El tercer "plan de rescate" de Grecia (Memorandum of Understanding) va a terminarse el mes de agosto, aunque no haya salido aún de la crisis, como ha mostrado claramente Jacques Adda. El acuerdo "final" concluido entre Grecia y sus acreedores se basa en el fondo en tres equívocos: pretende borrar los efectos sociales de cerca de diez años de ciega austeridad; se apoya en perspectivas económicas incoherentes; en fin, instaura una puesta bajo tutela indefinida de Grecia.
Novlengua europea
El acuerdo ha sido acogido con comentarios que expresan un alivio obsceno, si se tiene en cuenta el estado de descalabro del país. La palma corresponde sin duda a Pierre Moscovici que no duda en escribir en su blog: "Como Ulises de vuelta a Itaca, Grecia llega por fin a su destino hoy, diez años después del comienzo de una larga recesión. Puede al fin respirar, mirar el camino recorrido y contemplar de nuevo el futuro con confianza". Es la coz del asno a un pueblo al que se ha maltratado deliberadamente, y esta muestra de autosatisfacción tiene algo de intolerable. El comisario saluda los sacrificios del pueblo griego que eran necesarios para alejar "el mayor peligro de esta odisea" que, para él, no era ni la miseria, ni el paro, ni las enfermedades, ni los suicidios, ni los exilios, sino ese "monstruo llamado Grexit".
El "informe de conformidad" (Compliance Report) de la Comisión europea es también un largo visto bueno que describe punto por punto la buena aplicación por el gobierno griego de las condiciones asociadas a la "ayuda" recibida. A lo largo de todo este texto, la regla es una insoportable novlengua. Tomemos el ejemplo de la salud pública: para la Comisión, "las autoridades han cumplido su compromiso de continuar racionalizando los gastos globales de salud". Esta afirmación es de un cinismo asombroso, teniendo en cuenta la situación real que es ésta: "el sistema nacional de salud griego ha sido desmantelado por la aplicación de un conjunto de medidas impuestas desde 2010 por los acreedores de Grecia en los sectores de salud primaria, secundaria y farmaceútica", como analiza la investigadora Noëlle Burgi, en un artículo muy documentado.
Condiciones de vida dantescas
Una investigación realizada en Atenas dibuja un cuadro dramático de las condiciones de vida. El 43% de las familias declaran no tener medios para pagar la calefacción de su vivienda; el 52% dice que no podrían hacer frente a un gasto imprevisto de 500 euros, el 49% que no tiene los medios para ir de vacaciones. Seis de cada diez personas entrevistadas han estado en el paro más de dos años. Solo el 10% de los y las paradas tienen subsidio, 360 euros al mes.
Siguiendo en Atenas, el consumo de psicotrópicos se ha multiplicado por 35 entre 2010 y 2014, el de ansiolíticos basados en benzodiazepinas por 19 y el de los antidepresivos por 11. Estos últimos datos están sacados de un artículo de Le Monde Diplomatique que resume los resultados de un estudio original realizado sobre las aguas residuales de la ciudad.
¿Cómo, en estas condiciones, Grecia puede "contemplar de nuevo el porvenir con confianza"?
Estupideconomía
Si tal negación es difícilmente soportable, las proyecciones económicas que acompañan al acuerdo son, por su parte, propiamente alucinantes. El documento de referencia reproduce el mismo escenario que ha fracasado desde 2010. A Grecia se le supone mantener un excedente primario elevado a la vez que reanuda el crecimiento. El excedente primario -es decir la diferencia entre los ingresos y los gastos sin contar los intereses de la deuda- es la variable clave, que mide la capacidad de Grecia de cumplir con sus compromisos. Como buen alumno, Grecia ha cumplido por el momento, y de sobra, con este objetivo. Era del 0,5 del PIB en 2016 y fue el 3,9%; luego el 2% en 2017 y fue el 4,2%.
Para complacer a sus acreedores, el gobierno griego ha presentado una estrategia presupuestaria a medio plazo aprobada por la Comisión Europea en su informe de conformidad. Es manifiestamente delirante: el escenario postula un crecimiento que aumenta progresivamente hasta el 2,6% en 2020 antes de ralentizarse al 1,9% en 2022. Es evidentemente optimista, pero es sobre todo totalmente irrazonable cuando al mismo tiempo el excedente primario debería aumentar progresivamente del 3,5% del PIB en 2018 al 4,3% en 2022.
Una previsión así está totalmente fuera de lo posible y se le podría dirigir la fórmula utilizada por el Tribunal de Cuentas europeo en su informe sobre la intervención de la Comisión en la crisis financiera griega: "La Comisión ha establecido proyecciones macroeconómicas y presupuestarias por separado y no las ha integrado en un modelo". Pero creer que podría existir un modelo capaz de engendrar una trayectoria así es pura ficción. Todos los economistas serios saben que no se puede mantener mucho tiempo un tal excedente primario, como recordaba el FMI en 2016 en su análisis de la sostenibilidad de la deuda griega: "un excedente primario del 35% del PIB es difícil de alcanzar y mantener a largo plazo, en particular tras largos períodos de recesiones y frente a un paro estructural elevado".
