sábado, 28 de abril de 2012

La falsedad del bien común


Juan Manuel Aragüés, El periódico de Aragón

La idea de bien común, asimilable a la de interés general, está presente en la teoría política desde la antigua Grecia. Parte de un presupuesto antropológico previo, la igualdad de los seres humanos. En la medida en la que los seres humanos somos iguales en naturaleza, tenemos intereses compartidos que desembocan en un bien común. El discurso de la Modernidad, al menos de la Modernidad dominante de los Descartes, Kant o Hegel, desde una posición también de defensa de una esencia humana compartida, reafirma esta idea de un bien que es común para toda la sociedad, entendida, a la manera liberal, como agregado de individuos iguales.

Este presupuesto teórico dominante durante siglos en nuestra cultura se ha convertido en un lugar común casi incuestionable en el discurso político sistémico. Así, es preceptiva, para todo gobernante la declaración de que ejerce su acción en busca del bien común. Cualquier medida que se adopte lo será siempre en defensa del bien común. La profunda agresión que el gobierno de Partido Popular está perpetrando contra la ciudadanía es también justificada apelando al bien común, a los intereses del país. Claro que, en algunos casos, resulta tremendamente complicado entender cómo el deterioro de los servicios públicos más básicos, como la sanidad y la educación, puede formar parte de un proyecto tendente al bien común.

EN REALIDAD, la cuestión tiene bastante de teórica, pues el bien común no es sino una construcción ideológica que pretende camuflar la diversidad de intereses que atraviesan las sociedades. Frente a esa idea de igualdad de los seres humanos que han defendido las filosofías dominantes desde la antigüedad, hay otra tradición, que nace con los sofistas, con Epicuro y Lucrecio, se desarrolla con Spinoza y que, desde presupuestos materialistas, teoriza el carácter diferencial de los seres humanos. Esa tradición desemboca, en los siglos XVIII y XIX en una serie de filósofos, con Marx a la cabeza, que subrayan la diferencia de los intereses de los individuos en función de su posición social. De manera muy esquemática, argumentan que no son los mismos los intereses del amo y del esclavo, del señor y el siervo de la gleba, del capitalista y el trabajador. Y así describen la sociedad no como un lugar uniforme, sino atravesado por intereses diversos, en ocasiones contrapuestos. Desde esta perspectiva, el pretendido bien común no es sino una construcción, una estrategia de quienes ostentan el poder para gobernar en función de sus intereses presentándolos como si fuesen de todos. Me parece que no hay descripción más ajustada de lo que está sucediendo, pues resulta evidente, por poner un ejemplo, que el interés del banquero no es el mismo que el de la ciudadanía de a pie. Incluso podríamos decir que son contrarios, pues al beneficiar a la banca, los Estados no están haciendo sino debilitarse a sí mismos. La teoría de que si a los poderosos les va bien al resto nos irá bien, pues podremos mantenernos con las migajas de su banquete, se ha mostrado, además de tremendamente injusta, falsa.

EL CAPITALISMO es una teoría política solo construible desde el desprecio a la mayoría social. Incluso cuando funciona más o menos bien lo hace para un porcentaje ínfimo de la población mundial y, por sus propios presupuestos, no puede ser desarrollado sin generar una profunda brecha social. Esa brecha social, esa falla geológica y política que creíamos alejada de nosotros, está resquebrajando la tierra bajo nuestros pies. Y la solución de los políticos sistémicos, que, como el mono ese que se tapa los ojos, las orejas y la boca, se niegan a mirar a la realidad cara a cara y se refugian en construcciones teóricas obsoletas, consiste en seguir alimentando a la Bestia, inmolándole cada vez mayores cantidades de euros, más servicios sociales, más, en última instancia, seres humanos. Con los resultados que constatamos día a día: nada de nada.

Frente a ese inexistente bien común, que camufla el interés de los poderosos, sí que es posible detectar, describir, teorizar y buscar, el bien de la mayoría. No se trata de reformar el sistema, pues sus presupuestos lo hacen inviable. Las reglas del juego están hechas para beneficiar a los menos, por lo que no cabe más que crear otro juego, con otras reglas. Se trata de construir un nuevo sistema que parta de esa idea de la mayoría, que busque el beneficio de los más y no tema, para ello, enfrentarse a los menos. La crisis nos coloca ante esa disyuntiva. Solo la potencia de la ideología puede mantener viva esa idea del bien común, el análisis de la realidad nos coloca ante un profundo conflicto de intereses entre los pocos, muy pocos, y los muchos. La historia de la humanidad es la de ese conflicto, en el que, casi siempre, los menos se han impuesto a los más, argumentando, en ocasiones, que representaban a todos. Ese todos, el bien común, es irreal, falso, ideológico. Pero sí que hay una amplísima mayoría que puede construir una nueva realidad a partir de sus intereses colectivos. Ahora bien, para ello hay que arrancarles los privilegios, y el dominio del pensamiento, la economía y la política, a aquellos que controlan el sistema.

_________ Juan Manuel Aragüés es Profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza.

3 comentarios:

  1. Cipriano Barreto Mendoza. El Comentario Político Económico.
    El Bien Común significa los privilegios para el 1%. Paul Krugman habla del 0.1%. David Rothkoph en "El Club de los elegidos", habla de que son 6 mil los que deciden el futuro de 6mil millones de seres humanos. El Bien Común es posible si la tecnología y la robotización es propiedad del 99%. La propiedad privada de los medios masivos de producción, de la tecnología de punta y del conocimiento es la que ha provocado el enorme desempleo global. Mientras no más de 30 países controlen el Mercado y las Finanzas, el resto de 170 países estará en el sudesarrollo. El Bien Común será cada vez más lejano si los Estados están controlados por el 1%, el 0.1% y/o los 6 mil "potentados" de Rothkoph. Los Estados, así como la tecnología deben pertenecer al 99% ya no sólo al 1%.

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  2. No es posible, ni aconsejable, incluso no justa la igualdad de todos los miembros de una sociedad, pero hay desigualdades que son insostenibles y van en contra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
    A mi juicio,el sistema capitalista puede ser bueno si esta correctamente regulado. La forma que en la actualidad tiene, caracterizada por total desregulación de los mercados de bienes, de servicios y de capitales, junto con una total ausencia de la más mínima ética y una insaciable búsqueda de crecimiento económico lleva al suicidio,al no tener en cuenta ni al medio ambiente (los límites del planeta) y al ser humano, de cuyas características prescinde por completo.
    Diría que el crecimiento económico debe ser un medio para alcanzar el máxino desarrollo y disfrute de las potencialidades del ser humano.

    Un saludo

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  3. Buen encabezado del articulo,pero la verdad jamás habra bién común,ni siquiera en las opciones marxistas,el principal escollo de esto es la apreciación del dinero como algo sobrenatural,que genera divisas solo para unos pocos a travez de la imagenieria que ellos mismos sostienen.En mi pais le llaman la doctrina del chorrreo ,es decir tars el rabalse de las arcas viene la reaprtición entre las clases más bajas de la piramide,es así que siempre dicen que mi país crecio un 5 % (Chile)y a veces uno pregunta cuanto de eso llega a mis bolsillos.De verdad es una farsa.Respecto al tema de los aprtidos de izquerda en mi pais esto jamás rompierón con la banca,a lo más bajarón las tasas pero siempre sosteniendo tasas de intereses a los creditos que erán usureras.El principal escollo no esta´en la economia como ciencia sino en los inescrúpulosos y poco eticos que sotienen y regulana la banca a veces manipualndo desde estatus de poder y amistad a jefes de estado e inclusive politicos que han avalados leyes que benefician solo a unos pocos.

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