jueves, 20 de noviembre de 2025

«Nueva» propuesta de Witkoff


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Frente al Gernika de Picasso, Volodymyr Zelensky culminó en Madrid una gira en la que puede presumir de haber obtenido, al menos sobre el papel, importantes resultados. El problema para Ucrania es que los acuerdos que se presentan en grandes eventos rodeados de banderas y de cazabombarderos de atrezzo que buscan mostrar músculo militar y unidad europea son solo la teoría. Comentando el compromiso de adquirir 100 cazas franceses apenas unas horas después de anunciar la compra de 150 aeronaves suecas y el contrato de compra de gas natural licuado transferido por Grecia, el historiador británico Owen Matthews criticaba ayer el pensamiento mágico del presidente ucraniano y su alejamiento de la realidad, algo que, en realidad, se produce, al menos en el ámbito militar, desde mediados de 2023. Fue entonces cuando se puso de manifiesto de forma inequívoca que los objetivos militares que planteaba Ucrania –la derrota completa de la Federación Rusa, a la que se impondría un tratado final en el que no tendría ni voz ni voto, sino solo la capacidad de firmar su capitulación- eran inviables. El paso del tiempo añade a esa falta de realismo la presión de la situación económica. “Kiev no tiene ni de lejos el dinero suficiente para cubrir el agujero presupuestario de 60.000 millones de dólares, y mucho menos para comprar aviones por valor de miles de millones. Ucrania, según sus propias declaraciones, se quedará sin dinero en febrero a menos que la UE acepte concederle un préstamo de 140.000 millones de euros garantizado con activos rusos depositados principalmente en el repositorio bancario internacional Euroclear de Bélgica. Pero no hay ninguna esperanza de que pueda devolver ese préstamo a menos que el Kremlin se vea obligado de alguna manera a pagar reparaciones de guerra, una posibilidad muy remota”, escribe Matthews.

En Kiev, antes incluso del retorno de Zelensky de Turquía, donde ayer se reunió con Erdoğan, la oposición nacionalista, es decir, el partido de Petro Poroshenko y el liberal-nacionalista y tecnócrata Holos han comenzado a intensificar la labor de presión para conseguir concesiones importantes del presidente. “Ningún político importante en Ucrania pide la dimisión de Zelensky, y con las elecciones suspendidas por la ley marcial, no puede ser destituido mediante el voto. Sin embargo, el movimiento que se está gestando en torno a la corrupción supone graves riesgos para él”, escribe The New York Times, que cita al partido de Poroshenko afirmando que “el país por fin ha comprendido el significado de la expresión dinero manchado de sangre”. Se trata de una declaración interesante teniendo en cuenta que la causa abierta contra su líder, el expresidente Petro Poroshenko es precisamente por hacer negocio con el otro lado de la guerra, en aquel entonces las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.

Sin embargo, la Solidaridad Europea de Poroshenko, que lleva meses preparando el terreno para aprovechar el momento cuando se diera la oportunidad, ha comenzado a mover hilos tanto a nivel político en Europa como a nivel mediático. Siempre ha sido evidente que los artículos de Newsweek, The Economist y, sobre todo, Politico en los que se criticaba el autoritarismo de Zelensky, la excesiva centralización de poder en manos de la Oficina del Presidente y la mala relación de Ermak con los dos grandes partidos estadounidenses procedían del intento de Poroshenko y su círculo de recuperar la centralidad política perdida para regresar al poder. El caso de corrupción que ha estallado la última semana, especialmente la aparición de Andriy Ermak en las grabaciones, ha creado el momento perfecto para ejercer presión política en busca de un gobierno de unidad nacional en el que el presidente quedara como una figura prácticamente testimonial al servicio de una nueva coalición parlamentaria que, según los medios ucranianos, estaría formada por la oposición nacionalista y la parte del partido de Zelensky que reniega del presidente. En realidad, se trataría de la parte agraviada de Servidor del Pueblo, molesta con el presidente o con su mano derecha, como se dice que sería el caso de David Arajamia, líder de la facción parlamentaria del partido. El hecho de que estos días se haya visto a figuras como Razumkov, purgadas por Zelensky por tener excesiva presencia política en sus primeros años, indica una predisposición clara a los movimientos iniciados por Oleksiy Honcharenko y otras caras visibles del partido de Poroshenko.

