Alejandro Nadal, La Jornada
Los ricos y famosos se dan cita en Davos para el Foro Económico Mundial. La reunión de este año se inició ayer con una retórica manipuladora. El triunfalismo sigue intacto, pero ahora se encuentra convenientemente atemperado. Se impone el mensaje central de que la economía mundial se recupera. Pero ese anuncio es suavizado con un alarde de falsa humildad, pues se reconoce que hacen falta estructuras de gobierno para encauzar mejor la globalización. Nada mejor para desviar la atención que admitir que la globalización neoliberal tiene algunas fallas y que es necesario corregirlas.
Desde hace tres años se habla con insistencia en Davos de los retoños verdes, testimonio de la recuperación de la economía mundial. Esos supuestos brotes van desde la reducción en el desempleo en Estados Unidos hasta el hecho de que ya no se habla de la salida de Grecia de la esfera euro. Se dice que otras señales de que la crisis es historia son el tímido repunte en la economía estadunidense y el anuncio de que la Reserva Federal seguirá reduciendo su programa de compras de activos e inyección de liquidez. Por último, se insiste en que el dinamismo de los mercados emergentes constituye un factor prometedor para la economía mundial. Los personajes que se dan cita en el carnaval de Davos se regocijarán al escuchar sus fantasías sobre la globalización. Pero el resto del mundo se estremecerá al entender el mensaje: las cosas no van a cambiar, el estancamiento llegó para quedarse un buen rato y la desigualdad seguirá empeorando.
El análisis de los signos vitales de la economía mundial confirma que los brotes verdes son una ilusión óptica. Primero, la economía de Estados Unidos ha ingresado en una fase de semi-estancamiento que durará varios años. La principal causa es que los agentes no terminan de salir del sobre-endeudamiento y la reducción del apalancamiento seguirá frenando el consumo. El sistema financiero estadunidense mantiene la misma estructura que generó la crisis. Además, la guerra contra los salarios seguirá siendo el factor clave para explicar el desplome de la demanda agregada y la caída en la inversión productiva.
Al crecimiento mediocre le seguirá un profundo deterioro del mercado laboral en Estados Unidos. El desempleo amplio (que incluye a los que abandonaron la búsqueda de empleo y a los que desean un empleo de tiempo completo pero no lo encuentran) hoy rebasa 14 por ciento. Vaya retoño verde.
La desigualdad en Estados Unidos expresa el fracaso de la teoría neoliberal de que la riqueza termina por filtrarse de las capas más ricas a los pobres. O como dijo el maestro de cinismo, la teoría del goteo (trickle-down) siempre es válida porque en la medida en que los caballos de los ricos coman abundantemente, a su paso siempre dejarán algunos granos en los montones de estiércol.
La economía en Europa no está mejor. Mientras la integración neoliberal no se modifique de raíz, el estancamiento persistirá. La asimetría europea está peor que nunca. Alemania mantuvo el crecimiento del PIB per cápita, pero el resto de Europa está estancada o en caída libre (sobre todo Grecia, España, Portugal, Italia y hasta Francia). La austeridad frenó el crecimiento y llevó a un problema de desempleo estructural inédito.
China tiene un problema de fuerte adicción al crédito. El capitalismo chino no es distinto: el endeudamiento ha sido el motor del crecimiento, pero el exceso terminó por crear una cascada de burbujas que constituye grave amenaza para toda la economía. Las reformas en China deben pasar por un aumento de la demanda agregada doméstica. Pero eso pasa por aumentar salarios, lo que restaría competitividad internacional. Aún si dicha transformación estructural es exitosa (y eso está por verse) en la transición el crecimiento será mucho menor al experimentado en las últimas dos décadas.
El principal problema de la economía china es el exceso de capacidad instalada. El indicador clave es el nivel de capacidad instalada ociosa que alcanza el 20 por ciento en una muestra de 3 mil 500 empresas industriales. Los peores ejemplos están en la industria de cemento, aluminio, vidrio, construcción naval y acero. Para afrontar esta parte del problema la directiva china ha impuesto condiciones severas, entre las que destacan el freno a nuevas inversiones. No es la mejor receta para promover el crecimiento.
Así que quedan los (muy) mal llamados mercados emergentes. India y Brasil no pueden constituirse en motores de la economía global. Ambas economías enfrentan serios problemas internos. En Davos se hablará de México e Indonesia, como los nuevos chicos del barrio. Pero ni son tan nuevos ni están en buena salud. Sus contradicciones les impiden crecer de manera sostenida.
La importante novela de Thomas Mann La montaña mágica (1924) se desarrolla en el sanatorio Berghof en Davos. Ahí iban los consentidos del sistema a curarse, como le recordara Naphta a Hans Castorp. Hoy el capitalismo mundial es el que necesita una cura, pero no la encontrará en Davos.
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