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miércoles, 5 de marzo de 2025
Sacco y Vanzetti
Howard Zinn, Rebelión
Cincuenta años después de las ejecuciones de los inmigrantes italianos Sacco y Vanzetti, el gobernador de Massachusetts, Dukakis, estableció una comisión para juzgar la imparcialidad del juicio y la conclusión fue que los dos hombres no habían tenido un juicio justo. Esto desató una pequeña tormenta en Boston.
Una carta firmada por John M. Cabot, embajador retirado de EEUU, declaró su “gran indignación” y señaló que la ratificación de la pena de muerte por parte del Gobernador Fuller se había hecho después de una revisión especial realizada por “tres ciudadanos muy distinguidos y respetados de Massachusetts: el presidente Lowell de Harvard, el presidente Stratton de MIT y el juez retirado Grant”.
Heywood Broun tenía una idea muy diferente de estos tres “distinguidos y respetados ciudadanos”. Escribió lo siguiente en su columna del New York World, inmediatamente después de que la comisión del gobernador redactara su informe: “No todo preso tiene a un presidente de la Universidad de Harvard que pulse el interruptor por él . […] Si esto es un linchamiento, al menos el vendedor de pescado y su amigo el obrero de la fábrica podrán sentir la tranquilidad de saber que morirán a manos de hombres ataviados de trajes de cena o de togas académicas”.
Heywood Broun, uno de los periodistas más distinguidos del siglo XX, no duró mucho más como columnista del New York World.
En ese 50 aniversario de la ejecución el New York Times informó que «los planes del alcalde Beame para proclamar el martes siguiente el «Día de Sacco y Vanzetti» se han cancelado para evitar controversias, afirmó ayer un portavoz del Ayuntamiento».
Publicado por
mamvas
en
7:11 a.m.
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Estados Unidos,
Historia,
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Sacco y Vanzetti

viernes, 8 de septiembre de 2017
Se cumplen 90 años de la ejecución de Sacco y Vanzetti
Enric Llopis, Rebelión
En el verano de 1919 explotó una bomba frente a la casa de A. Mitchell Palmer, ministro de Justicia de los Estados Unidos. Sólo seis meses después Palmer comenzó su embestida contra los inmigrantes que residían en este país. Para ello, recuerda el historiador y activista libertario Howard Zinn en “La Otra historia de los Estados Unidos” (Las Otras Voces, 1997), se apoyó en la legislación aprobada por el Congreso al final de la Primera Guerra Mundial. En diciembre de 1919, fueron deportados a su país de origen –la Rusia soviética- 249 inmigrantes. Muchos otros corrieron la misma suerte. Un año después 4.000 personas fueron detenidas y expulsadas tras pasar por juicios secretos. En Boston, el Ministerio de Justicia y la Policía Local practicaron 600 detenciones, después de redadas en hogares particulares y centros de reunión. Otro ejemplo citado por Zinn es el de Andrea Salsedo, impresor anarquista arrestado en 1920 por el FBI en el edificio Park Row de Nueva York; su cadáver apareció destrozado en la acera. Según la versión oficial, se trataba de un suicidio: Salsedo se habría supuestamente arrojado por la ventana del piso decimocuarto.
El presente año se cumple el 90 aniversario de la ejecución de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, extranjeros en Estados Unidos y militantes anarquistas. Fueron amigos de Andrea Salsedo. Tras el juicio, la condena y pasar siete años en prisión acusados de atraco a mano armada y asesinato, Sacco y Vanzetti fueron ajusticiados por electrocución el 23 de agosto de 1927, en Massachusetts. El caso trascendió a otros países, pero los jueces, la fiscalía y el jurado no atendieron a las protestas en Estados Unidos (Boston, Chicago, Nueva York o San Francisco) ni en otros países (París, Londres, Argentina, Suecia o Sudáfrica); tampoco a huelgas y disturbios; ni a los recursos y apelaciones ante la Corte Suprema de Massachusetts y la Corte Suprema de los Estados Unidos. “Tanto las anotaciones del juicio como las circunstancias que lo envolvieron indican que Sacco y Vanzetti fueron condenados a muerte por ser anarquistas y extranjeros”, explica Zinn. El juez Thayer estuvo a cargo del proceso que, en 1921, sin las debidas garantías les sentenció. Sobre sus afinidades, Howard Zinn revela unas palabras con las que se refirió a Saco y Vanzetti en una conversación privada: “Esos anarquistas mal nacidos”.
En el verano de 1919 explotó una bomba frente a la casa de A. Mitchell Palmer, ministro de Justicia de los Estados Unidos. Sólo seis meses después Palmer comenzó su embestida contra los inmigrantes que residían en este país. Para ello, recuerda el historiador y activista libertario Howard Zinn en “La Otra historia de los Estados Unidos” (Las Otras Voces, 1997), se apoyó en la legislación aprobada por el Congreso al final de la Primera Guerra Mundial. En diciembre de 1919, fueron deportados a su país de origen –la Rusia soviética- 249 inmigrantes. Muchos otros corrieron la misma suerte. Un año después 4.000 personas fueron detenidas y expulsadas tras pasar por juicios secretos. En Boston, el Ministerio de Justicia y la Policía Local practicaron 600 detenciones, después de redadas en hogares particulares y centros de reunión. Otro ejemplo citado por Zinn es el de Andrea Salsedo, impresor anarquista arrestado en 1920 por el FBI en el edificio Park Row de Nueva York; su cadáver apareció destrozado en la acera. Según la versión oficial, se trataba de un suicidio: Salsedo se habría supuestamente arrojado por la ventana del piso decimocuarto.
El presente año se cumple el 90 aniversario de la ejecución de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, extranjeros en Estados Unidos y militantes anarquistas. Fueron amigos de Andrea Salsedo. Tras el juicio, la condena y pasar siete años en prisión acusados de atraco a mano armada y asesinato, Sacco y Vanzetti fueron ajusticiados por electrocución el 23 de agosto de 1927, en Massachusetts. El caso trascendió a otros países, pero los jueces, la fiscalía y el jurado no atendieron a las protestas en Estados Unidos (Boston, Chicago, Nueva York o San Francisco) ni en otros países (París, Londres, Argentina, Suecia o Sudáfrica); tampoco a huelgas y disturbios; ni a los recursos y apelaciones ante la Corte Suprema de Massachusetts y la Corte Suprema de los Estados Unidos. “Tanto las anotaciones del juicio como las circunstancias que lo envolvieron indican que Sacco y Vanzetti fueron condenados a muerte por ser anarquistas y extranjeros”, explica Zinn. El juez Thayer estuvo a cargo del proceso que, en 1921, sin las debidas garantías les sentenció. Sobre sus afinidades, Howard Zinn revela unas palabras con las que se refirió a Saco y Vanzetti en una conversación privada: “Esos anarquistas mal nacidos”.
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