domingo, 30 de septiembre de 2018

Tras una década de caídas salariales, la Reserva Federal busca detener la “inflación de salarios”

Jerry White, wsws

El miércoles, la Reserva Federal aumentó su tasa de interés de referencia por encima de dos por ciento por primera vez desde que el banco central de Estados Unidos comenzó su régimen de tasas de interés bajas después del derrumbe financiero global de 2008. Explicando la decisión, el Comité de Operaciones de Mercado Abierto de la “Fed” dijo que estaba monitoreando de cerca y reaccionando ante “indicadores de presiones y expectativas inflacionarias”.
En círculos gobernantes, la mención de presiones inflacionarias es un código para referirse a los aumentos salariales. Como el comentarista del Financial Times, John Authers, indicó en un artículo reciente, “La inflación salarial es central en la ecuación de reacciones de la Fed”.

La asombrosa alza en las bolsas de valores a nivel global y el vasto crecimiento de las fortunas personales de la oligarquía financiera han dependido de una presión continua a la baja sobre los salarios y las condiciones de los trabajadores.

El desempleo masivo, las ejecuciones hipotecarias y el esparcimiento de la pobreza durante la Gran Recesión fueron utilizados como un martillo para reestructurar las relaciones de clases en Estados Unidos y por todo el mundo y destruir los derechos sociales y las protecciones conquistadas por los trabajadores a través de generaciones de lucha de clases. Mientras que los Gobiernos de todo molde les entregaron billones en “estímulos económicos” a los especuladores financieros y las corporaciones responsables de la crisis, para la clase obrera solo se hablaba de austeridad, “flexibilidad laboral”, niveles salariales de pobreza y condiciones de empleo precarias asociadas con la economía informal.

Neoliberalismo progresista latinoamericano

Raúl Zibechi, La Jornada

La feminista estadounidense Nancy Fraser viene alertando sobre los problemas derivados del neoliberalismo progresista, que identifica con los gobiernos de Bill Clinton, Tony Blair, el socialismo francés y sus sucesores como Barack Obama (goo.gl/4GGTbX). En su opinión, combina políticas económicas regresivas, liberalizantes, con políticas de reconocimiento aparentemente progresistas. Se trata del multiculturalismo, el ambientalismo, los derechos de las mujeres y LGBTQ.

El reconocimiento de estos derechos y colectivos sociales es, para Fraser, enteramente compatible con el neoliberalismo financiero, ya que bloquea el igualitarismo. El abordaje de las discriminaciones consiste en “asegurar que unos pocos individuos ‘talentosos’ de grupos ‘subrepresentados’ puedan ascender al tope de la jerarquía corporativa y alcanzar posiciones y remuneraciones paritarias con los hombres heterosexuales blancos de su propia clase”.

Mientras una minoría consigue insertarse en el capitalismo financiero, el resto continúa prisionero del capital, con lo que el sistema adquiere mayores niveles de legitimación, amplía su base de apoyo y consigue aislar a los críticos a los que, de paso, les endilga los motes de masas atrasadas e incultas. Así, el feminismo liberal, el anti-racismo liberal y el capitalismo verde son las únicas opciones críticas que el sistema legitima, calificando toda otra resistencia o rebelión como populismo.

viernes, 28 de septiembre de 2018

El eslabón más débil en la guerra entre China y EEUU

Marco A. Gandásegui, Alai

La reacción agresiva de EEUU contra Panamá, El Salvador y República Dominicana tiene que ver con la guerra comercial declarada por Washington contra China. Además, tiene que ver con el interés de la potencia norteamericana de desestabilizar los gobiernos latinoamericanos. El presidente Donald Trump aumentó unilateralmente los aranceles a productos chinos que entran al mercado norteamericano. Esta medida fue rechazada por China, los grandes industriales norteamericanos y el resto del mundo. El próximo año los consumidores norteamericanos sentirán la medida en sus bolsillos.

EEUU también alimenta un conflicto territorial con Pekín sobre el Mar del Sur de China. Desde la incursión inglesa en esa área de intenso comercio regional en el siglo XIX y el triunfo norteamericano en la II Guerra Mundial (1945) esas aguas le eran vedadas a los chinos. En el siglo XXI, Pekín quiere recuperar su soberanía sobre ese mar propio. Para sumar ofensivas, EEUU acaba de imponer sanciones a la empresa Equipment Development Department (EDD) -responsable de las armas y el equipo del Ejército chino - y a su director, Li Shangfu - por haber comprado armamento a la firma estatal (rusa) Rosoboronexport, la mayor exportadora de armamento, que anteriormente había sido sancionada por Washington.

Estos puntos constituyen el contexto en el cual EEUU da a conocer su amenazante comunicado que genera preocupación en la región latinoamericana.

La guerra comercial entre los EEUU y China se intensifica

Nick Beams, wsws

China ha descartado cualquier otra negociación comercial con Estados Unidos mientras la administración Trump continúe amenazando e imponiendo aranceles adicionales a sus exportaciones.

La última ronda de medidas —la imposición de un arancel del 10 por ciento sobre bienes valorados en $200 mil millones, que aumentará al 25 por ciento el próximo año— entró en vigencia el lunes. Apenas una hora después de que se promulgaran los nuevos aranceles, el periódico oficial Xinhua publicó un libro blanco en el que se expone la posición de Beijing.

“La puerta para las negociaciones comerciales siempre está abierta”, afirmó, “pero las negociaciones deben celebrarse en un entorno de respeto mutuo” y no podrían llevarse a cabo bajo la amenaza de los aranceles.

Además de la escalada de aranceles más reciente a una tasa del 25 por ciento, Trump también ha emitido una amenaza de golpear los gravámenes sobre bienes chinos adicionales de $267 mil millones, lo que significa que, si se implementan, todas las exportaciones de China llevarían algún tipo de arancel.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Sudáfrica: de Sharpeville a Marikana

Alejandro Nadal, La Jornada

Una distancia de 180 kilómetros separa las localidades de Sharpeville y Marikana en la provincia de Gauteng, Sudáfrica. Por la carretera N1 el recorrido toma menos de dos horas. Pero por un trágico paralelismo, la distancia histórica entre ambos lugares es mucho más corta. Ambos sitios han sido escenarios de terribles masacres en contra de una clase trabajadora que sólo aspiraba a mejorar sus condiciones de vida luchando por medios no violentos.

La mañana del 21 de marzo 1960 una manifestación pacífica en contra de la ley de pases llegó hasta el centro de Sharpeville. Esa legislación imponía rígidos controles sobre el desplazamiento de la población negra en todo el país. Esa norma era una pieza importante en la política de segregación racial que desde 1948 buscaba consolidar el dominio de la minoría blanca. Los pases oficiales muy rápidamente se convirtieron en rutina odiosa para la población negra. A lo largo de la década de los años 1950 el Congreso Nacional Africano (CNA) organizó movilizaciones pacíficas para luchar contra el sistema de pases, así como el régimen de localización forzosa de la población negra en los townships, que no eran otra cosa que tugurios en los que el hacinamiento y la miseria convivían con la represión como hermanos gemelos.

Ese día la policía abrió fuego contra los manifestantes y cuando cesaron los disparos 69 personas yacían muertas, incluyendo mujeres y niños. Otras 180 habían sido heridas por las balas. Para tratar de controlar la indignación que siguió la matanza, el gobierno impuso el estado de sitio e intensificó la represión, proscribió el CNA (que pasó a la clandestinidad) y en unos cuantos días arrestó a más de 11 mil personas. El nombre de Sharpeville recorrió el mundo, atrayendo la atención sobre el oprobioso régimen del apartheid y la lucha de la mayoría negra.

Beijing cancela negociaciones comerciales con Washington tras sanciones de EEUU por compra de armas

Nick Beams, wsws

En una escalada significativa de las tensiones globales, Estados Unidos impuso sanciones a una unidad militar china y su director por comprar equipo militar al principal exportador de armas de Rusia, Rosoboronexport, en contravención de una prohibición unilateral impuesta por Washington en 2017.

China ha tomado represalias contra la medida al cancelar las negociaciones comerciales y una visita de alto nivel a Washington del vice primer ministro Liu, programada para la próxima semana.

Al anunciar la prohibición impuesta el jueves, el Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que el Departamento de Desarrollo de Equipos de China y su director Li Shangfu realizaron una "transacción significativa" que involucró la compra de aviones de combate Su-35 en 2017 y misiles S-400 en 2018.

Las compras fueron declaradas por los EEUU en contravención de la ley Contra los Adversarios a través de Sanciones de los Estados Unidos de 2017, legislada en respuesta a la supuesta interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016.

La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, dijo que las sanciones contra la unidad militar china fueron invocadas para "imponer costos adicionales al Gobierno ruso en respuesta a sus actividades malignas". Estados Unidos continuaría instando a todos los países a restringir las relaciones con los sectores de inteligencia y defensa rusos, "ambos de los cuales están vinculados a actividades malignas en todo el mundo".

martes, 25 de septiembre de 2018

Yanis Varufakis: Las tres tribus de la austeridad


Ninguna política es tan contraproducente en épocas de recesión como tratar de obtener superávit fiscal con el objetivo de contener la deuda pública; es decir, las políticas de austeridad. Mientras se acerca el décimo aniversario del derrumbe de Lehman Brothers, cabe preguntarnos por qué la austeridad despertó tanto entusiasmo en las élites políticas de Occidente después de la implosión del sector financiero en 2008.

El argumento económico contra la austeridad es claro y contundente: una desaceleración económica, por definición, implica reducción del gasto del sector privado. Cuando en respuesta a la caída de la recaudación tributaria un gobierno recorta el gasto público, deprime sin darse cuenta el producto nacional (que es la suma del gasto privado y público) e inevitablemente, sus propios ingresos. De tal modo, dificulta el objetivo original de reducir el déficit.

Es evidente entonces que debe haber otra motivación, no económica, para defender la austeridad. En la práctica, los partidarios de la austeridad se dividen en tres tribus bastante diferentes, cada una de las cuales tiene motivos propios para promoverla.

domingo, 23 de septiembre de 2018

El componente militarista de la guerra comercial de Trump

Nick Beams, wsws

La imposición de Washington el lunes de una nueva ronda de aranceles a las importaciones chinas y las subsecuentes declaraciones del presidente Trump sobre el creciente conflicto comercial han aclarado las fuerzas impulsoras esenciales de la política estadounidense.

Según las nuevas medidas, unos 200 mil millones de dólares en productos chinos recibirán un impuesto del 10 por ciento desde el próximo lunes, que aumentará al 25 por ciento en enero de 2019, a menos que, en un desarrollo muy improbable, EEUU logre la capitulación completa de Beijing.

Si bien China es actualmente el objetivo principal, la administración de Trump considera que Estados Unidos está involucrado en una guerra económica contra el resto del mundo.

Como ha destacado el World Socialist Web Site, la fuerza impulsora del conflicto es el declive económico a largo plazo de los EEUU frente a sus antiguos rivales, principalmente Alemania y Japón, y su temor al surgimiento de uno nuevo como podría ser China.

Esto fue subrayado por las declaraciones hechas por Trump en una conferencia de prensa el martes con el presidente polaco, Andrzej Duda. Respondiendo a una pregunta sobre las medidas arancelarias impuestas el día anterior, Trump lanzó una serie de denuncias dirigidas contra los principales socios comerciales de los EEUU.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Una guerra contra el proyecto chino

La "Nueva ruta de la seda" es el único proyecto abierto, integrador, universalista y no basado en la lógica de la imposición del más fuerte que existe en el mundo de hoy
Rafael Poch, ctxt

Donald Trump ha lanzado esta semana aranceles por valor de 200.000 millones de dólares contra productos chinos que se suman a anteriores medidas. No tiene que ver con aluminio, ni coches, ni acero, como ocurre con Europa, sino que hay que leerlo como una exigencia de que China renuncie a su ascenso al estatus de gran potencia. Y esa exigencia está respaldada militarmente. Es decir, la guerra comercial que Washington ha declarado tiene grandes posibilidades de ser un prolegómeno de una guerra propiamente dicha, una guerra militar. Veamos por qué.

La política china está ganando peso y prestigio en el mundo desde cualquier punto de vista con su llamada “Nueva ruta de la seda” ( Belt and Road Initiative ). Los desórdenes del presidente broncas colocan a Xi Jinping en el papel de serio y previsible estadista de proyección mundial. Su prudencia y previsibilidad contrastan aún más al lado de la oferta que Estados Unidos viene lanzando al mundo: una oferta basada en la fuerza, mayormente militar, y regida por la fórmula, “o estás conmigo, o estás contra mí”. Al lado de eso, la “Nueva ruta de la seda” es el único proyecto abierto, integrador, universalista y no basado en la lógica de la imposición del más fuerte que existe en el mundo de hoy. ¿Qué significa?

viernes, 21 de septiembre de 2018

Rescates bancarios después de Lehman Brothers: Unión sagrada para una sagrada estafa

En este texto escrito en 2008, Éric Toussaint denunciaba las respuestas dadas por los gobiernos a la crisis bancaria internacional y anticipaba lo que efectivamente llegó en los años siguientes: un aumento muy importante de la deuda pública y una aceleración en las políticas de austeridad. Explicaba también que todo eso era evitable ya que se podían tomar medidas radicales para evitarlo. En ese momento, Éric Toussaint abogaba por la estatización de los bancos. Pero su posición ha evolucionado y ahora es la de socializar los bancos y las compañías de seguros bajo control ciudadano.

