viernes, 11 de julio de 2025

La historia oculta de la lucha de clases en el Imperio romano

La Antigua Roma era una sociedad rígidamente jerárquica en la que la élite gobernante despreciaba a cualquiera que hiciese trabajo manual. Sin embargo, los trabajadores romanos encontraron formas de resistir la explotación mediante huelgas y otras formas de acción colectiva.

Una entrevista con Sarah Bond, Jacobin

La lucha de clases no es un invento moderno: existe hace miles de años, y la dinámica social de la Antigua Roma es buen ejemplo de ello. Sarah Bond, profesora de historia en la Universidad de Iowa y autora de Strike: Labor, Unions, and Resistance in the Roman Empire nos cuenta cómo se organizaron los miembros de las clases trabajadoras romanas para exigir mejores condiciones de trabajo a las élites del imperio.
- Cuando escribes sobre la historia del Imperio romano desde el punto de vista de las personas que no pertenecían a la élite social romana, ¿cuáles son los principales retos con los que te encuentras a la hora de hallar material con el que trabajar?

-Lo más difícil es que todas las fuentes que tenemos, salvo algunas menciones en la literatura, proceden de papiros, inscripciones y grafitis. Muchas de estas fuentes no son narrativas, en el sentido de que nunca tuvieron la intención de contar una historia completa ni de servir como biografías de personas.

La forma en que accedemos a la historia desde abajo es principalmente a través de estos pequeños vestigios del pasado que nos permiten vislumbrar la vida de la gente común. Pero esos cientos de papiros y las aproximadamente 3200 inscripciones sobre temas como las collegia (asociaciones) romanas nunca tuvieron la intención de contar la historia completa. Parte de esto implica volver a una especie de mosaico que proporciona una historia y una narrativa más amplias. Es difícil tomar todos estos pedazos y entramarlos para formar una narrativa coherente de Roma.

La historia desde abajo puede proporcionarnos muchas microhistorias, pero convertirla en una macrohistoria más amplia es todo un reto, porque las pruebas en sí mismas se presentan en fragmentos que no necesariamente nos dan una visión completa. Se necesita un historiador imaginativo para intentar reunir todas las pruebas y crear una especie de historia a partir de ellas.

- Cuando hablamos del Imperio romano, es obvio que duró varios siglos y abarcó un vasto espacio geográfico, con fronteras que fueron cambiando con el tiempo. ¿Podemos generalizar sobre la naturaleza del trabajo y las condiciones sociales de la mayoría de la población que vivía bajo el dominio romano? ¿Cuáles fueron algunas de las principales tendencias y patrones que podemos identificar?

- Es muy difícil generalizar sobre cada trabajador o sobre el conjunto de la población activa, pero es importante comprender tendencias como el trabajo servil. Hubo un gran incremento de la mano de obra esclava especialmente en el siglo II a. C., durante la República romana, y siguió aumentando hasta bien entrado el siglo II d. C. Estudiar el trabajo esclavo en particular es muy importante para comprender las reacciones dentro de la población activa y las condiciones de trabajo.

Pero además de tener bien presente la esclavitud, que en lugares como Italia podía alcanzar hasta el 25% de la población activa, también debemos analizar otros aspectos, como la manumisión: ¿qué tipo de individuos eran manumitidos de su condición de esclavas para poder integrarse en la sociedad como ciudadanos?

Podemos ver que la esclavitud aumentó, al igual que la manumisión, desde el periodo de la República tardía hasta los inicios del Imperio. Pero, en general, es importante comprender que la élite romana siguió teniendo prejuicios sobre el trabajo manual, que eran muy perniciosos y se plasmaron en la legislación, la literatura y la forma de tratar a los trabajadores individuales.

Había muchos prejuicios contra lo que en griego se denomina trabajadores banausoi, es decir, los trabajadores manuales. Tenían que luchar constantemente contra la idea de que quienes trabajaban con las manos lo hacían por el quaestus, que en latín significa beneficio. Se consideraba que si vivías para el quaestus, creando cerámica, trabajando en una mina o como obrero de la construcción, lo que te impulsaba era el deseo de obtener beneficios y un salario, y no, por ejemplo, el amor por la literatura o por tu país.

Aunque no podemos decir que todos los trabajadores fueran x o todos fueran y, había millones de artesanos y trabajadores manuales diferentes en todo el Mediterráneo que trabajaban con sus manos y luchaban contra una forma de prejuicio desde arriba. Este provenía de personas como los senadores y los ecuestres, que representaban alrededor del 1,5% de la población total.

Eran ellos quienes a menudo expresaban por escrito reacciones muy estereotipadas y sesgadas hacia los artesanos, personas como Cicerón o Juvenal, o incluso los juristas del derecho romano, que hablaban de los trabajadores de forma muy negativa. Y aunque no puedo generalizar y hablar de todos los trabajadores de la antigua Roma, lo cierto es que existía un gran orgullo entre los propios trabajadores, que tenían que luchar contra los prejuicios de la élite que se prolongaron durante muchos siglos.

- Si pensamos en la ciudad de Roma en sí, la idea de una división entre patricios y plebeyos es un tema familiar. La gente podría pensar en la obra de Shakespeare Coriolano, por no mencionar las primeras palabras del Manifiesto comunista. ¿En qué medida esa imagen de la división entre patricios y plebeyos se basa realmente en hechos, y cómo se compara esa separación con las fracturas de clase de la época moderna?

- En el Manifiesto comunista se hace hincapié en algo llamado «batalla de órdenes». Se trata de una lucha que se prolongó durante más de doscientos años entre dos grupos de personas llamados patricios y plebeyos. Karl Marx y Friedrich Engels pensaban que los plebeyos constituían una clase, un grupo de personas que compartían relaciones comunes con el trabajo y los medios de producción. Esa sería la idea moderna de clase.

Sin embargo, lo que sabemos hoy sobre los plebeyos es que realmente no constituían una clase en el sentido marxista. Los plebeyos procedían de diferentes niveles económicos y tenían diferentes formas de trabajar y servir a la República romana. Debemos entender que los plebeyos y los patricios eran en realidad grupos con sus propias jerarquías y divisiones internas.

Los patricios eran los patres originales, las familias que existían en Roma cuando se fundó la ciudad, mientras que los plebeyos eran todos los demás. No se trataba de un único grupo económico. No todos los plebeyos eran pobres, ni todos eran ricos, ni formaban lo que podríamos considerar un grupo intermedio. No había cohesión en términos de experiencias laborales comunes o de una relación compartida con los medios de producción.

Cuando observamos la lucha de los órdenes, Marx y Engels tenían razón al afirmar que había personas en el grupo plebeyo que decidieron negarse a prestar servicio militar como forma de conseguir mejores condiciones laborales y asegurarse representación en el gobierno, por ejemplo como magistrados. Estaban utilizando la acción colectiva de una forma muy atractiva para los filósofos y teóricos marxistas.

Sin embargo, al mismo tiempo, tenían diferentes razones para negarse a trabajar, ocupar la colina del Gianicolo o negarse a servir en el servicio militar. Es importante hablar de los patricios y los plebeyos porque son conocidos por muchas personas que han leído sobre la lucha de los órdenes. Pero cuando hablamos de los plebeyos, se trata de una categoría que abarca desde los oficiales militares de alto rango hasta los agricultores más pobres que en aquella época estaban sometidos a la servidumbre por deudas. No era en absoluto un grupo de personas con intereses económicos similares

- ¿Qué proporción de la población activa estaba compuesta por personas esclavizadas? ¿Variaba esa proporción con el tiempo? ¿Cuáles dirías que eran las implicancias de la esclavitud, incluso para aquellos que no habían sido esclavizados?

- Los esclavos procedían generalmente de la expansión romana y de los prisioneros capturados por el ejército. Pero a sus filas se sumaban también aquellos que vivían en hogares y tenían hijos nacidos en esclavitud dentro de un domicilio romano. Sabemos que alrededor del 60% de los esclavos de este vasto imperio, que en su apogeo contaba con unos 70 millones de habitantes, trabajaban en el ámbito rural, mientras que el resto lo hacía en el ámbito urbano.

