lunes, 14 de julio de 2014

Cuatro tendencias que alterarán los mercados

Matthew Lynn, El Economista

Una variación de 30 o 40 puntos en el Dow, medio céntimo de subida del dólar contra el euro y vuelta a bajar, un par dólares en el precio del oro (perdidos rápidamente al día siguiente)... Desde todos los puntos de vista, los mercados se han vuelto menos volátiles este año que en ningún otro momento de la última década. Y sin embargo, es muy extraño. Durante la última década, la tendencia a largo plazo ha sido que los mercados se vuelvan más volátiles, no menos. En realidad, se trata de un respiro y no del fin de las tormentas. Hay cuatro grandes tendencias que harán saltar a los mercados más que una ardilla que acabe de beberse una Coca-Cola. ¿Por ejemplo? La tecnología, una crisis de los bonos en la Eurozona, el auge de los mercados fronterizos o el hundimiento de los beneficios corporativos. La pregunta es cuándo ocurrirá.

El S&P 500 no ha conseguido moverse más de un 1% en un día desde mediados de abril. El VIX, conocido como el índice del miedo porque mide la volatilidad futura prevista, está en sus mínimos históricos. Y no son sólo los títulos sino también las divisas. El índice global de volatilidad de divisas de JP Morgan Chase se hundió hace una semana en su nivel más bajo desde 1992. El índice de volatilidad BOE de los Tesoros estadounidenses cayó bruscamente el año pasado. Hasta los bonos griegos, que solían oscilar en puntos porcentuales de dos dígitos todo el tiempo, se comercian con mucha discreción por el momento.

La ilusión se ha desvanecido en cualquier mercado en que nos fijemos. Es cierto que los mercados tipo montaña rusa de los últimos treinta años, con sus bruscas oscilaciones entre la euforia alcista y bajista, no son necesariamente la norma histórica. Hace varios años, JP Morgan analizó las crisis y fijó una caída del 15% en el valor del índice S&P 500 a lo largo de un periodo de 15 días como su definición de crisis. En el periodo post 1946, sucedió una vez en 1962 y otra en 1987, pero después hubo que esperar hasta 2002. Alguien podía dedicar toda su carrera a las finanzas y sólo ver esa clase de volatilidad una vez en la vida.

De hecho, los mercados no siempre oscilan como un yoyó. Durante muchos años, pueden subir con firmeza y éste podría ser uno de esos periodos. Se dan muchas explicaciones de por qué es así. Algunos piensan que es un efecto secundario de la impresión de dinero por los bancos centrales; otros lo atribuyen al hecho de que hay menos empresas cotizadas que antes pero la pregunta más interesante es cuál podría ser el desencadenante para que los mercados volvieran a la montaña rusa.

Las cuatro grandes tendencias

Como he dicho, hay cuatro posibilidades. Una, la tecnología. Las operaciones informatizadas de alta frecuencia se llevan la culpa de gran parte de la volatilidad de la última década, incluidas las crisis relámpago. Una normativa más estricta y ordenadores más inteligentes podrían haberlo evitado pero sigue habiendo mucha innovación tecnológica en las finanzas, desde los préstamos entre iguales hasta la financiación en masa u operaciones basadas en las redes sociales. ¿Significa que los mercados son más seguros o peligrosos? Nadie lo sabe pero la última tanda de innovaciones ha creado mucha más volatilidad y sería precipitado asumir que ésta no lo haga también.

Dos, los bonos de la Eurozona. No hay que ser un genio de las finanzas para entender que algo muy raro está pasando en el mercado de bonos de la Eurozona periférica. Los rendimientos italianos han caído al 2,7%, a un pelo de los índices de EEUU. Los rendimientos españoles se sitúan en un 2,68% y los franceses en apenas un 1,6%, muy por debajo de lo que EEUU paga para pedir dinero prestado. Pero un momento... Todos esos países tienen un crecimiento de casi cero, unos índices espeluznantes de desempleo, deuda pública fuera de control y una moneda que les da pocas esperanzas de poder inflarse para salir de los problemas. Una hipoteca basura de Florida a nombre de un perro es una apuesta más segura. Como norma general, cuando los mercados sobrevaloran en exceso un activo, se avecinan grandes problemas. ¿Por qué ahora va a ser distinto?

Tres, los mercados fronterizos. Dado que casi todos los mercados emergentes tradicionales son en realidad países de renta media, con prácticamente los mismos problemas que sus colegas desarrollados, la acción real ha pasado a los mercados fronterizos de Oriente Medio, África y Asia central. No hay duda de los altos rendimientos potenciales aunque también conllevan riesgo. Si la volatilidad desciende, que nadie se lo diga a los agentes de Dubai, por ejemplo. Ha pasado de ser un mercado fronterizo a emergente este año, aunque eso no ha evitado una caída del 22% en junio. Si el mercado bajista se define como una corrección del 20%, Dubai ha visto ocho en los seis últimos años, cada una seguida de una euforia alcista de igual virulencia. A medida que los mercados fronterizos y emergentes cobren importancia, y seguro que lo harán, la volatilidad volverá.

Cuarto, una crisis de las ganancias corporativas. Los mercados no son más que un reclamo de ganancias corporativas. En la última década, la proporción del PIB en los rendimientos ha alcanzado máximos históricos. Supera el 10% del PIB en EEUU, frente a menos del 5% durante casi todos los ochenta. Cuando algo llega a su máximo histórico, sólo puede ir en una dirección: hacia abajo. Pero si los rendimientos caen, el mercado bursátil se irá con ellos y también los bonos corporativos. Sucederá muy deprisa. En realidad, la tranquilidad no es el estado natural de los mercados. Las bruscas oscilaciones regresarán pronto y el desencadenante más probable será una de esas cuatro tendencias.

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