En este artículo de El Economista se analizan los posibles escenarios de una eventual ruptura del euro
La ruptura de una unión monetaria es un hecho prácticamente inusual. El colapso del euro sería el peor escenario y el de mayor riesgo para la Eurozona, pero cada vez más organismos y expertos coinciden en que, bajo la estructura actual, el proyecto de moneda única no funciona. El colapso del euro es casi improbable pero, si se produjera, hay algo que está claro: sería distinto a otras rupturas monetarias.
La historia sugiere que hay dos tipos de uniones monetarias que sobreviven más tiempo, apunta Gabriel Stein, director de Lombard Street Research, una firma de análisis económico con sede en Londres.
La primera es aquella en la que "una ballena está ligada a un pez pequeño" -caso del Reino Unido e Irlanda desde 1920 a 1970 y de Bélgica y Luxemburgo desde 1920 a 1990, asegura en un artículo que recoge The Wall Street Journal. La segunda es cuando entidades del mismo tamaño forman una unión fiscal -caso de Estados Unidos. El problema es que, en su forma actual, el euro no encaja en ninguna de las dos categorías.
En un reciente informe de UBS sobre disoluciones de uniones monetarias en el pasado, los economistas concluyen que el coste de la ruptura del euro sería "tan enorme como para ni siquiera poder imaginarse".
Más integración fiscal en la Eurozona
Conscientes de que la moneda única podría no sobrevivir bajo su estructura actual, el último paso de los líderes europeos para intentar salvar la Eurozona es luchar por una mayor integración fiscal, "en la que exista un verdadero gobierno económico".
En este sentido, Alemania y Francia tienen previsto presentar el próximo lunes una propuesta para modificar los tratados europeos con miras a mejorar la gobernanza de la zona euro y la convergencia de las políticas económicas".
El plan contemplaría la imposición de controles presupuestarios mucho más estrictos sobre los 17 países de la zona euro como una forma de apuntalar las defensas regionales contra la crisis de deuda.
Rasgos clave en la ruptura de una unión monetaria
Si bien una eventual ruptura del euro sería diferente a todas las demás disoluciones que se han producido en la historia reciente, los economistas de UBS identifican unos rasgos característicos en toda fragmentación de una unión monetaria. Entre ellos, la fuga de capitales desde las economías más débiles a las más fuertes de la unión, algo que se manifiesta de forma más contundente en Grecia.
A medida que la crisis se recrudece, las presiones sobre la unión monetaria se intensifican. Si bien no todas las rupturas de una unión monetaria han sido costosas, como por ejemplo la división de Irlanda del Reino Unido en 1979 o, en menor medida, la checoslovaca de 1993, los economistas recuerdan que éstas no se produjeron en una crisis. "Una ruptura no tiene por qué ser un desastre, pero la forma en que se está haciendo en Europa podría serlo", apunta Stein.
Como ocurrió en Cheslovaquia y a diferencia de lo que ocurre ahora en Europa, algunas uniones monetarias se disolvieron después de una ruptura política. La unión monetaria austro-húngara se desintegró en 1919 tras la fragmentación del imperio austro-húngaro después de la Primera Guerra Mundial. La región del rublo se rompió en 1992-1993 tras el colapso de la Unión Soviética.
El caso austro-húngaro es otro de los ejemplos que los economistas de UBS señalan como rasgo característico en la fragmentación de una unión monetaria: los gobiernos usan la ruptura como una oportunidad para aumentar los ingresos por la incautación de bienes de sus ciudadanos.
Para UBS, la devaluación en un país obligaría a los bancos de otros que no se han visto forzados a ello a rebajar el valor de sus activos, probablemente forzando a sus gobiernos a intervenir para salvarlos. Las instituciones financieras de Alemania y otros países fuertes sufrirían golpes por los activos que tienen en las economías más débiles.
Stein recuerda que una estrecha integración financiera se hizo evidente entre Noruega y Suecia en su unión monetaria con Dinamarca, que se rompió en 1905. Pero en este caso, los páises continuaron emitiendo billetes por separado.
El antecedente más cercano de una unión monetaria sin una unión fiscal fue la Unión Monetaria Latina de 1865 entre Bélgica, Francia, Italia y Suiza, en el que todos ellos se comprometieron a amoldar sus divisas nacionales a un estándar bimetálico oro/plata.
Los analistas de UBS identifican un último rasgo: una población profundamente insatisfecha. "Las circunstancias que rodean la ruptura de una unión monetaria tienden a ser extremadamente graves: se pueden registrar riesgos de disturbios sociales importantes".
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Tomado de El Economista
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