jueves, 23 de enero de 2025

Tecnato de Norteamérica: ¿Trump quiere hacer realidad la dictadura tecnocrática que soñó el abuelo de Elon Musk?

El Tecnato de Norteamérica (Technocracy Inc.) es una propuesta concebida en la década de 1930 por la Sociedad Fabiana y Joshua Haldeman, abuelo materno de Elon Musk, que plantea integrar territorios como Canadá, Groenlandia, México, Centroamérica, el Caribe y parte del norte de Sudamérica bajo una estructura dirigida por “especialistas”, cuyo objetivo sería reemplazar la democracia y el capitalismo. Según el historiador José Luis Preciado, esta idea ha resurgido en estrategias contemporáneas, como las iniciativas de Donald Trump de renombrar el Golfo de México y buscar el control de Groenlandia, Canadá y Panamá, las cuales reflejan un impulso expansionista planificado por la criptocracia occidental. Este enfoque parece alinearse con el concepto histórico del Tecnato, reinterpretando asimismo elementos de un proyecto ultraglobalista que, aunque ha dejado de ser un modelo viable de gobernanza mundial, ahora sintetiza algunos de sus principios y se presenta como un caballo de Troya para el continente americano en un nuevo orden multipolar.
En los mapas del tecnato trazados desde la década de 1930, se incluían Groenlandia, Alaska, Canadá, Estados Unidos, México, todos los países soberanos de Centroamérica, así como parte del norte de Colombia y Venezuela.

José Luis Preciado, Mente Alternativa

Desde que Donald Trump inició su carrera política, ha desafiado las normas geopolíticas con propuestas y declaraciones controversiales. Este artículo explora sus recientes intenciones de rebautizar el Golfo de México, apropiarse de Groenlandia, Canadá y Panamá, y cómo estos movimientos encajan en una estrategia más amplia de control global, de la cual fue parte el abuelo materno del transhumanista y contratista masivo del Pentágono, Elon Musk.

La propuesta de Donald Trump de rebautizar el Golfo de México como “Golfo de América” refleja una narrativa imperialista que busca reforzar la influencia estadounidense en la región. Aunque el nombre actual tiene raíces históricas que datan de 1524, la iniciativa ha generado rechazo internacional, especialmente en México, donde se percibe como un intento de apropiación al menos simbólica de los recursos petrolíferos del golfo. Paralelamente, el interés de Trump en Canadá (al que quiere anexar como estado 51) y Groenlandia (a donde viajó recientemente uno de sus hijos) pone de manifiesto su enfoque hacia el Ártico, una región rica en recursos naturales y punto estratégico para provocar a Rusia. Las declaraciones sobre posibles intervenciones militares en Groenlandia y las presiones económicas sobre Canadá han suscitado preocupaciones sobre la soberanía de estos territorios y la estabilidad geopolítica.

Estas propuestas también destacan el papel de agentes globalistas-tecnócratas vinculados a sociedades secretas y discretas, como la Sociedad Fabiana y el Grupo Bilderberg, en la configuración de políticas norteamericanas, con proyectos como la “Unión de América del Norte” y el “Tecnato de América” que buscan una integración al estilo de la Unión Europea. México podría enfrentar consecuencias significativas, incluyendo intervenciones militares justificadas por la clasificación de narcotraficantes como terroristas (que sin embargo son armados por Estados Unidos y dirigidos por los intereses financieros internacionales centrados en la City de Londres y Wall Street), lo que afectaría gravemente su soberanía y las relaciones bilaterales. Este patrón de expansión recuerda dinámicas históricas en que los intereses de las élites prevalecieron sobre el bienestar general. En conjunto, las intenciones declaradas por Trump —que no parecen ser meras bravuconadas— reflejan una estrategia geopolítica calculada, pero también intensifican las tensiones entre soberanía nacional e intereses expansionistas, generando críticas globales y debates sobre los límites del poder estadounidense.

Sin duda, la estrategia de Trump exige un control más firme y directo sobre América Latina y el Caribe, regiones clave para asegurar recursos estratégicos y garantizar la estabilidad política en el hemisferio occidental frente a la denominada “amenaza china”. Ya que incluso la generala Laura Richardson, del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, ha declarado públicamente su intención de hacerse con los recursos de Iberoamérica y el Caribe para su uso exclusivo en un eventual conflicto con el gigante asiático.

Elon Musk: Heredero del impulso criptocrático hacia un Tecnato norteamericano

En su artículo “Elon Musk como Tesla 2.0: El legado de Technocracy Inc. y el impulso hacia un tecnato norteamericano” (1), el historiador Mathew Ehret desmiente que Elon Musk sea un genio autodidacta, aunque fuerzas influyentes han construido cuidadosamente esa imagen para deslumbrar a sus seguidores. Sus contratos multimillonarios con el ejército de EEUU, su apoyo a operaciones de cambio de régimen en América Latina, su impulso al Ingreso Básico Universal para gestionar a los “comedores inútiles” y su promoción de una aplicación centralizadora de datos bancarios, biométricos y sociales suelen ser ignorados por sus admiradores.

Sin embargo, Musk, al igual que otros multimillonarios de Silicon Valley vinculados al Pentágono, es una proyección diseñada con gestores de percepción tras bambalinas. Aunque posee habilidades notables en contextos controlados, no parece haber profundidad detrás de su imagen pública. Su vida, marcada desde temprano por sus raíces familiares y la agenda tecnocrática, revela su papel en la distorsión de la historia global y en la promoción del transhumanismo.

La madre de Elon, Maye Musk (de soltera «Maye Haldeman») nació en 1947 en Regina, Saskatchewan, en el seno de una familia canadiense adinerada. Su padre, Joshua Norman Haldeman, era quiropráctico, entusiasta de la aviación y reformista social comprometido. En 1933, lideró la rama de Saskatchewan de la recién creada Sociedad Fabiana de Canadá, establecida en respuesta a la Gran Depresión como una alternativa utópica, prometiendo eliminar clases sociales y profesiones innecesarias, con la tecnología al servicio de la humanidad. Aunque algunos lo compararon con el comunismo, los tecnócratas rechazaban ideologías políticas, priorizando eficiencia y equidad tecnológica. La tecnocracia proponía reemplazar el dinero con certificados energéticos, valorados según la energía utilizada en la producción, y un sistema laboral de 16 horas semanales, garantizando vivienda, salud, educación y alimentación para todos. Ese mismo año, la Sociedad Fabiana de Canadá, formalmente conocida como la Liga de Reconstrucción Social, fundó el partido político Cooperative Commonwealth Federation (CCF), asignando a Haldeman la tarea de organizar la rama de Saskatchewan en la circunscripción federal de Assiniboia. Allí, interactuó con los cinco becarios Rhodes de Oxford que fundaron la organización.

En 1933, el CCF publicó su Manifesto Regina en la ciudad natal de Haldeman, abogando por un orden tecnocrático dirigido por expertos como solución a la crisis de la Gran Depresión. Sin embargo, al ver que los canadienses no adoptaban este modelo de gobernanza científica, Haldeman cambió de estrategia en 1936 y se unió a Technocracy Incorporated, una organización que consideraba más prometedora para reemplazar al capitalismo.

“Formada en Nueva York en 1932 bajo el liderazgo de una figura llamada Howard Scott (un vendedor de aceite de serpiente que mintió sobre ser ingeniero durante toda su vida adulta), Technocracy Inc prometió reorganizar tanto la sociedad humana como la propia naturaleza humana en torno a un ‘Tecnato de América’ vertical de expertos no contaminados por la suciedad de las instituciones democráticas, o las ideas capitalistas de ‘ánimo de lucro’.

Bajo este gobierno mundial, los subtecnatos se organizarían en torno a una fórmula simple: Los precios, los mercados y otras prácticas serían ilegalizados, ya que un nuevo orden mundial se establecería sobre «créditos energéticos» asignados por igual a todos los individuos del mundo.

En apariencia, Technocracy Inc. abogaba por el pacifismo y la no participación en guerras extranjeras. Sin embargo, este llamamiento a la paz era más que un poco falso, ya que las fronteras de este prometido Tecnato se extendían mucho más allá de los límites de los 50 estados americanos, encapsulando todo México, Canadá, Groenlandia, América Central y una porción importante de América del Sur… y nadie asumió que esas naciones renunciarían a su soberanía para unirse pacíficamente al Tecnato.

Los miembros del Tecnato recibían números para utilizarlos en las reuniones oficiales en lugar de sus nombres de nacimiento y a menudo incluían la letra «x» en sus secuencias.

Por ejemplo, el nombre tecnocrático de Joshua Haldeman era conocido por sus compañeros tecnócratas como «10450-1», y un orador en un mitin tecnocrático en California se presentó como «1x1809x561».

Cabe preguntarse si la elección de Elon Musk de bautizar al primero de los tres hijos que tuvo con Claire Boucher («X Æ A-Xii» en 2018, seguido de Exa Dark Sideræl y Techno Mechanicus) fue un homenaje al movimiento tecnocrático de su abuelo, que puede que no muriera tras la Segunda Guerra Mundial como a algunos les han hecho creer.

Howard Scott y otros tecnócratas creían que la automatización, los ordenadores y los robots pronto harían inútiles la mayoría de los trabajos, lo que significaba que la mayoría de la humanidad no tendría que trabajar ni (Dios no lo quiera) participar en el gobierno, ya que esos privilegios estarían reservados únicamente a los técnicos iniciados»

¿Y cuál iba a ser la solución a este problema de una nueva era de comensales en su mayoría inútiles creada por la automatización sin límites y las máquinas pensantes?

Muy simple. Lanzar una «renta básica universal»… o en palabras de Tecnocracia «créditos energéticos» asignados a todas las personas independientemente de su empleo o falta del mismo.

Bajo Technocracy Inc, a nadie se le permitiría acumular más certificados energéticos que otros, a nadie se le permitiría invertir en la sociedad, montar un negocio personal con ánimo de lucro o ahorrar sus créditos, ya que eso conduciría a la desigualdad… pero a pesar de este aparente determinismo asfixiante, se asumía que la nueva humanidad estaría muy contenta.

Technocracy Inc prometió a sus seguidores que, si tenían éxito, cada persona sólo necesitaría trabajar 16 horas a la semana y se jubilaría a los 45 años. La obsesión por la propiedad, los derechos de propiedad, el espíritu empresarial eran reliquias de una época pasada que ya no era válida en la era tecnológica de los ingenieros.” (2)

Howard Scott fundó Technocracy Inc en 1919, inspirado por The Technical Alliance, una organización creada por Thorstein Veblen, fundador de la New School for Social Research. Veblen promovía un “Soviet de Ingenieros”, un orden mundial donde técnicos monopolizarían el poder bajo principios darwinistas y determinismo tecnológico, considerando necesario que los ingenieros gobernaran la sociedad. Este modelo centralizado, base del Tecnato de Scott, implicaba desintegrar la economía global mediante una huelga técnica para luego tomar control económico y garantizar el bienestar social.

La New School, financiada por la Fundación Rockefeller, se convirtió en un refugio de la Escuela de Frankfurt, cuyos académicos, como Erich Fromm y Hannah Arendt, influyeron en el sistema académico estadounidense, vinculando estas ideas tecnocráticas con una visión crípticamente política y elitista del poder global.

El historiador Jeffrey Steinberg (3) ha escrito lo siguiente sobre la Escuela de Fráncfort:
“En la Alemania de los años veinte y treinta, había judíos que eran nazis, pero que, como Strauss y la pandilla de nietzscheanos de izquierdas de la Escuela de Fráncfort (Theodor Adorno, Max Horkheimer, Leo Lowenthal, Herbert Marcuse, etc.), no tenían ninguna posibilidad de ascender en el partido debido al antisemitismo de Hitler; y por eso optaron por abandonar Alemania, para perseguir ideas y políticas fascistas más «universales» en el extranjero, particularmente en Estados Unidos y Gran Bretaña.”
Los fundadores de la New School, John Charles Beard, John Dewey y James Harvey Robinson, introdujeron en Estados Unidos las ideas de los fabianos de la London School of Economics y los ideólogos de Oxford (el alma mater donde se forman los agentes de la Corona Británica). Seguidores de las teorías de John Ruskin y William Morris, combinaban el socialismo gremial con visiones de control mundial. En ese sentido, la Sociedad Fabiana de Canadá, vinculada a Joshua Haldeman, compartía los mismos objetivos que la organización dirigida por Howard Scott en Nueva York desde 1919.

Joshua Haldeman participó activamente en la política canadiense, donde apoyó el movimiento tecnocrático antes de trasladarse a Sudáfrica en 1950. Una vez en Sudáfrica, Haldeman se alineó con el régimen del apartheid y defendió diversas teorías conspirativas. Entre estas, sostenía que la Sudáfrica del apartheid era la líder de una supuesta “Civilización Cristiana Blanca” en su lucha contra una “Conspiración Internacional” encabezada por banqueros judíos y las “hordas de gente de color”, que, según él, controlaban y amenazaban dicho orden. (4)

El yerno de Haldeman y padre de Elon, Errol Musk, afirmó en 2024 que Haldeman simpatizaba con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. (5)

Sociedad Fabiana, Davos y eugenesia

Compárese lo anterior con la célebre y controvertida frase del hijo de colaboradores nazis Klaus Schwab, “no poseerás nada y serás feliz”, vinculada al Gran Reseteo promovido por el Foro Económico Mundial en años recientes. Schwab anunció esta visión durante la crisis manufacturada del Covid-19, acompañado por el entonces Príncipe de Gales, hoy monarca del Reino Unido, quien encabeza el Proyecto de la Gran Bretaña Global. Este movimiento ha buscado aprovechar la coyuntura sanitaria para imponer un modelo de gobierno mundial sobre toda la humanidad.