Eric Toussaint, CADTM

El rescate de los bancos y aseguradoras privadas realizado en septiembre-octubre de 2008 constituye una elección política fuerte que no tenía nada de ineludible y que ancla al futuro en varios niveles decisivos.

En primer lugar, el costo de la operación es asumido enteramente por los poderes públicos, lo que implicará un aumento muy importante de la deuda pública [1]. La crisis capitalista actual, que durará al menos varios años, incluso una década, [2] implicará una reducción de los ingresos del Estado mientras que aumentarán sus gastos vinculados al reembolso de la deuda. En consecuencia, las presiones para reducir los gastos sociales serán muy fuertes.

Los gobiernos de Estados Unidos y Europa sustituyeron un tambaleante andamiaje de deudas privadas por una aplastante acumulación de deudas públicas. Según el banco Barclays, los gobiernos europeos de la zona euro emitirán, en 2009, nuevos títulos de deuda pública por un importe que debería alcanzar los 925.000 millones de euros [3]. Se trata de una suma colosal, sin contar las nuevas emisiones de bonos del Tesoro por Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Canadá, etc. Sin embargo, hasta hace poco tiempo, había un consenso de los mismos gobiernos para reducir la deuda pública.

La inestabilidad neoliberal en Latinoamérica

Alfredo Serrano Mancilla, Público

Estabilidad, confianza, certidumbre y eficiencia son las cuatro promesas más repetidas por cualquier proyecto neoliberal. ¿Se cumplen? ¿Es un gobierno neoliberal capaz de dar estabilidad a un país? ¿Saben cómo generar confianza y certidumbre? ¿Logran tener economías eficientes? Veamos qué sucede en Latinoamérica. Empecemos por Argentina.

Crear un buen eslogan es siempre más fácil que estabilizar la economía de un país en un ambiente de fuerte restricción externa. El macrismo se desgasta a mucha más velocidad de lo previsible porque demuestra que no sabe gobernar ni gestionar. En algo menos de tres años consiguió que el país esté patas arriba. La economía no va, se mire por donde se mire. La inflación apunta este año 2018 a estar por encima del 40% según las últimas estimaciones oficiales, a pesar de que la tenían calculada en el 15% a fines del año pasado. La economía se contraerá por encima del 2%, aunque habían pronosticado que crecería por encima del 3%. La liberalización cambiaria provocó una devaluación que no tiene fin: en este tiempo lo llevaron de 10 pesos hasta casi 40, y veremos cómo acaba. La inversión extranjera jamás llegó. Se prometieron dólares que era imposible de producirlos en casa, y sólo han podido ser obtenidos parcialmente, con una deuda eterna con el mundo. El Fondo Monetario Internacional pide más ajuste: más recortes sociales, menos salarios, provocando así que la demanda interna pierda toda su fuerza como motor económico. La tasa de interés va por el 60%: espaldarazo ideal para que la economía financiarizada acabe con la economía real. La industria se desmorona. La balanza comercial es cada día más deficitaria tras la liberalización de las importaciones.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Dolarización creciente de la economía en Argentina

Julio C. Gambina

La situación económica se agrava para la mayoría de la sociedad en la Argentina.

Un indicador importante deriva de un dólar por encima de los 40 pesos u oscilando en torno a ese precio, sin que nadie pueda asegurar que la divisa estadounidense llegó ya a su techo.

En rigor, esa cotización del dólar perjudica la condición de vida de la mayoría de la población, pero favorece a muy pocos y concentrados productores y exportadores junto a especuladores locales y externos que acumulan con operaciones en el mercado local.

No es cierto que la devaluación perjudique a todos por igual. Existe un núcleo de poder económico que con la corrección cambiaria sale enormemente beneficiado, con mejor rentabilidad e ingreso para acrecentar la acumulación de riqueza.

La devaluación resulta un mecanismo de transferencia de ingresos y riqueza hacia acreedores externos y grandes exportadores.

Un futuro promisorio

Variados “opinólogos” sobre economía y política, del gobierno y especialmente críticos por derecha, sostienen que ahora, con este dólar el país será más competitivo, lo que ofrecerá mejores condiciones al balance de pagos en el mediano plazo.

