Aunque ya comienzan a manifestarse tibiamente los efectos de la implosión de la burbuja del fracking en Estados Unidos, como reseña este artículo de El Economista con los temblores que ha comenzado a sufrir la banca, lo cierto es que esta nueva fase está en sus inicios y es un efecto colateral de la crisis que estalló en 2008. El rescate emprendido por los principales bancos centrales del mundo al derrumbe del sistema financiero en 2008 fue el salto monetario más trascendental y peligroso de toda la historia económica mundial.
La banca, que arrastraba una situación de gran apalancamiento y podredumbre especulativa acumulada desde los año 80 con la irrupción de la era Greenspan, alcanzó su punto crítico en 2008 y puso en ascuas a Wall Street y a todo el sistema financiero. Las crisis de los años 90 en los países periféricos y los salvavidas monetarios, fueron el preámbulo de la crisis de las grandes potencias. Ese era el momento perfecto para dejar caer a todo el sistema, y con ello a toda la podredumbre especulativa que venía desde los tiempos de Reagan y Thatcher. Sin embargo, Ben Bernanke, fiel discípulo de su maestro Alan Greenspan, continuó la receta de su predecesor en la Reserva Federal, y elaboró un plan de rescate de 16 billones de dólares (16.000.000.000.000), a espaldas de la gente y en el más absoluto secreto.
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