Sin embargo, surgió una reacción global en cadena. El auge del BRICS, el conflicto en Ucrania, y la resistencia anticolonial en diversas regiones del planeta demostraron que el mundo ya opera bajo una lógica multipolar. Este contexto hizo evidente que la imposición de un gobierno mundial sustentado en el modelo ultraglobalista no solo era inviable, sino que conduciría inevitablemente al mundo hacia el abismo de un conflicto nuclear, del que aún no está exento.

Frente a este panorama, ciertas facciones de la élite occidental optaron por sintetizar una estrategia alternativa. Decidieron ajustar algunos elementos de la tesis del modelo ultraglobalista al contexto multipolar, basado en macroregiones económicas.

Como escribo en mi artículo de febrero de 2024, “La entrevista de Carlson a Putin revela un cambio de juego de Occidente ante la ruptura del orden mundial unipolar” (6):
“La entrevista reciente de Tucker Carlson al Presidente de Rusia, Vladimir Putin, coincide con el punto de ruptura del orden mundial unipolar, la creciente falta de credibilidad y el rechazo generalizado al orden mundial vigente de cara a las elecciones presidenciales de 2024. Dada la afiliación de Carlson a una rama del establishment, lo que más llama la atención sobre su entrevista al presidente de Rusia es que un sector de la élite occidental haya decidido permitir que la entrevista se lleve a cabo y se distribuya de forma viral, posiblemente con el objetivo de introducir un cambio de juego que permita a Occidente sortear los límites que ya ha alcanzado la situación mundial actual.”
Este ajuste al guión original de la criptocracia occidental optó por Donald Trump como figura representativa y eligió también a un grupo selecto de tecnócratas globalistas, reciclados y reetiquetados, quienes ahora pretenden proyectar una imagen de oposición al establishment en los Estados Unidos.

Surge así una pregunta crucial: ¿cuál es el origen del orden mundial tecnocrático distópico promovido por las élites del Foro Económico Mundial de Davos y cómo se relaciona con el proyecto del Tecnato de Norteamérica que ahora impulsa la dupla Trump-Musk bajo la bandera del regionalismo proteccionista y la derecha?
El Sr. Elon Musk fue oficialmente incluido en la lista de los Jóvenes Líderes Globales del Foro Económico Mundial en 2008. El enlace original fue eliminado, pero esta información ha sido recuperada de Internet Archive.

En su artículo “La Sociedad Fabiana, la eugenesia y las fuerzas históricas que se esconden tras el colapso sistémico actual” (7), el historiador Ehret revela los vínculos del modelo de Davos con la Sociedad Fabiana del Reino Unido y la Commonwealth, que como hemos visto también es creadora del Movimiento Tecnocrático al que perteneció el abuelo de Elon Musk.

La idea de un gobierno mundial y la despoblación promovida por la élite tiene raíces en “La conspiración abierta” (1928) de H.G. Wells, quien abogaba por un orden global administrado por una élite científica y despreciaba las nacionalidades. Wells era miembro de la Sociedad Fabiana, fundada en 1884 por eugenistas y maltusianos británicos. Inspirada en la estrategia del general romano Fabius Maximus, la sociedad promovía un cambio social gradual mediante la manipulación paciente. Su filosofía quedó plasmada en una vidriera que mostraba a sus líderes moldeando el mundo bajo la imagen de un lobo con piel de cordero.
“A diferencia del enfoque convencional de ‘fuerza bruta’ de los imperialistas británicos conservadores, que a menudo optaban por métodos de tierra quemada para destruir a sus víctimas, los fabianos se enorgullecían de jugar un juego largo más ‘pacífico’, sutil y mortal. En lugar de impulsar grandes guerras que a menudo tenían el efecto de arriesgar grandes pérdidas en la propia oligarquía, los fabianos entendían que era mejor promover el lento desgaste y la infiltración utilizando técnicas jesuíticas de permeabilización.” (Ibidem)
El historiador Stephen O’Neil (8) escribió sobre el principio rector de la teoría de la permeabilización de la Sociedad Fabiana:
“A pesar de su imagen política tradicional, los fabianos, bajo el impulso de Sidney Webb, pensaron que tenían un arma nueva y única en la política de permeabilización. Fue a través de la utilización de esta táctica, según Webb, que los fabianos, en el espíritu de los troyanos y su legendario caballo, entrarían en las filas y las mentes de los políticamente influyentes proporcionándoles programas, ideas, opinión e investigación fuertemente documentada con estadísticas que podrían ser convenientemente redactadas en la política pública”.
Durante el siglo XX, la Sociedad Fabiana infiltró gobiernos, ejércitos, academia, medios y empresas privadas a nivel global, operando mediante células jerarquizadas bajo un mando central vinculado a la Inteligencia británica. Mientras tanto, atraía a las masas con conceptos como igualdad y justicia social, utilizando términos marxistas que en realidad eran ilusiones vacías. Como en las órdenes jesuíticas y masónicas, la mayoría de los fabianos desconocían el verdadero propósito del sistema al que servían.
"La Escuela Fabiana oficial que se convirtió en un centro de control ideológico y de reclutamiento de los talentos de la próxima generación (paralela a la Universidad de Oxford de la Mesa Redonda de Rhodes/Milner) fue la London School of Economics.

De hecho, a lo largo del siglo XX, estas dos operaciones oligárquicas a menudo se interrelacionaron estrechamente, con el fabiano Lord Mackinder trabajando con Lord Milner de la Mesa Redonda para elaborar una estrategia para América del Norte en 1908 o la fundación de la Sociedad Fabiana canadiense por cinco becarios de Rhodes en 1932.” (Ehret, Op. Cit.)
George Bernard Shaw (9) esbozó claramente la filosofía fabiana pro-eugenesia en 1934 cuando dijo:
“En el momento en que lo afrontamos con franqueza, nos vemos abocados a la conclusión de que la comunidad tiene derecho a poner un precio al derecho a vivir en ella… Si las personas son aptas para vivir, dejémoslas vivir en condiciones humanas decentes. Si no son aptos para vivir, mátenlos de una manera humana decente. ¿No es de extrañar que algunos de nosotros nos veamos impulsados a prescribir la cámara letal como la solución para los casos difíciles que actualmente se convierten en la excusa para arrastrar todos los demás casos a su nivel, y la única solución que creará un sentido de plena responsabilidad social en las poblaciones modernas?”
H.G. Wells promovió ideas como la esterilización de los “menos aptos” para mejorar la humanidad y abogó por un gobierno mundial basado en un “sacerdocio científico” capaz de tomar decisiones que las masas no podían. Sus obras de ficción como “La guerra de los mundos” y “La máquina del tiempo” incluyeron mensajes subliminales que condicionaron la percepción de la humanidad, presentándola como egoísta, incapaz y necesitada de control centralizado. Wells creía que la colectivización era clave para la fraternidad humana y rechazaba el lucro y el individualismo.

La Sociedad Fabiana compartía estas ideas, respaldando la eugenesia y alineándose con regímenes fascistas mientras socavaba movimientos obreros genuinos. En 1932, Wells incluso pidió “fascistas liberales” y “nazis ilustrados” para avanzar en su visión globalista.

Durante la Gran Depresión, la oligarquía angloestadounidense respaldó a Hitler y el fascismo como una solución económica basada en la eugenesia y el corporativismo. Aunque este proyecto fracasó con la oposición de Franklin D. Roosevelt y la derrota de Hitler, la agenda de un Nuevo Orden Mundial persistió en la posguerra. Fabianos como Bertrand Russell y Julian Huxley impulsaron un control social basado en la propaganda, la educación y la psicología de masas, proponiendo un gobierno mundial centralizado como garantía de paz.

Russell planteó la manipulación de creencias desde la infancia mediante adoctrinamiento científico, mientras que Huxley, desde la UNESCO, promovió la idea de una “unidad política mundial”. Ambos veían en la eugenesia un medio para superar las “debilidades genéticas” humanas, buscando transformar lo impensable en aceptable para la sociedad.

En la actualidad, Justin Trudeau —otro activo de la corona británica— ha sido pieza clave en la agenda ultraglobalista que impulsa la tecnocracia en América del Norte, moldeado por figuras como Chrystia Freeland (becaria de Rhodes, miembro del Club Bilderberg y vinculada al Foro Económico Mundial) y grupos como el Consejo Privado de Canadá. Este organismo, influido por líderes públicos y privados, controla decisiones gubernamentales estratégicas, incluyendo la propuesta de una Unión de América del Norte liderada por tecnócratas y corporaciones.

El Ártico también se convirtió en un foco estratégico bajo su gestión, con la militarización de la región como provocación hacia Rusia. Aunque su salida del gobierno abre posibilidades de cambio hacia un nacionalismo soberano, los retos persisten, y el futuro de Canadá dependerá de resistir las agendas globalistas y priorizar la soberanía nacional.

La multidimensionalidad de Trump y Elon Musk:
Entre Venecia y el Tecnato


En agosto de 2024, en mi artículo “Elon Musk quiere jugar al ‘dogo veneciano’ en una posible administración Trump” (10), plantee la hipótesis de que Elon Musk podría asumir un rol con reminiscencias de la figura simbólica del Dogo veneciano en una posible administración Trump, al liderar un hipotético Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Los dogos (deux en latín, doge en inglés) de la República de Venecia de los siglos VIII-XVIII gobernaron con poderes limitados bajo un modelo tecnocrático diseñado para crear un imperio “invisible”, o al menos no convencional. Este paralelismo remite a cómo Venecia consolidó su poder económico y tecnológico mientras evitaba la carga política directa de los territorios conquistados.

El dogo de Venecia era seleccionado por el Consejo de Diez, integrado por miembros de las familias nobles registradas en el Libro de Oro del Palacio Ducal. Esto restringía los candidatos a un par de miles personas, promoviendo un liderazgo horizontal que presuntamente evitaba la corrupción y la monarquía hereditaria. El ejemplo de Enrico Dandolo en el siglo XIII ilustra esta capacidad de multidimensionalidad: tras la Cuarta Cruzada, Venecia aseguró el monopolio comercial del Imperio Latino sin asumir responsabilidades imperiales directas.

El historiador Immanuel Wallerstein (11) demostró cómo en la transición del orden vertical feudal hacia el horizontal protocapitalista, con el surgimiento de la economía-mundo que sirvió de cuna al capitalismo, Venecia y Genova renunciaron a su ambición imperial clásica para enfocarse en controlar las rutas comerciales marítimas delegando a imperios convencionales como el español la gestión imperial. Además:
“las técnicas del capitalismo moderno y la tecnología de la ciencia moderna, que como ya sabemos están un tanto ligadas entre sí, permitieron que esta economía-mundo creciera, produjera y se expandiera sin la emergencia de una estructura política unificada”.
Este modelo geopolítico encuentra eco en las estrategias actuales de las élites occidentales, que buscan consolidar “imperios regionales” sólidos, influyentes y con potencial de expansión bajo la apariencia de sistemas políticos y tecnológicos avanzados.

El Tecnato de América, impulsado por el abuelo de Elon Musk, buscó reemplazar el capitalismo con una estructura dirigida por una élite de especialistas, quienes tomarían decisiones fundamentadas en principios derivados de su expertise, algo así como las atribuciones que el Consejo veneciano se reservaba para elegir al dogo. De cualquier forma, está claro que ambos modelos desestiman el concepto de democracia tal y como la conocemos.

En cuanto a la multidimensionalidad que permite adoptar modelos antagónicos para sintetizarlos estratégicamente, es clave en las figuras de Trump y Musk. Trump combina un discurso industrialista proteccionista con elementos aislados del ultraglobalismo. Musk, por su parte, actúa como transhumanista y defensor del ultraglobalismo, mientras adopta retóricas antiglobalistas cuando conviene. Este fenómeno, descrito por historiadores como Michael Hoffman y Andrei Fursov, se asemeja a la capacidad histórica de movimientos y sistemas ideológicos para reinventarse según las circunstancias, alternando entre tesis, antítesis y síntesis.

Según Fursov (12), esta diferencia no sólo responde a la discrepancia fundamental entre verdad e interés, que es una especificidad del conocimiento social sino que se intensifica en magnitud por la discrepancia entre fenómeno y esencia.
“En otras palabras, el desarrollo de la teoría de la conspiración como programa científico es un trabajo para transformar las ciencias sociales de unidimensionales a multidimensionales, de pleno derecho y que adoptan una posición arbitraria en relación con los intereses de quienes tienen poder, propiedad e información en sus manos, es decir, la teoría de la conspiración cumple la función de emancipación y autocorrección de la ciencia actual de la sociedad.”
La magnitud de la discrepancia entre fenómeno y esencia ha sido retratada por Michael Hoffman (13) como la ilusión del surgimiento de una fisura entre pilares ideológicos antagónicos controlados por la criptocracia:
“Por ejemplo, muy pocos críticos parecen entender que el judaísmo no es de izquierda ni de derecha; se manifiesta como izquierdista o derechista a voluntad. En un momento es el aliado instrumental del Trono; en el siguiente, es el poder revolucionario el que lo derroca…. la ilusión de una fisura entre el talmudismo y el cabalismo se sembró deliberadamente, utilizando la figura de Moisés Maimónides para pretender que estos dos ‘pilares’ de apoyo del Tercer Templo son enemigos. Sin embargo, busqué en los textos de Maimónides simpatías cabalistas ocultas, y encontré evidencia clara de la doctrina cabalística…. un organismo que exhibe la capacidad de reinventarse en respuesta a la luz de la exposición como una de sus características más llamativas… Cuando un investigador informado documenta que el judaísmo es ‘A’, entonces se convierte en ‘B’. Cuando ‘B’ es comprendido por el público como una antítesis de la tesis del judaísmo ‘A’, entonces el judaísmo se transforma en la síntesis ‘C’, y así sucesivamente, en una metamorfosis histórica interminable y desconcertante que ha engañado y desgarrado generaciones. Por lo que he tratado de hacer añicos este juego recurrente de sombras”.
Dicho de otro modo, el monstruo de la criptocracia occidental es de dos cabezas, pero el verdadero cerebro detrás de las dos cabezas es el Trono, es decir, los clanes antiguos de la aristocracia originados en el orden vertical, y algunos clanes más nuevos que vieron luz en el orden horizontal. Y esta criptocracia, al enfrentar la consolidación del orden multipolar liderado por las élites chinas, parece estar optando por pausar su proyecto de gobierno mundial y adaptarse a un modelo de regionalismos. Este enfoque, reminiscentemente inspirado en la Doctrina Monroe y el Tecnato de América ya descrito en capítulos anteriores, busca crear macroregiones económicas lideradas por Estados-civilización, tal como lo plantea el ideólogo verticalista Alexander Dugin en su Cuarta Teoría Política.

En este contexto, la propuesta de un Tecnato de Norteamérica resurge como un intento de sintetizar elementos ultraglobalistas y proteccionistas en un modelo tecnocrático regional. Este esquema, que combina automatización, renta básica universal y control tecnológico, refleja ideas que ya implementan empresas como Amazon. Figuras como Elon Musk, con su visión transhumanista, amplifican esta agenda tecnocrática, imaginando futuros donde la tecnología domina tanto la economía como la vida social.

No obstante, este modelo vertical tecnocrático, que se presenta como un proceso involutivo del capitalismo, tiende más hacia el tecnofeudalismo. Aquí, las élites controlan los recursos, el poder y la información bajo un disfraz de progreso, mientras las masas quedan subordinadas a un sistema centralizado y automatizado.

Así, la estrategia de sintetizar globalismo y regionalismo, tecnología y política, sugiere un intento de las élites occidentales de replicar el modelo veneciano en un contexto contemporáneo, aunque en sentido inverso, pues la verticalidad terminaría por anular al sofisticado sistema de dominio indirecto que caracterizó a la República de Venecia y a la era capitalista.

Trump y Musk, con sus visiones aparentemente contradictorias, son meros instrumentos de una criptocracia que busca consolidar su poder en un mundo multipolar. Y aunque el “Tecnato” nunca se materializó plenamente, sus principios siguen influyendo en la configuración del futuro, donde la tecnología, la eficiencia y la geopolítica multidimensional convergen en un proyecto sofisticado de dominación regional con capacidad expansionista.

La viabilidad del Tecnato bajo el trumpismo MAGA

Lo que está detrás de estas políticas forma parte del rediseño del mundo, o “reparto de las cartas de la Historia” —como suele llamarlo el historiador Fursov parafraseando al historiador Fernand Braudel, que tiene lugar esta primera mitad de siglo, en un contexto de colapso del capitalismo en el que convergen crisis macrohistoricas, sociales y geoclimáticas. Todo esto hace del mundo un verdadero polvorín, y las distintas facciones de la criptocracia aprovechan esta situación para luchar entre sí, para impulsar agendas de larga data, y para luchar contra las clases media y trabajadora, que ya no necesitan.

Como escribí en mi artículo “El papel multidimensional del trumpismo en la transición hacia un mundo multipolar“:
“El papel de Trump en esta transición global es fundamental, pero también lleno de incertidumbre [y contradicciones]. Su capacidad para mediar entre las élites occidentales y aceptar la realidad de un mundo multipolar podría determinar si vivimos una era de relativa paz o enfrentamos un conflicto global. Mientras el mundo observa con atención, queda claro que las decisiones tomadas en los próximos años tendrán repercusiones que moldearán el futuro del orden internacional.”
El resurgimiento de la tecnocracia en América del Norte, representado por el concepto del Tecnato, y la transformación del trumpismo evidencian una convergencia de movimientos que buscan reorganizar el poder en el continente y sintetizar las tesis y antítesis de diferentes modelos planificados por la propia criptocracia occidental a través de facciones antagónicas que dirigen a través de sociedades secretas y discretas. La tecnocracia, impulsada por la Sociedad Fabiana y actores contemporáneos, propone una reorganización radical basada en la eliminación de fronteras, la creación de un sistema financiero unificado y la gobernanza de élites tecnológicas mediante inteligencia artificial. Este modelo, que parece inviable por su ambición desmedida, pretende reemplazar la democracia y las soberanías nacionales con una estructura tecnocrática que promueve la eficiencia y la integración global, aunque a costa de las identidades culturales y la autonomía estatal.

Por otro lado, el trumpismo, bajo el lema “Make America Great Again”, intenta reconfigurar la economía y la política estadounidense mediante un proteccionismo económico y un rechazo al ultraglobalismo y especialmente a algunos de sus elementos más escandalosos, como las distópicas ideologías woke y la pseudoteoría del cambio climático antropogénico. Sin embargo, enfrenta limitaciones estructurales, como la caída de las inversiones privadas y públicas, que han reducido su capacidad de competir con economías emergentes como China y Rusia. Su enfoque en medidas a corto plazo, como aranceles y protecciones comerciales, contrasta con la necesidad de políticas sostenibles que impulsen la innovación y fortalezcan el sector público.

A pesar de sus diferencias, ambos movimientos comparten una visión de cambio estructural desafiante, pero también presentan riesgos significativos. Mientras la tecnocracia concentra el poder en un reducido grupo de élites y pone en peligro la diversidad cultural, el trumpismo carece de estrategias coherentes para enfrentar un mundo multipolar y superar sus desafíos internos. Ambos modelos generan dudas sobre su viabilidad y el impacto que podrían tener en las sociedades que buscan transformar.

En este contexto, es crucial equilibrar los beneficios de la integración tecnológica y la reorganización territorial con la defensa de la soberanía, la democracia y la diversidad cultural. Pues sin políticas inclusivas y sostenibles, tanto el tecnato como el trumpismo corren el riesgo de profundizar las desigualdades y exacerbar los conflictos globales, dejando sin resolver —como una promesa incumplida— los problemas que pretenden abordar.

Como dijo en noviembre el presidente Lukashenko de Bielorrusia, y cito:
“Me gustaría mucho que [Trump] hiciera que Estados Unidos fuera grandiosa, pero no en nuestro perjuicio, no en perjuicio del mundo, y sin enfrentarse a Rusia, China y todos ellos juntos.”
Asimismo, la Ley Natural debe imponerse al imperio de la fuerza bruta de la élite anglo-estadounidense, que sigue haciendo todo lo que está en su poder para garantizar que después de que Trump asuma el cargo, Estados Unidos no deje de tratar de mantener la hegemonía del orden mundial imperial que está en bancarrota. El estadista estadounidense Lyndon LaRouche comparaba a esta élite imperial con un fango mohoso:
“El controlador del sistema es un sistema de intereses financieros privados al estilo veneciano, algo así como un fango mohoso, que se junta y afirma su poder colectivo, y utiliza los instrumentos del gobierno, ante su apremio, para hacer que las sociedades se sometan a su voluntad. Eso es un imperio. Ese fue el imperio, el imperio medieval, de los cruzados y los venecianos, los usureros. Ese ha sido el imperio británico desde febrero de 1763, cuando rompimos con los británicos por esa cuestión” (14)

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Notas:
  1. Matthew Ehret: Elon Musk as Tesla 2.0: The Legacy of Technocracy Inc. and the Push for a North American Technate. 20 de octubre de 2024.
  2. Ibidem.
  3. Jeffrey Steinberg, en Executive Intelligence Review: The ‘Ignoble Liars’ Behind Bush’s Deadly Iraq War; 18 de abril de 2003.
  4. Benton, Joshua. “Elon Musk’s Anti-Semitic, Apartheid-Loving Grandfather”. The Atlantic, 21 de septiembre de 2023, archivado el 7 de octubre de 2023.
  5. Macgyver Mukwevho (November 14, 2024). “EPISODE 613: ERROL MUSK On Growing Up in SA, Elon Musk,Donald Trump,Dating Step Daughter,Ex Wife”. Podcast and Chill with MacG (Podcast). Podcast and Chill Network. Event occurs at 52:45. Retrieved January 5, 2025.
  6. José Luis Preciado, en Mente Alternativa: La entrevista de Carlson a Putin revela un cambio de juego de Occidente ante la ruptura del orden mundial unipolar. 12 de febrero de 2024.
  7. Matthew Ehret: The Fabian Society, Eugenics and the Historic Forces Behind Today’s Systemic Breakdown. 12 de marzo de 2022.
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  11. Immanuel Wallerstein: El moderno sistema mundial. I. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Siglo Veintiuno Editores, 1996, p.22.
  12. Andrei Ilyich Fursov: La conspiración / economía criptopolítica del capitalismo como base para el estudio de las élites occidentales (informe pericial del autor); Club Izborsky – Estrategias rusas, núm. 4 (40), 2016.
  13. Michael Hoffman — Judaism Discovered. A Desideratum.
  14. EIRNS: La Ley Natural vs el imperio de la fuerza bruta. 12 de enero de 2025.


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