jueves, 19 de junio de 2025

300 kilogramos de uranio robado y el programa nuclear secreto de Israel


Editorial Mente Alternativa

El programa nuclear de Israel nació entre robos encubiertos, engaños a Estados Unidos y un pacto de silencio que perdura hasta hoy. Desde la década de 1960, la inteligencia estadounidense sabía que el reactor de Dimona, en el desierto del Néguev, no tenía fines pacíficos. Ya en 1967, fuentes israelíes informaron a la embajada estadounidense que la planta de procesamiento de plutonio estaba operativa o a punto de alcanzar su capacidad máxima. Los analistas de la CIA concluyeron que Israel se encontraba a solo semanas de fabricar su primera bomba nuclear.

Los informes oficiales dejaron constancia de que Israel engañó sistemáticamente a Estados Unidos sobre Dimona. Pero lo más escandaloso fue el robo de más de 300 kilogramos de uranio enriquecido procedente de la planta NUMEC en Pensilvania entre 1957 y 1978. La planta, dirigida por Zalman Shapiro, mantenía estrechos vínculos con Israel, y fue visitada por espías israelíes como Rafi Eitan, implicado en operaciones encubiertas.

El subdirector de la CIA, Carl Duckett, lo dejó claro: el consenso interno en la agencia era que el uranio desaparecido fue desviado para alimentar el programa nuclear de Israel. La confirmación política llegó en 1969, cuando Richard Nixon y Golda Meir sellaron un pacto secreto: Israel no revelaría su condición nuclear ni realizaría pruebas, y Estados Unidos toleraría su arsenal. Así nació la política de “ambigüedad nuclear” que aún se mantiene.

Israel nunca firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, rechazó inspecciones y condicionó sus alianzas militares a preservar el secreto de su programa atómico. Para 1974, la CIA ya estimaba que Israel poseía entre 10 y 20 armas nucleares. Todo esto se corroboró en 1986, cuando Mordechai Vanunu reveló al mundo que Dimona producía suficiente plutonio como para fabricar entre 100 y 200 bombas nucleares, e incluso armas termonucleares.

Las cifras actuales sitúan el arsenal nuclear israelí entre 90 y 200 cabezas, con capacidad para ser lanzadas a distancias de hasta 6.500 kilómetros mediante misiles Jericó. Además, en 1982, satélites estadounidenses identificaron en Dimona una probable instalación para fabricar agentes químicos nerviosos, lo que confirma que el programa de Israel no solo es nuclear, sino también químico.

Esta es la historia silenciada del programa nuclear de Israel, sostenida por décadas de engaños, pactos secretos y complicidades en Washington.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin