martes, 4 de enero de 2011

Lecciones de la crisis de América latina de los años 80 para la crisis de Europa de hoy

Oscar Ugarteche presenta algunas analogías y diferencias entre la crisis económica que vivió América Latina en los años 80 y la crisis que vive Europa en la actualidad.

Hay analogías entre la crisis europea contemporánea y la latinoamericana de los años 80. En el presente texto presentamos una mirada desde el lado de los deudores latinoamericanos de lo que fue dicho proceso y de lo que se puede anticipar en la Europa actual. Algunos elementos son opuestos. América latina entró por un problema de balanza de pagos, Europa por uno fiscal. En Europa reventó la banca como efecto del credit crunch surgido en Estados Unidos, En América latina estalló la balanza de pagos y los tipos de cambio por un problema de tasas de interés internacionales. En Europa la crisis comienza con tasas de interés bajas que luego descienden rápidamente. En América latina fue con tasas de interés muy altas que aunque bajaron, se mantuvieron históricamente en niveles muy altos. En América latina la deuda era bancaria en notas con tasas interés variable (FRNs), en Europa la deuda es en bonos con tasas fijas. En Europa es un exceso de inversión privada en viviendas, en América latina es alta inversión pública.

Lo primero que se debe recordar es que la burbuja inmobiliaria europea no existió en América latina a inicios de los años 80. En la España moderna nunca se había visto una retracción sustantiva de precios. Lo que la crisis mostró es que los precios estaban inflados; que los bancos prestaban porque ese es su negocio y con garantía inmobiliaria no hay pierde; y cuando se cerró el crédito interbancario internacional, en la segunda parte del 2008, se produjo el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la banca se quedó enganchada con préstamos por valores mayores que el valor de los predios. El descenso de precios es desde entonces imparable. Los grandes bancos españoles rescatados no han quebrado entre otras cosas por sus inversiones en Latinoamérica, pero las cajas y otros entes financieros están en pésima situación. Este problema de sobredemanda de activos fijos privados con créditos no existió en América latina a fines de los 70 e inicios de los 80. No había un tremendo desequilibrio entre oferta de bienes y demanda de los mismos sino un proceso de inversión pública acelerado financiado con crédito barato desde el exterior que empujaba el crecimiento. Extraordinariamente no había grandes déficit públicos.

Los umbrales de endeudamiento público latinoamericanos estaban a inicios de los años 80 en el rango de 50% del PIB y casi todo era externo, por la poca confianza que había entonces en instrumentos de ahorro de largo plazo en moneda nacional debido a la alta inflación.(Reinhart, Rogoff y Savastano, “La intolerancia a la deuda”, Trimestre Económico , Vol LXXVI (4) No. 304, octubre diciembre 2009)(en inglés / http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=435482 ). Los umbrales de endeudamiento público de Gran Bretaña, Irlanda, Portugal, Italia, Grecia entre los más saltantes era en el año 2008 de alrededor de 100% del PIB. La lógica europea entonces era que la deuda alta se manejaba emitiendo deuda nueva sin riesgo cambiario. Como no hay historia moderna de cesaciones de pagos, no había riesgo soberano de importancia tampoco. Excepto, claro, por la deuda de la primera guerra mundial que Estados Unidos le perdonó a Europa, pero que Europa no se la perdonó a Alemania.

La crisis de América latina emergió cuando la tasa de interés estadounidense, para los fines del caso internacional, brincó a 20% tras la aplicación de la política de Paul Volker en el FED de contracción crediticia para contener la inflación, mientras la administración Reagan pisó el fierro fiscal a fondo para reactivar la economía. El brinco de la tasa de interés llevó consigo por efecto de cartera a una caída de los precios de los commodities – la inversa de lo que ocurre ahora–. La causa de la crisis en ambos casos es exógena a la economía nacional. En la europea de inicios del siglo XXI lo detonó el crédit crunch que impidió que las cosas se manejen como siempre; en la nuestra, que nos pusieron una zancadilla. En Europa había un exceso de oferta de vivienda privada; en América latina, estados inversionistas.

Lo interesante sin embargo es la entrada del FMI como actor. En América latina ingresó para rescatar a países cuyas balanzas de pagos, por las razones dichas, entraron en déficits masivos. Hay los que argumentan que eso estuvo bien porque obligó a equilibrar las cuentas fiscales y externas aceleradamente. Sólo que como había un problema de deuda externa, el apoyo a la balanza de pagos se convirtió en requisito para cada restructuración de la deuda. En cada vuelta de negociaciones, una vez al año, se hacía un ajuste para abajo de salarios y se recomendaba una reducción del gasto público con un aumento de impuestos. Esto se hizo en nueve ocasiones entre 1982 y 1990 dejando el empleo y los salarios en una situación lamentable, y produciendo un fenómeno de emigración económica indeseado.

Los ajustes de los salarios y la contracción de la inversión pública derivó en una contracción de la inversión privada y de esta forma lo que era un problema de tasa de interés internaciónal dado un nivel de deuda al inicio no muy significativo, se transformó en una depresión económica y niveles de endeudamiento públicos muy altos. Los remedios generaron una enfermedad que luego sí fue atendida correctamente.

El Secretario del Tesoro Brady en 1989, decidió que sería una buena idea reducir los saldos de la deuda, inflada durante cada refinanciación, a condición de que se llevaran a cabo reformas estructurales. Léase, la privatización de los bienes públicos y la liberalización absoluta de todos los mercados. Esto se hizo incluso a costa de golpes de Estado, como en el Perú, donde el paquete de reformas del Banco Mundial fue aprobado por el autócrata el 67 de abril de 1992, al día siguiente del golpe. Al final, la deuda fue una palanca para cambiar la lógica de acumulación de capital dentro de los países.

En Europa la entrada ha sido por el recorte fiscal para permitir el rescate bancario. Tras el credit crunch y con altos niveles de deuda pública en el PIB, hay que “rescatar” a la banca. Se entiende que a la banca acreedora. Como se sabe es a los banqueros y como también se sabe, si no los rescatas, otros bancos compran los activos, pero de eso no se trata. Tampoco se trata de nacionalizar los bancos para impedir que esto se repita, sino de hacer negocios en el plano financiero. En general las políticas de ajuste terminan en una reducción de la participación de los salarios en el PIB y un aumento de las ganancias financieras para beneficio del 1% de los más ricos del mundo –(véase la columna de Marco Schwartz, 27/12/2010, blogs.publico.com.es/versión libre). Ya que se desmantelen los sindicatos, los salarios se vean reducidos en su participación en el PIB y desaparezcan empresas públicas de todo orden, las reformas y los ajustes habrán terminado. Paul Rathbone del Financial Times dice conreferencia a América latina de los años 80, que “Tomó varios años (n.a. a los banqueros) darse cuenta que contraer salarios y encoger las economías era incoherente con la capacidad de pagar las deudas íntegramente.” (http: // www.ft.com/cms/s/0/ac9b6954-0d33-11e0-82ff-00144feabdc0.html*ixzz19L9ePh6P ). Los gobiernos perdieron los grados de libertad para tomar decisiones económicas restringidos por una condicionalidad del FMI que privilegió el servicio de la deuda y que derivó en lo que se llama metafóricamente “la década perdida”. Entonces entró el plan Brady y no antes.

Mientras tanto en Grecia, Irlanda y España van por el segundo ajuste y en Italia y Gran Bretaña por el primero. Feliz año nuevo.
Ciudad de Mèxico, 27 de diciembre, 2010

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Oscar Ugarteche es Investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM, Mèxico. Publicó Teoría y Practica de la deuda externa en el Perú, IEP, Lima 1980; El Estado Deudor: la economía politica de la deuda: Perú y Bolivia 1965-1984, IEP, Lima 1986; y recientemente Historia critica del FMI, IIEC-UNAM serie breviarios, 2009. Ha publicado ampliamente sobre deuda externa entre las décadas del 70 y 90 y es autor entre otras cosas de La genealogía de la arquitectura financiera internacional, Bergen 2007. Fue consultor de UNCTAD en la década del 80 sobre temas de deuda externa.

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Tomado de Rebelión

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