Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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sábado, 23 de enero de 2010
Más fuego contra Ben Bernanke
Es probable que un vez abierto el fuego sobre Ben Bernanke, este ya no cese. La nota publicada ayer en The New York Times y sobre la cual hice referencia en Peligra continuidad de Ben Bernanke en la Fed, ha levantado un debate nada convencional. Hasta Paul Krugman, en el mismo New York Times, escribe, con dolor como él mismo dice, sobre este tema, pues fue Ben Bernanke quien lo contrató en la Universidad de Princeton.
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sábado, 16 de enero de 2010
El problema de Paul Samuelson: teorías elegantes que jamás funcionaron
Tras la muerte de Paul Samuelson, el más conocido de los economistas norteamericanos, y ganador del Premio Nobel de Economía en 1970, ha vuelto a la actualidad esta mordaz crítica escrita por Michael Hudson y publicada el 18 de diciembre de 1970 en Commonweal. El artículo se titulaba "¿Merece la economía el Premio Nobel? (Y a propósito, ¿se lo merece Samuelson?)".
A 40 años del artículo de Hudson, vemos que su agudo punto de vista, se mantiene incólume. Una mirada que denuncia el simplismo de Samuelson para tratar temas de profunda relevancia humana con simples sistemas de ecuaciones. Si bien el trabajo de Samuelson es admirable para iniciarse en el análisis de los problemas económicos, no se debe considerar como una verdad absoluta. Esto lo manifestó el propio Samuelson, pero quizá le faltó más énfasis para alertar a sus discípulos. Sobre este punto es útil revisar Estabilizando lo altamente inestable. A continuación, el texto completo de Michael Hudson.
Michael Hudson
Ya resulta bastante lamentable que el campo de la psicología haya constituido durante tanto tiempo una ciencia no social, al observar las fuerzas motivadoras de la personalidad como algo que se deriva de la experiencia psíquica interna y no, en cambio, de la interacción personal con el entorno social. Algo parecido sucede en el campo de la economía: desde su revolución "utilitarista" hará cosa de un siglo, esta disciplina ha abandonado también su análisis del mundo objetivo y sus relaciones políticas, económico-productivas, en favor de normas más introvertidas, utilitarias y orientadas hacia el bienestar social. Las especulaciones morales relativas a lo psíquico matemático han venido a desplazar a la ciencia otrora social de la economía política.
A 40 años del artículo de Hudson, vemos que su agudo punto de vista, se mantiene incólume. Una mirada que denuncia el simplismo de Samuelson para tratar temas de profunda relevancia humana con simples sistemas de ecuaciones. Si bien el trabajo de Samuelson es admirable para iniciarse en el análisis de los problemas económicos, no se debe considerar como una verdad absoluta. Esto lo manifestó el propio Samuelson, pero quizá le faltó más énfasis para alertar a sus discípulos. Sobre este punto es útil revisar Estabilizando lo altamente inestable. A continuación, el texto completo de Michael Hudson.
Michael Hudson
Ya resulta bastante lamentable que el campo de la psicología haya constituido durante tanto tiempo una ciencia no social, al observar las fuerzas motivadoras de la personalidad como algo que se deriva de la experiencia psíquica interna y no, en cambio, de la interacción personal con el entorno social. Algo parecido sucede en el campo de la economía: desde su revolución "utilitarista" hará cosa de un siglo, esta disciplina ha abandonado también su análisis del mundo objetivo y sus relaciones políticas, económico-productivas, en favor de normas más introvertidas, utilitarias y orientadas hacia el bienestar social. Las especulaciones morales relativas a lo psíquico matemático han venido a desplazar a la ciencia otrora social de la economía política.
jueves, 14 de enero de 2010
Presentación del libro "La explosión de la crisis global"
Por fin, después de haber sido presentado en Buenos Aires, Caracas y Bogotá, se presentará en Santiago el libro La explosión de la crisis global, que en todo caso se encuentra en las librerías desde septiembre. La presentación se realizará a las 18.30 hrs en la sala Helvio Soto de la Escuela Latinoamericana de Postgrados, ubicada en Huerfanos 1721 (Metro Santa Ana, pleno centro de Santiago) y estará a cargo de Julio Sau Aguayo, miembro del Consejo Académico del Instituto Igualdad y Victor Hugo de la Fuente, director de la edición chilena de Le Monde Diplomatique.
A continuación, la introducción del libro, escrita por Claudio Lara:
América Latina y Chile en la encrucijada
El mundo vive tiempos sombríos. Hace poco más de dos años estalló la burbuja financiera de las hipotecas “basura” en Estados Unidos, revelando que grandes bancos y otras instituciones financieras estaban comprometidos con deudas hipotecarias de alto riesgo. En ese entonces muchos economistas y autoridades del mundo pensaban que la crisis estaba circunscrita a este segmento, pero a los pocos meses se precipitó la insolvencia crediticia, las quiebras financieras y las ventas de viviendas a precios de remate, arrastrando al conjunto del sistema financiero estadounidense y también al europeo. Y de ahí, después que Lehman Brothers se declarara en quiebra en septiembre de 2008, el sistema financiero global quedó contra las cuerdas y la economía mundial se hundió en la recesión más profunda de los últimos 80 años.
