lunes, 7 de abril de 2008

EL DILEMA CRECIMIENTO O INFLACIÓN

El dilema de los bancos centrales se está haciendo ostensible y ante la generalización de la crisis, el aumento de la inflación y el desempleo, se hace urgente adoptar políticas que reviertan la recesión que está en ciernes. No obstante el tema es complejo y la operación costo-beneficio debe apelar ante todo a una estabilidad en el tiempo, pues la solución de parche transitoria tiene a devolverse como un boomerang dejando las cosas peor de lo que estaban.

Frente a ello, el Fondo Monetario Internacional, previendo una baja generalizada de la economía, ha advertido que los gobiernos deberán tener un rol más protagónico para evitar la debacle. Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI, ha señalado que los gobiernos deben actuar como una “tercera línea de defensa” al apoyar la política monetaria y financiera, petición que sale a la luz días antes de la reunión que sostendrán los ministros de Finanzas en Washington para el encuentro del FMI y el Banco Mundial.

A su vez, Alan Greenspan, a quien se culpa de la crisis por haber mantenido las tasas de interés insosteniblemente bajas por un largo período, señala que la creación de la burbuja inmobiliaria es sólo un “error de cálculo” del sistema financiero al infravalorar los respaldos a los créditos creando una “ilusión” de grandes oportunidades de negocios que se desinfló. Frente a esto, Greenspan ha señalado que la Fed no tenía ninguna posibilidad de saber lo que ocurría para lograr prevenir la crisis: “Son los bancos que prestan el dinero los que deben estar conscientes de los riesgos que están asumiendo”. Para el antecesor de Bernanke el problema fue que los bancos crearon expectativas de inversión que no correspondían a la realidad. Y esa imprudencia es la que tiene al mundo frente a la mayor crisis de los últimos 70 años.

Esta es la situación que tiene a los bancos centrales frente al dilema de subir la tasa de interés para evitar la inflación, llevando aún más el crecimiento y el empleo a la baja; o bajar la tasa de interés para priorizar justamente el crecimiento y el empleo y dejar libre a la inflación hasta que ésta se frene por sí misma en un auténtico laissez-faire. Ambas situaciones son por cierto complejas pero no es lo mismo perder un poco de poder adquisitivo con el incremento de los precios, o perder todo el poder adquisitivo con la cesantía.


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