Imposible recuperación
Más que gastar su energía en criticar los supuestos errores cometidos por los autores de estos escenarios rocambolescos, más vale poner los pies en tierra y decir que esos idiotas útiles no tienen en el fondo nada que hacer. Se trata de una vestimenta tecnocrática de la única cifra que importa, es decir, el excedente primario, porque representa la capacidad de Grecia de pagar sus intereses. Solo cuenta eso. La contrapartida de esta sangría es la prosecución de las reformas estructurales, sobre todo la bajada de los gastos sociales, en particular las pensiones en el caso de Grecia, así como el bloqueo de toda inversión pública.
Esta trayectoria es incompatible con una recuperación del crecimiento. Hasta la crisis, la inversión tiraba de la productividad horaria del trabajo. Desde la crisis, su volumen ha sido dividido por tres, recuperando a penas su nivel de 1990; y Grecia es uno de los raros países europeos, quizás el único, en el que la productividad horaria del trabajo retrocede, al ritmo de un punto por año. Esta tendencia será tanto más difícil de invertir cuanto que las fuerzas vivas se han ido: alrededor de un tercio de la población de 15 a 29 años, en una buena parte personas cualificadas, ha abandonado el país. Esta pérdida de sustancia va a agravar aún más el desequilibrio demográfico y el impacto de las reformas de las jubilaciones, tanto más cuanto que el número de nacimientos ha bajado desde la crisis.
El comercio exterior de Grecia está hoy poco más o menos equilibrado. Pero este resultado no ha sido alcanzado por una recuperación de las exportaciones que habrían sido dopadas por las famosas "reformas": es el efecto mecánico de la caída de las importaciones durante la crisis. Toda verdadera recuperación conduciría de nuevo a un déficit debido a la dependencia de Grecia, en particular en bienes de inversión, y esto en un contexto en el que los capitales extranjeros serían evidentemente reticentes a financiar este déficit.
Es mirando hacia las exportaciones de Grecia como se puede discernir a qué está destinado el país. Sus principales recursos específicos son, simplificando un poco, la flota comercial (pero los armadores griegos pagan pocos impuestos y los puertos serán poco a poco vendidos a grupos chinos o de otros países) y el turismo. Este último es poco más o menos el único sector en expansión y representa en 2016 un cuarto de las exportaciones y el 7,5% del PIB. Según el informe del World Travel&Tourism Council sobre Grecia, los efectos inducidos del turismo sobre la economía conducen a una contribución total del 18,6% del PIB en 2016. Cerca de un cuarto (23,4%) del empleo total estaría ligado a la industria turística. La estrategia por tanto está clara: continuemos atrayendo a turistas que abandonan los países de riesgo, con precios atractivos.
Una deuda insostenible
Las negociaciones sobre la deuda griega son en el fondo una fantasmagoría. Nadie cree verdaderamente en la sostenibilidad a medio o largo plazo de la deuda griega. El FMI se ha retirado del juego porque no se lo cree, e incluso la Comisión Europea a mostrado discretas reservas. El Eurogrupo pone cara de creer en el restablecimiento de la sostenibilidad de la deuda griega pretendiendo que la ratio deuda/PIB debería disminuir progresivamente para pasar de 188,6% en 2018 a 168,9% en 2020, luego al 131,4% en 2013 y al 96,8% ... en 2060.
Pero esto, una vez más, no es más que la vestimenta para rechazar cualquier nueva anulación de la deuda. El rechazo de los acreedores no está fundado en la confianza en la validez de sus escenarios, sino que se explica por la voluntad de disciplinar a su deudor griego. Su objetivo es en el fondo dotarse de los medios para recuperar un máximo de dinero y de retrasar lo más posible sus eventuales pérdidas.
Basta para darse cuenta de ello con examinar el calendario de vencimientos que acaba de ser aprobado (es regularmente compilado por tes periodistas del Wall Street Journal en la página Greece´s Debt Due). El perfil es aberrante: tras una ligera retirada en 2018 (8 mil millones de dólares), los reembolsos suben a cerca del 12 mil millones en 2019. Luego, bajan a 4 mil millones en 2020 y 2021. Las montañas rusas se encadenan: una bajada un poco después de 2040 y luego, bruscamente, la cosa se reanuda como un fuego de artificio durante cinco años (tras una pequeña pausa en 2015) ¡hasta la anulación final en 2060!
Calendario anual de los reembolsos de la deuda griega
Esta trayectoria caótica se explica por el tratamiento diferenciado de las deudas según los diferentes acreedores.
Hoy la deuda de Grecia es de 294 mil millones de dólares que se reparten como sigue:
- 131.000.000.000 FESF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera)
- 53.000.000.000 Gobiernos de la zona euro
- 37.000.000.000 MES (Mecanismo Europeo de Estabilidad)
- 34.000.000.000 Inversores privados
- 15.000.000.000 Detentadores de bonos del tesoro
- 12.000.000.000 Fondo Monetario Internacional
- 12.000.000.000 Banco Europeo de Inversiones
¿No habrían podido ponerse de acuerdo los Estados e instituciones europeas, que tienen el 80% de la deuda griega, aunque solo fuera para reducir el "muro" de 2019 en el que "las necesidades brutas de financiación se elevarán a 21 mil millones de euros en principal y en intereses" como subraya el Tribunal de Cuentas europeo?
