Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
sábado, 11 de febrero de 2017
Alemania completa retiro de 300 toneladas de oro de EEUU
Alemania ha recobrado 300 toneladas del oro guardado en Estados Unidos, como parte de un plan para repatriar las barras del dorado metal mantenidas en el extranjero durante la Guerra Fría. El banco central alemán comunicó haber sacado 111 toneladas de oro de la reserva federal en Nueva York en el 2016. Esta fue la última parte de las 300 toneladas que debía recobrar, informa Bloomberg.
El banco también repatrió 105 toneladas de oro de París el año pasado. En el 2013, Alemania había puesto en marcha la transferencia a Fráncfort de 300 toneladas de oro desde Nueva York y 374 toneladas, desde París. Todavía tiene otras 91 toneladas para recobrar de París, y el 2017 será el año para hacerlo. Una vez que las transferencias se hayan completado, Fráncfort tendrá la mitad de las 3.378 toneladas de oro de la reserva completa alemana, con el resto en Nueva York y Londres. Los representantes del Bundesbank anunciaron que no habrá más transferencias y la presidencia de Donald Trump no cambiará la situación ya que "existe una relación de confianza con la Reserva Federal de EEUU".
Para el 31 de diciembre, quedaban 1.236 toneladas del oro alemán en Nueva York: un 36,6 % del total. El banco de Inglaterra en Londres guarda 432 toneladas del metal. Durante la Guerra Fría, Alemania Occidental conservaba la mayor parte de su oro en el extranjero por temor a que pudiera caer en manos de la Unión Soviética si el país fuera invadido. También se trataba de mantener el metal precioso cerca de los mercados de moneda extranjera en Londres, París y Nueva York, donde el oro se negocia.
viernes, 10 de febrero de 2017
Vicenç Navarro: Por qué apoyo a Pablo Iglesias, a Podemos y a Unidos Podemos
Vicenç Navarro, Público
Hace sólo unos días recibí una llamada de Pablo Iglesias preguntándome si estaría dispuesto a estar en su propuesta de lista de miembros del Consejo Ciudadano de Podemos, cuya elección tendrá lugar esta semana. Le dije que podía contar conmigo tan pronto me lo pidió. Y las razones de mi aceptación son fáciles de entender para aquellos que conocen mi trabajo y mi biografía. Desde hace años he documentado las causas y las consecuencias del enorme subdesarrollo social de España, que se traduce en ser uno de los países de la Unión Europea de los Quince (UE-15, el grupo de países de semejante nivel de desarrollo al de España) con uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajos de esta comunidad, subfinanciación que incluso ha descendido todavía más durante los años de la Gran Recesión. Los datos hablan por sí solos. Los servicios públicos del Estado del Bienestar (la sanidad, la educación, las escuelas de infancia –mal llamadas guarderías en España-, los servicios domiciliarios a las personas dependientes, los servicios sociales, la vivienda social, la formación profesional, la prevención de la pobreza y de la exclusión social, los servicios de integración de la población inmigrante, y muchos otros), así como las transferencias públicas (como las pensiones y ayudas a las familias), están muy poco financiados.
Esta situación no se debe a que España sea pobre. No lo es. Ya antes de la crisis su PIB era el 94% del promedio del PIB per cápita de la UE-15. Y, sin embargo, su gasto público social por habitante (el gasto en los servicios y en las transferencias públicas del Estado del Bienestar) era solo el 74% del promedio del gasto público social por habitante de la UE-15. España, por su nivel de desarrollo económico, debería gastarse al menos unos 66.000 millones más de lo que se gasta en su pobre Estado del Bienestar. España tiene este dinero. Lo que pasa es que el Estado (sea central, autonómico o local) no lo recoge. Y la causa de que no lo recoja se debe primordialmente al excesivo poder político y mediático de los que derivan sus rentas de la propiedad del capital y de sus gestores, que ejercen su influencia a través de los partidos conservadores y liberales, y también hoy, por desgracia, a través del Partido Socialista, cuya dirección y aparato se han ido integrando en la estructura de poder político-mediático y en los establishments financieros y económicos del país. La evidencia de que ello es así es abrumadora (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias, Anagrama, 2006). Y esta influencia política y mediática es lo que explica las nefastas reformas laborales que han provocado el gran deterioro del mercado laboral con una elevada tasa de desempleo, de precariedad y de bajos salarios.