Con la desaparición de los “bancos de inversión” de Wall Street y desatada la “Gran Recesión”, la oscuridad y el nerviosismo se apoderaron de los pronósticos, de las empresas, de los trabajadores y de las autoridades mundiales. Sin embargo, los países en desarrollo y China parecían ser la excepción, decían que se iban a “desacoplar” del mundo desarrollado y que la crisis no los afectaría. Eso no se cumplió, el tiempo terminó por llevar a América Latina e incluso a China a la baja, y a partir de octubre del año pasado los mercados accionarios y monedas de países del mundo en desarrollo terminaron depreciándose aún más que las de las potencias económicas.
Chile no podía ser menos, en vez de “desacople” se nos decía que estábamos “blindados” y protegidos ante cualquier crisis. Pero este discurso optimista comenzó a cambiar, porque el crecimiento y la inversión se frenaban, las exportaciones caían, las tasas de desempleo llegaban a los dos dígitos y otras cifras daban muestra de que nuestra economía entraba rápidamente en recesión. Ni el histórico aumento del gasto fiscal, ni los drásticos recortes en la tasa de política monetaria han logrado evitar que la economía se siga contrayendo. No podía ser de otra manera, dada la creciente exposición y dependencia del modelo económico chileno con respecto a la economía global.
Al cumplirse dos años de la explosión de la “crisis subprime”, un primer balance revela las millonarias pérdidas en todo el mundo. Así, las plazas bursátiles han visto esfumarse 22 billones (millón de millones) de dólares, es decir, 41% de su valor en comparación con julio de 2007; mientras que las pérdidas crediticias a nivel global alcanzan a 1,5 billón de dólares, sobre todo de la banca estadounidense y en menor medida de la europea. Al mismo tiempo, las economías de las mayores potencias del orbe han estado marcadas por la “recesión”, siendo Japón el caso más crítico. Durante el segundo trimestre de 2009, el Producto Interno Bruto (PIB) de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) volvió a contraerse, esta vez en 0,002%, luego de cuatro trimestres consecutivos de caídas.
La espectacular contracción económica también ha provocado pérdidas de puestos de trabajo históricas, elevando las tasas de desempleo a niveles récord en algunos países, destacándose los casos de España e Irlanda. En Estados Unidos, donde el presidente Barack Obama asumió su cargo con el desafío de crear o salvar puestos de trabajo, han desaparecido 6,7 millones de empleos desde que empezó la crisis, llegando la tasa de desocupación al 9,5% en junio, igual a la registrada en la Eurozona. Peor todavía, un informe de la Organización Internacional del Trabajo publicado en mayo elevó sus proyecciones sobre el desempleo en hasta 51 millones de personas, a un rango de entre 210 millones y 239 millones para este año. En América Latina, entre 2,8 y 3,9 millones de personas se sumarían a las filas del desempleo.
Durante estos dos años los gobiernos no se han quedado de brazos cruzados y han inyectado, a través de “planes de rescate”, miles de millones de dólares en los bancos. Solo Estados Unidos ha utilizado casi un billón de dólares en salvar a unas cuántas empresas y a los grandes del sector financiero, principales causantes de la hecatombe. Además, los bancos centrales han facilitado liquidez para que el crédito vuelva a fluir y han llevado las tasas de interés a sus mínimos históricos en un intento por encender nuevamente el motor de la economía. El “Gran gobierno” evidencia la bancarrota de la ideología neoliberal y del enfoque neoclásico. De acuerdo a Paul Krugman, el ex presidente “Reagan estaba equivocado: a veces el sector privado es el problema. Y el gobierno es la solución”.
Resulta sorpresivo que, pese a estar atravesando el mundo un período decididamente recesivo, los mismos analistas e instituciones que fracasaron rotundamente en prever la crisis económica afi rmen hoy que lo peor ya ha pasado y que el camino a la recuperación está frente a nosotros. Se nos habla de la aparición de los “brotes verdes” en la economía mundial, a los que se ha referido Bernanke, presidente de la Reserva Federal.
Sin embargo, no hay muchas razones para tal optimismo. Como advierte el Economist Intelligence Unit, “los riesgos para la economía global siguen siendo excepcionalmente elevados. La preocupación más seria es que los varios paquetes de estímulo globales no serán suficientes para desencadenar y luego apoyar una recuperación autosustentable”. Por lo cual, “existe el riesgo de que la economía global vuelva a declinar una vez que se debiliten sus efectos” (20/07/09). Estos apoyos han provocado un fuerte aumento de los déficits públicos. De hecho, el défi cit federal de Estados Unidos superó por primera vez en la historia el billón de dólares a mediados de este año. Además, téngase en cuenta que para el EIU, “la zona del euro sigue moribunda” y su “proyección sigue sin cambios en -4,5% en 2009 y -0,7% en 2010″.
Por su parte, el gigantesco paquete de estímulos fiscales y monetarios que puso en marcha China para enfrentar la crisis, no está funcionando adecuadamente. El aumento de las importaciones chinas está más vinculado a la especulación que a la actividad productiva. Su efecto de corto plazo ha sido el incremento en los precios de materias primas en los mercados mundiales, lo que no solo no ayuda, sino que hará mucho más lento el proceso de recuperación y puede arrastrar a la economía mundial a una recaída de efectos nefastos.
Es cierto que el cúmulo de problemas actuales se ha precipitado a partir de la crisis financiera y económica de las mayores economías del mundo, pero no se limita ni a esas dimensiones ni a esos países. Como lo han destacado diversos analistas, esta crisis confluye con una crisis de hegemonía global y con una crisis ecológica y climática, dando lugar a una crisis global o sistémica. En palabras de Edgardo Lander, estos planos coinciden en la coyuntura actual, pero cubren tiempos históricos y velocidades diferentes.
En el plano geopolítico, la actual crisis financiera y económica no puede entenderse sin un análisis histórico del capitalismo a lo largo del siglo XX. Por diversos motivos y en diferentes ámbitos, la plena hegemonía de Estados Unidos estaría llegando a su fi n y parece estar desplazándose hacia alguna constelación de potencias en el este asiático. Manifestación de ello es el creciente cuestionamiento que está sufriendo el dólar como moneda mundial.
En otro plano, estamos ante la crisis de un patrón civilizatorio de crecimiento sin fin, que con su sistemático ataque depredador a la naturaleza, está destruyendo aceleradamente las condiciones que hacen posible la vida en el planeta Tierra. En opinión de François Chesnais, estamos ante el riesgo de una catástrofe, ya no del capitalismo en sí, sino de la humanidad. Nos hemos topado con un límite ante el cual o se responde con una alteración profunda de los patrones civilizatorios hegemónicos, o seguimos avanzando hacia la destrucción global. No podemos seguir pensando y actuando como si todavía contásemos con un tiempo infinito a futuro.
Esta crisis global exige un cambio sustancial en la forma como concebimos las crisis y en las formas de pensar nuestras acciones individuales y colectivas. El presente libro pretende aportar en ese sentido, privilegiando el análisis de los embates de la crisis en América Latina y particularmente en Chile. El libro presenta una primera parte, de índole más regional, que se inicia con el texto de Hugo Fazio, quien repasa críticamente las grandes crisis que han afectado a nuestro continente durante los últimos 15 años. A continuación el texto de Claudio Katz analiza los impactos de la actual crisis económica y financiera en nuestro continente. La contribución de Manuel Riesco aborda ciertos aspectos teóricos de gran relevancia para comprender, desde un punto de vista distinto al convencional, el desarrollo de la crisis y su propagación global.
La segunda parte, referida a las experiencias nacionales, incorpora tres trabajos sobre Chile que se complementan. Por una parte, Claudio Lara discute el desempleo estructural en Chile y su agravamiento en las condiciones de la crisis en curso, y Jacobo Schatan examina la brecha de ingresos y la pobreza en el país y se enfoca en el análisis sobre el impacto de las políticas públicas en relación a estos problemas y en cómo han respondido las empresas en el contexto de la crisis. Luego, Marco Antonio Moreno polemiza acerca del rol que ha jugado Chile en la propagación del modelo económico neoliberal. El trabajo sobre Colombia, de Jairo Estrada, busca responder a una interrogante que no es exclusiva de ese país: la posibilidad de la prolongación del proyecto neoliberal. De manera previa identifica los rasgos del "modelo colombiano" y analiza los efectos de la crisis en ese país.
Por último, la tercera parte reúne textos que brindan al lector abundante material para la reflexión, comenzando por el de Andrés Monares sobre el capitalismo contemporáneo, donde las fi nanzas especulativas son más relevantes que la llamada “economía real”. El texto de Yemil Harcha aborda la dimensión geopolítica de la crisis actual en vinculación con los fenómenos financieros y reales. Finalmente, Alberto Acosta destaca la urgencia y la complejidad de buscar soluciones a los problemas inmediatos derivados de una crisis de naturaleza múltiple.
La explosión de la crisis global, en LOM ediciones
sábado, 19 de diciembre de 2009
Keynes y Hayek en rap
El escritor y comediante Billy Scafuri ha creado un tema de rap callejero con un contenido ad-hoc a los economistas Hayek, Keynes y la actual crisis económica. En el clip participan, además, Robert Skidelsky (miembro de la cámara de los Lords británica, biógrafo de Keynes y autor de Keynes, el retorno del maestro) y Russell Roberts, quienes discuten sobre las propuestas de Hayek y Keynes frente a las crisis.
Paul Solman, el anunciador, arranca así:
John Maynard Keynes (1883-1946) fue un economista revolucionario de los años 30 y un ícono de la ortodoxia económica hasta los años 60, que pasó de moda en 1980 a partir de la llegada de Ronald Reagan. Pero gracias a la crisis financiera, está de regreso".
Las palabras de Robert Skidelski son sin duda lo más relevante de la entrevista. Del biógrafo de Keynes destaqué la semana pasada este artículo ¿Cuánto dinero es suficiente para una vida buena?, en el cual recupera una predicción de Keynes que indicaba que para el año 2030 sólo sería necesario trabajar 15 horas a la semana. Pero el mundo se fue por el lado de la opulencia y la explotación. A Skidelsky también lo hemos visto en este documental realizado hace diez años, que todo interesado en la economía y sus crisis debe ver La sombra de la crisis. Dice Skidelsky:
"Keynes aportó tres ideas esenciales a la economía: i) los mercados son inherentemente inestables. ii) pueden desarrollar el desempleo en gran escala y iii) No hay nada que impida un aumento gigantesco del desempleo, muy perdurable en el tiempo, a menos que intervenga el gobierno con un estímulo que sustituya la caída del gasto privado.
No se debe esperar a llegar al punto más bajo del empleo para iniciar la reactivación. Se debe intervenir a tiempo para evitar que la caída en la demanda agregada afecte a todo el conjunto de la economía.
