Manuel Gari, Viento sur
En el Foro Económico Mundial celebrado los días 20 a 23 de enero en Davos-Klosters (Suiza) ha vuelto a cundir el pesimismo sobre las perspectivas económicas para el año 2016 y sobre todo para 2017. En la 45ª edición del popularmente conocido como “Foro de Davos” creado por Klaus Schwab en 1971 y que año tras año reúne a los hombres más ricos y poderos del planeta, ha hecho aparición de nuevo, como hace ocho años, el fantasma de la recesión. El inversor Nouriel Roubini que predijo la crisis de 2008, vuelve a advertir del riesgo. Unos días antes la corrupta Christine Lagarde desde el FMI había dado la voz de alarma respecto a la ralentización de la actividad económica.
En las sesiones de este conciliábulo que agrupa a una buena cantidad de canallas de la beautiful people financiera, industrial y política mundial se ha profetizado la “tormenta perfecta” contra el empleo a nivel mundial. En los próximos años, dicen, se perderán millones de puestos de trabajo en parte por el estancamiento económico y en parte por la anunciada Cuarta Revolución Industrial que supondrá la introducción de nuevas tecnologías “ahorradoras” de trabajo humano que, lejos de servir para acortar la jornadas de trabajo a las personas, tienen como función licenciarlas. ¿Alguna propuesta para evitarlo? ¿Alguna intervención de los poderes públicos para ayudar a su ciudadanía a afrontar el diluvio? Nada. Al contrario. Valga como ejemplo las palabras de Emma Marcegaglia, ex presidenta de Cofindustria y hoy presidenta la empresa pública italiana de hidrocarburos ENI: “Necesitamos menos regulación y más innovación en Europa”.
Por otra parte, los mercados de valores y derivados están viviendo un enero horribilis con caídas constantes en las principales bolsas del mundo (incluido el IBEX 35), particularmente las chinas. Los pequeños repuntes del pasado viernes en las bolsas occidentales y japonesa solo son, de momento, movimientos de vaivén propios de un tiempo de turbulencias.
El sistema financiero mundial que ha captado ingentes cantidades de recursos a costa de la inversión productiva, no ha logrado su estabilización. El riesgo de una nueva burbuja financiera no es despreciable. El sobre endeudamiento no es una mera herencia de un periodo precedente; al contrario, ha seguido creciendo en todas las regiones del mundo, tanto por parte de las administraciones públicas y de las empresas como de los particulares. ¿Quién sabe si no están incubándose nuevo terremotos bancarios y financieros?
Una nueva crisis se ceba ante nuestros ojos y no la vemos
¿Cómo se explica esto?, ¿no estábamos ya fuera de peligro? En la aparición de los inquietantes síntomas de que algo mal, existen causas de rabiosa actualidad que están teniendo un gran impacto. Son algo más que tormentas coyunturales, pueden llegar a tener un largo recorrido y suponen una profunda modificación del sentido de la marcha que llevaba la economía mundial en los últimos diez años en regiones clave de la economía de los primeros quince años del siglo XXI.Hay que constatar el frenazo del crecimiento de los países emergentes, excepto en la India. Tendencia verificable tanto en el resto de Asia como en América Latina pero también en Rusia o Sudáfrica. Resulta particularmente grave la situación en Brasil, locomotora del cono sur y potencia mundial, que está en plena recesión y arrastra una importante caída del PIB. Los BRIC ya no son la nueva estrella ascendente. Esta nueva situación de los países emergentes tiene un impacto negativo en el conjunto de la economía mundial. Por un lado incide negativamente en la economía de los países de la OCDE, pero por otro, la peor parte se la llevan los países emergentes ya que las relaciones entre las economías emergentes y las centrales vuelve a moverse en términos de subordinación en la división internacional del trabajo de las primeras -pese al importante peso que han adquirido- respecto a las segundas. El asunto es especialmente lesivo en el caso de las economías latinoamericanas.