Hace sólo unos días recibí una llamada de Pablo Iglesias preguntándome si estaría dispuesto a estar en su propuesta de lista de miembros del Consejo Ciudadano de Podemos, cuya elección tendrá lugar esta semana. Le dije que podía contar conmigo tan pronto me lo pidió. Y las razones de mi aceptación son fáciles de entender para aquellos que conocen mi trabajo y mi biografía. Desde hace años he documentado las causas y las consecuencias del enorme subdesarrollo social de España, que se traduce en ser uno de los países de la Unión Europea de los Quince (UE-15, el grupo de países de semejante nivel de desarrollo al de España) con uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajos de esta comunidad, subfinanciación que incluso ha descendido todavía más durante los años de la Gran Recesión. Los datos hablan por sí solos. Los servicios públicos del Estado del Bienestar (la sanidad, la educación, las escuelas de infancia –mal llamadas guarderías en España-, los servicios domiciliarios a las personas dependientes, los servicios sociales, la vivienda social, la formación profesional, la prevención de la pobreza y de la exclusión social, los servicios de integración de la población inmigrante, y muchos otros), así como las transferencias públicas (como las pensiones y ayudas a las familias), están muy poco financiados.
Esta situación no se debe a que España sea pobre. No lo es. Ya antes de la crisis su PIB era el 94% del promedio del PIB per cápita de la UE-15. Y, sin embargo, su gasto público social por habitante (el gasto en los servicios y en las transferencias públicas del Estado del Bienestar) era solo el 74% del promedio del gasto público social por habitante de la UE-15. España, por su nivel de desarrollo económico, debería gastarse al menos unos 66.000 millones más de lo que se gasta en su pobre Estado del Bienestar. España tiene este dinero. Lo que pasa es que el Estado (sea central, autonómico o local) no lo recoge. Y la causa de que no lo recoja se debe primordialmente al excesivo poder político y mediático de los que derivan sus rentas de la propiedad del capital y de sus gestores, que ejercen su influencia a través de los partidos conservadores y liberales, y también hoy, por desgracia, a través del Partido Socialista, cuya dirección y aparato se han ido integrando en la estructura de poder político-mediático y en los establishments financieros y económicos del país. La evidencia de que ello es así es abrumadora (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias, Anagrama, 2006). Y esta influencia política y mediática es lo que explica las nefastas reformas laborales que han provocado el gran deterioro del mercado laboral con una elevada tasa de desempleo, de precariedad y de bajos salarios.
jueves, 9 de febrero de 2017
¿Por qué sobrevive el neoliberalismo?
Emir Sader, Alainet
En su surgimiento el modelo neoliberal traía promesas atrayentes. Antes de todo, contener los gastos excesivos del Estado, diagnosticado con la fuente de la inflación. Por otra parte, imponer a la economía el dinamismo centrado en las empresas privadas y en el mercado. Por el discurso liberal que lo acompañaba, se fortalecería la sociedad civil y la ciudadanía, libres de las trabas y de la opresión del Estado.
No fue lo que pasó pero, por lo menos, en algunos casos, y por algún tiempo, hubo control de la inflación, aunque multiplicando la deuda pública. Cuando sus efectos positivos se habían agotado, vino el discurso de que, si era el mejor modelo, era el único posible en la era de la globalización.
Hoy, cuando la crisis recesiva se perpetúa en Europa, ya desde 2008, mientras que ese efecto se extiende por toda la economía internacional, ya no se ven rasgos positivos y tampoco, es obligatorio mantener el modelo neoliberal, eje de la crisis a nivel nacional e internacional. Los partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, que han asumido la política de austeridad –la forma que asume el neoliberalismo en ese continente – se ven castigados por los electores y cada elección se vuelve una desesperación para esos partidos.
En su surgimiento el modelo neoliberal traía promesas atrayentes. Antes de todo, contener los gastos excesivos del Estado, diagnosticado con la fuente de la inflación. Por otra parte, imponer a la economía el dinamismo centrado en las empresas privadas y en el mercado. Por el discurso liberal que lo acompañaba, se fortalecería la sociedad civil y la ciudadanía, libres de las trabas y de la opresión del Estado.
No fue lo que pasó pero, por lo menos, en algunos casos, y por algún tiempo, hubo control de la inflación, aunque multiplicando la deuda pública. Cuando sus efectos positivos se habían agotado, vino el discurso de que, si era el mejor modelo, era el único posible en la era de la globalización.
Hoy, cuando la crisis recesiva se perpetúa en Europa, ya desde 2008, mientras que ese efecto se extiende por toda la economía internacional, ya no se ven rasgos positivos y tampoco, es obligatorio mantener el modelo neoliberal, eje de la crisis a nivel nacional e internacional. Los partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, que han asumido la política de austeridad –la forma que asume el neoliberalismo en ese continente – se ven castigados por los electores y cada elección se vuelve una desesperación para esos partidos.
miércoles, 8 de febrero de 2017
El TPP, las transnacionales y Trump
Hedelberto López Blanch, Rebelión
La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump de excluir a su país del Tratado Transpacífico (TPP) no ha tomado por sorpresa a los otros 11 miembros, pero sí ha creado muchas interrogantes sobre cómo responderán las grandes compañías transnacionales que aspiraban a controlar una parte importante del mercado mundial. Trump cumplió su promesa pre electoral al firmar el decreto sobre el TPP, Tratado que ya había sido suscrito, en febrero de 2016 por los 12 países que lo integran (Estados Unidos, Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, Nueva Zelanda, México, Perú, Singapur y Vietnam) pero que aún no ha sido ratificado por sus respectivos Parlamentos.
En total abarca el 40 % de la economía mundial, el 30 % de las exportaciones globales, el 25 % de las importaciones, y reúne a 800 millones de consumidores.
La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump de excluir a su país del Tratado Transpacífico (TPP) no ha tomado por sorpresa a los otros 11 miembros, pero sí ha creado muchas interrogantes sobre cómo responderán las grandes compañías transnacionales que aspiraban a controlar una parte importante del mercado mundial. Trump cumplió su promesa pre electoral al firmar el decreto sobre el TPP, Tratado que ya había sido suscrito, en febrero de 2016 por los 12 países que lo integran (Estados Unidos, Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, Nueva Zelanda, México, Perú, Singapur y Vietnam) pero que aún no ha sido ratificado por sus respectivos Parlamentos.
En total abarca el 40 % de la economía mundial, el 30 % de las exportaciones globales, el 25 % de las importaciones, y reúne a 800 millones de consumidores.
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Duelo en la eurozona: Trump y Alemania
Alejandro Nadal, La Jornada
Una de las personas más influyentes en el gabinete de Trump es el economista Peter Navarro, hoy director del recién creado Consejo Nacional de Comercio. Es autor del libro intitulado Muerte por China, en el que acusa al gigante asiático de ser el factor determinante en la desindustrialización de Estados Unidos y, además, de manipular constantemente el tipo de cambio para promover sus exportaciones.
Pero el blanco del primer ataque de Navarro no ha sido Pekín, sino Alemania. Ya en su nuevo puesto, el economista señaló en una entrevista que el marco alemán implícito está fuertemente subvaluado. Según él, Alemania se ha visto beneficiada de manera injustificada por la subvaluación del euro. En 2015 el euro perdió más de 12 por ciento de su valor frente al dólar. Por su parte, el valor de la divisa estadounidense (comparado con una canasta de divisas) se incrementó 25 por ciento, lo que encareció las exportaciones estadounidenses y abarató las de sus competidores como Alemania.
