domingo, 4 de noviembre de 2012

Deudas, Deficits y Teoría Monetaria Moderna

Esta es una entrevista realizada por Winston Gee a Bill Mitchell, profesor de económica y director del Centro para el Pleno Empleo y la Equidad en la Universidad de Newcastle, Australia.
 La entrevista tuvo lugar el 15 de agosto 2011 y fue publicada en la Harvard International Review

Winston Gee: Gracias por estar con nosotros, profesor Mitchell. Quería hablar con usted de la Teoría Monetaria Moderna (TMM), que usted ha contribuido de manera destacada a desarrollar, y su importancia en relación con los actuales debates sobre las finanzas públicas. Se que usted es un crítico mordaz del discurso económico dominante. Por ejemplo, hace poco escribió en su blog que: “la prensa económica esta absorbida por los temas financieros -demasiada deuda pública; techo de la deuda; sostenibilidad fiscal, riesgo de la deuda soberana y otros asuntos que realmente no abordan los puntos fundamentes pero que están en la palestra”. Podría decirnos: ¿Por qué la TMM resta importancia a estos asuntos?


Bill Mitchell: La percepción más equivocada es creer que la TMM de alguna manera prescribe un nuevo régimen ideal que habría que establecer. La verdad es que la TMM se limita a describir el sistema en el que viven la mayoría de los países del mundo desde 1971, cuando bajo la administración del Presidente Richard Nixon se suspendió la convertibilidad del dólar en oro. En aquel momento, el sistema de tipos de cambio fijos –por el que todos los países habían acordado fijar sus propias divisas en relación con el dólar (USD), que a su vez la fijaba en relación con el patrón oro- fue abandonado. Desde entonces estamos viviendo en lo que se llama un sistema monetario fiduciario.

En un sistema monetario fiduciario, la moneda es legal por las medidas legislativas que la hacen justamente moneda de curso legal. La moneda en sí no tiene un valor intrínseco. Lo que le da valor, y por lo tanto nos permite utilizarla tal y como dice el gobierno, es el hecho de que el gobierno impone las obligaciones de pagar impuestos en esa moneda. No hay posibilidad de elegir. Si vives en EEUU tienes que pagar los impuestos con dólares estadounidenses. Así es que la demanda por esa moneda, que de otra manera sería papel sin valor, está dada porque todas las obligaciones de pagar impuestos tienen que ser en esa moneda. Tomando esto en consideración, uno se da cuenta inmediatamente que el gobierno nacional
 monopoliza la emisión de esa moneda. Significa que al gobierno nacional, en ese sistema, nunca le puede faltar esa moneda, nunca puede quedarse sin dinero. No necesita, que usted ni yo le prestemos dinero. Esa es la primera premisa de la Teoria Monetaria Moderna: los gobiernos no tienen restricciones a la hora de gastar porque necesiten aumentar sus ingresos.



Si uno extiende un poco esa lógica, se podría preguntar: “Entonces, ¿acaso no pagamos impuestos y compramos bonos para que el gobierno pueda hacer gastos?” En realidad, primero tendría uno que preguntarse: “¿De donde obtengo el dinero para pagar los impuestos y comprar bonos?”. La respuesta es que no podemos obtener la moneda hasta que el gobierno procede a gastarla. El gasto público es la ejecución primaria en un sistema de moneda fiduciario. Recaudar impuestos y tomar empréstitos son actos subsiguientes. En efecto, el gobierno sólo recauda impuestos sobre lo que ya ha gastado, y sólo está tomando de vuelta en préstamo dinero que ya había previamente gastado. Una vez que uno sigue esta lógica, se dará cuenta que la mayor parte de las propuestas que ocupan los espacios de debate en el mundo se basan en premisas falsas.


Otra premisa básica de la TMM es que ahora vivimos en un mundo de tipos de cambio flotantes, de modo que todos los desequilibrios en los mercados de divisas se resuelven mediante el precio fluctuante de la moneda. Significa que los instrumentos de la política doméstica –el banco central y la política fiscal– son libres de perseguir de política doméstica a sabiendas que el tipo de cambio resolverá los desequilibrios monetarios que surgen de los déficit o superávit comerciales, etc...

