Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada
Informar no es tarea fácil. El periodismo de guerra es, tal vez, el más complejo. Inmerso en una batalla sicológica, está destinado a crear una opinión pública sumisa, acorde con los objetivos militares. Hoy, se ha decidido que Venezuela es un objetivo militar estratégico para Occidente. Una guerra entre el bien y el mal. Democracia versus dictadura. En esta guerra todo vale. Hasta el Vaticano se ha decantado. La Iglesia se siente amenazada y decide apoyar a los responsables de la violencia callejera, pero comprometidos con Dios, la familia y la moral católica. El papa Francisco se quita la careta, se decanta por la oposición, que ha quemado, baleado a trabajadores, mujeres y niños. Lo mismo hizo la Iglesia en Chile con el gobierno de Salvador Allende, en 1973. Apoyó el golpe. Luego vendrían las lágrimas y los arrepentimientos. Era tarde. Miles de ciudadanos habían sido detenidos, torturados y asesinados. El argumento es siempre el mismo: la fe está en peligro y la amenaza a los católicos.
El periodismo y los medios de información pertenecientes al establishment de los distintos países del bloque occidental han tomado una decisión: retrotraer a Venezuela a los tiempos del neoliberalismo, la economía de mercado y el pacto interoligárquico. Sin excepción, desde esta trinchera fundamentalista, alteran hechos, crean acontecimientos y fomentan el odio hacia el pueblo venezolano contrario a dichas posiciones y que sólo quiere vivir en paz. La última elección a la Asamblea Nacional Constituyente lo demuestra, pero la declaran ilegal y un fraude de ley. No aportan argumentos, salvo violencia, el sabotaje y la sedición golpista.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
domingo, 6 de agosto de 2017
sábado, 5 de agosto de 2017
"Carnicería americana": EEUU consumido por las drogas
Raúl Zibechi, Sputnik
La crisis sanitaria que emerge en Estados Unidos es apenas la punta del iceberg de problemas mucho más profundos y de carácter estructural. Dos de ellos parecen insoslayables: la hegemonía del capital financiero y la ambición por mantenerse en el primer lugar en el mundo mediante el uso y abuso de su poder militar.
Aunque es un tema bien conocido, la máxima autoridad económica estadounidense, Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal, alertó que la epidemia de muertes por drogas está trastocando el mercado laboral al punto que las industrias no encuentran personal calificado para cubrir vacantes. Yellen compareció ante el Senado de los EEUU a mediados de julio, donde afirmó que "la industria manufacturera tiene dificultad para dar con aspirantes con la preparación adecuada para desempeñar sus funciones" aunque, paradójicamente, el sector capacitado de la población "no se moviliza porque los salarios son bajos".
La tasa de participación laboral de los estadounidenses se encuentra al mismo nivel que en la década de los 70, hace casi medio siglo, en gran medida por "la adicción de los jóvenes en edad de trabajar a los opiáceos". La funcionaria encontró tres razones para esa verdadera epidemia, que mata más personas que el pico del sida, alcanzado en 1995. Los jóvenes consumidores no se forman porque abandonan sus estudios. En segundo lugar, el consumo de opiáceos y otras drogas los apartan cada vez más del mercado de trabajo. En tercero, se registra una elevada tasa de suicidios y muertes por sobredosis, en gran medida por depresiones, en regiones que sufren problemas económicos y desocupación.
La crisis sanitaria que emerge en Estados Unidos es apenas la punta del iceberg de problemas mucho más profundos y de carácter estructural. Dos de ellos parecen insoslayables: la hegemonía del capital financiero y la ambición por mantenerse en el primer lugar en el mundo mediante el uso y abuso de su poder militar.
Aunque es un tema bien conocido, la máxima autoridad económica estadounidense, Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal, alertó que la epidemia de muertes por drogas está trastocando el mercado laboral al punto que las industrias no encuentran personal calificado para cubrir vacantes. Yellen compareció ante el Senado de los EEUU a mediados de julio, donde afirmó que "la industria manufacturera tiene dificultad para dar con aspirantes con la preparación adecuada para desempeñar sus funciones" aunque, paradójicamente, el sector capacitado de la población "no se moviliza porque los salarios son bajos".
La tasa de participación laboral de los estadounidenses se encuentra al mismo nivel que en la década de los 70, hace casi medio siglo, en gran medida por "la adicción de los jóvenes en edad de trabajar a los opiáceos". La funcionaria encontró tres razones para esa verdadera epidemia, que mata más personas que el pico del sida, alcanzado en 1995. Los jóvenes consumidores no se forman porque abandonan sus estudios. En segundo lugar, el consumo de opiáceos y otras drogas los apartan cada vez más del mercado de trabajo. En tercero, se registra una elevada tasa de suicidios y muertes por sobredosis, en gran medida por depresiones, en regiones que sufren problemas económicos y desocupación.
La humanidad ya consume los recursos de 1,7 veces el planeta
El ser humano consume ya los recursos producidos por 1,7 veces el planeta (2,4 en el estado español), advirtió el pasado dos de agosto WWF. Esta organización conservacionista y Global Footprint Network han señalado la importancia de la fecha, ya que muestra el creciente impacto de la actividad humana sobre el medio natural. Si en 1997 el ser humano consumió a finales de septiembre el equivalente a los recursos anuales que la naturaleza puede regenerar; en 2016 la fecha se adelantó al ocho de agosto y en 2017, al día dos del mismo mes. Es el denominado “Día de la Sobrecapacidad de la Tierra”, que avanza año a año en el calendario.
Global Footprint Network destaca las emisiones de carbono como principal componente de la “huella ecológica” humana en el planeta, que además ha registrado un significativo aumento en las últimas décadas: pasó del 43% en 1961 al 60% en 2012 (el resto de componentes evaluados son tierras de cultivo y pastoreo, zonas de pesca, superficie forestal y suelo urbanizado). La causa principal de este predominio es el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural). Además de ser el principal factor de la “huella ecológica” a escala mundial, las emisiones de carbono lo fueron en 145 de los 233 países evaluados en 2012, según el informe de WWF “Planeta Vivo. Riesgo y resiliencia en el antropoceno” (2016).
En un artículo titulado “El planeta entra en números rojos”, la organización conservacionista destaca acciones cotidianas al alcance de cualquier ciudadano para retrasar el “Día de la Sobrecapacidad de la Tierra”. Por ejemplo, la reducción del uso del automóvil. Sin embargo, las tendencias son poco halagüeñas. La Organización Mundial de Constructores de Automóviles (OICA) informa que la producción global de vehículos aumentó un 5% en 2016 respecto al año anterior, lo que supone 94 millones de coches, vehículos comerciales y autobuses fabricados en 2016. China mantiene un rotundo liderazgo. Además, en 2014 se superó la cifra de 1.200 millones de automóviles circulando por el planeta.
viernes, 4 de agosto de 2017
¿Porqué los pobres votan a la derecha?
Tras cada nueva elección, la misma sensación de sorpresa. ¿Cómo explicar que una masa de electores pobres se desplace a las urnas para aportar su apoyo a los mismos que proponen en primer lugar reducir los impuestos de los ricos. En su prefacio al libro de Thomas Frank, Pourquoi les pauvres votent à droite ? (Porqué los pobres votan a la derecha?), Serge Halimi da elementos para analizar esta paradoja que está lejos de ser solo americana o francesa.Serge Halimi, Viento Sur
En noviembre de 2004, el Estado más pobre de los Estados Unidos, Virginia Occidental, reeligió a George W. Bush con más del 56% de los votos. Luego no ha dejado de apoyar a los candidatos republicanos a la Casa Blanca. Sin embargo, la New Deal había salvado a Virginia Occidental durante los años 1930. El Estado permaneció como bastión demócrata hasta 1980, hasta el punto de votar entonces contra Ronald Reagan. Sigue siendo aún hoy un feudo del sindicato de mineros y recuerda a veces que “Mother Jones” figura del movimiento obrero americano, tomó parte en él. Entonces, ¿Virginia Occidental es republicana? La idea parecía tan estrafalaria como imaginar ciudades “rojas” como Le Havre o Sète “cayendo” en manos de la derecha. Justamente, esta caída se ha producido ya… Pues la historia americana no deja de tener resonancias en Francia.
Más que en Virginia Occidental, Thomas Frank ha investigado en su Kansas natal. La tradición populista de izquierdas fue también viva allí, pero su desaparición es más antigua. Allí ha visto como se cumplía el sueño de los conservadores: una fracción de la clase obrera procura a éstos los medios políticos para desmantelar las conquistas arrancadas anteriormente por el mundo obrero. La explicación que Frank plantea no es solo -no estrictamente- religiosa o “cultural”, ligada al surgimiento de cuestiones susceptibles de oponer dos fracciones de un mismo grupo social -hay que pensar por ejemplo en el aborto, el matrimonio homosexual, la oración en las escuelas, la pena de muerte, el tema de las armas de fuego, la pornografía, el lugar de las “minorías”, la inmigración, la discriminación positiva… Cuando el movimiento obrero se deshace, la lista de estos motivos de discordia se alarga. Luego la vida política y mediática se recompone alrededor de ellos. La derecha americana no ha esperado a Richard Nixon, Ronald Reagan, George W. Bush y el Tea Party para descubrir el uso que podría hacer de los sentimientos tradicionalistas, nacionalistas o simplemente reaccionarios de una fracción del electorado popular. Recurrir a ellos le parece tanto más ventajoso en la medica en que opera en un país en el que los impulsos socialistas han permanecido frenados y el sentimiento de clase menos pronunciado que en otras partes.
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jueves, 3 de agosto de 2017
Los ciudadanos griegos no ven la luz al final del túnel
Helena Smith, The Guardian /El Diario
"Ya hemos dejado atrás las peores etapas de la crisis". Panaghiota Mourtidou, la jovial fundadora de un grupo de voluntarios, le ha dado muchas vueltas a esta afirmación, pronunciada días atrás por el primer ministro griego. Aunque ya han pasado unos días desde que Alexis Tsipras considerara oportuno hacer estas declaraciones, la voluntaria sigue mostrando su desconcierto. "Es obvio que los políticos no conocen la realidad de la calle –afirma–, porque lo cierto es que la situación no podría ser peor".
Han pasado cuatro años desde que the Guardian habló por primera vez con Mourtidou. En esa ocasión, preparaba paquetes de comida en el Club Solidario donde ella y otros ciudadanos concienciados ayudaban como voluntarios. Se ponían delante de la sede local del Partido Syriza. Por aquel entonces, la voluntaria, votante de izquierdas, creía que Tsipras y Syriza, un partido que era considerado radical, eran los únicos que podían salvar Grecia y evitar el colapso económico.
Tsipras prometió poner fin a las medidas de austeridad. Su puño en alto y su discurso apasionado consiguieron conectar con el sentimiento de justicia de la mujer. En el verano de 2013, cuando faltaban casi 18 meses para que ganara las elecciones, el político era "la gran esperanza, la gran promesa de un futuro mejor".
Brexit y la rueda de la fortuna
Alejandro Nadal, La Jornada
Corre el rumor de que el único proyecto que nunca fue aprobado por la reina de Inglaterra fue la monumental rueda de la fortuna sobre el río Támesis, casi enfrente del parlamento. Para los puristas en arquitectura, el artefacto no es la mejor parte de la silueta de Londres, pero para las nuevas generaciones ya es tan parte del paisaje urbano como el Big Ben.
Pero así como la fortuna le sonríe a algunos y a otros les desfavorece, los funcionarios encargados de negociar la salida del Reino Unido de la Unión Europea están descubriendo lo complicado y costoso del proceso. El contraste entre la rueda de la fortuna en Londres y el Brexit es que a la reina no le ha quedado más remedio que dar el visto bueno para que la señora Teresa May formara un gobierno de minoría y comenzara las duras negociaciones para definir los términos de la salida de la Unión Europea (UE).
Esas negociaciones tienen varios senderos posibles. En uno de ellos, por ejemplo, el Reino Unido buscaría mantener una relación económica con la UE sin perder soberanía y sin estar sometida a la legislación de la unión. La pretensión sería conservar los privilegios de las relaciones comerciales actuales, pero sin tener que respetar la norma europea en materia de tránsito de personas, migración y sin someterse a la Corte europea de justicia. Claramente es la opción que prefieren la confederación de industrias y las cámaras de comercio del Reino Unido. Pero las negociaciones para un convenio comercial nuevo llevarían más de los dos años que contempla el artículo 50 del Tratado de Lisboa.
Corre el rumor de que el único proyecto que nunca fue aprobado por la reina de Inglaterra fue la monumental rueda de la fortuna sobre el río Támesis, casi enfrente del parlamento. Para los puristas en arquitectura, el artefacto no es la mejor parte de la silueta de Londres, pero para las nuevas generaciones ya es tan parte del paisaje urbano como el Big Ben.
Pero así como la fortuna le sonríe a algunos y a otros les desfavorece, los funcionarios encargados de negociar la salida del Reino Unido de la Unión Europea están descubriendo lo complicado y costoso del proceso. El contraste entre la rueda de la fortuna en Londres y el Brexit es que a la reina no le ha quedado más remedio que dar el visto bueno para que la señora Teresa May formara un gobierno de minoría y comenzara las duras negociaciones para definir los términos de la salida de la Unión Europea (UE).
Esas negociaciones tienen varios senderos posibles. En uno de ellos, por ejemplo, el Reino Unido buscaría mantener una relación económica con la UE sin perder soberanía y sin estar sometida a la legislación de la unión. La pretensión sería conservar los privilegios de las relaciones comerciales actuales, pero sin tener que respetar la norma europea en materia de tránsito de personas, migración y sin someterse a la Corte europea de justicia. Claramente es la opción que prefieren la confederación de industrias y las cámaras de comercio del Reino Unido. Pero las negociaciones para un convenio comercial nuevo llevarían más de los dos años que contempla el artículo 50 del Tratado de Lisboa.
miércoles, 2 de agosto de 2017
Investigación revela que el parasitismo financiero está detrás del alto costo de medicinas
Nick Beams, wsws.org
El viernes 14 de julio el periódico neoyorquino New York Times publicó un artículo escrito por la editora Gretchen Morgenson sobre la industria farmacéutica y los precios de medicinas en Estados Unidos. Ese artículo, intitulado Big Pharma Spends on Share Buybacks, but R&D? Not So Much (“Las grandes farmacéuticas gastan más en recomprar sus acciones pero, ¿en investigación y desarrollo? muy poco”) pone el dedo en la herida de uno de los fenómenos actuales más significativos —la explosión de parasitismo financiero.
El artículo de Morgenson está basado en un ensayo del Instituto de Nuevo Pensamiento Económico (Institute for New Economic Thinking) intitulado US Pharma’s Financialized Business Model (“El modelo financiero de negocios de los farmacéuticos estadounidenses”) que revela que los exorbitantes precios de medicinas en Estados Unidos —los más altos del mundo— nada tienen que ver con lo que las empresas alegan, que altos precios son imprescindibles para estimular importantísimas investigaciones. Demuestra que en realidad el alto costo de medicinas es la consecuencia de maniobras financieras de las farmacéuticas para que más lucren sus accionistas, principalmente mediante ofertas públicas de recompra de acciones.
El viernes 14 de julio el periódico neoyorquino New York Times publicó un artículo escrito por la editora Gretchen Morgenson sobre la industria farmacéutica y los precios de medicinas en Estados Unidos. Ese artículo, intitulado Big Pharma Spends on Share Buybacks, but R&D? Not So Much (“Las grandes farmacéuticas gastan más en recomprar sus acciones pero, ¿en investigación y desarrollo? muy poco”) pone el dedo en la herida de uno de los fenómenos actuales más significativos —la explosión de parasitismo financiero.
El artículo de Morgenson está basado en un ensayo del Instituto de Nuevo Pensamiento Económico (Institute for New Economic Thinking) intitulado US Pharma’s Financialized Business Model (“El modelo financiero de negocios de los farmacéuticos estadounidenses”) que revela que los exorbitantes precios de medicinas en Estados Unidos —los más altos del mundo— nada tienen que ver con lo que las empresas alegan, que altos precios son imprescindibles para estimular importantísimas investigaciones. Demuestra que en realidad el alto costo de medicinas es la consecuencia de maniobras financieras de las farmacéuticas para que más lucren sus accionistas, principalmente mediante ofertas públicas de recompra de acciones.
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martes, 1 de agosto de 2017
Venezuela y la Asamblea Nacional Constituyente: ¿poco o mucho?
Atilio Boron
Pocas veces se celebraron elecciones en un contexto tan signado por la violencia como las de este domingo pasado en Venezuela. Hay pocas experiencias similares en el Líbano, Siria e Irak. Tal vez en los Balcanes durante la desintegración de la ex Yugoslavia. Dudo que en algún país europeo o mismo en Estados Unidos se hubiera celebrado elección alguna en un contexto similar al venezolano. Por eso que algo más de ocho millones de personas hayan desafiado a la derecha terrorista con sus sicarios, pirómanos, saqueadores y francotiradores y concurrido a emitir su voto demuestra el arraigo del chavismo en las clases populares y, además, un valor a toda prueba para luchar por la paz y repudiar la violencia. Y cuando el CNE dice que votaron 8.089.320 personas es así nomás, doblemente certificado por la cédula electoral y el control de las huellas dactilares de cada uno de los votantes. Ese material está allí, sujeto a verificación por parte de la oposición o de observadores independientes, contrariamente a lo ocurrido con la pantomima electoral de la MUD el 16 de Julio que en una hilarante innovación en el arte y la ciencia de la política procedió a admitir votantes con o sin documentos, sufragar cuantas veces lo quisiera para luego quemar todos los registros una vez terminado el relampagueante recuento de los 7 millones y medio de votos que mienten haber recibido.
Pocas veces se celebraron elecciones en un contexto tan signado por la violencia como las de este domingo pasado en Venezuela. Hay pocas experiencias similares en el Líbano, Siria e Irak. Tal vez en los Balcanes durante la desintegración de la ex Yugoslavia. Dudo que en algún país europeo o mismo en Estados Unidos se hubiera celebrado elección alguna en un contexto similar al venezolano. Por eso que algo más de ocho millones de personas hayan desafiado a la derecha terrorista con sus sicarios, pirómanos, saqueadores y francotiradores y concurrido a emitir su voto demuestra el arraigo del chavismo en las clases populares y, además, un valor a toda prueba para luchar por la paz y repudiar la violencia. Y cuando el CNE dice que votaron 8.089.320 personas es así nomás, doblemente certificado por la cédula electoral y el control de las huellas dactilares de cada uno de los votantes. Ese material está allí, sujeto a verificación por parte de la oposición o de observadores independientes, contrariamente a lo ocurrido con la pantomima electoral de la MUD el 16 de Julio que en una hilarante innovación en el arte y la ciencia de la política procedió a admitir votantes con o sin documentos, sufragar cuantas veces lo quisiera para luego quemar todos los registros una vez terminado el relampagueante recuento de los 7 millones y medio de votos que mienten haber recibido.
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