martes, 27 de noviembre de 2007

El Fracaso del TranSantiago



Ninguna iniciativa de los gobiernos de la Concertación ha arrojado tal nivel de críticas, ha causado tanto alboroto y ha despertado tantas frustraciones como el fatídico Transantiago. Y lo peor de todo es que hay personas que insisten en que se va por el camino correcto cuando el despeñadero está ad-portas.
¿Qué espera el gobierno? ¿Qué espera la Presidenta para cortar por lo sano y decir "no va más". ¿Hasta cuándo se le pretende mentir a los 6 millones de santiaguinos? con esta falsa promesa.

Vamos por parte. Ninguna de las acciones emprendidas en los últimos años en el terreno del transporte ha tenido una repercusión significativa a no ser por los escándalos. ¿Recuerda alguien a los "califont" o "cobradores automáticos" por los que se gastó una millonada de dólares que igual terminamos pagando todos los chilenos? ¿Cuánto duraron? ¿Se acuerda alguien de las separaciones que se hicieron en la Alameda para crear en vez de una, dos filas de tacos con los buses?

jueves, 15 de noviembre de 2007

Cuando el crecimiento se lo reparten unos pocos: La falacia de la teoría económica del “chorreo”

Marco Antonio Moreno

La crisis financiera que amenaza nuevamente a la economía mundial y que una vez más ha tenido su brote sistémico en el país del tío Sam demuestra que el modelo Neoliberal, plenamente alineado con el capitalismo crematístico, lejos de superar sus crisis se encuentra cada vez más cerca del abismo.

Hace cuatro años, explotando el rebote político que le vino de la ilusión del éxito en Irak, la Administración Bush hizo aprobar por el Congreso una disminución de los impuestos a los beneficios del capital y a los dividendos. Era una bajada de impuestos extremadamente elitista, incluso con los criterios de la era Bush: el Tax Policy Center (Centro de Polìticas Tributarias), una institución independiente, declaró que más de la mitad de los recortes fiscales fueron a parar a norteamericanos con ingresos superiores al millón de dólares anuales. No obstante, los economistas del gobierno de Bush presentaron varias estadísticas tendientes a ofrecer la impresión contraria, es decir: que los recortes fiscales beneficiarían principalmente a los norteamericanos de clase media. Pero además insistieron en que los beneficios de los recortes fiscales se derramarían hacia abajo, y que esta bajada de impuestos a los ricos harían grandes cosas por la economía y serían de ayuda sobretodo para los más pobres.

Sin embargo, un informe presentado en Octubre de 2007 sobre las cifras de empleo y los resultados reales, demostró que los trabajadores tienen todo el derecho a preguntar: "¿dónde están mis gotas del chorreo?" Porque lo que es realmente notable de este proceso es que cuatro años de crecimiento económico (2002-2006) no hayan producido ganancias reales para los trabajadores norteamericanos comunes y corrientes. Los salarios, ajustados por la inflación, se estancaron y los beneficios se esfumaron. Y más aún: el único punto aparentemente brillante de la economía yanqui como lo era el auge de la propiedad inmobiliaria, ha reventado como el resultado de una burbuja inflada por la estafa y la especulación financiera...

La crisis del Citigroup, así como otras muchas instituciones financieras, incluyendo la del propio Fondo Monetario Internacional, que ha tenido que ajustar a la baja la tasa de crecimiento mundial (del 5,2% al 4,8%) ha puesto en entredicho su rol de garante de la estabilidad financiera mundial. Porque la verdad de las cosas es que el FMI no tiene nada que hacer frente a las crisis financieras de EE.UU y, por otro, han sido los países del llamado tercer mundo los que han constituido el motor del crecimiento económico y han permitido que la economía mundial no se desplome del todo. Esta es la razón de por qué el 70% de los norteamericanos considera la situación económica de su país como mediocre y vergonzosa, y por qué rechazan la forma de manejar la economía del gobierno de Bush, así como toda su política internacional. Porque el tema de fondo es que si el crecimiento de la economía estadounidense fue razonable en los últimos cuatro años, ¿A dónde fueron a parar esos excedentes? La respuesta es la misma para los EE.UU, Chile o cualquiera de los países que han implantado el modelo Neoliberal: se los reparte la misma y pequeña elite económica que cada vez goza de mayores beneficios con los recortes de impuestos.

