Nahia Sanzo, Slavyangrad
A mediados de semana, Rusia denunciaba un nuevo ataque ucraniano con armas occidentales en territorio de la Federación Rusa, concretamente un aeródromo de la localidad de Taganrog. Según la versión rusa, dos de seis misiles fueron derribados, mientras que los otros cuatro fueron desviados por medios electrónicos para evitar daños. La imagen de los restos de un misil en una carretera confirmaba que al menos una parte de los proyectiles había sido derribada. Moscú confirmó inmediatamente que habría una respuesta al ataque, mientras que Estados Unidos anunció que en los próximos días podía dispararse contra territorio ucraniano un nuevo misil balístico de medio alcance Oreshnik, que se ha convertido para Rusia en su versión de las armas milagrosas. Esta semana, Vladimir Putin ha llegado a decir que una cantidad suficiente de misiles de este tipo hará innecesario el uso de armas nucleares.
Por el momento, Moscú no ha disparado ningún misil Oreshnik en respuesta al reciente ataque contra Taganrog, sino que ha respondido como lo ha hecho en ocasiones anteriores, con un nuevo ataque con drones y misiles. “Rusia lanzó un ataque aéreo masivo contra Ucrania el viernes, disparando 93 misiles balísticos y de crucero y casi 200 drones, dijo el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, describiéndolo como uno de los bombardeos más pesados del sector energético del país desde la invasión a gran escala de Rusia hace casi tres años”, escribía ayer AP para narrar el último bombardeo ruso contra objetivos en Ucrania, uno de los más relevantes de los últimos meses. A lo largo del día, el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) confirmó que “5 de las 9 unidades de reactores nucleares operativos de Ucrania han reducido su producción de energía debido a renovados ataques a la infraestructura energética”.
Durante las semanas en las que se especuló con cuándo iba a levantarse el veto al uso de misiles occidentales contra territorio ruso, se habló también de cuál podría ser la respuesta rusa. Periodistas y think-tankers se refirieron a la posibilidad de un ensayo nuclear -que sería el primero desde la desaparición de la Unión Soviética- como medida posible. Entre las acciones más realistas mencionadas por quienes trataron de adivinar qué haría Rusia después de que Occidente cruzara una nueva línea roja rusa estaba el ataque a las infraestructuras que surten a las centrales nucleares, una forma de atacar esas infraestructuras críticas sin bombardearlas ni poner en peligro la seguridad nuclear. Limitar a base de ataques combinados la capacidad de producción energética de las centrales nucleares no va a limitar la capacidad de lucha de las Fuerzas Armadas de Ucrania, pero puede dificultar notablemente el funcionamiento del Estado y empeorar aún más la vida de la población ante la llegada de la fase más dura del invierno.
“En respuesta al uso de armas de largo alcance estadounidenses, las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa han lanzado un ataque masivo con armas de alta precisión y largo alcance desde tierra y mar, además de drones, contra infraestructuras críticas de combustible y energía de Ucrania que garantizan las operaciones de su complejo militar industrial”, afirmó el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa. Impedir la producción industrial, a día de hoy fundamentalmente militar, es uno de los grandes objetivos de Moscú, que no ha logrado que Kiev continúe desarrollando y produciendo misiles y, sobre todo, cantidades importantes de drones con los que continuar atacando infraestructuras rusas, entre las que destaca también el sector energético, sobre todo las refinerías de petróleo.
El bombardeo de ayer, como los anteriores, es una forma de castigo colectivo contra la población y una forma de enviar un mensaje a Kiev y sus aliados, a los que el Kremlin deja claro que la escalada que supone los ataques dentro de territorio ruso obtendrá una respuesta dura y para la que Rusia no tiene necesidad de recurrir a nuevas armas o a su doctrina nuclear. “Las centrales térmicas pertenecientes a DTEK fueron atacadas. Los primeros informes indican que no hay víctimas”, afirmó la principal empresa de distribución eléctrica. También en este sentido, el bombardeo de ayer repitió el patrón habitual: daños notables pero escasas bajas. El de ayer fue el duodécimo ataque ruso contra las infraestructuras energéticas de Ucrania este año y el noveno que afecta directamente a DTEK, que admitió “daños graves en el equipamiento de la planta termal” y anunció una revisión de los apagones previstos las regiones de Kiev, Odessa y Dnipropetrovsk. Según Oleg Popenko, experto en el mercado energético citado por el diario ucraniano Strana, la limitación de la capacidad operativa de las centrales nucleares, que produce el gran grueso de electricidad del país, había dejado a aproximadamente la mitad del país sin suministro y diferentes regiones pueden verse sometidas a apagones de entre siete y once horas consecutivas.
La aventura de Ucrania en Kursk, donde algunos militares rusos alegaban el jueves que las tropas norcoreanas habían participado en la liberación de la localidad de Plejovo (información negada por otras fuentes, que aún no han visto al contingente de la República Popular de Corea), impidió que comenzaran las conversaciones para un alto el fuego parcial que impidiera precisamente lo que ahora ocurre, que la respuesta rusa a ataques considerados inaceptables se centra en las infraestructuras de producción energética.
Las dificultades que suponen los crecientes ataques, que se producen aumentando los daños acumulados por anteriores bombardeos y sobre infraestructuras que no pueden ser completamente reparadas, no supone para Kiev un argumento para modificar su postura sino para reafirmarse. “Ataque masivo ruso contra Ucrania esta mañana, atacando fundamentalmente el sistema energético”, escribió en las redes sociales el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Andriy Sibiha, que añadió que “Rusia intenta privarnos de energía. En lugar de eso, debemos privarles de los medios del terror. Reitero mi apelación a la entrega urgente de 20 sistemas de defensa aérea NASAMS, HAWK o IRIS-T”. Más duro se mostró Andriy Ermak, cuya labor principal actualmente es lograr que el suministro de armamento a Ucrania continúe para poder luchar contra Rusia hasta cambiar la dinámica de la guerra y poder negociar con Rusia en posición de fuerza. “Solo la fuerza. Es lo único que entienden”, escribió Ermak.
El ataque de ayer, uno de los más potentes de esta guerra, muestra que la dinámica de ataque-contraataque y escalada continua no ha cambiado y que puede intensificarse aún más, con graves consecuencias para la población civil. Con ambos bandos sintiendo la necesidad de responder a los ataques enemigos, una tendencia al aumento de la tensión y sin perspectivas a medio plazo de cambio en el equilibrio de fuerzas en el frente, la rueda de la guerra seguirá girando, causando bajas y una destrucción que seguirá empobreciendo a la población, hasta que surja realmente algún tipo de iniciativa que presione para avanzar seriamente hacia una mesa de negociación. Pese a los temores de Ucrania y sus aliados europeos, ese momento sigue sin estar cerca.
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Ver también:
- Despedirse con un Gran Final
Mike Whitney. 22/11/2024 - Al borde del abismo
Scott Ritter. 25/11/2024 - Oreshnik: la respuesta rusa a la OTAN de 3 km por segundo
Pepe Escobar. 22/11/2024
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