Clausio Loser, InfoLatam
Ya quedaron atrás las reuniones de primavera norteña del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Ahora es el Foro Económico Mundial que se reúne en Lima para discutir las perspectivas económicas de la región. Se nota algún nerviosismo entre los líderes políticos y económicos de nuestros países, pero en realidad hay un grado de complaciente tranquilidad, ya que las cosas parecen ir generalmente bien, y con buenas perspectivas para el futuro.
El FMI, en su World Economic Outlook indica un crecimiento de 3% en 2012 y 3,4% proyectado para 2013. CEPAL sugiere un crecimiento económico de 3,5% para este año. Ciertamente este crecimiento implica un aumento en la renta per-cápita, pero los números están muy lejos de ser excepcionales. En un periodo que muchos comenzaron a llamar la década de América Latina, el crecimiento económico en la región se ha desacelerado significativamente, y está por debajo del promedio de los últimos diez años. Más aun, después que creciera más rápidamente en seis de los ocho años hasta 2011, la región está creciendo a un ritmo menor que el mundo como un todo, especialmente si se corrige por las cifras distorsionadas de Argentina. Ello ocurre cuando el motor de China e India también se desacelera.
Se pueden destacar varias explicaciones que podrían calificarse de tradicionales. En primera instancia, aun cuando existen políticas monetarias cautas, la inflación continúa estando a niveles mayores a los proyectados para muchos de los países de la región, con tasas particularmente altas en Argentina y Venezuela, y en mucha menor medida en Uruguay. Por otra parte, los déficits fiscales y la deuda pública han crecido también en términos del PIB, aunque no es una situación de crisis. Las cuentas externas muestran un aumento en el déficit de cuenta corriente, como consecuencia de un debilitamiento del ahorro. Claramente, este fenómeno refleja en medida importante problemas en Brasil y en parte en México, los dos gigantes regionales. Sin embargo, los problemas van más allá de estos dos países.
Las políticas económicas deben ajustarse de todos modos, pero hay un peligro subyacente. Aproximadamente dos terceras partes del valor de las exportaciones de América Latina está constituido por materias primas o “commodities”. Después de aumentar en 65% entre 2001 y 2011, los términos de intercambio han comenzado a descender, 3% en 2012 y casi 10% en lo que va de 2013. Los líderes económicos ven esta caída, pero se sienten tranquilos debido al nivel de precios de sus exportaciones.
Lamentablemente, basados en estimaciones que un grupo de técnicos hemos realizado para el Foro de Economías Emergentes, aproximadamente 1,7% de crecimiento anual es explicado por el aumento de poder adquisitivo causado directa e indirectamente por los aumentos de precios de las exportaciones latinoamericanas. Este valor constituye un tercio del crecimiento anual total del Ingreso real de la región. Sin entrar en detalles técnicos que quizás nos alejan del tema, el mero estancamiento de los términos de intercambio a los niveles actuales, llevan a una tasa de crecimiento de 2-2,5%, considerablemente menor que en 2012. Si caen los precios en un 10%, cifra no muy inusual, América Latina puede sufrir una caída del PIB, seguida por un crecimiento muy mediocre, tal como se observó por una década desde mediados de los 90s.
Estas estimaciones, que no considero de ningún modo perfectas, llevan a una clara conclusión. Los países de la región tienen que prepararse para una desaceleración (o caída) fuerte en el PIB. Si no se preparan a través de restructuración fiscal, mayor competitividad interna y externa y un sistema financiero fuerte, podremos caer de nuevo en una profunda crisis. Si nos toma por sorpresa tendrá consecuencias nefastas en términos de prosperidad futura y el combate contra la exclusión y la pobreza.
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