El Occidente dirigido por Estados Unidos es incapaz de reconocer ningún «Plan B» y, por otra parte, comprende que el «Plan A» resulta físicamente infranqueable por la existencia de innegables contrapoderes. Esta situación sólo produce una tendencia obstinada, la de trabajar para hacer desaparecer esos contrapoderes internacionales.
Andrea Zhok, l'antidiplomatico
En el marco político internacional que caracteriza esta fase histórica, hay un factor que me parece sumamente preocupante. Se trata de la combinación, en el mundo occidental, de 1) un factor estructural y 2) un factor cultural. Intentaré esbozar los aspectos básicos de esto de forma deliberadamente esquemática.
1.- El Factor Estructural
Es sabido que Occidente ha adquirido una posición hegemónica mundial en los últimos tres siglos. Lo ha hecho gracias a ciertas innovaciones (europeas) que le han permitido aumentar decisivamente la producción industrial y la tecnología militar.
Durante el siglo XIX, Occidente impuso sus leyes, o contratos, a prácticamente todo el mundo. Algunas partes del mundo, como América del Norte y Oceanía, han cambiado radicalmente su configuración étnica, convirtiéndose en asentamientos estables de poblaciones de origen europeo. Los imperios asiáticos de miles de años de antigüedad se encontraron en un estado de protectorado, colonia o sometimiento. África se convirtió en una fuente de mano de obra y materias primas gratuitas.
Todo esto ocurrió a la luz de un modelo económico que estructuralmente necesitaba un crecimiento constante para mantener su funcionalidad, incluida la paz interna.