María Igartua, El Confidencial
La elección del nuevo presidente del Banco de Inglaterra ha reavivado las teorías de la conspiración que giran en torno a Goldman Sachs. Y es que, el lobby por excelencia de la política y economía de Estados Unidos, está aprovechando la crisis europea para lanzar sus tentáculos hacia el Viejo Continente.
Uno, puede ser casualidad, dos coincidencia… pero a partir del tercer ex trabajador de Goldman que llegó a un alto cargo de poder empezaron a crecer las suspicacias entre propios y extraños hasta tal punto que en la prensa ya se habla de “el gobierno de Goldman Sachs en Europa”. Razones no faltan para sospechar cuando ya son varios casos que cumplen esta regla.
Mark Carney, el canadiense que se ha puesto al frente de la política monetaria de Reino Unido, ha dedicado trece años de su vida al banco de inversión en las oficinas de Londres, Nueva York, Tokio y Toronto. Entre otros cargos ocupó la codirección de departamento de riesgo soberano, lo que no deja de ser irónico teniendo en cuenta que la crisis europea viene dada por ahí y que, para más inri, Goldman Sachs ha contribuido de manera activa a la generación de la misma ayudando precisamente a Grecia a ocultar su déficit.
Y más llamativo aún resulta que Carney no se encontraba en la línea sucesoria del BOE. Sin embargo, el estallido del escándalo de la manipulación del Libor por parte de Barclays llegó este verano en un momento muy oportuno para quitar de la carrera al heredero natural de Merving King, el subgobernador Paul Tucker, que se vio salpicado por el fraude dada su cercanía a los directivos implicados.
Hay quien dice que las casualidades no existen. Pero en los últimos dos años el Viejo Continente no gana para sorpresas. No en vano, no lo fue menos la llegada de Mario Draghi, también ex Goldman, al sillón del Banco Central Europeo desde donde se ha convertido en el hombre más poderoso de Europa. No estaba en la agenda de Angela Merkel que el italiano llegara a regir la política monetaria de la Eurozona, saltándose el pacto no oficial de la alternancia del poder entre Alemania y Francia.
Pero el entonces presidente del Bundesbank, Axel Weber, dejó plantada a la canciller por "motivos personales" para acabar al frente de UBS y su otra baza, el economista jefe de la institución, Jüergen Stark, hizo lo mismo. Fue un accidente ¿o tal vez no?
Y es que los indicios que dan alas a la teoría de la conspiración son muchos. Si se coge el mapa de poder en Europa, hay varios destacados dirigentes que han servido en las filas de Goldman Sachs. Desde el presidente del Centro de Estudios Financieros de Alemania, Otmar Issing, pasando por el francés Antonio Borges, que hasta esta semana ha sido director del departamento europeo del FMI, el director de la Oficina de Deuda de Grecia, Petros Christodoulou, hasta llegar al primer ministro italiano, Mario Monti, puesto a dedo desde Bruselas en noviembre de 2011 tras la dimisión de Berlusconi.
Pero en el desarrollo de la crisis europea también han intervenido otros exgoldmans, como Lucas Papademos, que lideró el gobierno de unidad nacional en Grecia entre 2011 y 2012 hasta la llegada de Antonis Samarás el pasado mes de junio o Peter Sutherland fiscal general de Irlanda, que fue una voz destacada durante el rescate del país.
De hecho, en los mentideros económicos financieros hay elaborada toda una teoría que responsabiliza a Goldman de la crisis financiera de 2008 y de la de deuda que estalló con todo su esplendor en 2010 y que llega a nuestros días. Aseguran que el banco de inversión es uno de los grandes beneficiados de ambas hecatombes. No en vano, la mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino parecerlo y se estima que la entidad estadounidense ganó más de 4.000 millones de dólares en operaciones que han desembocado en el desastre actual.
Es más, tanto Draghi, como Monti, las mismas personas que ahora se erigen como los salvadores de la Unión, trabajaron, el primero como vicepresidente por Europa y el segundo como asesor en el mismo periodo en el que Goldman ayudó a Atenas a falsear las cuentas que han provocado el colapso de deuda de la Eurozona.
De hecho, el propio Lloyd Blankfein, CEO y presidente de Goldman Sachs, ha dejado en prensa perlas como: "hacemos el trabajo de Dios”, o “nuestros profesionales tienen que seguir haciendo lo que hacen. No estoy dispuesto a poner límites a su ambición”.
Todo un entramado estrechamente ligado al poder político y económico mundial que hace un año el periodista de Le Monde March Roche, puso sobre el papel en su libro Cómo Goldman Sachs dirige el mundo y por el que ganó el premio al Mejor Libro Económico, algo así como el Pulitzer financiero de Francia.
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