del mundo. El funcionamiento del complejo financiero bancario de manera extendida por todo el mundo está en proceso de generalizarse, articulándose de esta manera tanto la gran prensa como los intereses de esa gran banca que al fin son 30 instituciones y están representadas en el G20 y la guían. No hay ninguna evidencia que nada esté impidiendo que lo financiero siga funcionando de la misma manera que antes de la crisis. La incapacidad de pasar leyes regulatorias en Estados Unidos y la salida de Barney Franck del Senado indican el peso que tienen. La presencia de allegados del Complejo Financiero Bancario en el Securities and Exchange Commission de Estados Unidos y el Tesoro de dicho país, así como la de banqueros de inversión en casi todos los gobiernos de Europa, habla del asalto al poder también allá. El contrapoder con la capacidad de cuestionar el dogma y el orden establecido detrás de él crecen en países de América Latina pero peligra. Las amenazas sobre Argentina, Venezuela, etc., van en esta dirección.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario