lunes, 25 de julio de 2016

La naturaleza, cada vez más incapaz de satisfacer las necesidades humanas

Guillaume Krempp, Viento Sur

La degradación de la biodiversidad es tan fuerte que el ser humano podría verse obligado a suplir numerosos servicios que presta la naturaleza, como la polinización. La alarma no la hacen sonar unos ecologistas opuestos a la destrucción de un humedal, ni miembros de la Liga de Protección de las Aves, inquietos por la desaparición de especies. Proviene de un estudio publicado en la revista Science, que concluye que el 58% de la superficie terrestre, habitada por el 71% de la población mundial, experimenta un descenso de la biodiversidad terrestre que merma la capacidad de los ecosistemas para satisfacer las necesidades humanas.

Según los 23 científicos internacionales que han procesado estadísticamente 2,38 millones de informes sobre la fauna y la flora terrestres, la diversidad de especies ha disminuido, en efecto, un 15,4 % en más de la mitad de las tierras emergidas. Para ser sostenible, la pérdida de biodiversidad no debe ser superior al 10%, de acuerdo con otro estudio publicado en Science en 2015. “Esta pérdida de biodiversidad, si sigue descontrolada, socavará a la larga los esfuerzos a favor de un desarrollo sostenible”, concluyen.

Tim Newbold, investigador especializado en el impacto humano sobre la biodiversidad en la University College of London y director de estos estudios, se muestra inquieto: “Las funciones de los ecosistemas se ven gravemente amenazadas por esta desaparición de especies. En muchas zonas, la intervención humana tendrá que sustituir pronto los servicios prestados por la naturaleza.”

Polinización, depuración de las aguas, generación de oxígeno…

Estos servicios de los ecosistemas son tan numerosos como vitales. No obstante, la polinización, la producción de los nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas, la depuración natural de las aguas y la generación de oxígeno se ven amenazadas por la mengua de la biodiversidad de los ecosistemas. El director del estudio duda de la capacidad del ser humano para imitar a la naturaleza mediante las innovaciones tecnológicas: “No creo que nadie pueda afirmar hoy que el ser humano es capaz de eso.”

Para Pierre-Henri Gouyon, investigador del Instituto de Sistemática, Evolución y Biodiversidad del Museo Nacional de Historia Natural, la cuestión no es saber si una opción u otra es realizable, sino si es deseable: “Sin duda podríamos sustituir las abejas por pequeños robots. Esto sería antes que nada menos eficaz y más costoso. Todo esto cuando podríamos preservar la biodiversidad y los servicios ecológicos que comporta. Sencillamente, no es el mundo en que deseo que vivamos.”

Esta erosión de la biodiversidad ha sido documentada desde hace tiempo por la comunidad científica. En 2009, un equipo internacional de investigadores, dirigido por Johan Rockström, definió nueve límites planetarios que no deben sobrepasarse/. El estudio trataba en particular de los umbrales que hay que respetar en materia de utilización del agua dulce, de contaminación química y de cambio climático. Constató ya una erosión de la biodiversidad que ponía en peligro los ecosistemas en que vive el ser humano.

Escala global

“La fuerza de este nuevo estudio radica sobre todo en la metodología empleada y la escala global que utiliza”, comenta Gouyon. El análisis abarca, en efecto, 39123 especies repartidas entre 18659 espacios terrestres. El equipo de Newbold tiene por tanto el mérito de haber realizado el primer cálculo de los efectos de la actividad humana en la biodiversidad a escala planetaria.

Otra originalidad del estudio es que ha tenido en cuenta la abundancia de las especies, un parámetro que permite observar con mayor precisión el número de individuos presentes en los medios naturales. “A medida que aumenta la defaunación [reducción del número de individuos entre las especies animales], esta precisión es una necesidad absoluta”, dice la filósofa del medio ambiente Virginie Maris. Los informes anteriores se basaban en la condición de las especies para deducir de ella el estado de la biodiversidad, de manera que a menudo se pasaba por alto la densidad menguante de las poblaciones animales.

Explotación de los suelos

A pesar de la existencia de estudios científicos cada vez más numerosos y precisos, la degradación del medio ambiente prosigue al mismo ritmo, en particular la explotación de los suelos, que destruye hábitats y biodiversidad. Según un informe sobre la utilización de las tierras del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, publicado en 2014, la demanda creciente de productos alimenticios comportará la conversión de 190 millones de hectáreas de tierras en superficie agrícola de aquí a 2020 en todo el mundo.

Para Newbold, es por tanto indispensable asegurar desde ahora una protección eficaz de la biodiversidad. “Aprovechamos gratuitamente servicios de los ecosistemas cuyo valor es astronómico”, recuerda. En 2014, un estudio realizado por el economista estadounidense Roberto Costanza concluía que el valor de estos servicios ecológicos globales asciende a 125 billones de dólares al año. “La relación del ser humano con el mundo natural no se limita a esta lógica económica”, lamenta de todos modos Maris. “La biodiversidad engloba asimismo un conjunto de valores culturales, estéticos y morales que sería más interesante profundizar para llegar a una protección real de los ecosistemas.”

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