lunes, 18 de abril de 2011

Tepco, la empresa eléctrica nipona que puede hundir a Japón


Tepco, la empresa eléctrica de Japón dueña de la planta nuclear de Fukushima es también demasiado grande para caer y por eso se teme que pueda provocar un gran terremoto financiero que podría arrastrar a Japón. La empresa Tokyo Electric Power Company, suministra el 30 por ciento de la electricidad en Japón a más de 2 millones de empresas y 26 millones de hogares en el área metropolitana de Tokio. Tepco, no sólo es dueña de los reactores nucleares de Fukushima Daiichi que ahora están fuera de servicio, sino de otros 13 reactores nucleares que están en línea, al igual que la mitad de sus 20 centrales eléctricas térmicas de petróleo y sus dos centrales eléctricas térmicas de carbón.

Para Tepco, la pérdida de generación de energía por el desastre de Fukushima llega a una cuarta parte de su producción normal, y este fenómeno comienza a tener un profundo impacto. El Gobierno se verá forzado a imponer una disposición legal que no se invoca desde la crisis del petróleo de 1974, que obligará a restringir el uso de la electricidad. Estos recortes afectarán a toda la industria nipona, desde los ferrocarriles hasta las plantas acereras y químicas, pasando por las fábricas de cerveza, las de chip de computadores, las automotrices, las de partes y piezas de automóviles, etc. Esto es porque todas las empresas dependen en gran medida del poder que da Tepco. De ahí que el gran problema para las autoridades japonesas no sea la reconstrucción del devastador terremoto y tsunami, sino las consecuencias medioambientales de las plantas nucleares y la inevitable caída en la producción energética que retardará la recuperación.

El Japón de hoy no puede funcionar sin Tepco, y este es el gran problema. La dependencia energética hace de este un recurso inelástico. Tepco se convirtió en el alma comercial del Japón moderno y llegó a ser indispensable para hogares y empresas. Por eso que este tipo de empresas estratégicas que llegan a tener tanta relevancia en la economía de un pais, requieren de una supervisión responsable. Toda la negligencia de Tepco, todas las fallas de operación y procedimiento tienen a Japón al borde del precipicio. Y tal que como ocurrió con los grandes bancos, cuyo informe final vio la luz la semana pasada, el gobierno puede salir al rescate de la empresa, pues su colapso podría hundir a todo el país. Este es un claro ejemplo de que el riesgo moral está en todas las grandes compañías y es lo que hace vulnerables a los gobiernos. Pero.. ¿rescatará el gobierno a Tepco? Ese es el punto crucial.

Tepco tiene un largo historial de fallas y encubrimientos a las normas de seguridad desde los años 80. El año 2002, se descubrió que sus dueños falsificaron sistemáticamente datos relacionados con la seguridad del recinto y encubrieron de forma deshonesta diversos problemas. Ahora sabemos que en Fukushima hay generadores de reserva en el sótano, por debajo del nivel del mar, en lo que resultó ser un dique de defensa totalmente inadecuado. También hay indicios de que la empresa retrasó la refrigeración de los reactores con agua de mar para evitar las pérdidas materiales.

Japón es un país altamente dependiente de la energía eléctrica y la gran crisis petrolera de 1974 lo llevó incluso a superar su aversión por la energía nuclear tras la dramática experiencia de Hiroshima y Nagasaki. Los accidentes de Three Mile Island y Chernobyl no debilitaron el entusiasmo de los japoneses por la energía nuclear. Y en respuesta, los reguladores y la industria restaron importancia a los riesgos. Con esto, Tepco adoptó una conducta laxa y descuidó las lineas de control de riesgos potenciales que hoy la incriminan de esta catástrofe humana.

Por otra parte, al igual que los grandes bancos, Tepco ha asumido que si las cosas se ponen muy mal, el gobierno saldrá al rescate. La empresa ha comenzado a hacer lobby para la interpretación favorable de una ley que podría exonerarla de los pasivos incurridos por la catástrofe natural. Si esta ley no es interpretada a su favor, Tepco será condenada al fracaso pues su ratio deuda/capital llega al 300 por ciento, tres veces más que la media del sector.

A menos que se acepte subir los precios de la electricidad fuertemente, algo que dificilmente aceptará el público y las empresas, es difícil imaginar otra forma de generar un flujo de caja suficiente para pagar los daños, cerrar los viejos reactores, construir plantas nuevas y buscar otras alternativas de energía. Por eso se piensa que Tepco recibirá la ayuda del Estado, lo que puede desangrar al gobierno y a los contribuyentes.

Quienes apuestan por el apoyo del gobierno sostienen que es el momento de comprar acciones de Tepco, hoy a precio de ganga. Se piensa que Tepco bien podría seguir el camino de British Petroleum, la petrolera que el año pasado protagonizó el derrame en el Golfo de México. Aquellos que compraron acciones de BP después del derrame petrolero, han conseguido ganancias del 70%. Eso podría ocurrir con Tepco si acude el gobierno nipón a su rescate. Pero esta acción repetiría el error cometido con los grandes bancos: socialización de las pérdidas (las pagan todos los contribuyentes) y privatización de las ganancias: quedan para los dueños. Por eso que una fracción del gobierno nipón ha comenzado a exigir que Tepco vaya a la bancarrota, y que sean sus propios ejecutivos quienes indemnicen a las víctimas.

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