El Ejército Árabe Sirio controla ahora Alepo, lo que significa que el gobierno sirio, una vez más, está a cargo de los principales centros de población del país. Las fuerzas armadas de la oposición están cercadas alrededor de Damasco y en Idlib, mientras que el Estado Islámico (EI) sigue controlando la norteña ciudad de Raqqa. Estas fuerzas, incluyendo EI, se encuentran a la defensiva, desorganizadas, debilitadas logísticamente y desorientadas. En gran parte abandonados por sus patrocinadores - Occidente, los árabes del Golfo y Turquía - estos combatientes son cada vez más violentos en su desesperación o están cerca de la rendición. El cese el fuego negociado el 30 de diciembre pasado se respeta en la mayor parte del país. Las conversaciones de paz deben comenzar el 23 de enero en Astana (Kazajstán). Irán, Rusia, el gobierno sirio, sectores de la oposición siria, Turquía y las Naciones Unidas han confirmado su asistencia. Los Estados Unidos y los europeos no estarán presentes.
La guerra no terminará en Astana. Los grupos extremistas como EI y Jabhat Fateh al-Sham, ligado a Al Qaeda, continúan manteniendo territorio. Los extremistas frustrados que no están dispuestos a aceptar la nueva situación ya han comenzado a emigrar a las zonas controladas por EI y los aliados de al-Qaeda. Tienen muy poco que ganar rindiéndose o en el proceso de reconciliación.
Los errores de cálculo occidentales
Durante los últimos cinco años, el objetivo principal de la oposición en Siria y sus aliados del Golfo, turcos y occidentales ha sido “Assad debe irse”. Ahora resulta que el gobierno de Bashar al-Assad se mantendrá. Incluso en 2011 era poco probable la caída de Assad sin una gran intervención militar occidental. El ejército sirio era mucho más disciplinado que los militares libios, que habían comenzado a desmoronarse antes de los bombardeos de la OTAN en Libia. También había mucho menos distancia entre el gobierno sirio y su ejército que el que había entre el gobierno egipcio y sus militares. Sin una intervención militar masiva, era impensable un cambio de régimen en Siria.La intervención militar occidental directa se redujo - gracias al fiasco en Irak - por la falta de apoyo doméstico en Occidente al despliegue de un número suficiente de tropas para combatir en Siria. El cambio de régimen en Libia y sus consecuencias desastrosas cerraron la puerta a una autorización de la ONU para intervenir en la guerra en Siria. Ya en 2012, esto significaba que el gobierno de Assad no podía ser derrotado fácilmente. El objetivo político cambió del derrocamiento directo a un uso mucho más cínico del poder. Los envíos de armas encubiertos a las distintas fracciones rebeldes buscaban ayudar a deslegitimar al gobierno. Al Qaeda y otros grupos extremistas llegaron a través de la frontera con Turquía y desde Irak, así como de las prisiones del gobierno sirio. El índice de bajas creció rápidamente, con más de medio millón de muertos. La promesa imposible de bombardeos occidentales alargaron la guerra con la esperanza de que obligaría a Assad a negociar.
Occidente calculó mal. El 22 de septiembre de 2016, el Secretario de Estado, John Kerry hizo algunos comentarios off the record en la misión de Holanda en las Naciones Unidas. La transcripción de esa reunión, dada a conocer por WikiLeaks, revela el consenso general occidental sobre el conflicto sirio. Kerry indicó que los EEUU habían seguido el crecimiento del EI, y esperaban utilizarlo como moneda de cambio contra el gobierno de Assad. Al final resultó que, Assad recurrió a Irán y Rusia en busca de ayuda, y los rusos intervinieron directamente en septiembre de 2015 – acabando con cualquier posibilidad de un cambio de régimen en Damasco y de la conquista de Damasco por EI. Con Assad ahora a salvo, los rusos han empezado a reducir sus tropas, como una medida de confianza cara a la reunión de Astana.
En 2015, el gobierno turco comprendió que ni iba a caer al gobierno de Assad ni podía protegerse de las consecuencias de su propia intervención en Siria - los ataques del EI dentro de Turquía y una nueva guerra contra el movimiento de resistencia kurdo. El gobierno de Turquía atacó a sus críticos - que tenían mucho que criticar - y buscó un acercamiento con Rusia por razones económicas y políticas. Esta nueva alineación significó que Turquía tuvo que cerrar su frontera - utilizada durante mucho tiempo para reabastecer a los rebeldes en el norte de Siria-, lo que redujo sustancialmente la capacidad logística de los extremistas en Alepo. El gobierno sirio, que había esperado cuatro años, atacó con gran fuerza. Fue el cambio de alianzas de Turquía lo que permitió a Assad tomar Alepo.
El 5 de enero, el asesor de Seguridad Nacional de Irak se reunió con Assad en Damasco para discutir su lucha común contra el EI, al mismo tiempo que las fuerzas iraquíes abrieron la carretera de Haditha a Qaim, en la frontera entre Irak y Siria. Estas reuniones públicas, según un oficial del ejército egipcio de alto nivel que me informa, reflejan las relaciones más discretas entre los ejércitos de Egipto, Irak, Argelia y Siria. En noviembre, oficiales del ejército egipcio viajaron a Siria para restablecer unas relaciones muy debilitadas en los últimos años. Ahora Egipto está dispuesto a enviar fuerzas de paz “para ayudar a controlar el alto el fuego”. Mientras tanto, los gobiernos de Siria y Turquía se han reunido en secreto en Argelia durante los últimos cinco meses para mantener conversaciones sobre la situación del enclave kurdo-sirio en la frontera turca. Argelia defiende ahora abiertamente la restauración de la legitimidad del gobierno de Assad.
El final está lejos
La frustración de los extremistas no permitirá un final fácil a este conflicto. El endurecimiento de la violencia es la salida más esperada. Los ataques en Jordania, Arabia Saudí y Turquía - todos estos países acusados, con razón, de abandonar el levantamiento rebelde en Siria - seguirán siendo un problema grave. Irak, ya acostumbrado a la violencia desde la invasión ilegal de Estados Unidos en 2003, tuvo más de 6.000 civiles muertos el año pasado. A menudo el objetivo estratégico son los barrios y lugares religiosos chiítas con el fin de polarizar y alentar el sectarismo. Después de una serie de ataques en Bagdad, el líder sunita Sheikh Mahdi al-Sumaidaie, Gran Mufti de Irak, hizo un llamamiento el 5 de enero que tuvo un gran eco en todo el mundo árabe: "Confirmo que chiítas y sunitas se unirán y pedirán cuentas a todos los que los han traicionado, engañado y sacrificado en Irak". Fue una declaración de patriotismo surgida de la desesperación. A los extremistas les resultará difícil desgarrar esa unión.Al noroeste de Damasco se encuentra Souq Wadi Barada. El arroyo de al-Fija es una fuente crucial de agua para la capital. Distintos grupos extremistas han controlado esa fuente en los últimos años y al menos en seis ocasiones han cortado el suministro de agua a Damasco. La caída de Alepo ha dado lugar a nuevos combates en la zona, y el agua ha sido cortada, con la excepción de unos depósitos que controlan los militares sirios. Damasco se enfrenta a grandes dificultades. Hay negociaciones en curso para restablecer el suministro de agua. Cuando ocurra, demostrará que la reconciliación es posible en estas sociedades.
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