La causa es compleja. Sus economías exportadoras se resienten del largo letargo de las principales economías de la OCDE -muy particularmente la de la UE- y de la caída de los precios de las materias primas y de forma particularmente determinante la caída sostenida de los precio del petróleo. Esta circunstancia significa una nueva fuente de inestabilidad mundial en lo que Martin Wolf ha denominado en el Financial Times “tensiones geopolíticas”. El desplome coyuntural y momentáneo del precio del crudo tiene, junto a la existencia de conflictos como el existente entre las potencias petroleras y regionales de Medio Oriente entre Irán y Arabia saudí, muy diversas causas. También ha influido una crisis del modelo energético mundial basado en el carbono, el frenazo de la actividad económica y la entrada en competición de otras fuentes de energía.
Punto especial requiere la situación de China. Más allá de la falta de fiabilidad de las estadísticas chinas, el gobierno se ha visto obligado a bajar las expectativas de crecimiento del PIB contenidas en 13º Plan Quinquenal aprobado hace tres meses en octubre de 2015. Ni siquiera la reciente devaluación del 5 % del yuan (renminbi) ha logrado, de momento, insuflar mayor competitividad a la economía para reactivarla. Con la devaluación la burocracia china intentaba mejorar una tendencia negativa: el comercio exterior en su conjunto ha bajado en 2014 un 7 %, pero en el caso de las importaciones la bajada ha sido del 13,2 % -asunto causado por varios motivos en los que no podemos entrar aquí- y las exportaciones descendieron un 1,8 %. Estos datos en una economía como la China significan un drama.
Lo que unido a la reciente crisis en las bolsas chinas (ver Tras las crisis bursátiles, un sistema que se fisura, de Charles-André Udry en http://www.vientosur.info/spip.php?article10873 ), a la masiva fuga de capitales que está conociendo, a los puntos vulnerables de su sistema financiero, a la ralentización del consumo interno, el gobierno chino está teniendo muchas dificultades para pasar de una economía manufacturera y de exportación a una economía con mayor peso de los servicios y la demanda autóctona tal como pretendía la burocracia. Ello ha significado el fin del idilio transpacífico con Estados Unidos en lo que se llamó Chinamérica, un motor turbo que durante años ha sido el eje de la economía mundial, lo que va a tener importantes implicaciones en el comercio, producción y finanzas mundiales.
Estamos ante un bucle infernal. Tal como afirma Michel Husson en su artículo Estancamiento secular: ¿un capitalismo empantanado?, publicado en http://www.vientosur.info/spip.php?article10200 : “El desarrollo de las "cadenas de valor global" se ralentiza en función del incremento de los costes salariales, sobretodo en China, y la ralentización del Norte debilita los modelos exportadores del Sur. Este último punto es particularmente importante en la medida en la que una buena parte de los incrementos de productividad realizados en los países emergentes eran captados por los países del Norte”.
¿Dónde va la Unión Europea?
La Unión Europea y su zona €uro no han logrado una articulación institucional capaz de impulsar una política económica, fiscal y presupuestaria coherentes y comunes. Son artefactos frágiles e inacabados. Ello se agrava en este preciso mes de enero con la crisis de dirección de las potencias hegemónicas (Alemania en primer lugar, pero también Francia) presas de sus problemas internos. El futuro inminente de la “soberanía económica europea” va a verse lastrado por el TTIP y el CETA que suponen un total cuestionamiento no solo de los derechos de los pueblos y de la capacidad de control de los Estados sino también del mismo proyecto de la UE como mercado regulado por normas decidas por sus instituciones.El Pacto de Estabilidad y Crecimiento funciona como capataz y látigo de los pueblos de Europa pero en absoluto ha logrado impulsar el relanzamiento sostenido de la economía, a la vez que la “Gobernanza” fiscal no logra su propósito declarado de controlar el déficit. Y sin embargo han supuesto un ataque a los derechos sociales, un deterioro de los servicios públicos y un tipo de redistribución de la renta a la inversa, ya que los flujos van de abajo arriba. Desde el inicio de la crisis, en todo el mundo -y también en la UE-, los recursos y la riqueza de las clases subalternas han disminuido pasando a manos de los sectores hegemónicos del capital industrial y financiero y de la oligarquía rentista (accionistas y obligacionistas) que ha visto reforzada su posición mediante la confiscación directa de las rentas salariales; política a cuyo servicio se han puesto las famosas “reformas estructurales” de los mercados de trabajo.
La política monetaria del BCE de “flexibilidades cuantitativas” está huérfana de una orientación de política económica. De ello es buena muestra la inanidad de la última comparecencia en rueda de prensa de Mario Draghi [Presidente del Banco Central Europeo] cuyo único mensaje fue seguir como en los últimos meses. El fondo de rescate bancario MEDE (Mecanismo europeo de estabilidad) y algunos de los propósitos expresados (y todavía no desplegados) para estabilizar el sistema financiero llevan un importante retraso y en caso de una agudización de la crisis bancaria portuguesa, pero sobre todo italiana, es difícil que puedan actuar para evitar el contagio en el “norte”. No hay que descartar una nueva crisis bancaria en la UE. No hay que descartar nuevos estallidos por la deuda que sigue en altísimos niveles tanto, la externa como la total y tanto la privada como la pública.
Por eso toda la lógica del Plan Juncker [Presidente de la Comisión Europea] es salvaguardar los muebles por encima de la Latitud: 48°35′02″ N. Incluso en los aspectos más inmediatos Juncker tiene dos varas de medir al aplicar la flexibilidad con el déficit público en los países ricos (Alemania por migraciones y Francia por el anti terrorismo) y en los PIGS [ grupo de países en los que UE considera que hay que incidir en los problemas de la deuda y el déficit público: Portugal, Italia, Grecia y el Reino de España].
O logramos un nuevo diseño de la UE y de sus políticas o la UE, empezando por el euro, acaban siendo no un acicate sino una rémora para el desarrollo de los pueblos que la componen. De ahí la importancia de adoptar iniciativas como la del Plan B que tendrá lugar en Madrid el próximo mes de febrero en la que, al igual que las reuniones celebradas en Paris o en Berlín, la ciudadanía contará con un foro compuesto por activistas sociales y representantes electos para las instituciones (Parlamento europeo, parlamentos estatales, autonómicos o municipales) y también por expertos en muy diversas materias que pondrán una primera piedra en la elaboración y popularización de alternativas a la Europa de la austeridad y el autoritarismo.
Los factores estructurales de la crisis
Lo arriba planteado adquiere sentido si analizamos el cuadro en su conjunto y levantamos el velo que impide apreciarlo. Como eslabón que une las diferentes crisis que ha vivido el capitalismo desde 1850 y que permite hoy conectar los problemas de los países emergentes con los de las potencias industriales imperialistas de Estados Unidos, Japón y la UE y darles coherencia, es preciso intentar abordar, aunque sea de forma sumaria, los elementos estructurales del propio funcionamiento del sistema capitalista.En un marco de sobreproducción podemos constatar que se da al mismo tiempo el agotamiento de los incrementos de productividad. En Europa y Japón, en 2013 ha tenido niveles inferiores a los de 1971, en EE UU a los de 1977 e incluso en los países emergentes, en los que se mantiene por encima de la de los países de la OCDE, han visto como decrecía desde 2007. El capitalismo no ha logrado una recuperación sostenida de la tasa de beneficios pese a los grandes aumentos de la tasa de explotación, lo que implica un recrudecimiento de la competencia entre las multinacionales y entre los países o regiones económicas. Producto del aumento de la tasa de explotación se ha producido desde 2008 un incremento de la desigualdad entre las clases sociales. A este respecto es muy importante extraer conclusiones políticas del reciente Informe de Oxfam sobre el aumento de la desigualdad en el reparto del ingreso y en el acceso a los bienes y recursos tanto en el país como en el plano mundial.
Por ello el capitalismo no logra poner las bases de una onda larga expansiva y se ve obligado a una permanente huida hacia adelante con las recetas neoliberales que impulsan la financiarización de la economía. No es este el lugar de analizar en detalle los posibles efectos de una generalización de la robotización, las nanotecnologías y las biotécnicas; solo apuntar que, en mi opinión, todavía no pueden ser los elementos materiales de una recuperación de largo aliento, como no lo han sido las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC), incluidas las distintas .com. Y conviene resaltar, pues se mantiene invisible, que el cambio climático es un factor muy negativo para la marcha de la economía. El calentamiento ya presente opera también en contra de la salida de la actual onda larga y sus efectos negativos en la economía mundial comienzan a palparse tras el aumento de los disturbios climáticos y la enorme pérdida de recursos naturales que comportan.
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