Si nos fijamos en los habitantes de las ciudades, nueve de cada diez probablemente serían manumitidos en el futuro, pero solo uno de cada diez esclavos agrícolas rurales lo sería. Había una gran diferencia entre trabajar en el campo o en un contexto doméstico, como profesor de niños, por ejemplo, o como taquígrafo, bibliotecario o niñero. Todos esos trabajos tenían al menos una mayor posibilidad de manumisión, lo que no valida en modo alguno la esclavitud ni la hace éticamente correcta, por supuesto. Pero en un mundo agrícola en el que se trabajaba constantemente en el campo, ser esclavo significaba que, con toda probabilidad, pasarías casi toda tu vida esclavizado.

Había tensión entre los trabajadores esclavos del mundo agrícola y mucha animadversión hacia los esclavos que trabajaban en el ámbito doméstico. Pero, en general, Roma era una sociedad esclavista que dependía en gran medida de la mano de obra esclava para prosperar. Los ciudadanos de Roma, especialmente en Italia y en la propia ciudad de Roma, dependían mucho tanto de los esclavos como de las personas libres para realizar gran parte del trabajo manual que ellos mismos no querían hacer.

- Hablas del papel de las asociaciones como vehículo de acción colectiva entre la población trabajadora de la antigua Roma. ¿Cuál era la naturaleza de esas asociaciones en sus diversas formas y cómo funcionaban como vehículos de acción colectiva?

- Las asociaciones existían en todo el Mediterráneo durante el periodo comprendido entre la muerte de Alejandro y la coronación de Carlomagno. Tenemos constancia de unos 3200 tipos diferentes de grupos y asociaciones. Todas tenían características y fines diferentes, y recibían muchos nombres distintos.

El nombre más popular era collegium, del que proviene la palabra moderna «colegio», pero también tenemos otros nombres como ecclesia en griego, por ejemplo. Todos son nombres diferentes para grupos de personas que se reunían para adorar a un dios, para servir (por ejemplo) como carpinteros o plateros, o para enterrar a los muertos.

Es como hoy en día, que las personas pertenecemos a diferentes grupos con los que nos identificamos. Se puede pertenecer a varios grupos. A veces, esos grupos se activan como entidades políticas y, otras veces, son simplemente grupos de amigos que se reúnen en el bar local para tomar vino o cerveza.

Los romanos no eran diferentes. Les encantaba pasar tiempo en compañía, les encantaban los clubes. Pero mi libro se centra en la idea de que, en determinados momentos, estos colegios podían utilizar sus capacidades colectivas y sus especialidades para conseguir mejores salarios o un mejor entorno de trabajo, así como para mejorar su estatus dentro de la ciudad en la que vivían. Al igual que los sindicatos modernos, los colegios podían utilizar su experiencia y su carácter profesional para conseguir mejores contratos o ciertos beneficios especiales del emperador.

- ¿Podría darnos algunos ejemplos de acciones colectivas y protestas populares a lo largo de la historia romana?

- Las pruebas de que disponemos sugieren que las huelgas y las acciones colectivas no eran tan habituales en el mundo antiguo como lo son hoy en día. No quiero promover la idea de que todos los días había una huelga a gran escala. Pero en determinados periodos, tenemos evidencias de que grupos tanto formales como informales utilizaban su poder y su necesariedad para el Estado para intentar mejorar sus condiciones laborales.

El ejemplo más famoso es el que ya hemos comentado: la lucha de los órdenes y las diversas secesiones de la plebe. Esas secesiones eran boicots con otro nombre. Aunque el término «huelga» no se acuñó hasta el siglo XVIII, podemos ver en la Antigüedad las mismas formas de comportamiento que asociamos con las huelgas y los boicots. Los plebeyos se aprovecharon del hecho de que eran necesarios para que el ejército romano expandiera el imperio romano. Se retiraron en estas secesiones en varias ocasiones: hubo cuatro, cinco o quizás incluso seis secesiones, dependiendo del autor que se lea.

También analizo algunos ejemplos menos conocidos de huelgas y acciones colectivas alrededor del año 200 d. C. En la ciudad de Éfeso, tenemos el caso de unos panaderos a los que el gobernador de Asia les dijo que tenían que dejar de reunirse como facción. Se les dijo que no podían retener el pan y que tenían que mantener el orden en la ciudad. Podemos deducir de la inscripción que nos cuenta este episodio que los panaderos probablemente estaban subiendo el precio del pan o reteniendo su pan para conseguir mejores precios o un mejor contrato con el gobierno romano.

En ese caso, el gobernador de Asia intervino y les dijo: «Tienen que dejar de comportarse como una asociación». Al parecer, estos panaderos intentaban aprovechar su monopolio sobre el pan, que representaba una parte muy importante de las calorías que consumían la mayoría de los romanos, que comían pan todos los días. Las autoridades les decían que no podían retener colectivamente el pan ni subir los precios. Hemos vivido un periodo de hiperinflación mundial, por lo que probablemente todos podamos empatizar con el gobernador al intentar que los panaderos no subieran los precios para obtener más dinero y mejores contratos. También tenemos papiros que nos cuentan de qué modo las mujeres y las trabajadoras esclavas de los talleres textiles de Egipto, por ejemplo, practicaban huelgas. Se negaban a trabajar hasta que no conseguían salarios más altos. Incluso grupos informales de trabajadores textiles que quizá no se habían unido en un colegio formal podían decidir que iban a hacer una huelga.

El ejemplo más significativo del libro es probablemente algo que ocurrió a finales del siglo III, cuando los trabajadores de la casa de la moneda bajo el reinado de Aureliano se negaron a acuñar monedas y se encerraron en la casa de la moneda romana. Estaban reteniendo algo muy importante: las monedas de oro, plata y bronce que circulaban como medio de pago en el mundo romano.

Es importante señalar que no solo los trabajadores modernos y los sindicatos son capaces de aprovechar el poder de la acción colectiva en beneficio de sus propios intereses. La economía antigua no era en absoluto primitiva, sino una economía de mercado integrada. Los trabajadores de esa economía a menudo conocían su valor y sabían que tenían la capacidad y los conocimientos necesarios para retener su trabajo y así mejorar su situación en el futuro.

- Si pensamos en los conflictos sociales del mundo antiguo, el episodio más conocido es probablemente la revuelta liderada por Espartaco. ¿Cómo se desarrolló esa revuelta y qué legado dejó para los periodos posteriores de la historia romana?

- La rebelión de Espartaco es sin duda la más conocida de todas las rebeliones que han tenido lugar a lo largo de la historia del mundo antiguo. En su contexto, se entendió como un intento de repeler a un agitador llamado Espartaco, originario de la zona de Tracia. En el año 73 a. C., lideró una rebelión desde su escuela de gladiadores en el sur de Italia.

Este es un punto que la película de Stanley Kubrick de 1960 capta muy bien. La familia del gladiador era la unidad social más pequeña de estas tropas de gladiadores. Las familias de gladiadores eran esencialmente tropas esclavas que tenían sus propias jerarquías internas. Espartaco activó su propia tropa y entraron en la cocina, utilizando utensilios para iniciar el desafío original contra el campamento de gladiadores.

Comenzaron a viajar por las regiones de Italia hasta la zona del Vesubio, luego al norte, hacia los Alpes, y luego de nuevo al sur. Cada vez más personas se unían a esta pequeña tropa que había iniciado la revuelta. Estamos hablando de un cambio de entre siete y cuarenta personas en esta pequeña familia a alrededor de cien mil siguiendo a Espartaco en la rebelión.

Quiero hacer aquí una clara diferenciación entre muchos de los episodios que cuento en el libro y la revuelta liderada por Espartaco, porque el objetivo final de Espartaco no era volver al trabajo. No planeaba volver a la escuela de gladiadores y conseguir salarios más altos de sus captores. Su objetivo final, y el de los cien mil esclavos que le seguían, era conseguir su propia libertad.

Al mismo tiempo, también hay que tener en cuenta que no buscaban la abolición de la esclavitud en todo el Mediterráneo. No tenemos pruebas de que esa fuera una de sus reivindicaciones. Simplemente querían liberarse y no volver nunca más a la esclavitud. El hecho de que los collegia pudieran negarse a trabajar para volver finalmente a sus puestos era una táctica muy diferente a una rebelión en busca de la libertad, cuyo objetivo final era la libertad.

Aunque Espartaco no tuvo éxito, cuando terminó la guerra en el año 71 a. C., había sembrado el terror en toda la República romana. Temían que estos gladiadores pudieran convertirse en milicias altamente eficaces si se unían y formaban lo que hoy llamaríamos un ejército. Esto era especialmente amenazador para los senadores de Roma.

Como resultado, comenzaron a desintegrar las diversas tropas y escuelas de gladiadores, alejándolas de la ciudad de Roma para que fueran menos amenazantes. Es muy importante comprender la rebelión de Espartaco, no solo porque inspiró otras rebeliones a menor escala en todo el Mediterráneo, sino también porque creó un espectro que siguió acechando a los senadores. El temor de los senadores era que, si había una tropa de gladiadores demasiado grande o si alguna tropa caía en manos del político equivocado, pudiera ser utilizada como milicia y guardia personal, algo que de hecho ocurrió más adelante en la historia de la República.

- La historia posterior del Imperio romano nos muestra el auge del cristianismo, inicialmente como secta ilegal y más tarde como fe oficial. ¿Qué implicancias tuvo el cristianismo en la forma en que la gente pensaba sobre el trabajo y sobre el orden social en general?

- Muchos de los cristianos que fueron elevados a altos cargos después de que Constantino promoviera el estatus del cristianismo y ayudara a oficializarlo procedían de entornos romanos muy tradicionales. Seguían teniendo los mismos prejuicios hacia el trabajo manual que existían antes.

Sin embargo, podemos ver algunos cambios en los tipos de trabajo que se permitían dentro del Imperio Romano. Por ejemplo, se empezó a prohibir el trabajo sexual, porque las ideas cristianas sobre el tema eran muy diferentes de las ideas romanas anteriores, que consideraban que debía ser legal. Los burdeles eran bastante comunes en las ciudades romanas. Ese es el mejor ejemplo de cómo el cristianismo cambió el trabajo.

También surgieron nuevos tipos de trabajo en lugares como los monasterios, donde tanto los monjes como las monjas trabajaban con sus manos. Se creía que el trabajo manual al servicio de Dios y de la piedad era mucho más aceptable que el trabajo manual en busca del beneficio individual.

Muchas de las ideas del cristianismo comenzaron a filtrarse en la filosofía del trabajo que se estaba imponiendo en el Imperio romano tardío. A los monjes se les eximía de realizar trabajos banales porque lo hacían para Dios, del mismo modo que se consideraba que los artistas del mosaico que trabajaban en las iglesias recién construidas magnificaban la gloria de Dios.

Muchos clérigos seguían menospreciando a lo que hoy llamaríamos obreros, y desde luego no promovían la idea de que los trabajadores debían ocupar los escalones más altos de la Iglesia cristiana. El esnobismo hacia los trabajadores que veíamos en personas como Cicerón se perpetuó hasta bien entrado el Imperio romano tardío y también durante la Alta Edad Media.

Nos encantaría creer que el cristianismo cambió la percepción del trabajo y que ahora todo el mundo iba a ser curtidor (como el apóstol Pablo, por ejemplo, que era curtidor). Pero la realidad es que muchos de los prejuicios y el esnobismo que existían antes se perpetuaron hasta bien entrado el periodo medieval y más allá.

- Si miramos la historia de la Europa medieval y moderna, podemos encontrar varios ejemplos de personas de las clases pobres y trabajadoras que imaginaban un tipo de sociedad completamente diferente, sin propiedad privada. A menudo se referían a los textos cristianos y a la historia temprana del cristianismo para apoyar esa visión. ¿Hay alguna evidencia de ese tipo de pensamiento milenarista en la antigua Roma?

- Con frecuencia, las pruebas que tenemos en relación con la filosofía del trabajo provienen de la literatura de la élite. Tenemos ejemplos de personas de las clases más pobres que imaginaban un tipo de sociedad diferente, pero la mayoría de ellos no participaban en rebeliones contra el Imperio romano y no escribían mucho sobre sus sentimientos o sus planes. Sin embargo, en varios momentos de la historia romana hubo peticiones al emperador que nos dicen mucho sobre la sociedad y las condiciones que muchos trabajadores deseaban. Tenemos varias peticiones de finales del siglo II d. C. Provienen de África y de personas que hoy llamaríamos campesinos.

Se dirigían directamente al emperador para pedirle que mejorara sus condiciones y que no los diera por sentado, ya que eran ellos quienes producían el grano para el pan gratuito que se repartía en Roma, Constantinopla y otros lugares. Cuando observamos peticiones como esas, u otras dirigidas al emperador por los tecniti de Dionisio, por ejemplo, nos dan a entender que estaban orgullosos del trabajo que realizaban y que querían que cambiara el trato que recibían por parte de las élites.

Podemos ver rebeliones individuales que se contaban por cientos, y a veces por miles, durante el periodo de la Antigüedad tardía, de personas como las facciones circenses de Constantinopla. Pero, en general, no obtenemos mucha información directamente de la gente sobre la sociedad ideal que hubieran deseado tener.

Sin embargo, muchos de los epitafios de artesanos y trabajadores nos dicen que creían en lo que hacían y que amaban el estatus que tenían, no solo como artesanos, sino dentro de su colegio. Muchos de ellos mencionaban el hecho de que pertenecían a asociaciones profesionales, de modo que, aunque no pudieran alcanzar el estatus dentro del Imperio romano, podían lograrlo dentro de su club o asociación individual.

Una de las cosas importantes de estudiar los colegios es reconocer que proporcionaban una oportunidad de prestigio y estatus a una escala menor. Eso daba a las personas un sentido de identidad y de sí mismas que nunca podrían haber alcanzado en todo el Mediterráneo romano. Estas personas nunca iban a ser senadores o ecuestres. Pero podían convertirse en presidentes de su club o secretarios de su colegio.

- ¿Qué esperas que cambie la percepción que tiene la gente de la historia romana gracias a tu investigación?

- Una idea que intento introducir en mi libro es que la historia comparativa es muy importante. En la década de 1980, Moses Finley, historiador de la Antigüedad y teórico de la economía romana, se reunió con un hombre llamado Orlando Patterson, que sigue siendo profesor emérito de sociología en Harvard. Tomaron un café juntos en Cambridge y hablaron de un libro que Patterson estaba escribiendo, titulado Slavery and Social Death.

Ese libro se convirtió en una obra muy importante para nuestra comprensión de la esclavitud, porque Patterson analizó sesenta y seis sociedades esclavistas diferentes y dijo: «Estas son las similitudes, estas son las continuidades, estos son los matices y estas son las diferencias». Su estudio de la muerte social reunió en un mismo foro a historiadores de la premodernidad, la Edad Media y el mundo moderno.

Lo que pretendo con este libro no es que veamos en cada collegium un sindicato, porque no era así. Quiero animar a la gente a que se reúna y mantenga conversaciones sobre el mundo antiguo y el mundo moderno. Con demasiada frecuencia, los economistas modernos piensan que la historia con la que deben comprometerse comienza con la revolución industrial y avanza a partir de ahí.

Introducir la historia romana en el debate y afirmar que los trabajadores romanos tenían la capacidad de comportarse de manera similar a los sindicatos modernos es una forma de crear puntos en común. Pero también es una forma de comprender el comportamiento y la experiencia vital de los trabajadores, así como las formas en que la acción colectiva puede beneficiarnos hoy en día.


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