lunes, 11 de enero de 2016

Los bancos centrales no tienen armas efectivas para luchar contra el mercado

Los últimos acontecimientos en los mercados mundiales están mostrando la dificultad que entraña para países pequeños intentar controlar su tipo de cambio. Ejemplos como México, Suecia, Suiza o Brasil muestran que en un entorno de creciente guerra de divisas, los daños colaterales son muy difíciles de evitar.

China y su devaluación del yuan ha sido la última medida que está generando quebraderos de cabeza a banqueros centrales de todo el mundo que tampoco pueden adaptarse a las subidas de tipos de interés de EEUU. En un entorno hostil, el tamaño importa. El caso de Suiza el año pasado, cuando aceptó su derrota poco después de que el BCE lanzará su estímulo-bomba y abandonó el techo que había establecido contra el euro, parece esperar también a otros países, tanto si lo que quieren es devaluar su moneda como si por el contrario quieren apreciarla para amoldarse, por ejemplo, al desplome de los precios del crudo.

Tanto los países como los inversores están reconociendo esta realidad. La firma Cantor Fitzgerald aseguraba que los esfuerzos de México para fortalecer el peso eran "fútiles", mientras que Citigroup apostaba por la corona sueca como oportunidad de inversión pese a los intentos de devaluación por parte del Riksbank. Mientras, funcionarios del banco central de Brasil reconocían que no había pruebas de que su programa de intervención estuviera afectando a la volatilidad del real.

"Hay un gran interrogante sobre la capacidad de los bancos centrales, particularmente los de economías pequeñas y abiertas, para influenciar realmente sobre el tipo de cambio con sus intervenciones", explica Ken Dickson, director de inversiones en divisas de Standard Life. Sobre Suecia añade que "es muy difícil que el banco central luche contra el mercado".

En este caso, la corona ha caído un 1% frente al euro desde que el Riksbank anunciara el 30 de diciembre su intención de intervenir, pero sigue subiendo frente a la mayoría de divisas. Los analistas consultados por Bloomberg también apuestan por una subida.

Suiza, el canario en la mina

"Es muy difícil para un banco central sostener un tipo de cambio artificial durante un periodo largo de tiempo. Lo vimos muy claramente en Suiza, de una forma muy alarmante y dramática: lo que pasa cuando estiras tu buena suerte durante demasiado tiempo. Generalmente es muy caro y no funciona particularmente bien", alerta Peter Rosenstreich, director de estrategia de mercados del banco suizo Swissquote.

Prácticamente se cumple un año desde que el Banco de Suiza se viera forzado a dejar de intervenir en el mercado para debilitar el franco por el alto coste que le suponía. A cambio, implementó una política mixta agresiva con ventas de francos y tipos de interés negativos, pero con escaso resultado: la moneda suiza está un 10% por encima de los 1,20 por euro que había fijado como tope. Su decisión provocó conmoción en los mercados, tal y como lo está haciendo la política de China ahora. Y podría haber más intervenciones.

La guerra de divisas, en la que se busca devaluar la divisa para impulsar las exportaciones, ha subido de intensidad con los movimientos de China. Sin embargo, a diferencia de lo que venía ocurriendo prácticamente desde el inicio de la crisis financiera, el objetivo de muchos países hoy es tratar de evitar un colapso de la moneda, fortalecerla.

Además, muchos bancos centrales han optado por no intervenir más para proteger sus reservas de divisas (el arma principal). Colombia, Brasil o México son algunos de los países que han intervenido o se lo están planteando para combatir la caída de sus monedas frente al dólar.

El Hotel Plaza y la coordinación

Ante la situación, vuelven a surgir las voces que piden un nuevo acuerdo global, como el que se alcanzó en 1985, el célebre Acuerdo del Hotel Plaza en el que EEUU y otras grandes potencias se coordinaron para devaluar el dólar. Jeffrey Frankel, profesor de Harvard, sostiene en una investigación realizada el año pasado que esa coordinación es la clave junto a la sorpresa para conseguir una intervención en el mercado exitosa.

En cualquier caso, tampoco garantiza el éxito si el mercado está determinado a enviar la moneda en la dirección contraria a la deseada. Por ejemplo, el esfuerzo conjunto en 2011 para devaluar el yen japonés tras el terremoto y el tsunami tan solo provocó leves caídas en la divisa, caídas que además se revirtieron a los dos meses.

"Hay episodios en los que la presión del mercado es básicamente superior que la voluntad o la capacidad de un banco central para luchar contra ella", sentencia Ulrich Leuchtmann, director de estrategia de divisas de Commerzbank. "La libra fue un buen ejemplo", añade al recordar lo ocurrido en 1992, cuando la divisa británica se vio forzada a abandonar el Sistema Monetario Europeo, precursor del euro, tras la apuesta del mercado, liderada por el famoso inversor George Soros, por un hundimiento de la libra.

Ese año, España también devaluó tres veces la peseta, y como diría el entonces ministro de Economía, Carlos Solchaga, "cuando la especulación arrecia, no hay banco central que aguante la sangría de divisas".
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Tomado de El Economista

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