Winston Gee: Quiero tocar algunos puntos. El primero es la premisa básica de la TMM de que los gobiernos no tienen que recaudar impuestos o endeudarse antes de efectuar gastos. Dado el reciente clamor sobre la reducción de la calificación crediticia, uno podría preguntarse: si eso fuese verdad, ¿por qué los gobiernos continúan emitiendo deuda, y se preocupan de la disciplina de los mercados de bonos y de las agencías de evaluación?

Bill Mitchell: Efectivamente, es una pregunta interesante y una que confunde a la gente que trata de entender la TMM. En el llamado sistema de Bretton Woods,- el sistema de tipo de cambio fijo que prevaleció después de la II G.M. hasta 1971 – los gobiernos tenían restricciones de ingresos, porque el banco central podía permitir una cierta cantidad de dinero en la economía de acuerdo a la posesión de oro y el valor de moneda. De modo que si el gobierno quería gastar más, tenía que asegurarse que pedía prestado dinero de otro dentro de la economía, de modo que la oferta global de dinero fuese constante. En ese tipo de sistema, el gobierno tenía previamente que recaudar impuestos o endeudarse, para poder gastar. Este tipo de razonamiento se deslizó dentro del sistema monetario moderno, pero ya no es aplicable porque utilizamos la moneda fiduciaria en lugar de monedas convertibles.


 Pero hay más. Unas explicaciones defienden que los economistas no han tomado en cuenta las implicaciones de un sistema de moneda fiduciaria. Yo no lo creo, porque las personas no son tontas. Creo que hay que indagar más profundamente el por qué de este comportamiento relacionado con el patrón oro en un sistema donde no necesitamos este tipo de actitudes.

Si uno investiga la historia, y lee el debate en los documentos gubernamentales, lo que deduce es una solida indicación de que los gobiernos han combinado arreglos institucionales, tales como la emisión de deuda, con ciertas prácticas de contabilidad para que pareciera como si la deuda realmente estuvieran financiando los gastos gubernamentales. Estos arreglos institucionales se reforzaron en los ’70 y ’80 porque la ortodoxia económica sabía que limitarían la capacidad de gasto de los gobiernos. La creencia ortodoxa es que los impuestos distorsionan los incentivos individuales, que el endeudamiento de los gobiernos sube los tipos de interes y afectan la inversión privada, y que el gasto público termina por generar hiperinflación.


Winston Gee: ¿Es todo ideología o también falta de comprensión de cómo funciona el sistema monetario moderno?



Bill Mitchell: Ciertamente los economistas ortodoxos no comprenden de verdad cómo funciona el sistema monetario moderno. En los textos encontrarás un capítulo sobre el papel del banco central, que describirá como su función principal es controlar la oferta monetaria a través de operaciones en el mercado abierto, es decir comprando y vendiendo bonos gubernamentales para regular la demanda de dinero en relación con la oferta. A través de este proceso – así nos dicen – el banco central es capaz de influir sobre la tasa de interés.


Esta explicación de los manuales es erronea. Los bancos centrales no pueden controlar la oferta de dinero. Y no muchos bancos centrales, después de mediados de los ’80, tienen alguna credibilidad a la hora de su capacidad de determinar la masa monetaria. Se dieron cuenta que los bancos centrales solo pueden controlar los tipos de interés, no la oferta de dinero. Después de darse cuenta de eso, la política monetaria se limitó a la fijación de un tipo de interés a corto plazo a través del manejo de la liquidez dia a día en los mercados a muy corto plazo.


Cada banco comercial tiene una cuenta con el banco central - una cuenta de reserva – y estas cuentas de reserva se usan diariamente para asegurar que los cheques que firmamos se hagan efectivos cada día. Normalmente, las reservas no ganan intereses en el banco central, de modo que si el volumen de reserva excede lo que cada banco crea que sea necesario diariamente, el banco se encuentra con un dinero no productivo, muerto. En algunos países esto no es cierto, pero en países como Australia, donde el banco central siempre ha pagado intereses sobre las reservas diarias, esta tasa de interés es menor que la que se obtiene comercialmente.
En EEUU y Japón por ejemplo, históricamente ha habido un retorno nulo sobre estas reservas. De modo que los bancos tratarán de prestar reservas en exceso a otros bancos que puedan necesitarlas. La competencia en este llamado mercado interbancario, presiona hacia abajo las tasa de interés, porque los bancos tratarán de obtener cualquier retorno sobre las reservas en lugar de cero. Si el banco central permite que el proceso continue, perderá el control de la política monetaria.


La forma en que el banco central puede mantener el control de la tasa de interés que se fije como objetivo es manejando la liquidez en estas reservas. De modo que si el banco central percibe que los bancos consideran que sus reservas son excesivas, entonces drena estas reservas fuera del sistema mediante la oferta de un activo con intereses en forma de bono gubernamental. El papel de los bonos gubernamentales es, por lo tanto, la de proveer al banco central de la capacidad para asegurar que no haya presión competitiva sobre el objetivo fijado para la tasa de interés. Es evidente que la función de los bonos gubernamentales es otra en lugar de prestar dinero gubernamental.


Winston Gee: Se escucha a muchos políticos hablar de “reducir la deuda pública”. ¿Que piensas de este estribillo?



Bill Mitchell: La verdad histórica es que los gobiernos nacionales muy raramente agotan su stock global de deuda. Un instrumento de deuda es un compromiso del gobierno nacional de pagar el principal de un capital en un plazo determinado de tiempo y mientras tanto pagar un rendimiento o interés sobre ese capital adeudado. De modo que los gobiernos pagan la deuda en ese contexto, pero en un sentido macroeconómico, los gobiernos no amortizan el stock de su deuda pública.


Hay pocos ejemplos en los cuales los gobiernos reducen su stock de deuda como ocurrió en Australia entre 1997 y 2007. El gobierno conservador en aquel momento se enamoró de esta idea neoliberal de deshacerse de su provisión de deuda pendiente, de modo que comenzó aamasar grandes superávits presupuestarios y pagaba la deuda. Tras cinco años, el mercado de bonos del tesoro disminuyó tanto, es decir había tal infima cantidad de deuda pública en el sistema, que los grandes bancos inversores comenzaron a protestar porque dependían de la deuda gubernamental como un activo libre de riesgo sobre el cual referir otros riesgos. Curiosamente, el gobierno federal australiano acordó que aunque continuase su politica de superavit presupuestario, continuaría emitiendo deuda en cierta cantidad para asegurar que el sector financiero tuviera sus activos libres de riesgo. Así es que mientras el Wall Street Journal hace editoriales condenando la funesta deuda, la realidad es que el sector financiero la necesita muchísimo. Es un ejemplo muy ilustrativo de la función de la deuda en estos tiempos.



En la TMM vemos a la deuda pública como riqueza privada y los pagos de intereses como un ingreso privado. La deuda pública activa es solamente una expresión de
los déficits presupuestarios acumulados en el pasado. Estos déficits presupuestarios han añadido activos financieros al sector privado, suscitando demanda de bienes y servicios que nos ha permitido mantener el crecimiento de la renta.
Y ese crecimiento de la renta nos ha permitido ahorrar y acumular activos financieros a una tasa mucho mayor que si hubiéramos prescindido de los déficits.


La única preocupación que una persona progresista pudiera albergar en relación a la deuda pública sería por consideraciones de equidad sobre quien posee la deuda y si hay una provisión equitativa de la renta privada que surge de los déficits. Eso habría que debatirlo, pero no hay razón para obsesionarnos con el nivel alto de la deuda pública. Un gobierno (con soberania monetaria) siempre puede pagar su deuda, nunca puede quebrar. No hay duda alguna de que hará frente a la obligación de su deuda. No hay riesgo. Es mas, la deuda provee a las empresas, hogares, y a otros en el sector privado, de un medio para depositar sus ahorros sin riesgos.

Winston Gee: En pocas palabras: “¿cuándo deben los gobiernos tener superávits presupuestarios?”.


Bill Mitchell: Ciertos resultados presupuestarios nunca deben ser un objetivo político. Los objetivos del gobierno son alcanzar metas reales. Es decir una tasa de crecimiento sostenible combinada con el pleno empleo.
 ¿Por qué necesitamos a los gobiernos? Porque pueden hacer cosas para mejorar nuestro bienestar que no podemos hacer individualmente. En ese contexto es evidente que la política pública debe tener prioritariamente como objetivos que se eliminen la pobreza, que los sistemas públicos de salud y educación sean de primera categoría, que los menos favorecidos mejoren su situación, etc.


Desde un punto de vista macroeconómico, los gastos y decisiones relacionados con los impuestos, debe manejarse de tal forma que los gastos totales en la economía sean suficiente para producir los niveles de producción real en concordancia con la fuerza laboral. Esta es la meta y los presupuestos deben servir a ese objetivo.


No quiero decir con ello que los déficits presupuestarios no sean importantes. La cuestión fundamental que los principales inspiradores de la TMM hemos planteado (yo mismo, Randall Wray o Warren Mosler) es que el peligro que implican los déficits presupuestarios no es la insolvencia sino la inflación. Al decir esto subrayamos que la inflación es un riesgo implicito en cualquier tipo de sobregasto, sea de inversión, consumo, exportación, o de gasto público. Cualquier componente de la demanda agregada puede empujar a la economía al punto de que se produjese inflación. No siempre hay que culpar a los gastos excesivos del gobierno.


Queremos enfatizar que los déficits presupuestarios pueden ser excesivos o deficientes. Los déficits pueden ser muy grandes o pequeños y el deber del gobierno es asegurar que se ajusten para que se pueda emplear toda la capacidad productiva disponible.


Winston Gee: ¿Cómo difiere esto del paradigma dominante neokeynesiano?


Bill Mitchell: El paradigma neokeynesiano se basa en una serie de premisas falsas que afecta a las recetas políticas. Premisa falsa Nº.1: el gobierno tiene que endeudarse para financiar sus gastos. Premisa falsa Nº.2: en cualquier momento existe una oferta de ahorros fija disponible. Falsa premisa Nº.3: el gobierno al tomar en préstamo esa oferta fija de ahorros, le niegue la posibilidad al sector privado de tomar en préstamos esos fondos, y la competencia por esos fondos hacer aumentar las tasas de interés.


La TMM dice lo siguiente:
No hay un fondo finito de ahorros en la economía. El ahorro es una función de la renta nacional.Cuando crece la renta nacional aumentan los ahorros. De modo que si el gasto público estimula la actividad económica, entonces el PIB, la renta nacional y el ahorro crecerán simultáneamente. Esto con respecto al primer punto.

En relación al segundo punto, el credito al sector privado no depende de una oferta fija de ahorro. El concepto de banco en el modelo neokeyseniano es que el banco está sentado, esperando a que los depositantes le traigan sus ahorros, y solamente cuando el banco tenga esos depósitos es cuando puede comenzar a prestar. En otras palabras, la concepción neokeyseniana es que los bancos están limitados por sus reservas existentes. Sin embargo en realidad los bancos siempre tienen la capacidad de crear préstamos para clientes con crédito porque siempre pueden adquirir más reservas. Los bancos pueden adquirir reservas de numerosas fuentes, pero al final saben que pueden cubrir sus reservas tomando préstamo del banco central. Así es que la concepción de cómo funciona un banco en la TMM es muy diferente del tratamiento estlilizado que le da la económia neokeynesiana.


El tercer punto trata de lo que ocurre cuando el gobierno tiene un déficit presupuestario.Lo que ocurren en el mercado de dinero es lo siguiente: el gobierno de EEUU compra algo del sector privado. Paga al empresario, quien a su vez paga a los trabajadores. Toda una serie de transacciones se suceden tras la adquisición gubernamental inicial. Todas esas transacciones pasan por el sistema y a la larga se sitúan en las reservas de los bancos cada día. Típicamente, --(aunque no ahora porque nos encontramos en una situación extraordinaria en la que el banco central paga intereses sobre las reservas) – esas reservas sencillamente estarían en los bancos y no ganarían intereses. Así es que típicamente, como expliqué antes, los bancos tratan de desembarazarse de esas reservas, presionando a la baja la tasa de interés en el mercado interbancario en este proceso. Lo que se deduce de ello es que los déficits presupuestarios, independiente de cualquier operación monetaria, hacen que las tasas de interés bajen y no que suban. Esto es lo totalmente opuesto a lo que defienden los economistas ortodoxos, y se confirma por la presente combinación de tasas de interés muy bajas en presencia de déficits presupuestarios muy grandes.
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Este artículo a sido tomado de Sin Permiso

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