Ludovic Lamant, Mediapart
Tras Islandia, Portugal, España y Grecia, ¿está Gran Bretaña descubriendo, a su vez, las virtudes de la “indignación”? ¿La manifestación monstruo del 30 de junio, contra la política de austeridad del gobierno, confirmaría la emergencia de un movimiento de contestación poderoso, a caballo de varios países europeos, siguiendo la estela de la primavera árabe? Lejos de los hábitos de la Unión Europea frente a la agonía griega, se estaría despertando otra Europa…
A primera vista, la hipótesis, ingenua, no se sostiene, cuando se la confronta con los desfiles británicos. Las centenas de miles de participantes, entre ellos muchos jóvenes enseñantes, se han desplazado en nombre de una reivindicación muy precisa: han respondido al llamamiento de cuatro sindicatos del servicio público, con la esperanza de forzar a la coalición del primer ministro David Cameron a retirar su proyecto de reforma de las jubilaciones.
En Londres, la marcha, bajo el sol, fue tranquila y milimetrada, casi aburrida en el momento de pasar por Trafalgar Square, con una consigna sin vuelta: “fair pensions for all” (pensiones justas para todos). Una movilización sectorial de gran amplitud, difícil de comparar con el planteamiento espontáneo, festivo y global de los “indignados” en Madrid, deseosos de reconstruir la sociedad por entero. No se lee a Stéphane Hessel del otro lado del canal de la Mancha.
A la llegada de la manifestación, a dos pasos del Big Ben, Josephine Kisserling, estudiante en la University College of London (UCL), matiza la constatación, con una sonrisa en los labios: “No llegaría a decir que es una manifestación combativa, pero digamos que es más bien viva. En tiempos normales, los desfiles sindicales son mucho más aburridos… Tocan música de entierro…”.
“Jo” estuvo en las primeras filas, el invierno pasado, de las movilizaciones estudiantiles contra la subida de los gastos de escolarización. Desde finales de noviembre a finales de diciembre ha ocupado, con varios centenares de sus compañeros, una sala de su prestigiosa facultad, noche y día, para expresar su ira. Estas ocupaciones espontáneas, pruebas de una radicalización de la joven generación en Gran Bretaña, se han extendido a una treintena de campus, incluyendo Oxford y Cambridge. Hoy, la dinámica ha recaído, y Josephine quiere ver en la manifestación del 30 de junio “una nueva etapa” contra el gobierno Cameron: “Los estudiantes estaban a la iniciativa en noviembre de 2010, ahora son los sindicatos del servicio público… Al final, es el mismo combate”.
“UK Uncut”: desobedecer frente al rigor
En el desfile del 30 de junio, muchos eslóganes dan fe de un estado de espíritu común con el de los “indignados” de Europa del Sur, sobre el tema de la impunidad de la finanza: las poblaciones no tienen que pagar los platos rotos de una crisis que no han provocado. En inglés, esto da: "bankers play, workers pay!" (los banqueros juegan, los trabajadores pagan), o también, "Don´t increase my contributions to fund their debt!" (no aumentad mi cotización de jubilación para financiar su endeudamiento).
Durante el recorrido, un manifestante ha enarbolado, con un cierto éxito, una bandera griega, en apoyo a los manifestantes atenienses. Otro llevaba un cartel mostrando una cara de oso, con un eslogan escrito en griego, que quería significar “cortad mi garganta”. El marasmo griego, ¿futuro del Reino Unido? Para Alexander Rose, 22 años, estudiante en artes y sindicado en UCU, preguntado durante un piquete de huelga matinal, las situaciones de Grecia y España deben “inspirar” a la juventud británica: “Libramos batallas similares, en terrenos diferentes”.
En el seno del cortejo, colectivos contra los recortes presupuestarios (los “cuts”), como artsagainstcuts (un colectivo de artistas y de enseñantes de artes plásticas, que plantea el “artsssssstrike”, la huelga artística, frente al rigor), la plataforma Coalition of Resistance Against Cuts, y sobre todo UK Uncut, se han impuesto a la sombra de las grandes máquinas sindicales. Prueba de que el injerto entre varias generaciones de activistas y de militantes podría prender, en estos tiempos de rigor compartido.
Sin hacer nunca referencia a ello, UK Uncut es sin duda el más fiel de todos al espíritu “indignado”. Por primera vez desde su formación en octubre de 2010, este colectivo, que se había hasta ahora ilustrado en acciones golpeando en solitario, ha decidido acompañar el jueves a los “viejos” sindicatos en esta jornada de huelga. “Montamos acciones de desobediencia civil, de un modo creativo, para protestar contra los recortes presupuestarios. Pero son precisas diferentes tácticas para luchar contra la austeridad. Solos, no lo lograremos”, explica Dani Wright, de UK Uncut.
El jueves, los activistas han servido primero el desayuno a los huelguistas, un “big society breakfast” referencia al proyecto (confuso y abandonado) de David Cameron de fundar una “gran sociedad” que habría permitido, al final, reducir el papel del Estado. Sobre todo, al final de la jornada, han organizado (es Inglaterra) un partido de fútbol, no lejos de Westminster, oponiendo un equipo de verdaderos-falsos banqueros a un grupo de militantes ant-iausteridad –que, como estaba previsto, han ganado, con gran alegría del público.
¿Qué alternativa?
“Queremos desmontar el mito según el cual 1) estamos todos en el mismo barco y 2) no hay otra alternativa que el rigor. Nos parece decisivo romper esta retórica, para que la gente comprenda que el gobierno le miente. Presentamos pues alternativas sencillas. Por ejemplo llamando la atención sobre la evasión fiscal: esto representa 25 millardos de libras por año a escala de Gran Bretaña. Es chocante. Este dinero bastaría para reemplazar los recortes presupuestarios del sector público. O también las ayudas a los bancos: se les dan 100 millardos de libras por año, sin siquiera hablar de los planes de ayuda en tiempos de crisis”, asegura Dani Wright.
Treinta años después de los años Margaret Thatcher, apodada TINA (por There is no alternative –no hay alternativa), el país se encuentra una vez más confrontado a la trampa del pensamiento único. De ahí la apuesta de UK Uncut, consistente en fisurar por todos los medios ese yugo. Nacido como reacción a un discurso clave del ministro de Finanzas británico, en octubre de 2010, alabando las bondades de la austeridad, el colectivo funciona de forma descentralizada y sin verdadera jerarquía. Su nombre viene de un hashtag, una palabra clave en Twitter, que les preexistía. No mantiene ningún lazo con los partidos tradicionales ni con los sindicatos.
UK Uncut se ha dado a conocer, a fines de 2010, por una serie de acciones efímeras y bien sentidas, ante tiendas de marcas como Vodafone o Top Shop, cuyos propietarios son sospechosos de evasión fiscal. Desde una agencia ocupada en Edimburgo, denuncian los beneficios alucinantes anunciados por el banco Barclays, poco después de haber sido ayudado por el estado. Hasta ahora, la gran mayoría de la prensa británica (conservadora) continúa ignorando a UK Uncut.
La próxima jornada de movilizaciones en Gran Bretaña, el 5 de julio contra la reforma del sistema de salud, debería aportar una nueva prueba de la circulación de experiencias militantes, de una punta a otra de Europa. Esa tarde se proyectará, como preestreno en un cine de Londres, Debtocracy, una película militante, ya visible desde hace meses en Internet, que aboga por una anulación parcial de la deuda griega. Costas Lapavitsas, profesor de economía en la capital británica, de origen griego, y militante desde hace mucho por la formación de una auditoría de la deuda en Atenas, es quien sirve de punto de unión para las luchas de los dos países.
Por su puesto que hay indignados en Londres y ello por los grandes despidos en masa que se están viendo en las noticias. El Calendario económico establecido para el recorte de personal fue el detonante.
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