lunes, 28 de julio de 2025

Israel ha hecho de Gaza un infierno en la Tierra

¿Cuánto tiempo más vamos a seguir viendo cómo Israel mata de hambre a los niños y masacra a civiles que buscan comida antes de que los líderes políticos occidentales pongan fin a esta locura?

Seraj Assi, Jacobin

A más de veinte meses del inicio del genocidio, Israel ha convertido Gaza en un infierno en la Tierra. Este infierno no es obra de Dios, ni un desastre natural, ni una fuerza mayor: es una catástrofe provocada por seres humanos, orquestada por Israel, financiada y armada por Estados Unidos, y celebrada por las élites políticas de Occidente.

Durante cinco meses infernales, Israel ha impuesto un bloqueo total sobre Gaza, impidiendo toda entrega de alimentos a una población de dos millones de palestinos que muere de hambre, casi la mitad de ellos niños, y condenando a cientos a una muerte lenta y agonizante. Insatisfecho con el hambre forzada a gran escala, el ejército israelí llevó a cabo casi a diario el equivalente de la masacre ocurrida cuando buscaban harina, asesinando a más de mil palestinos que intentaban conseguir comida. El miércoles, más de cien organizaciones internacionales de ayuda y derechos humanos hicieron un llamado urgente a los gobiernos para que actúen de inmediato en Gaza, donde más de 100.000 niños enfrentan una muerte masiva inminente si esta barbarie continúa.

La catástrofe humanitaria es tan atroz que altos funcionarios de la ONU han abandonado su habitual tono moderado para emitir condenas indignadas y cargadas de emoción. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, reprendió a la comunidad internacional por ignorar el sufrimiento del pueblo palestino en Gaza, lo que calificó como una «crisis moral que desafía la conciencia global».

«No puedo explicar el nivel de indiferencia e inacción que vemos en buena parte de la comunidad internacional: la falta de compasión, de verdad, de humanidad», dijo Guterres a los participantes de la asamblea global de Amnistía Internacional.

Mientras tanto, la retórica genocida continúa emanando de las más altas esferas del liderazgo israelí, con un ministro que aseguró que Israel está «corriendo para borrar Gaza del mapa». La locura genocida incluye incluso una versión israelí del video de Gaza de Donald Trump, con una distopía generada por inteligencia artificial que muestra una Gaza étnicamente limpia, dominada por una Trump Tower brillando sobre un paisaje despoblado.

El expresidente Trump volvió a celebrar públicamente la limpieza étnica de Gaza. En una entrevista reciente, pidió abiertamente a Israel que la lleve a cabo, culpando prácticamente a los propios palestinos por su muerte. Le dijo a Israel que «termine el trabajo» en Gaza.

La complicidad estadounidense en el genocidio de Gaza va mucho más allá de financiar y armar a Israel con el beneplácito bipartidista. Informes recientes revelan que Israel y la administración Trump coordinan un plan para expulsar a los palestinos de Gaza, que podría incluir su traslado forzoso a países como Etiopía, Indonesia y Libia: un viejo sueño sionista tan antiguo como el propio Estado de Israel, ideado por líderes como Moshe Dayan y Levi Eshkol, que contemplaba transferir a los refugiados palestinos de Gaza a países del norte de África (la llamada «Operación Libia»), o incluso a América Latina por vía aérea (el plan de Moshe Dayan). «Todo Gaza será judía», prometió recientemente un ministro israelí.

Europa no está actuando mucho mejor. Durante más de veinte meses, la clase política occidental se ha negado a contener el impulso genocida de Israel en Gaza. El reciente reconocimiento del Estado palestino por parte de Francia, sin tomar medidas concretas e inmediatas para frenar el genocidio y el hambre forzada en Gaza, es un gesto vacío, especialmente frente a lo que el exjefe de ayuda humanitaria de la ONU describió como «el crimen más grave del siglo».

Los líderes británicos parecen convencidos de que Israel puede actuar con total impunidad y sin consecuencias contra los palestinos, mientras que Alemania no tiene reparos en hacer que los palestinos paguen por sus propios crímenes pasados contra el pueblo judío, en una repetición espantosa de atrocidades anteriores. O como escribió Hans Frank, gobernador nazi de la Polonia ocupada, en su diario: «Que condenemos a 1,2 millones de judíos a morir de hambre debería anotarse solo como un detalle marginal».

Durante décadas, los líderes occidentales han mirado para otro lado ante la opresión del pueblo palestino por parte de Israel, negándose a condenar la ocupación, el bloque a Gaza y el apartheid en Cisjordania, marcado por la constante expropiación, la desaparición cotidiana de la existencia palestina, la deshumanización, el desplazamiento forzado, la violencia desatada de colonos, la tortura sistemática y otras injusticias indescriptibles que culminaron en el genocidio de Gaza.br />
Según el derecho internacional, provocar hambruna mediante un bloqueo constituye un crimen de guerra, un crimen de lesa humanidad y un acto de genocidio. Existe un consenso global que considera que los bloqueos son «bárbaros y medievales» y propios de una etapa más oscura de la historia humana. Sin embargo, desde hace casi dos décadas, Israel mantiene un bloqueo devastador y asfixiante sobre Gaza sin enfrentar consecuencias.

Este bloqueo brutal e inhumano —el más prolongado en la historia moderna— ha sido sostenido y naturalizado con el apoyo y la bendición de Occidente, cuyos líderes se han acostumbrado a ver a los palestinos confinados en campos de concentración rebalsados de refugiados, encerrados en un enclave diminuto como ovejas acorraladas para el sacrificio, bajo bombardeos constantes, invasiones y desplazamientos repetidos. Si Gaza ya era inhabitable antes del genocidio, ahora es «peor que el infierno en la Tierra», según el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja.

El genocidio en Gaza es el más documentado de la historia. A futuro, los historiadores se preguntarán cómo fue posible que semejante horror ocurriera en este siglo supuestamente ilustrado: cómo el mundo civilizado lo observó en tiempo real, transmitido por las propias víctimas, y no hizo nada para detenerlo. Como dijo James Elder, portavoz de UNICEF: «Gaza ha batido todos los récords de la humanidad para sus capítulos más oscuros. Ahora la humanidad debe escribir con urgencia un capítulo distinto».

El horror del genocidio en Gaza no radica solo en que se haya permitido, sino en que se haya permitido durante tanto tiempo —mucho más que la mayoría de los genocidios recientes— con el respaldo persistente de las potencias occidentales. El genocidio de Srebrenica, del que este mes se cumplen treinta años, se desarrolló en unos pocos días de julio de 1995 y provocó una rápida intervención occidental. En cambio, el genocidio de Israel en Gaza ya ha provocado al menos diez veces más víctimas que el de Srebrenica, sin generar una reacción internacional proporcional. A ello se suma la complicidad del mundo árabe, cuyos líderes ven en la resistencia palestina una amenaza existencial.

En Matadero cinco, el escritor estadounidense Kurt Vonnegut describió el bombardeo de Dresde —ocurrido hace ochenta años y que duró dos noches— como la «mayor masacre de la historia europea». Cuesta imaginar qué diría sobre la masacre incesante de Gaza, que se desarrolla ante nuestros ojos desde hace casi dos años, sin final a la vista. Ya pasaron los días en que la huelga de hambre de un preso palestino generaba indignación global. Hoy, el nuevo umbral establecido por Israel y sus aliados es que un Estado paria puede matar de hambre a un pueblo entero y seguir ocupando su asiento en las Naciones Unidas.

Durante veintiún meses, las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, han permitido que Israel profundice cada día su barbarie en Gaza, sin conceder siquiera la dignidad de una simpatía humanitaria al pueblo palestino. Lo siguen haciendo incluso cuando esta destrucción, respaldada por Occidente, amenaza con llevar al colapso todo el orden global y el legado moral de la posguerra. Permanecen impasibles ante el absoluto desprecio de Israel por los principios más básicos de la justicia internacional, convirtiendo a Gaza, en palabras de una destacada abogada palestina de derechos humanos, en «el cementerio del derecho internacional».

Este holocausto debe detenerse ahora. La humanidad misma está en juego. Como dijo Philippe Lazzarini, director de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA): «Hagamos del “nunca más” una realidad. Si fallamos con los palestinos en Gaza, es probable que también les fallemos a otros en el futuro».


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin