Economist Intelligence Unit
Una Europa que avance a dos velocidades distintas ha sido un espectro político a lo largo de la historia, pero ahora es una realidad económica. Ocurre dentro de la zona euro, corazón de la integración europea. En los márgenes de la zona de divisa única, Grecia, Irlanda y Portugal se encuentran en crisis de deuda soberana. Pero en el corazón, ubicado en el norte, con Alemania a la cabeza, las economías reviven y las finanzas públicas son sólidas. Ahora muchos temen que la división económica se convierta en un abismo político.
Los ministros europeos de finanzas hicieron su mejor esfuerzo por llevar a cabo una reunión con apariencia de que todo está en orden, el 16 de mayo, a la cual se tenía programada la asistencia de Dominique Strauss-Kahn, entonces todavía jefe del FMI, antes que fuera arrestado en Nueva York. Acordaron designar a Mario Draghi, gobernador del banco central italiano, como sucesor de Jean-Claude Trichet a la cabeza del Banco Central Europeo (BCE) más adelante en el año. Pero guardar la apariencia también significó dar el visto bueno a un tercer rescate para Portugal, que añadió 74 mil mdd a los 37 mil ya acordados por el FMI.
Además había creciente preocupación de que el primer rescate, el de Grecia el año pasado, esté en mayores problemas. Los ministros reconocieron que podría estar en camino una restructuración "blanda" de la colosal deuda pública griega.
Las tribulaciones económicas del sur de Europa quedaron de manifiesto en cifras del PIB publicadas respecto de los primeros tres meses del año. Portugal volvió a caer en recesión. Aunque Grecia anunció un sorprendente incremento, de todos modos su producción fue 4.8% menor que a principios de 2010, y vino después de un desempeño a finales del año pasado más deplorable de lo previsto.
Las economías italiana y española, más grandes, lograron crecer, pero apenas. Las tasas de desempleo en la mayor parte del sur de Europa son desesperadamente altas. Irlanda, que aún tiene que reportar su producción de principios de 2011 pero sufrió una contracción de 1.6% a finales del año pasado, comparte la suerte de las naciones sureñas.
En contraste, el corazón de la zona euro disfruta de un soleado renacimiento económico. La producción alemana creció a 1.5% en los primeros tres meses de 2011 (6.1 en base anual). La economía francesa, que había languidecido el año anterior, también empezó a caminar y se expandió 1% en el trimestre anterior. Puesto que esos dos países constituyen casi la mitad del PIB de la zona euro, eso ayudó a poner toda la región en un arrebato de velocidad hasta llegar a un crecimiento de 0.8% en el primer trimestre, superior a los de Estados Unidos y Gran Bretaña. La producción fue 2.5% más alta que en el mismo periodo de 2010.
En consistencia con este sano desempeño, el euro ha sido bastante fuerte; se cotiza arriba de 1.40 por dólar. Los nuevos temores por Grecia han disminuido su valor con respecto al punto alto de 1.50 que tuvo a principios de mayo, pero sigue estando más arriba que al empezar el año, ayudado por el hecho de que el BCE fue el primer gran banco central entre las economías ricas que comenzó a restringirse, cuando redujo su principal tasa de interés de 1.25 a 1% en abril.
Es probable que el crecimiento en la zona euro por el resto del año sea menos exuberante, indica Julian Callow, economista de Barclays Capital. La producción en el primer trimestre se vio favorecida por el repunte después del mal tiempo de finales de 2010. Ya hay signos de que la economía alemana está bajando de ritmo. Los pedidos de manufactura decayeron en marzo. Un índice de sentimiento económico publicado esta semana por el grupo de estudio ZEW era boyante, pero las expectativas para los próximos seis meses van en descenso.
Con todo, Alemania parece destinada a encabezar una robusta expansión en el norte de la zona euro. A medida que crezcan estos países importarán más, lo cual ayudará a las atribuladas economías sureñas al elevar sus exportaciones dentro de la zona. Alemania, que tuvo que luchar en los primeros años del euro, puede extender su buena fortuna con más amplitud, señala Holger Schmieding, economista del banco Berenberg.
Pero a pesar de ese impulso, las economías débiles continuarán languideciendo. Muchas de las nuevas importaciones de Alemania vienen de Europa central, más que del sur. Un euro fuerte hace difícil que las economías sureñas eleven sus exportaciones a países fuera de la unión, y el éxito de Alemania en mantener bajos sus costos laborales unitarios significa que los sureños, menos competitivos, tienen que apresurarse para apenas mantenerse al paso. Encima de esto, las altas tasas de interés que tal vez se necesiten ahora en Alemania asestarán otro golpe a las economías más vulnerables. Las hipotecas en el sur e Irlanda son típicamente de tasa variable, mientras en Alemania y Francia predominan las de tasa fija.
Más importante es que el predicamento de Grecia, donde la Comisión Europea prevé que la deuda pública alcance 158% del PIB hacia finales de año, se ve aún más intratable. También existe creciente preocupación por los rescates de Irlanda y Portugal. La carga de la deuda de ambos países rebasará 100% del PIB hacia el fin de 2011, según la comisión.
Mientras más persista la divergencia económica dentro de la zona euro, más profundas serán las consecuencias políticas. Los electorados del norte están cada vez más inquietos por los al parecer interminables rescates. Una encuesta reciente en Alemania mostró que sólo 20% consideraban correcto el rescate de Grecia; 47% dijeron que fue un error.
Pero con el tiempo las secuelas podrían ser aún más grandes en el sur de Europa e Irlanda. Esos países batallan ya para hacer frente a los onerosos paquetes de austeridad que son el precio de sus rescates. Si llegan a creer que la promesa de una eventual convergencia de niveles de vida con el norte de Europa ha sido truncada, ¿cuánto tiempo estarán dispuestas a tragar la amarga medicina?
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