En medio de la conmoción causada por la dimisión de Jürgen Stark, economista jefe del Banco Central Europeo, y el inminente default de Grecia, se dio inicio hoy la cumbre del G7 en Marsella. Los jefes de Finanzas de EE.UU., Canadá, Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña y Japón, se reúnen bajo la intensa presión de emprender medidas que reaviven un flojo crecimiento económico en los países ricos y mitiguen la peor crisis de confianza en los mercados financieros desde la parálisis global del crédito. Francia, el país anfitrión del encuentro, ha pedido una respuesta coordinada del G7 ante la creciente ansiedad generada por la crisis de deuda en Europa y la fragilidad de sus bancos, que han causado importantes caídas de las bolsas en las últimas semanas.
Las diferencias entre los problemas económicos que enfrentan Estados Unidos, el Reino Unido y la eurozona complican la tarea, lo que significa que no se puede encontrar una solución que valga para todos. La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, dijo que los responsables políticos deben tener la convicción necesaria para hacer frente a los retos actuales, incluso con medidas no convencionales y advirtió de una consolidación fiscal excesiva en un clima de crecimiento titubeante.
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