Las malas noticias nunca vienen solas y a la presión política interna hay que sumar las dificultades en el frente. El avance ruso en Porkrovsk y Mirnograd se consolida -pese a la negativa de Ucrania a admitir la realidad-, la situación en dirección a Zaporozhie se complica y en el frente de Seversk, donde Rusia no había podido hasta ahora lograr ningún éxito, el fanático periodista proucraniano corresponsal de Bildt Julian Roepcke reportaba ayer que las tropas rusas han irrumpido en la ciudad, en la que tendrían presencia en alrededor de un 20% de la localidad. El resultado de todo ello es el momento políticamente más débil de toda la presidencia de Volodymyr Zelensky, cuando se le exige que cese a quien posiblemente sea la persona más importante, Andriy Ermak, que ayer le acompañó durante las negociaciones en Turquía, y que no solo ha realizado labores políticas y diplomáticas, sino que ha servido como chivo expiatorio contra el que dirigir todas las acusaciones. La pérdida de Ermak dejaría a Zelensky sin ese escudo que le protege, por ejemplo, de las acusaciones de autoritarismo y centralización del poder.

La gira de estos días ha servido para ofrecer una imagen presidencial y reafirmar el apoyo europeo y la continuación del suministro militar y económico para sostener la guerra y al Estado. Sin embargo, el actor principal de la política ucraniana no se encuentra en el continente europeo sino al otro lado del Atlántico. Según pudo leerse ayer en Axios, medio en el que el trumpismo filtra aquello que quiere convertir en tema de conversación, Estados Unidos prepara un nuevo intento de lograr la paz. Esta filtración coincide con el anuncio de Zelensky de su voluntad de reavivar la diplomacia y su declaración sobre las propuestas que Ucrania habría preparado para entregar a sus socios occidentales.

“El plan estadounidense de 28 puntos se inspira en el exitoso impulso del presidente Trump para alcanzar un acuerdo en Gaza. Un alto funcionario ruso declaró a Axios que se muestra optimista con respecto al plan. Aún no está claro cuál será la postura de Ucrania y sus aliados europeos al respecto”, escribe el medio estadounidense, que añade que, según sus fuentes, “los 28 puntos del plan se dividen en cuatro categorías generales: la paz en Ucrania, las garantías de seguridad, la seguridad en Europa y las futuras relaciones de Estados Unidos con Rusia y Ucrania”. A lo largo del día, varios medios trataron de añadir algo de contexto a ese supuesto plan que se da por hecho que es el resultado de las conversaciones del mes pasado entre Kiril Dimitriev, enviado de Vladimir Putin, y Steve Witkoff, enviado de Trump para Rusia y persona de confianza del presiente de Estados Unidos. Según varios medios estadounidenses que aportaron algunos detalles más al breve texto de Axios, la actual propuesta se habría realizado sin la participación de Ucrania ni de los aliados europeos de Estados Unidos. “El estado de ánimo en la Casa Blanca es optimista, y parece que el plan se presentará a Zelensky como un hecho consumado. «Lo que vamos a presentar es razonable», le dice el alto funcionario de la Casa Blanca a Dasha [Burns, corresponsal del medio en la Casa Blanca]. La administración Trump cree que Zelensky, bajo presión tanto en el campo de batalla como en el frente interno (debido a un creciente escándalo de corrupción), tendrá que aceptar lo que se le ofrece”, indicaba Politico que citaba a un oficial de alto cargo de Estados Unidos afirmando que la opinión de los países europeos es irrelevante y solo importa “la aceptación de Ucrania”. Todos estos medios dan por hecha la aceptación de Rusia de un plan en el que suponen que ha sido la voz cantante y que Estados Unidos está presionando para que Ucrania acate. La propuesta llegaría en un momento en el que Zelensky vive la tormenta perfecta de presión militar, económica y política.

Christopher Miller, periodista que ha demostrado disponer de buenas fuentes, afirmó ayer por la tarde que “el plan fue transmitido a Kiev esta semana por el enviado especial del presidente estadounidense Donald Trump, Steve Witkoff, que reunió en Miami con Rustem Umerov, actual secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania y exministro de Defensa, para repasar sus 28 puntos”. Sus fuentes afirmaron a Financial Times que “Witkoff había dejado claro que quería que Zelensky aceptara los términos a pesar de que incluían puntos que durante mucho tiempo han sido líneas rojas para Ucrania”.