Frente a la opción de no intervenir y dejar que el sistema completo colapse y se aplique un castigo global con el desborde de la masas, el hambre y la inestabilidad social (sugerencias de la corriente monetarista), Skidelsky es claro:
Ningun gobierno democrático puede permitir que los errores de unos pocos signifiquen un castigo a millones de personas. El desempleo es ya un castigo enorme y su potencial aumento demuestra la ineficacia del mercado, que lleva a su vez al desempleo y la quiebra de muchas empresas que han sido honestas, que no han cometido errores ni han hecho trampas.
Skidelsky sostiene que el plan de estímulo en países como el Reino Unido y Estados Unidos debió ser mucho mayor desde el principio para impulsar la reactivación. Pero se ha quedado en la foto. El estímulo ha sido débil y el aumento del desempleo ha continuado, haciendo más difícil la recuperación. La idea de la foto es clave: los monetaristas y neoliberales sostienen que no hay que hacer nada y sólo esperar de brazos cruzados que el mismo mercado comience a dar señales de vida. Esta situación puede ser infinita = una foto. El mercado no tiene ninguna posibilidad de recuperación por sí solo. De ahí que Keynes proyecta la idea de la acción, dado que en el largo plazo de la idea clásica, todos terminamos muertos. Hay muchos que no entienden aún esta frase.
¿Qué mas decir? Sólo que el clip fue presentado el miércoles de esta semana, y que la entrevista a Roberts y Skidelsky fue realizada en las oficinas del FMI, institución creada por idea de Keynes.
jueves, 17 de diciembre de 2009
Bernanke y la "maldición" de Time
Lejos de sentirse el hombre más afortunado con la nominación de la revista TIME de personaje del año, Ben Bernanke debe estar muerto de miedo. La historia tiene sus entreveses y lo que puede ser visto como algo levemente positivo, como la fabulosa inyección de recursos al sistema, tiene ese terrible efecto de ser "pan para hoy y hambre para mañana". Las crisis no se resuelven con el helicóptero de Friedman. El dinero inyectado solo está elevando los déficit e hipotecando el futuro.
Ademas, la revista Time, como se muestra en la portada de la derecha (del 15 de febrero de 1999), muestra a Alan Greenspan, Lawrence Summers y Robert Rubin como "los tres mosqueteros" que evitaron el colapso mundial tras la quiebra de Long Term Capital Management, y salvaron al mundo. Como lo he señalado en varias ocasiones, la quiebra de LTCM en octubre de 1998, con sus mil millones de dólares en derivados financieros, fue la más clara advertencia de las falencias del sistema, y ni Greenspan, ni Rubin, ni Summers, fueron capaces de detectar que el sistema financiero se sostenía en una capa de hielo cada vez más delgada y quebradiza.
Y como en los cuentos, pasó lo que tenía que pasar: la capa de hielo se quebró, el sistema reventó, y esta portada de Time de hace más de una década nos recuerda el inicio del big bang financiero, pese a que los salvadores de entonces no fueron capaces de mirar más allá de su nariz.
Más | En el ojo del huracán. La quiebra de LTCM
miércoles, 16 de diciembre de 2009
¿Es Bernanke el hombre del año?
La revista Time ha propuesto a Ben Bernanke como el hombre del año, por el liderazgo asumido en el enfrentamiento de la crisis financiera y su gestión para evitar un desplome mayor de Estados Unidos. Recordemos que el año pasado la persona del año para Time fue el recientemente electo presidente Barack Obama.
La decisión que ha tomado Time este año es, sin embargo, bastante aventurada. Por un lado, lejos de ser el héroe de la crisis, Bernanke es uno de los principales culpables al no detectar a tiempo el cáncer que incubaba el sistema financiero estadounidense del cual, como presidente de la Reserva Federal, es el mayor responsable. Cometió tres gravísimos errores como señalar que la crisis inmobiliaria tocaría fondo rapidamente, decir que el problema de los créditos basura estaba ya contenido y asegurar que la crisis inmobiliaria no arrastraría a una recesión. Se equivocó en estos tres puntos.
Esos gruesos errores son los que han comenzado a cuestionar algunos parlamentarios que manifiestan su abierto rechazo a un segundo periodo de Bernanke en la Fed. El senador Jeff Merkley, dijo que votará en contra en la reunión de esta semana cuando se tenga que confirmar la permanencia de Bernanke en la Reserva Federal:
Durante muchos años los reguladores federales hicieron la vista gorda a los signos de una crisis financiera inminente. El Sr. Bernanke apoyó cada una de las decisiones y no adoptó las medidas preventivas necesarias que podrían haber evitado o mitigado el colapso financiero"
La idea de poner a Bernanke como el hombre del año ha sido enjuiciada hasta por los propios lectores. Esta encuesta recogida de la propia revista, señala que el 60% de los lectores rechaza la nominación, contra un 40% que la aprueba.
El futuro de Bernanke depende de la decisión del Senado que puede buscar ajustar cuentas contra la laxitud del sistema financiero. La catástrofe aún no se resuelve y la economía estadounidense ha sido totalmente debilitada por el colapso financiero.
Independiente de la permanencia de Bernanke al mando de la Fed,los próximos años no serán de una recuperación sólida, sino que tendrán el ritmo de una lenta cabalgata por el desierto, al atardecer.
En todo caso, la broma ideada el año pasado por los creadores de este clip, sigue plenamente vigente.
Más | ¿Es Bernanke el hombre del año? No: 59%
Publicado por
mamvas
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10:50 p.m.
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Crisis Financiera,
Economistas,
Estados Unidos,
Fed
lunes, 14 de diciembre de 2009
Opiniones sobre Samuelson:
Algunas opiniones sobre la muerte de Paul Samuelson:
- "El mejor economista de la historia", Joaquin Estefanía. El País
Samuelson se consideraba a sí mismo un centrista incurable. Hace poco tiempo, en uno de sus artículos recomendaba a Obama que se situase en esas posiciones para arreglar los problemas económicos que asolan a EE UU dentro de la Gran Recesión. Como consecuencia de tal equidistancia intelectual, fue atacado a izquierda y derecha. La izquierda consideraba que con sus reflexiones había contribuido a domar la parte más insurgente del pensamiento keynesiano, al insertarla en el análisis neoclásico: lo que acabó llamándose la "síntesis neoclásica keynesiana", que fue apodada por Joan Robinson (una economista que mereció el Nobel) como "keynesianismo bastardo". La derecha se cebó en él por sus ataques inmisericordes a Milton Friedman y Friedrich Hayek, los padres del neoliberalismo, a los que consideraba culpables de lo que ha ocurrido en el planeta en los últimos años.
- Van quedando pocos, Michele Boldrin. Expansión:
Lo que hacia a Samuelson distinto, y más visible que los demás Grandes, era su versatilidad... Samuelson jugaba en todos los campos y en todas las posiciones: micro, macro, crecimiento, teoria de las decisiones, economía dinámica, economia pública, aplicada, historia economica, economia internacional,... y, además, encontraba tiempo para escribir sobre asuntos corrientes de política económica cada dos semanas en el Newsweek y de preparar el manual de introducción a la economía, los Principles of Economics, más popular e imitado de todos los tiempos.
- Keynesiano y Premio Nobel, Mercado.com:
En el plano político, fue mentor de John F. Kennedy y se pasó años explicando a la dirigencia estadounidense el legado de John Maynard Keynes, desde una perspectiva estructuralista que acabó signándolo. Irónicamente, se había graduado en Chicago (1935), cuando esa universidad no era el reducto monetarista neoclásico en que la convertiría Milton Friedman, enemigo de Keynes y también Nobel (1976).
- El Papá de Todos Nosotros, Las piedras del camino:
Desde el "Principio de Correspondencia" hasta la programación lineal aplicada a la economía, pasando por el mecanismo del "Multiplicador" sus aportaciones a la economía son tan vastas, disímiles y primordiales, que los estudiantes las confunden con fundamentos casi naturales. No, el multiplicador y las ecuaciones básicas de las teorías de finanzas no siempre estuvieron allí, Samuelson las desarrolló... Todos aquellos que nos ganamos el pan y la sal con esta profesión estamos en enorme deuda con él, así que un adiós sincero al Gran Maestro.
- Al maestro con cariño, Miguel Olivera. Crítica Digital
- Paul Samuelson 1915-2009, Citoyen. La Ley de la Gravedad
- Muere Paul Samuelson, uno de los “padres” de la Economía moderna, Kaos en la Red:
- Falleció el Nobel Paul Samuelson; formó las bases de la economía moderna, La Jornada
- Remembering Paul Samuelson, The Wall Street Journal
- US-Ökonom Samuelson gestorben, Die Zeit
Paul Samuelson: la economía desde el corazón
Entre sus numerosos y notables artículos escritos desde el corazón de su sabiduría, en octubre del año pasado Paul Samuelson escribió Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek, asestando un duro golpe a las ideas neoliberales que nos sumergieron en la actual crisis económica global. Y cuando para muchos la actual crisis era un fenómeno transitorio y de poca gravedad, Samuelson no dudó en señalar que esta crisis era el trabajo de unos monstruos diabólicos:
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Paul Samuelson falleció ayer, a los 94 años, y hasta el mes pasado daba charlas y entrevistas. Su mérito fue trasladar a la teoría económica a la comprensión de un análisis matemático simple, y por ello recibió el Premio Nobel en 1970. Desde las teorías de Adam Smith y Ricardo, a los modelos de Walras, Pareto y Wicksell, en su análisis matemático desarrolló la síntesis neoclásica, demostrando que este aparato se puede emplear cuando las economías se ubican cerca del pleno empleo, pero no cuando se vive un fuerte desempleo.
Samuelson no trabajó sólo con las clásicas teorías de oferta y demanda, sino también con las teorías del bienestar, la elección pública, los ciclos económicos y las finanzas públicas. Su tesis doctoral para la Universidad de Harvard se conoce hoy con el título de Fundamentos del Análisis Económico, una obra clave para el estudio de la economía, en la cual su autor sintetiza muchos de los métodos de la teoría y el análisis económico.
Pero este libro es demasiado especializado. Por eso cuando su mujer, Marion Crawford, dio a luz trillizos (aumentando de 3 a 6 la cantidad de hijos y requiriendo 300 pañales a la semana), sus amigos le sugirieron escribir un texto simple de economía, para superar los problemas financieros. Así publicó el manual de economía que tiene más de 50 re-ediciones y que ha sido traducido a más de 40 idiomas.
Son muchos los aportes teóricos de la monumental obra de Samuelson, marcados por su experiencia de la Gran Depresión, de haberla vivido y de haberla sufrido. Es justamente para comprender sus causas y lograr evitarla, que entró a estudiar economía a la Universidad de Chicago, donde siempre tuvo grandes discusiones con Milton Friedman, fundamentalmente en el ámbito del rol del Estado en la actividad económica.
Samuelson no rechaza la idea del individuo racional que persigue su propio interés. Pero recuerda a sus colegas que no siempre las personas actúan racionalmente. De ahí que rechace el determinismo económico y señale la importante influencia del azar.