Sudáfrica: del apartheid al neoliberalismo

Alejandro Nadal, La Jornada

La transición en Sudáfrica de un régimen de racismo institucionalizado a una democracia electoral es un acontecimiento de gran relevancia. Desgraciadamente, este giro no se reflejó en la situación económica. En un tiempo récord el Congreso Nacional Africano (CNA), el partido que había liderado la lucha contra la opresión racista, abrazó y consagró las políticas del neoliberalismo que habían cimentado el sistema de explotación y desigualdad del apartheid. El análisis de la economía política de este proceso de transición es una lección importante para cualquier gobierno que aspire a un cambio social y económico real.

A finales de la década de 1980 la situación en Sudáfrica había llegado a un callejón sin salida. Los enfrentamientos habían drenado la energía de ambos bandos y los militantes del CNA sabían que el aparato represivo de la minoría blanca estaba agotado y rebasado. Pero aun así, una insurrección final con tintes violentos conduciría a un baño de sangre.

La minoría blanca confiaba en su formidable arsenal policiaco-militar. Pero el régimen estaba en plena bancarrota política y su aislamiento internacional lo llevaría al fracaso en caso de escoger el camino de la represión. Además, el apartheid chocaba con la lógica de la acumulación capitalista al impedir la libre movilidad del trabajo. Toda la industria en Sudáfrica estaba sufriendo los inconvenientes. Había llegado el tiempo de negociar para asegurar un acuerdo de transición ventajoso.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Diez años después de Lehman: una nueva crisis financiera en camino


Nick Beams, wsws

Hay dos aspectos que predominan en los comentarios sobre el décimo aniversario de la crisis financiera global desatada por la bancarrota del banco de inversiones Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008.

La primera es la falta de una explicación científica del derrumbe. La segunda es el temor de que, al no haber superado sus causas, se esté avecinando otra crisis.

La inexistencia de un análisis científico se manifiesta de la forma más clara en la figura de Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos en ese entonces y el principal arquitecto del rescate a los bancos y otras entidades financieras. Después de desembolsarle a Wall Street $700 mil millones provenientes de contribuyentes fiscales, inició un programa de expansión cuantitativa que encauzó billones de dólares más hacia el sistema financiero, garantizando así una expansión de la especulación que desató el derrumbe en primer lugar.

Bernanke, ahora un investigador en el centro de pensamiento Brookings Institution y asesor de dos grupos de inversión, ha tenido una década para ponderar sobre los eventos que presidió, contando con todos los recursos investigativos de la Fed, las universidades y los fuertemente financiados centros de pensamiento. ¿Qué ha logrado?

En un reporte preparado por Brookings para conmemorar el aniversario, Bernanke insiste en que el colapso del mercado de bienes raíces en EEUU fue un factor secundario en el colapso. El segundo y más importante factor por medio del cual “la crisis llevó a una recesión fue un pánico financiero severo, una corrida en todo el sistema a los proveedores de crédito, incluidos los bancos, pero también, cabe notar, a prestamistas no bancarios como los fondos de inversión y las firmas financieras”. Las “fragilidades” en el sistema financiero “resultaron en pánico y una crisis crediticia”.
En otras palabras, la principal causa de la crisis, la cual tomó la forma de pánico y una pérdida de confianza, fue el pánico y la pérdida de confianza.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Argentina y la crisis sin salida del gobierno Macri

Raúl Zibechi, La Jornada

La crisis económica y política provocada por la presión de los especuladores financieros sobre la cotización del dólar, ha llevado a numerosos analistas y a una parte de la población a comparar la situación actual con la de 2001. Aquella crisis fenomenal provocó una revuelta que estalló el 19 y 20 de diciembre, coronando un ciclo de luchas que se prolongaba desde 1997 y tenía a los desocupados (piqueteros) como principales protagonistas.

La revuelta, o pueblada, o levantamiento forzó la renuncia del presidente Fernando de la Rúa que debió abandonar la Casa Rosada en helicóptero mientras la policía disparaba fuego real para contener a los manifestantes. Fue el fin de un ciclo neoliberal privatizador que dio paso a un ciclo progresista.

En lo personal, comparto el deseo de muchos argentinos de que hechos similares vuelvan a repetirse para poner fin al insoportable gobierno de Macri. No es un deseo utópico. Se apoya en la experiencia viva de los trabajadores argentinos a lo largo del siglo XX, en el que protagonizaron insurrecciones, levantamientos y puebladas desde la Semana Roja de 1909. Las dos acciones populares más importantes fueron el 17 de octubre de 1945, que desarticuló a la oligarquía agro-ganadera, y el Cordobazo del 29-30 de marzo de 1969, cuando los obreros y los estudiantes de la ciudad industrial derrotaron a la policía en una fenomenal batalla callejera que forzó la intervención del ejército pero colocó a la defensiva a la dictadura de Juan Carlos Onganía.

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