“Según tres personas con conocimiento directo del documento, el borrador del plan exigiría a Ucrania ceder el resto de la región oriental de Donbass —incluidas las tierras que actualmente están bajo el control de Kiev— y reducir a la mitad el tamaño de sus fuerzas armadas. Fundamentalmente, también exige a Ucrania que renuncie a categorías clave de armamento e incluiría la reducción de la ayuda militar estadounidense, que ha sido vital para su defensa, lo que podría dejar al país vulnerable a futuras agresiones rusas. También estipularía que el ruso sea reconocido como lengua oficial del Estado en Ucrania y otorgaría estatus oficial a la rama local de la Iglesia Ortodoxa Rusa, disposiciones que se hacen eco de los objetivos políticos del Kremlin desde hace mucho tiempo”, afirma Miller sobre este borrador de acuerdo que habría sido presentado a Kiev, pero del que subyace la duda de en qué medida se trata de una propuesta de la Casa Blanca o de Steve Witkoff.

Si se confirma que esos son los términos de la propuesta, sin duda la más favorable a Rusia de todos los borradores sobre los que se ha negociado en algún momento de este año, el plan que Witkoff espera que Ucrania acepte implicaría pérdida de territorio, limitaciones al ejército ucraniano y, según Oliver Carroll, periodista de The Economist, también prohibición a la presencia de tropas extranjeras en Ucrania e incluso de aeronaves diplomáticas extranjeras en el territorio. Ninguno de los primeros artículos que dieron detalles sobre el plan mencionan a la Unión Europea o la OTAN, aspectos que tendría que incluir cualquier propuesta de resolución. Solo en las últimas horas, varios medios apuntan a una moratoria de varios años de renuncia a buscar el acceso a la Alianza, una ligera concesión a Ucrania, que obtendría también garantías de seguridad de Estados Unidos.

«Poner fin a una guerra compleja y mortífera como la de Ucrania exige un amplio intercambio de ideas serias y realistas. Lograr una paz duradera requerirá que ambas partes acepten concesiones difíciles pero necesarias. Por ello, estamos elaborando y seguiremos elaborando una lista de posibles ideas para poner fin a esta guerra, a partir de las aportaciones de ambas partes del conflicto», ha escrito esta noche Marco Rubio en un mensaje ambiguo que no acaba de dejar claro si se trata de una forma de apoyo al plan de Witkoff, del que se duda aún sobre si tiene la aprobación de Donald Trump -las diferentes versiones al respecto obligan a esperar unas horas a las reacciones de las partes-, o su sutil rechazo por falta de realismo.

En referencia a los términos del supuesto plan, Christopher Miller comentaba que “en realidad, esto significa que la postura de Rusia sigue siendo maximalista y Putin no ha hecho concesiones. Al contrario, se ha atrincherado. Y la administración Trump se ha impacientado ante la falta de esfuerzos para poner fin a la guerra y ahora exige avances, probablemente a costa de Ucrania”. Por el momento, el principal significado del plan es que se ha filtrado únicamente la parte más favorable a Rusia e inaceptable para Ucrania y sus aliados europeos. Por la tarde, el veterano periodista proucraniano Michel Weiss se hacía eco de una publicación de Steve Witkoff en las redes sociales. “Parece que lo han obtenido de K.”, escribía el enviado de Trump para Rusia antes de borrar el mensaje poco después. “Parece que Steve Witkoff tuiteó lo que debía ser un mensaje directo, diciendo que el contenido de este artículo tan comentado de Axios debía provenir de «K». Casi con seguridad se refiere a Kirill Dmitriev, quien es citado en el artículo. Pero parece que la parte rusa está filtrando esto por algún motivo”, escribió Weiss.

Según Maria Zajarova y Dmitry Peskov, Moscú sigue ciñéndose al “entendimiento” del pasado agosto en Alaska y no tiene constancia de una propuesta estadounidense. No hay triunfalismo en el Kremlin, solo cautela. Más allá de la posible teatralización por parte del Kremlin, la filtración de una propuesta tan favorable y que no ha sido consultada con los aliados europeos de Estados Unidos sería un paso tremendamente torpe por parte de cualquier representante ruso. Aunque posible, especialmente teniendo en cuenta el desmedido optimismo de Dimitriev, hay que valorar otras posibles fuentes de la filtración. La “K” mencionada por Witkofff podría, por supuesto, ser Dimitriev, pero también el general Kellogg, cuya visión de la resolución de la guerra en Ucrania es muy diferente de la del ala más prorrusa de la administración Trump. En ese caso, la filtración daría a los países europeos la oportunidad de reaccionar y, como han comenzado ya a hacer, rechazar toda propuesta que no sea la “paz justa” que exigía Zelensky en su Fórmula de Paz o Plan de Victoria.


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