Alemania tiene hoy el superávit en cuenta corriente más grande del mundo, superior a 9 por ciento de su PIB. Su excedente se mantiene desde 2011 y con eso basta para hacerse acreedora a las multas estipuladas en las reglas sobre estabilidad macroeconómica de la eurozona. Pero el órgano encargado de aplicar esas sanciones, la Comisión Europea, sólo ha sido capaz de amonestar a Berlín cada año.
Una de las personas más influyentes en el gabinete de Trump es el economista Peter Navarro, hoy director del recién creado Consejo Nacional de Comercio. Es autor del libro intitulado Muerte por China, en el que acusa al gigante asiático de ser el factor determinante en la desindustrialización de Estados Unidos y, además, de manipular constantemente el tipo de cambio para promover sus exportaciones.
Pero el blanco del primer ataque de Navarro no ha sido Pekín, sino Alemania. Ya en su nuevo puesto, el economista señaló en una entrevista que el marco alemán implícito está fuertemente subvaluado. Según él, Alemania se ha visto beneficiada de manera injustificada por la subvaluación del euro. En 2015 el euro perdió más de 12 por ciento de su valor frente al dólar. Por su parte, el valor de la divisa estadounidense (comparado con una canasta de divisas) se incrementó 25 por ciento, lo que encareció las exportaciones estadounidenses y abarató las de sus competidores como Alemania.
Alemania tiene hoy el superávit en cuenta corriente más grande del mundo, superior a 9 por ciento de su PIB. Su excedente se mantiene desde 2011 y con eso basta para hacerse acreedora a las multas estipuladas en las reglas sobre estabilidad macroeconómica de la eurozona. Pero el órgano encargado de aplicar esas sanciones, la Comisión Europea, sólo ha sido capaz de amonestar a Berlín cada año.
martes, 7 de febrero de 2017
¿Cuánto le cuesta el crimen a América Latina?
Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, el costo de la violencia y las actividades criminales en 17 países de la región en 2014 se encuentra en el entorno del 3% del Producto Interno Bruto (PIB) total. En algunas zonas, esta cifra se duplica.
El estudio Los costos del crimen y de la violencia. Nueva evidencia y hallazgos en América Latina y el Caribe, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estima entre 175.000 y 261.000 millones de dólares el precio total del crimen en la región. Esta cifra engloba el gasto público y privado en seguridad y el costo de las pérdidas, lesiones y daños de las actividades ilícitas.
El crimen y la violencia implican entre un 2,41% y un 3,55% del PIB, con un promedio del 3%. El BID indica que el límite superior "duplica el promedio de los países desarrollados". Por ejemplo, en Alemania equivale al 1,34%, en Francia al 1,87% y en EEUU al 2,75%.
lunes, 6 de febrero de 2017
Trump: neoliberalismo y confusión
Jorge Alemán, Público
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha dejado al mundo entero perplejo. Durante los meses previos a las elecciones, la inmensa mayoría de politólogos, analistas o periodistas afirmaban que era absolutamente imposible que ganara las elecciones. De alguna manera, hemos comprobado que cuando dijo la frase “podría disparar gente en la quinta avenida y no perdería ningún voto” tenía algo de razón.
La confusión en torno a la figura de Trump ha estado presente durante toda la campaña y continúa ahora que ya es Presidente. Los medios europeos no han dudado en caracterizarlo como un líder populista, probablemente en un nuevo intento de desprestigiar el término. El proyecto político que representa el Presidente de Estados Unidos sólo puede denominarse como populismo si lo entendemos como una forma demagógica de expresión política al más puro estilo del “reality” televisivo. Sin embargo, cualquiera que quiera acercarse al análisis de las experiencias populistas de forma honesta, debería evitar la confusión entre populismo y demagogia, así como analizar la obra de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.
En este sentido, partiendo del concepto de populismo de Laclau, hay que señalar que la sociedad está organizada materialmente por el lenguaje, que es la condición primera del vínculo social, pero está constituido de tal modo que, si bien configura la realidad, no puede nombrar la totalidad de la realidad. A aquello que el lenguaje no puede nombrar, lo denominamos lo “real”. Se trata de un agujero de la realidad que solo puede ser contorneado por un “Límite”, al que podemos denominar de forma incompleta o inconsistente: hegemonía, construcción de Pueblo, en suma, populismo.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha dejado al mundo entero perplejo. Durante los meses previos a las elecciones, la inmensa mayoría de politólogos, analistas o periodistas afirmaban que era absolutamente imposible que ganara las elecciones. De alguna manera, hemos comprobado que cuando dijo la frase “podría disparar gente en la quinta avenida y no perdería ningún voto” tenía algo de razón.
La confusión en torno a la figura de Trump ha estado presente durante toda la campaña y continúa ahora que ya es Presidente. Los medios europeos no han dudado en caracterizarlo como un líder populista, probablemente en un nuevo intento de desprestigiar el término. El proyecto político que representa el Presidente de Estados Unidos sólo puede denominarse como populismo si lo entendemos como una forma demagógica de expresión política al más puro estilo del “reality” televisivo. Sin embargo, cualquiera que quiera acercarse al análisis de las experiencias populistas de forma honesta, debería evitar la confusión entre populismo y demagogia, así como analizar la obra de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.
En este sentido, partiendo del concepto de populismo de Laclau, hay que señalar que la sociedad está organizada materialmente por el lenguaje, que es la condición primera del vínculo social, pero está constituido de tal modo que, si bien configura la realidad, no puede nombrar la totalidad de la realidad. A aquello que el lenguaje no puede nombrar, lo denominamos lo “real”. Se trata de un agujero de la realidad que solo puede ser contorneado por un “Límite”, al que podemos denominar de forma incompleta o inconsistente: hegemonía, construcción de Pueblo, en suma, populismo.
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domingo, 5 de febrero de 2017
Un nuevo pacto para salvar a Europa
Yanis Varoufakis, Sin Permiso
"No me importa lo que cueste. ¡Hemos recuperado a nuestro país! "Este es el mensaje orgulloso oído a través de Inglaterra desde el referéndum del brexit el pasado mes de junio. Y es una exigencia que resuena en todo el continente. Hasta hace poco, cualquier propuesta para "salvar" a Europa se consideraba con simpatía, aunque con escepticismo sobre su viabilidad. Hoy en día, el escepticismo es sobre si merece la pena salvar a Europa.
La idea de Europa está retrocediendo por la fuerza combinada de una negación, una insurgencia y una falacia. La negación del establishment de la UE de que la arquitectura económica de la Unión nunca fue diseñada para aguantar la crisis bancaria de 2008 ha dado lugar a fuerzas deflacionarias que deslegitiman el proyecto europeo. La reacción predecible a la deflación ha sido la insurgencia de los partidos antieuropeos de todo el continente. Y, lo más preocupante de todo, el establishment ha respondido con la falacia de que una "federación-lite" puede contener la marea nacionalista.
"No me importa lo que cueste. ¡Hemos recuperado a nuestro país! "Este es el mensaje orgulloso oído a través de Inglaterra desde el referéndum del brexit el pasado mes de junio. Y es una exigencia que resuena en todo el continente. Hasta hace poco, cualquier propuesta para "salvar" a Europa se consideraba con simpatía, aunque con escepticismo sobre su viabilidad. Hoy en día, el escepticismo es sobre si merece la pena salvar a Europa.
La idea de Europa está retrocediendo por la fuerza combinada de una negación, una insurgencia y una falacia. La negación del establishment de la UE de que la arquitectura económica de la Unión nunca fue diseñada para aguantar la crisis bancaria de 2008 ha dado lugar a fuerzas deflacionarias que deslegitiman el proyecto europeo. La reacción predecible a la deflación ha sido la insurgencia de los partidos antieuropeos de todo el continente. Y, lo más preocupante de todo, el establishment ha respondido con la falacia de que una "federación-lite" puede contener la marea nacionalista.
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