martes, 2 de septiembre de 2014

La nueva carrera transatlántica

Matthew Lynn, El Economista

A lo largo de la historia ha habido carreras transatlánticas épicas, como el cruce sin ayuda del Atlántico que se disputan los regatistas cada cuatro años.

En cualquier caso se trata de un concurso de navegación, fuerza y destreza, que enfrenta a cada marinero contra los elementos y la competición. Ahora mismo hay otra carrera transatlántica en curso, esta vez entre banqueros centrales. ¿Qué país subirá los tipos antes, Gran Bretaña o Estados Unidos?

Tanto el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, como la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, han estado haciendo cada vez más ruido sobre el fin de un quinquenio de dinero súper barato. ¿Quién moverá ficha primero? Por tres motivos, la apuesta inteligente recae en EEUU.

El Reino Unido se verá atrapado inevitablemente por la depresión que está anclada en la Eurozona. Y está entrando en ocho meses de inestabilidad política. Además, su recuperación está mucho menos enraizada. Ningún banquero central querrá ser el primero en subir los tipos porque no quieren que se les culpe de ahogar una recuperación que todavía parece peligrosamente frágil. Pero si alguien lo va a hacer primero, será Yellen y no Carney.

La especulación en los mercados gira sobre si los banqueros centrales van a poner fin a un quinquenio de dinero súper barato, que comenzó con la crisis financiera de 2008, y empezar a subir los tipos de interés. Una cosa está cada vez más clara: es una carrera de sólo dos caballos. El Banco de Japón no va a subir los tipos en un futuro próximo. La abenómics sigue en sus primeras fases y, en todo caso, es más probable que el banco se ponga a imprimir yenes otra vez que a subir los tipos de interés.

¿Y el BCE? Olvídense. La Eurozona se resbala rápidamente hacia la deflación y el crecimiento se ha detenido en seco. El único paso que va a dar ahora es lanzar su propia versión de la facilitación cuantitativa (una subida de tipos es tan probable como que el presidente francés François Hollande introduzca un tipo impositivo único). Los posibles movimientos

Es cierto que algunos bancos centrales muy pequeños podrían moverse antes. Nueva Zelanda ya ha subido sus tipos de interés. Ha habido cierta especulación sobre que Australia podría seguir sus pasos, aunque no lo ha hecho aún. Suecia y Noruega podrían tomar medidas, aunque los suecos salieron escarmentados por la subida de tipos anterior en el ciclo que tuvieron que revertir. Con todo el respeto del mundo, a casi nadie le importa lo que pase en Nueva Zelanda o Noruega. La medida sobre los tipos de interés que importa vendrá de una de las grandes economías.

Y quien mueva primero es importante. En los cinco últimos años, la economía global ha estado en territorio inexplorado. Con la excepción de Japón, los tipos de interés no habían estado tan bajos nunca. ¿Qué ocurre cuando se empiezan a subir de esos niveles? ¿Los mercados se lo toman con calma? ¿O se desploman y caen muertos al suelo? Es como ser el piloto de pruebas de un nuevo avión experimental. Los túneles de viento y simuladores por ordenador puede que digan que es seguro pero hasta que alguien lo suba al aire, nadie lo sabe.

Sea lo que sea lo que predigan los modelos económicos, hasta que no suban los tipos no podremos prever las consecuencias. Es mucho mejor si otro lo hace primero y nos brinda la oportunidad de aprender de su experiencia. En niveles de "emergencia"

¿Quién será, EEUU o el Reino Unido? Ambos países parecen haber pasado del punto en que los tipos necesitan mantenerse a niveles de "emergencia". El FMI prevé que la economía británica se expanda un 3,2% este año. El paro cae a un ritmo decente y los precios de la vivienda aumentan con fuerza. La inflación está controlada.Es cierto que los salarios reales siguen siendo muy débiles pero, aun así, cuesta ver la "emergencia". Según cualquier estándar histórico, la economía funciona perfectamente bien. A nadie se le ocurriría recortar los tipos con ese trasfondo.

Casi lo mismo ocurre en EEUU. La economía se expandió un 4% en el segundo trimestre del año. Es cierto que puede que no se sostenga pero el FMI prevé un crecimiento del 2% este año y de más del 3% el siguiente. El empleo es respetable. Se crean puestos de trabajo y, aunque el crecimiento salarial es invisible, la deuda cae y los precios inmobiliarios se recuperan.

Ha habido rachas más fuertes de crecimiento en EEUU pero, prácticamente como el Reino Unido, cuesta seguirlo viendo como una "emergencia". Sin embargo, es el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, quien se enfrenta a los obstáculos más formidables. Aunque dos miembros del Comité sobre Política Económica ya han votado a favor de una subida de tipos, hay tres factores que retrasarán la decisión.

Primero, el país se dirige hacia un periodo de inestabilidad política. El mes que viene, Escocia votará si quiere ser independiente. Si gana el sí, la libra se sumirá en el caos cuando los dos países intenten desenganchar sus finanzas. En mayo del año próximo habrá elecciones generales y, con las encuestas tan disputadas, el resultado podría estar muy reñido y acabar en otro Gobierno de coalición. Una subida de tipos sólo hará peor una situación inestable. Después, al Reino Unido le va a golpear la depresión de la Eurozona.

En total, el 18% de la economía británica se compone de exportaciones a Europa. Incluso Alemania ha entrado en punto muerto. Esa quinta parte de la economía estará en apuros y tirará del resto hacia abajo.

Por último, su recuperación está mucho menos arraigada. Puede que crezca más rápido que EEUU ahora pero se ha mantenido a flote por una rápida inflación del precio de la vivienda y la constante inmigración. El PIB per capita no crece nada y la vivienda no puede seguir subiendo de precio para siempre. Hay mucha espuma que puede salir volando fácilmente.

Los tipos tienen que subir en algún momento pero la fecha sigue siendo una apuesta tremenda. En estos momentos parece que será Janet Yellen la que tendrá que moverse primero y poner su reputación en juego.

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