viernes, 19 de marzo de 2010

La revaluación del yuan chino puede ser un boomerang para la economía mundial

Paul Krugman, y el gobierno de Estados Unidos, han realizado una formidable campaña para que China revalúe su moneda argumentando que éste es el mayor problema de la economía actual: la subvalorizada moneda asiática, como si la precariedad de los equilibrios no fuera ostensible en todo el planeta. En Taking on China, Krugman señala:

Las tensiones van en aumento sobre la política económica de China, y con razón: la política de China de mantener su moneda, el renminbi, infravalorado se ha convertido en un lastre significativo para la recuperación económica mundial. Hay que hacer algo.
En la actualidad, China está sumando más de $ 30 mil millones al mes a su tesoro de 2,4 billones dólares en reservas. El FMI estima que China tendrá un superávit corriente de más de 450.000 millones de dólares en 2010, 10 veces la cifra de 2003. Esta es la más distorsionada política cambiaria que cualquier país importante ha seguido.
Y es una política que perjudica gravemente el resto del mundo. La mayoría de las economías están atrapadas en una trampa de liquidez, profundamente deprimidas, e incapaces de generar una recuperación mediante la reducción de las tasas de interés ya que las tasas están cerca de cero. China, por su superávit comercial injustificado, impone un anti-estímulo a estas economías, que no pueden compensar.

Krugman sostiene que el Departamento del Tesoro de EE.UU. debe emitir, por Ley, un informe dos veces al año que de cuenta de las naciones que “manipulan el tipo de cambio entre su moneda y el dólar para obtener una ventaja competitiva desleal en el comercio internacional”. Según Krugman, este informe debe ser una determinación de hechos y no una declaración política.

Si bien es cierto que catalogar a China como un país “manipulador” de su moneda es algo probable, lo cierto es que la historia dice otra cosa. El factor clave que lleva a Estados Unidos a presionar a China para apreciar su moneda es la dilatación del déficit comercial que pasó de 84.000 millones de dólares el año 2000, a casi 230.000 millones el año 2009. Y los estudios demuestran que cuando China revaluó el yuan en casi un 20% entre 2005 y 2008, el déficit se incrementó en forma más acelerada para Estados Unidos. Esto demuestra que una apreciación del yuan produce un aumento mayor del déficit en lugar de disminuirlo.

Otro aspecto a tener en cuenta es que una revaluación del yuan sobre el dólar encarecerá los productos chinos, y dado que muchos de los productos chinos constituyen la materia prima o el insumo de importantes productos estadounidenses (asientos de automóviles, pantallas de iPhone, placas electrónicas, etc, etc), y también de la cadena de suministro global (es cosa de preguntar a Wal Mart) la medida se traducirá en un incremento de los precios. Es decir, la revaluación del yuan tendrá un efecto en la inflación global. De ahí que esta revaluación sea un arma de doble filo. Con implicancias dolorosas para el resto del mundo.

Por eso que cualquier medida que se aplique en el tipo de cambio yuan/dólar, debe ser lo suficientemente cautelosa para evitar una ampliación de los desequilibrios. La gradualidad de este proceso también inquieta a China: debe evitar el impacto socialmente desestabilizador que le provocará la reducción de la demanda externa por bienes chinos que resultarán más caros al resto del mundo. En síntesis, el fuerte déficit estadounidense no se resolverá a la velocidad que espera Paul Krugman.

Enlace a este artículo en El Blog Salmón

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