La ausencia de todo tipo de beneficios para los trabajadores desde el 2003 a la fecha, constituye, según el economista Paul Krugman, una refutación concreta de la teoría del “chorreo”, emblemático mensaje del neoliberalismo que tan salvajemente se aplica en Chile. La idea de que una marea alta levanta a todas las barcas por igual y de que el crecimiento económico necesariamente se traslada a la gran mayoría de ciudadanos, es desmentida por la experiencia que han tenido los últimos cuatro años de la era Bush. “Por lo que yo sé –dice Krugman- nunca antes los EEUU habían experimentado una desconexión tan radical entre el rendimiento económico general, los excedentes, y la suerte de los trabajadores en términos salariales como en los últimos cuatro años”. Los EEUU fueron una sociedad tremendamente desigual en la Era de la Codicia (el último cuarto del siglo XIX), pero los niveles de vida de los trabajadores mejoraron a medida que crecía la economía. La desigualdad aumentó rápidamente en los años de Reagan (1980-1988), pero el "Amanecer en América" (1990) fue, con todo, lo bastante brillante como para generar el contento de la mayoría de la gente, al menos por un lustro. La desigualdad siguió creciendo durante los años de Bill Clinton, pero los salarios también aumentaron, como creció el acceso a los seguros de salud, y la gran mayoría de norteamericanos se sintió en la prosperidad. Sin embargo, lo que se ha producido desde el 2003 es una expansión económica que ha beneficiado mucho a los ricos, pero que ha pasado de largo ante el grueso de la población norteamericana. En conclusión, la expansión neta del llamado PIB (Producto Interno Bruto), que mide el crecimiento real de las economías, queda en manos de unos pocos: los mismos ricos de siempre.

Sobre la bancarrota del Citigroup

Banqueros en apuros

Roberto Bissio
Red del Tercer Mundo

En la Italia del Renacimiento, los prestamistas conducían sus negocios sentados sobre un banco en los mercados. Si por algún motivo se volvían insolventes, las autoridades o los clientes enfurecidos rompían la banca… a veces sobre sus espaldas. Charles Prince debe haber pensado en la ventaja de vivir en el siglo XXI y no en la Venecia del siglo XVI, cuando anunció el domingo a los directores del Citigroup, el mayor conglomerado financiero del mundo, que “en vista de la amplitud de las pérdidas recientes en nuestra rama de inversiones hipotecarias, la única vía honorable que me queda es la renuncia”. Prince dejó así de ser el jefe de más de trescientas mil personas, que repartidas en cien países (la mitad de ellas en Estados Unidos) manejan activos por más de 2.000 millones de dólares y doscientos millones de cuentas. El Citi no está técnicamente en situación de “banca rota” y Prince, de 57 años, no sólo salvó el lomo sino que además cobrará por su jubilación anticipada una suma estimada en sesenta millones de dólares. Pero las horas extras trabajadas por los ejecutivos en Wall Street durante el fin de semana y la rápida aceptación de su renuncia estuvieron más que justificadas: en lo que va del año, las acciones del Citi han caído más de un treinta por ciento y las pérdidas derivadas de la crisis de las hipotecas ya alcanzan los 10.000 millones de dólares. Robert Rubin, de 69 años, ex banquero de Goldman Sachs y ex secretario del Tesoro del presidente Hill Clinton (entre 1995 y 1999), presidió la reunión y salió de ella convertido en el nuevo patrón del Citi. Su primera tarea será conseguir unos 30.000 millones de dólares de liquidez para hacer frente a las obligaciones inmediatas, aunque para eso tenga que malvender algunas de sus muchas filiales. Y luego deberá convencer a la Securities Exchange Comisión (SEC), el organismo regulador de los mercados financieros de Estados Unidos, sobre la legalidad de la contabilidad del Citi. Se rumorea que al igual que Merril Lynch, otro gran conglomerado inversor investigado por la SEC, el Citi podría haber estado “maquillando” los números para evitar una corrida bancaria, disimulando como buena una cartera de inversiones de alto riesgo de 80.000 millones de dólares que podría no valer más que una fracción de esa suma. Del otro lado del Atlántico, la banca también sufre las consecuencias del estallido de la “burbuja” financiera de las hipotecas. El británico Northern Rock fue salvado de la bancarrota a último momento por el Banco de Inglaterra (estatal), una operación de rescate poco usual. El Barclays está comprando sus propias acciones para evitar caídas mayores. El ABN Amor será cerrado en las próximas semanas y sus activos repartidos entre sus nuevos dueños (Banco de Escocia, Fortis y Santander). En España, la construcción se ha comenzado a enlentecer por falta de crédito y en Francia están bajando los precios de los apartamentos. Como moderno aprendiz de brujo, Rubin debe enfrentar ahora las consecuencias de una decisión que él mismo tomó. En efecto, como secretario del Tesoro (ministro de Finanzas) tuvo un papel protagónico, junto a Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal (Banco Central), y el entonces presidente del Citigroup, Sanford Weill, en la derogación de la ley Glass-Steagall que separaba a los bancos comerciales de sus primos, los fondos de inversión. La prohibición a los bancos de actuar como fondos de inversión se originó a partir de la crisis de 1929 que condujo a la Gran Depresión de los años treinta. En ese entonces, con la promesa de ganancias rápidas, los bancos alentaban a sus depositantes a comprar acciones de empresas que ellos mismos financiaban o controlaban, entre otras variadas y creativas prácticas semilegales que motivaron una catástrofe en las bolsas y la mayor crisis de la historia del capitalismo. Esta regulación financiera sobrevivió setenta años, a pesar de reiterados intentos de Wall Street y el Partido Republicano de abolirla, gracias al respaldo que siempre tuvo entre los demócratas… hasta que Clinton se convenció de los beneficios de la globalización financiera y bajó la guardia. La combinación de las actividades bancarias tradicionales con los seguros y las inversiones desató, sí, una era de auge de los grandes bancos y de enorme creatividad en la creación de “nuevos productos” (como las hipotecas de alto riesgo) y modalidades de inversión cuyos funcionamiento y riesgos son incomprensibles para el gran público que confía sus ahorros en bancos supuestamente sólidos y respetables. Si de algo entiende Rubin es de crisis y de cómo sacar provecho de ellas. Su primera tarea como secretario del Tesoro, en 1995, fue la de enfrentar la crisis financiera mexicana en momentos en que parecía inevitable que el gobierno al sur del Río Grande declarara en default su deuda externa, que es lo más parecido a una bancarrota a que puede llegar un país soberano. En su libro Un mundo incierto, Rubin dedica a la crisis mexicana todo un capítulo, titulado “La primera crisis del siglo XXI”. El “salvataje” de México organizado por Rubin salvó del naufragio al recientemente firmado Tratado de Libre Comercio de América del Norte e introdujo en ese país la posibilidad de que bancos nacionales tuvieran propietarios extranjeros. Banamex, el segundo mayor banco de México, fue rescatado –sus pérdidas las pagaron todos los mexicanos–, comprado por miembros del “clan Salinas” (del ex presidente Carlos Salinas, acusado de corrupción en gran escala) y luego vendido por éstos al Citibank, en una operación coordinada por Rubin apenas dejó su cargo en el Departamento del Tesoro. Menos exitoso fue su intento de salvar a su banco de grandes pérdidas durante el colapso de Enron. Cuando la bancarrota del gigante energético era inminente, Rubin llamó por teléfono a un antiguo colega en el Departamento del Tesoro para que dilatara la difusión pública de las malas noticias y así ganar tiempo para que el Citi pudiera deshacerse de papeles de deuda de Enron por valor de cientos de millones de dólares. No sólo no obtuvo lo que quería sino que la llamada llegó a conocimiento del New York Times y motivó luego una investigación judicial. Rubin resultó exonerado de cargos penales, pero la ética de sus procedimientos quedó algo manchada a los ojos de la opinión pública. El “salvataje” de instituciones bancarias o empresas con dinero público desagrada profundamente a los republicanos, apegados a la ética capitalista tradicional de ganadores y perdedores. El presidente Bush sostuvo reiteradamente en su primera campaña electoral que no toleraría nuevos rescates de instituciones o países en quiebra, y sólo acudió al auxilio de Uruguay y Brasil después de la crisis argentina de 2002 cuando un default brasileño hubiera resultado en la quiebra de bancos en Estados Unidos, en especial, ¡oh causalidad!, el Citibank. ¿Está buscando el Citi ser salvado una vez más? Ésa es la opinión de muchos bloggers especializados en temas financieros. Pero si es así, ¿por qué elegir como presidente a Rubin, públicamente identificado como militante del Partido Demócrata? Al elegir a una personalidad con color partidario, el Citi se aleja de la presidencia republicana, pero al mismo tiempo se acerca al Congreso, controlado por los demócratas y de cuya presidenta, Nancy Pelosi, Rubin es asesor y amigo. ¿O será que la apuesta es a durar hasta comienzos de 2009, cuando una nueva administración Clinton se instale en la Casa Blanca?

Publicado por Rebelion. 13 de Noviembre 2007

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Entrevista: Eric Hobswaum Historiador


"En el XIX, Marx ya vaticinó la globalización"


Eric Hobsbawm tiene 90 años y es un referente indiscutible en el mundo de los historiadores. Autor de Historia del siglo XX. 1914-1991, Guerra y paz en el siglo XXI y su autobiografía Años interesantes, entre otros muchos títulos, defiende el poder de las ideas de Marx para analizar lo que ocurre en el mundo actual. Ayer, junto a Donald Sassoon y Josep Fontana, participó en un ciclo sobre Europa que organiza el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Así que pidió no hablar del Viejo Continente, pero trató de otras múltiples cuestiones.- Weimar y Hitler. "Era inevitable politizarse en aquellos días. Vivía entonces en Alemania, y no podía ser socialdemócrata (eran muy moderados), ni nacionalista (era inglés y judío), ni me interesaba el sionismo. Así que me alisté en una asociación juvenil que, aunque se llamara socialista, estaba marcada por los comunistas. Asistí al colapso de la República de Weimar y participé activamente (lo que suponía correr muchos riesgos) en las elecciones de 1933 que ganó Hitler. Fue entonces cuando salí a Inglaterra y empecé a estudiar en Cambridge".- Treinta años de guerra. "Con la guerra de 1914 terminó el mundo de la gran cultura burguesa. Vinieron después más de treinta años de guerras, revoluciones, inestabilidad y crisis, una época catastrófica. Cuando terminó la II Guerra Mundial entramos en una aceleración de la economía, la sociedad y la cultura que no ha cesado. No fue un salto, fue un crecimiento continuado. Internet lo ha transformado todo, y sólo tiene 15 años".- El poder del marxismo. "Los marxistas creían que la clase obrera iba a crecer, cuando lo que ha pasado es que ha decrecido y que países como Estados Unidos o Inglaterra incluso se están desindustrializando. La lucha política basada en la lucha de las clases ya no es muy efectiva. Pero Marx sobrevive en su concepción materialista de la historia y en su análisis del capitalismo. En el siglo XIX ya vaticinó la globalización, y cuando se celebraba el 150 aniversario del Manifiesto Comunista, las crisis económicas del sureste asiático y de Rusia en 1997 y 1998 confirmaban sus predicciones. El poder del marxismo sigue intacto. No así muchas ideas políticas de Marx que obedecían, más que al análisis, a sueños de igualdad".- La revolución rusa. "El socialismo triunfó en países atrasados y su obsesión fue modernizarlos. En la Unión Soviética la idea era desencadenar una rápida industrialización, y si para hacerlo era necesario recurrir a procedimientos autoritarios, pues adelante. No quiero justificar los campos de trabajos forzados, que son injustificables, pero los logros fueron extraordinarios. Durante la II Guerra Mundial, la Unión Soviética no sucumbió, sino que derrotó al enemigo más poderoso: el ejército alemán. No lo hizo movilizando a las masas. Lo consiguió porque era un país industrializado con notables avances tecnológicos y con gente preparada. El modelo para conseguir una industrialización tan rápida fue el de la economía de guerra. El precio fue no lograr que la economía tuviera una dinámica propia".- Putin y los gánsteres. "No se comprende sin la crisis de 1991. Entonces se vio claro que el afán de hacer de Rusia un Estado capitalista a toda velocidad era incluso más difícil que industrializar un país atrasado. Fue tal el cataclismo que Putin por lo menos ha conseguido que el Estado funcione. Si la economía cayó en manos de los gánsteres, lo que ha conseguido es que éstos obedezcan al Estado".- Los fundamentalismos. "Afecta a todas las religiones. En el caso islámico, la revolución que triunfó en Irán tenía una fuerte voluntad de consolidar un Estado, centralizarlo y modernizarlo. Los fundamentalistas judíos son desde 1967 los más acérrimos defensores de Israel y reclaman sus ambiciones imperialistas. Y no hay que olvidar el giro fundamentalista de los católicos con los últimos papas y de las comunidades protestantes en Estados Unidos".- El terrorismo islamista. "Su poder militar es mínimo. El atentado en Nueva York no llegó a desestabilizar la ciudad salvo durante unas horas. Hay que subrayar que hay lugares (Afganistán, Pakistán, el Oriente Medio) donde los grupos terroristas juegan políticamente un papel importante, y no se los puede despreciar. Otra cosa es el terrorismo islamista en nuestros países. Responde a una reacción antiimperialista, y no quieren que en sus países se imponga el capitalismo occidental. En Inglaterra, los terroristas reaccionan también contra la religión heredada de sus padres, más moderada. Suelen pertenecer a las élites, y su educación es superior a la media de sus países.

José Andrés Rojo
El Pais, España
Noviembre 2007

lunes, 5 de noviembre de 2007

La Patada a la Escalera

¿Qué es lo que verdaderamente se oculta tras el “libre comercio”?

Marco Antonio Moreno

Una de las afirmaciones centrales del neoliberalismo sobre la globalización es que el libre comercio es la clave de la prosperidad. Se piensa que a mayor comercio de bienes, que a mayor cantidad de productos circulando por el mundo, mejor será la prosperidad humana y mayor el bienestar.

Parte de esta creencia nace del hecho de que los países hoy desarrollados se hicieron ricos con el libre comercio. Y si ellos pudieron… ¿por qué no nosotros? Pensar de esta manera en la era de internet, en la “aldea global” de profetizó MacLuhan, tiene sus bemoles.

Un examen más atento de la verdadera historia del capitalismo y del libre comercio arroja consideraciones muy diferentes.

Cuando aquellos países, hoy desarrollados, estaban en pañales, no practicaban para nada el libre comercio. Actuaban como economías cerradas que se protegían del comercio externo con altos aranceles para promover su industria interna.

El Origen del Neoliberalismo

A 60 años de la "invención" del Neoliberalismo

Marco Antonio Moreno

En abril de 1947 a las faldas del Mont Pèlerin, en los Alpes Suizos, Friedrich von Hayek y Milton Friedman reunieron a un nutrido grupo de intelectuales de derecha para expresar su repudio al New Deal y el keynesianismo que en ese momento dominaba el mundo económico.

El objetivo de Hayek, Friedman y la treintena de empresarios y políticos convocados, entre los que se contaba Karl Popper -quien acababa de publicar La Sociedad Abierta y sus Enemigos-, era sentar las bases ideológicas para una reducción del aparato estatal que con la revolución del economista británico John Maynard Keynes había cobrado un nuevo ímpetu en el liderazgo del desempeño económico.

A Hayek le molestaba la presencia del keynesianismo por su posibilidad de llegar a establecer y legitimizar al socialismo, lo que constituiría un verdadero camino de servidumbre para el mundo civilizado. Su crítica a la planificación del Estado era frontal: “no puede constituir una solución económica adecuada debido a la complejidad de los cálculos económicos”. Para Hayek la planificación del estado “solo puede conducir al caos o al estancamiento”. Esta vehemente reacción teórica y política contra el intervencionismo de Estado y contra el Estado de Bienestar Social, se conoce como el origen del Neoliberalismo, movimiento ideológico que crea y desarrolla –a través de los think tanks- modelos de ataque a toda limitación impuesta por el Estado a los mecanismos del mercado.

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin