Ha sido demasiado fácil ignorar las aspiraciones palestinas, y Estados Unidos y sus aliados siguen operando bajo el supuesto de que pueden ser ignoradas. Pero si algo ha demostrado el 7 de octubre y el implacable ataque israelí contra Gaza, es que continuar como hasta ahora es sencillamente insostenible.
Dana El Kurd, Jacobin
Transcurridos unos 300 días de la guerra israelí contra Gaza, y tras el escandaloso asesinato de Ismail Haniyeh de Hamás por parte de Israel el 31 de julio, quien fuera una figura importante en las negociaciones de alto el fuego, la pregunta de qué ocurrirá con Gaza —como entidad política y como sociedad— sigue sin respuesta. El gobierno de Israel no ha dado señales de desviarse de su objetivo de aniquilar a Hamás e imponer costes a los palestinos de Gaza, aunque ello signifique destruir la Franja de Gaza por completo.
Además, la participación estadounidense no ha facilitado soluciones; al contrario, la administración Biden ha sido duramente criticada por permitir una destrucción masiva durante los últimos diez meses. Aunque el gobierno estadounidense ha expresado su preferencia por que la Autoridad Nacional Palestina (AP) gobierne una Gaza de posguerra, Israel ha rechazado esta posibilidad.
Por último, aunque los países árabes han hecho declaraciones y han manifestado su interés por un acuerdo u otro, ha quedado claro que ninguna resolución política puede avanzar con el actual nivel de obstrucción estadounidense, por un lado, y bajo los continuos bombardeos israelíes, por otro.