Según Samuelson, en el sistema económico hay desequilibrios, y no siempre se recibe lo que se aporta. Algunos individuos tienen más suerte que otros y esto amplifica las desigualdades. De ahí que sea necesaria la intervención del Estado para reducirla y equilibrar los niveles de vida. El artículo que escribió el año pasado sobre Friedman y Hayek es muy clave para comprender la actual crisis. El año pasado, cuando gran parte negaba que hubiera crisis, quizá muchos lectores no lo tomaron en cuenta. Hoy, cuando vemos que la crisis está recién comenzando, es un texto crucial.
En la entrevista reseñada a principios de año y realizada por el Asahi Shimbun de Japón, destacamos estas líneas de Samuelson:
Cuando recibió el premio Nobel de Economía en 1970 por su desarrollo de la teoría económica estática y dinámica, la Real Academia Sueca recalcó “por haber hecho más que cualquier otro economista contemporáneo para aumentar el nivel del análisis científico en la teoría económica”. Por eso que Joaquín Estefanía lo llama El mejor economista de la historia.
“Los genios de la ingeniería financiera crearon un monstruo a lo Frankenstein, que después no supieron cómo gobernar. Toda la burbuja del sector inmobiliario se creó y nadie hizo nada para detenerla. Nadie aprendió la lección de Long-Term Capital Management, de 1998, y así se dieron en el mundo excesos increíbles de apalancamiento sin que nadie supiera lo que se estaba haciendo. Era como operar con los ojos vendados, y nadie aprendió nada de ello”
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Paul Samuelson falleció ayer, a los 94 años, y hasta el mes pasado daba charlas y entrevistas. Su mérito fue trasladar a la teoría económica a la comprensión de un análisis matemático simple, y por ello recibió el Premio Nobel en 1970. Desde las teorías de Adam Smith y Ricardo, a los modelos de Walras, Pareto y Wicksell, en su análisis matemático desarrolló la síntesis neoclásica, demostrando que este aparato se puede emplear cuando las economías se ubican cerca del pleno empleo, pero no cuando se vive un fuerte desempleo.
Samuelson no trabajó sólo con las clásicas teorías de oferta y demanda, sino también con las teorías del bienestar, la elección pública, los ciclos económicos y las finanzas públicas. Su tesis doctoral para la Universidad de Harvard se conoce hoy con el título de Fundamentos del Análisis Económico, una obra clave para el estudio de la economía, en la cual su autor sintetiza muchos de los métodos de la teoría y el análisis económico.
Pero este libro es demasiado especializado. Por eso cuando su mujer, Marion Crawford, dio a luz trillizos (aumentando de 3 a 6 la cantidad de hijos y requiriendo 300 pañales a la semana), sus amigos le sugirieron escribir un texto simple de economía, para superar los problemas financieros. Así publicó el manual de economía que tiene más de 50 re-ediciones y que ha sido traducido a más de 40 idiomas.
Son muchos los aportes teóricos de la monumental obra de Samuelson, marcados por su experiencia de la Gran Depresión, de haberla vivido y de haberla sufrido. Es justamente para comprender sus causas y lograr evitarla, que entró a estudiar economía a la Universidad de Chicago, donde siempre tuvo grandes discusiones con Milton Friedman, fundamentalmente en el ámbito del rol del Estado en la actividad económica.
Samuelson no rechaza la idea del individuo racional que persigue su propio interés. Pero recuerda a sus colegas que no siempre las personas actúan racionalmente. De ahí que rechace el determinismo económico y señale la importante influencia del azar.
Según Samuelson, en el sistema económico hay desequilibrios, y no siempre se recibe lo que se aporta. Algunos individuos tienen más suerte que otros y esto amplifica las desigualdades. De ahí que sea necesaria la intervención del Estado para reducirla y equilibrar los niveles de vida. El artículo que escribió el año pasado sobre Friedman y Hayek es muy clave para comprender la actual crisis. El año pasado, cuando gran parte negaba que hubiera crisis, quizá muchos lectores no lo tomaron en cuenta. Hoy, cuando vemos que la crisis está recién comenzando, es un texto crucial.
En la entrevista reseñada a principios de año y realizada por el Asahi Shimbun de Japón, destacamos estas líneas de Samuelson:
Esta es definitivamente la peor crisis desde la Gran Depresión, con la diferencia de que esta vez es mundial. Cuando George W. Bush se convirtió en Presidente el año 2001, heredó un país con superávit fiscal y un presupuesto balanceado. Bush dejó al país con una tremenda deuda, y con problemas por todos lados. Reagan no era mal actor de cine, pero su giro hacia la derecha, más bien, hacia la extrema derecha, con el predominio de la teoría de la oferta, nos tiene en esta situación crítica donde el país entero está en llamas”.
Cuando recibió el premio Nobel de Economía en 1970 por su desarrollo de la teoría económica estática y dinámica, la Real Academia Sueca recalcó “por haber hecho más que cualquier otro economista contemporáneo para aumentar el nivel del análisis científico en la teoría económica”. Por eso que Joaquín Estefanía lo llama El mejor economista de la historia.
domingo, 22 de noviembre de 2009
Stiglitz critica al gobierno de méxico por el manejo de la crisis
El desempeño que el gobierno de México ha tenido para enfrentar la recesión "ha sido uno de los peores en el mundo", consideró el premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz.
