viernes, 22 de agosto de 2025

Asia Central como punto vulnerable en la Gran Eurasia


Glenn Diesen, Steigan.no

Asia Central es un punto neurálgico clave en el centro geográfico de la Gran Eurasia y constituye un eslabón vulnerable debido a la relativa debilidad de sus países, la competencia por el acceso a los recursos naturales, la fragilidad de sus instituciones políticas, el autoritarismo, la corrupción y las tensiones religiosas y étnicas, entre otros problemas.

Estas debilidades pueden ser aprovechadas por potencias extranjeras en la rivalidad entre grandes potencias centrada en la Gran Eurasia. Asia Central es vulnerable tanto a la rivalidad «interna» que existe dentro de la asociación gran-euroasiática como al sabotaje «externo» de aquellos que buscan socavar la integración regional para restaurar la hegemonía estadounidense. Este artículo esbozará los factores externos e internos en relación con la forma en que se puede manipular Asia Central.

Interferencia externa: mantener dividida a Eurasia

Las potencias marítimas europeas lograron el dominio desde principios del siglo XVI al conectar físicamente el mundo con la periferia marítima de Eurasia, llenando así el vacío que dejó la desaparición de la antigua Ruta de la Seda. La expansión del Imperio ruso a través de Asia Central en el siglo XIX, respaldada por el desarrollo de los ferrocarriles, reavivó las conexiones con la antigua Ruta de la Seda. El desarrollo de la tesis del corazón de Eurasia por parte de Halford Mackinder a principios del siglo XX se basó en el reto de que Rusia conectara Eurasia por tierra, amenazando así con socavar la base estratégica del dominio británico como potencia marítima.

Asia Central es el centro geográfico donde se encuentran Rusia, China, India, Irán y otras grandes potencias euroasiáticas. Para impedir el surgimiento de una hegemonía euroasiática, Asia Central se convirtió en un importante campo de batalla. El gran juego del siglo XIX terminó en gran medida con el establecimiento de Afganistán como un estado tapón para separar el Imperio ruso de la India británica.

A medida que Estados Unidos se convertía en la potencia hegemónica marítima, adoptó una estrategia para impedir el surgimiento de una potencia hegemónica euroasiática y la cooperación entre las potencias euroasiáticas. Kissinger argumentó que Estados Unidos debía adoptar la política que antes había seguido Gran Bretaña:
«Durante tres siglos, los líderes británicos habían actuado partiendo de la premisa de que, si los recursos de Europa eran gestionados por una potencia dominante, ese país tendría los recursos necesarios para desafiar el control de Gran Bretaña sobre los mares y, por lo tanto, amenazar su independencia. Desde el punto de vista geopolítico, Estados Unidos, también una isla frente a las costas de Eurasia, debería haberse sentido obligado, siguiendo el mismo razonamiento, a oponerse al dominio de Europa o Asia por parte de una sola potencia y, más aún, al control de ambos continentes por parte de la misma potencia» (Kissinger, H., Diplomacy, Nueva York, Touchstone, 1994, pp. 50-51).

La estrategia de impedir el surgimiento de la Unión Soviética como hegemón euroasiático dictó la política estadounidense durante toda la Guerra Fría. Rusia y Alemania se dividieron en Eurasia Occidental y en la década de 1970 China se separó de la Unión Soviética. La estrategia de mantener dividida Eurasia fue expresada por Mackinder y adoptada como estrategia de seguridad nacional por los Estados Unidos desde 1988:
«Los intereses de seguridad nacional más fundamentales de Estados Unidos se verían amenazados si un Estado o grupo de Estados hostiles dominaran la masa continental euroasiática, esa zona del planeta que a menudo se denomina el corazón del mundo. Luchamos en dos guerras mundiales para evitar que eso sucediera» (Casa Blanca, 1988. Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Casa Blanca, abril de 1988, p.1).

Tras la Guerra Fría, la estrategia de Estados Unidos para Eurasia pasó de impedir el surgimiento de una potencia hegemónica euroasiática a preservar la hegemonía estadounidense. De este modo, Estados Unidos ha intentado impedir que la unipolaridad sea sustituida por el surgimiento de una Eurasia multipolar equilibrada. El sistema de alianzas, que depende del conflicto perpetuo, es fundamental para dividir el continente euroasiático en aliados dependientes y adversarios aislados. Si se instaurara la paz, el sistema de alianzas se desmoronaría y se tambalearían los cimientos de la estrategia de seguridad mediante el dominio. Brzezinski afirmaba que el dominio de Eurasia dependía de la capacidad de Estados Unidos para «impedir la cooperación y mantener la dependencia en materia de seguridad entre los aliados, mantener dóciles y protegidos a los vasallos e impedir que los bárbaros se unan» (Brzezinski, Z., 1997, The Grand Chessboard: American Primacy and its Geopolitical Imperatives, Basic Books, Nueva York, p. 40).

Menos de dos meses después del colapso de la Unión Soviética, Estados Unidos desarrolló la doctrina Wolfowitz para la primacía global. El borrador filtrado de la Guía de Planificación de Defensa (DPG) de febrero de 1992 rechazaba el internacionalismo colectivo en favor de la hegemonía estadounidense. El documento reconocía que «es improbable que vuelva a surgir un desafío convencional global para la seguridad estadounidense y occidental desde el corazón de Eurasia en muchos años», pero instaba a impedir el surgimiento de posibles rivales. En lugar de tener una creciente conexión económica entre muchos centros de poder, Estados Unidos debe «tener debidamente en cuenta los intereses de las naciones industrializadas avanzadas para disuadirlas de desafiar nuestro liderazgo o intentar derrocar el orden político y económico establecido».

Para promover y consolidar el momento unipolar de la década de 1990, Estados Unidos desarrolló su propio concepto de «Ruta de la Seda» para integrar Asia Central bajo el liderazgo estadounidense y desconectarla de Rusia y China. La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, dio prioridad a una conexión entre Asia Central y la India:
«Trabajemos juntos para crear una nueva Ruta de la Seda. No una única carretera principal como su homónima, sino una red internacional y un entramado de conexiones económicas y de transporte. Esto significa construir más líneas ferroviarias, autopistas e infraestructuras energéticas, como el oleoducto propuesto que irá desde Turkmenistán, pasando por Afganistán y Pakistán, hasta la India» (Clinton, H.R. 2011a. La secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton habla sobre la India y los Estados Unidos: Una visión para el siglo XXI, 20 de julio de 2011).

El objetivo de la Ruta de la Seda estadounidense no era integrar el continente euroasiático, sino romper la conexión entre Asia Central y Rusia. La Ruta de la Seda estadounidense se basaba en gran medida en las ideas de Mackinder y en la fórmula de Brzezinski para la primacía global (Laruelle, M., 2015. “The US Silk Road: geopolitical imaginary or the repackaging of strategic interests?”, Eurasian Geography and Economics, 56(4): 360-375.) La ocupación de Afganistán durante dos décadas, el gasoducto Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India (TAPI), el corredor energético Georgia-Azerbaiyán-Asia Central y otros objetivos políticos similares se han basado en el reconocimiento de que Asia Central no debe convertirse en un nudo de comunicaciones euroasiático. Al igual que Ucrania funcionaba como un punto de conexión vulnerable entre Europa y Rusia que podía ser perturbado por Estados Unidos, Asia Central también representa un punto débil en el marco más amplio de la Gran Eurasia.

Divisiones internas: formatos competitivos para la integración euroasiática

Rusia, China, India, Kazajistán, Irán, Corea del Sur y otros Estados han desarrollado diferentes formatos de integración euroasiática para diversificar (difundir, ampliar, etc.) sus vínculos económicos y reforzar sus posiciones en el sistema internacional. Dado que el sistema económico internacional con hegemonía estadounidense ya no es sostenible, la integración euroasiática se reconoce como una fuente para desarrollar un sistema internacional multipolar. Asia Central es el centro de la mayoría de las iniciativas. Sin embargo, muchos de los formatos e iniciativas de integración compiten entre sí.

China es, sin duda, el actor económico líder en Eurasia, lo que puede despertar temores de intenciones hegemónicas. Países como Rusia parecen aceptar que China será la economía líder, pero no aceptarán el dominio chino. La diferencia entre ser una economía líder y una economía dominante es la concentración de poder, que puede mitigarse diversificando las conexiones en Eurasia. Por ejemplo, el corredor internacional de transporte norte-sur (INSTC) entre Rusia, Irán y la India hace que Eurasia sea menos centrada en China.

China ha reconocido las preocupaciones en torno a la concentración de poder y ha tratado de dar respuesta a otras iniciativas para facilitar la multipolaridad. La iniciativa china «One Belt, One Road» (OBOR) pasó a denominarse en gran medida «Belt and Road Initiative» (BRI) para transmitir una mayor inclusión y flexibilidad, lo que sugiere que puede armonizarse con otras iniciativas. El trabajo para armonizar la Unión Económica Euroasiática (EAEU) y la BRI bajo el paraguas de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO) fue otro intento de evitar formatos de suma cero en Asia Central (el juego de suma cero describe una situación en la que la suma de las pérdidas y ganancias de todos los participantes es igual a cero en todo momento. Las ganancias y las pérdidas se equilibran).

Es más fácil gestionar la competencia entre las potencias euroasiáticas en Asia Central que impedir el sabotaje de Estados Unidos como actor externo. La estrategia estadounidense para mantener la hegemonía da lugar a una política de suma cero extrema, ya que cualquier división o perturbación en Asia Central puede servir al objetivo de una Eurasia dominada por Estados Unidos desde la periferia marítima. Por el contrario, las potencias euroasiáticas se benefician de una mayor interconexión euroasiática. Estados como Rusia, China y la India pueden tener iniciativas que están en competencia entre sí, pero ninguna de las potencias euroasiáticas puede alcanzar sus objetivos sin la cooperación de las demás. Por lo tanto, existen fuertes incentivos para encontrar compromisos y armonizar los intereses en torno a una Eurasia multipolar descentralizada.


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