La mitad de esta necesidad de financiación corresponde al Banco Central Europeo, el mismo que se niega a proporcionar liquidez a cambio de títulos de la deuda griega. Una parte de las ganancias realizadas con las compras de títulos griegos por los países de la eurozona será finalmente restituida a Grecia, pero con cuentagotas (ver esta petición ciudadana de WeMove.EU). El acuerdo prevé sin embargo una reserva de precaución de 15 mil millones de euros (con protestas en el Parlamento alemán), lo que es una forma de admitir que el calendario no es realista.
Así pues, están puestas todas las condiciones para que el mecanismo infernal de bola de nieve comience de nuevo: Grecia deberá pedir prestado de nuevo en los mercados para hacer frente a sus fechas de pago, pero al 3,4% o al 5%.
El secreto a voces
Klaus Regling, director general del Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM, European Stability Mechanism), saca evidentemente un balance positivo de la acción del Eurogrupo. En un discurso pronunciado ante el Hellenic Bank Association el pasado 12 de junio, comienza por "felicitar al pueblo griego y a sus dirigentes políticos por esta evolución hacia una economía más moderna". El objetivo es ahora que Grecia tenga acceso a los mercados tras la conclusión de su programa: es importante para Grecia, pero también, dicho sea de paso, para la institución que dirige puesto que es su "principal acreedor". Y es cierto que la agencia de notación Standard&Poor´s ha anunciado, el 25 de junio, que subía la nota de la deuda griega B a B+, lo que no impedirá que Grecia deba financiarse a tasas elevadas. Es posible, en efecto, preguntarse quien se arriesgaría a prestar a Grecia sin una prima de riesgo "tranquilizadora".
Pero Klaus Regling no disimula un cierto pesimismo: "Permitidme decir al mismo tiempo que el acceso de Grecia a los mercados sigue siendo delicado. Reencontrar la confianza de los inversores implica dar prueba de un compromiso total a favor de las reformas, pero incluso esto podría no bastar en el caso de Grecia". Será preciso por tanto vigilarla, en particular gracias al Sistema de Alerta Precoz (Early Warning System) del que dispone el ESM y esta vigilancia deberá, en el caso de Grecia, ser "más ajustada y más completa que en cualquier otro país".
Algunos días más tarde, Klaus Regling desvela el fondo de su pensamiento en una entrevista bastante incisiva y reproducida en la página del ESM. A la pregunta de saber si la deuda de Grecia podría ser declarada sostenible a largo plazo, Klaus Regling responde por la negativa, seguida de una fórmula ampulosa sobre el papel de las medidas a largo plazo. Y ¿cuánto tiempo será necesario, se le pregunta, que Grecia haga reformas para tranquilizar a los mercados? Ahí también, la respuesta es muy ilustrativa: "la puesta en marcha de las reformas es una tarea permanente. No se acaba nunca. Es cierto para todos los países del mundo, para todos los países de la Unión Europea y por tanto también para Grecia. Quizás un poco más en el caso de Grecia, debido a la historia reciente de la economía griega que pone fin a un período de ajuste difícil".
Grecia sigue bajo tutela
El jefe del ESM se vuelve aún más preciso: la vigilancia de Grecia, vía el Early Warning System, "deberá durar hasta que todo el dinero sea reembolsado". ¿Hasta 2060? pregunta el entrevistador y Regling responde: "Si. La Comisión se detendrá cuando el 75% haya sido reembolsado, pero no nosotros. Nosotros vigilaremos hasta el plazo final". Habrá incluso una "reforzamiento de la vigilancia" con "una evaluación cada tres meses" puesta en pie durante "un cierto número de años".
La declaración final del Eurogrupo del 22 de junio contiene, por otra parte, una clausula de revisión: "El Eurogrupo examinará al final del período de gracia del FESF, en 2032, si son necesarias medidas suplementarias". Esta vigilancia sirve para verificar que "los compromisos son cumplidos y que no hay vuelta atrás en las importantes reformas que son necesarias para llevar a Grecia a un sendero de crecimiento más elevado". En definitiva, Grecia sigue bajo tutela.
La especie de acuerdo concluido entre Grecia y sus acreedores europeos ha sido presentado como una salida definitiva de la crisis. Esto es doblemente falso. El acuerdo no puede borrar los daños sistemáticamente infligidos a la sociedad griega y cuyos efectos no han sido borrados. No abre tampoco una nueva trayectoria para la economía griega. Y estas dos constataciones están relacionadas entre sí.
(Este artículo ha sido publicado en la página de Alternatives économiques, el 2 de julio de 2018. El gráfico, más detallado, nos ha sido proporcionado por el autor. Ver también sobre este tema la entrevista a Eric Toussait publicada en cadtm.org y el artículo de Antonis Ntavanellos publicado en alencontre.org).
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