"Las estadísticas de crecimiento han sido muy débiles y pesimistas para este país, y la combinación de una recuperación muy débil para Estados Unidos y una política fiscal que no estimule la economía mexicana es una fuente de preocupación", aseguró.
Advirtió que los aumentos a los impuestos al valor agregado (IVA) y sobre la renta (ISR), que entrarán en vigor en 2010 en México, "tendrán un efecto muy negativo en la economía".
Seguir leyendo en La Jornada
La situación de la economía mexicana, puntualizó, es contraria a la que se observa en aquellos países que tuvieron la reacción gubernamental "más fuerte y rápida posible" frente a la crisis. Mencionó en ese tenor que Brasil y Australia están entre los que mejor enfrentaron la crisis financiera internacional, por una acción gubernamental muy fuerte.
Entre las naciones más afectadas por la debacle económica mencionó a México como el que más le preocupa, ya que sus estrechas relaciones con Estados Unidos ligan su futuro al crecimiento que muestre ese país. Frente a eso alerta: "la combinación de una recuperación débil de Estados Unidos y una política fiscal que no estimule la economía mexicana es fuente de preocupación".
Llamó al gobierno mexicano a manejar con cuidado los aspectos fiscales, porque de lo contrario pueden traducirse en un mayor retraso de la recuperación económica. "Deben tener cuidado, porque tasar los alimentos con, por ejemplo, el impuesto al valor agregado (IVA), tendría un efecto muy negativo para la economía".
Puso de ejemplo a países como Australia, Canadá y Brasil, India y China, que fueron los que mejor respondieron a la crisis financiera. Explicó que ellos tuvieron una reacción gubernamental "muy fuerte" y habían puesto en marcha regulaciones de sus sistemas bancarios que les permitieron soportar los problemas recesivos.
Previó que a América Latina le puede ir mejor que a otros lugares, pues ha diversificado más su base de exportaciones y muchos de países fortalecieron sus relaciones comerciales con Asia. Y la recuperación de Asia ayuda a la de América Latina, afirmó.
Stiglitz ofreció una conferencia de prensa en la Expomanagement 2009, donde destacó la necesidad de mantener las medidas para la reactivación de la economía, porque está visto que cuando a Estados Unidos le va mal, "tradicionalmente México sufre".
Consideró que el mayor riesgo no se encuentra en 2009 o 2010, sino en 2011, cuando en Estados Unidos los estímulos económicos del gobierno para el sector privado lleguen a su fin, sobre todo porque "no hemos arreglado el sistema, no hemos hecho casi nada, no hemos atendido el problema... la verdadera preocupación es que se ha vuelto peor, con grandes fallas y grandes malos resultados".
Profesor en la Universidad Columbia, Stiglitz en general acierta en sus pronósticos y análisis económicos. Recientemente proclamó el retorno de la "exuberancia irracional" en los mercados.
Ahora adelanta: "para 2010 veremos cierto crecimiento, pero no tan robusto como para decir que se acabaron los problemas. La verdadera preocupación es 2011, cuando el estímulo (económico) llega a su fin. Las apuestas son que continuarán los problemas importantes".
Según sus cálculos, la recuperación no será de valor, con la forma de una "V", sino "más bien será como una raíz cuadrada", es decir, "una bajada drástica y después un repunte, para después un periodo extenso muy parejo, en el que no se crecerá lo suficiente para restaurar la economía y recuperar el empleo completo en un momento breve".
Lo peor no ha pasado
El Nobel de Economía alertó más adelante sobre las dificultades que todavía enfrentarán las mayores economías del mundo al menos en los próximos dos años.
“Existe una perspectiva general sobre que el sector financiero tiene muchos problemas todavía. Hay millones de hipotecas en proceso de ejecución, existen millones de hogares que están por debajo del valor de su hipoteca y los precios, al estabilizarse, no se van a incrementar ni se va a eliminar el problema de las hipotecas que superan los valores reales. Hemos tenido problemas importantes en los bienes raíces comerciales. Si continúa el desempleo tendremos problemas en otras partes de los mercados financieros... Los ahorros han bajado a cero y es muy poco probable que aumenten en forma importante. Por ende, el consumo seguirá siendo bajo y así será difícil ver una economía robusta. Los problemas de Estados Unidos son paralelos a los de otros países. Por ejemplo, el que Estados Unidos tenga una tasa de cambio menor ha provocado problemas para la recuperación de Europa. La única parte del mundo a la que le está yendo bien es Asia, pero la economía asiática es demasiado pequeña para compensar la debilidad de la economía estadunidense.
"Para México esto representa un problema especial debido a los vínculos económicos con Estados Unidos. Cuando este país se encuentra débil, tradicionalmente México ha sufrido y sufre particularmente ahora. El desempeño de México ha sido uno de los peores del mundo. A los países que les fue mejor fueron aquellos que tuvieron la reacción gubernamental más fuerte y rápida posible", insistió.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Akerloff: esta crisis será larga y compleja
El nobel de Economía George A. Akerlof, que lo compartió el año 2001 con Joseph Stiglitz y Michael Spence, señaló que la actual crisis económica será "muy larga" y particularmente seria para países como España.
El catedrático de la Universidad de Berkeley, California, señaló en un encuentro realizado en La Coruña, que la mejor respuesta para salir de la crisis es "distribuir la carga entre todos", ya que es difícil asumirla individualmente por cada país.
Sobre España, Akerlof indicó que los principales problemas de la crisis vienen de fuera, golpeando más fuerte por la mala distribución del empleo, ya que sectores como la construcción o el turismo representaban porcentajes demasiado elevados producto de la burbuja especulativa.
Como solución, Akerloff planteó la posibilidad de devaluar la moneda, pero España no puede hacerlo porque está dentro de la unión monetaria europea. En este sentido, propuso como alternativa que la Unión Europea establezca ayudas para aquellos territorios que hubiesen resultado más afectados por la crisis, aunque reconoció que es difícil que se tome esta decisión.
Por ello, sugirió tres normas que los gobiernos deberían seguir para salir de la actual situación, que pasan por apostar por políticas monetarias y fiscales "convencionales"; convertir a los bancos centrales en prestamistas de último recurso, y establecer una regulación en los intercambios comerciales, especialmente en los mercados financieros, que asegure la calidad de los productos que se compran.
Akerlof consideró "clave" también apostar por la educación, puesto que los jóvenes tienen muy difícil acceder al mercado laboral, sobre todo en el ámbito de la tecnología, aunque reconoció que los efectos de esta medida se producen "a bastante largo plazo", en un período de 10 a 20 años.
Para el nobel es "necesaria" una mayor regulación de los mercados a nivel mundial, para lo que propuso la creación de una comisión que decida "la mejor solución" y de la que formen parte expertos en la materia, vigilando que no lleguen a ella con intereses creados, apuntó.
El catedrático de la Universidad de Berkeley, California, señaló en un encuentro realizado en La Coruña, que la mejor respuesta para salir de la crisis es "distribuir la carga entre todos", ya que es difícil asumirla individualmente por cada país.
Sobre España, Akerlof indicó que los principales problemas de la crisis vienen de fuera, golpeando más fuerte por la mala distribución del empleo, ya que sectores como la construcción o el turismo representaban porcentajes demasiado elevados producto de la burbuja especulativa.
Como solución, Akerloff planteó la posibilidad de devaluar la moneda, pero España no puede hacerlo porque está dentro de la unión monetaria europea. En este sentido, propuso como alternativa que la Unión Europea establezca ayudas para aquellos territorios que hubiesen resultado más afectados por la crisis, aunque reconoció que es difícil que se tome esta decisión.
Por ello, sugirió tres normas que los gobiernos deberían seguir para salir de la actual situación, que pasan por apostar por políticas monetarias y fiscales "convencionales"; convertir a los bancos centrales en prestamistas de último recurso, y establecer una regulación en los intercambios comerciales, especialmente en los mercados financieros, que asegure la calidad de los productos que se compran.
Akerlof consideró "clave" también apostar por la educación, puesto que los jóvenes tienen muy difícil acceder al mercado laboral, sobre todo en el ámbito de la tecnología, aunque reconoció que los efectos de esta medida se producen "a bastante largo plazo", en un período de 10 a 20 años.
Para el nobel es "necesaria" una mayor regulación de los mercados a nivel mundial, para lo que propuso la creación de una comisión que decida "la mejor solución" y de la que formen parte expertos en la materia, vigilando que no lleguen a ella con intereses creados, apuntó.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Los chinos leen a Adam Smith
Un hecho relevante y que ha sido poco difundido, es que de hace algunas semanas se encuentra en las librerías de China la primera traducción al chino de La riqueza de las naciones, de Adam Smith, obra emblemática del pensamiento económico occidental. Que esta obra, que occidente conoce desde hace 233 años, se haya traducido recientemente al idioma oriental, demuestra que la “globalización” no ha pasado más allá de la epidermis. Y así como poco conocemos de la milenaria cultura china, es bien probable que en oriente tampoco se conozcan las andanzas de Don Quijote .
Que los chinos lean de una vez a Adam Smith no debiera tener nada de extraordinario cuando en occidente (tanto en Europa como en Estados Unidos) las versiones de Das Kapital, de Karl Marx, se agotan en las librerías. Esto indica que estamos en el eje de una importante transformación cultural des-atada por la actual crisis global. En las próximas semanas algunos profesores de Cambridge y Harvard presentarán a Adam Smith en las universidades de Shanghai y Beijing.
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viernes, 9 de octubre de 2009
Paul Krugman "No Es una Gran Depresión, Es peor"
Paul Krugman ganó el año pasado el premio Nobel de Economía por su trabajo en el área del comercio internacional. Sabe, por tanto, lo que dice cuando habla de este tema y su panorama es bastante desalentador.
Así lo demuestra la entrevista publicada en The Wall Street Journal, donde el panorama que vislumbra no es para nada de auspicioso.
"Es probable que la recesiòn esté terminando, pero los malos tiempos para el empleo están lejos de terminar. Las crisis financieras tienden a provocar golpes fuertes a la actividad económica y esta es la madre de todas las crisis financieras, sincronizada, además, a nivel mundial, por lo que falta mucho, mucho, para que se recupere".
y cuando se trata de mirar el comercio internacional, señala que la actual crisis es mucho peor que la Gran Depresión.
"La magnitud de la caída del comercio mundial ha sido tan grande, que supera todo lo imaginado, incluyendo los pronósticos más pesimistas".
vea la entrevista en The Wall Street Journal
Informaciones relacionadas
- La fuerte contracción del comercio mundial
- El comercio mundial sigue en picada
Así lo demuestra la entrevista publicada en The Wall Street Journal, donde el panorama que vislumbra no es para nada de auspicioso.
"Es probable que la recesiòn esté terminando, pero los malos tiempos para el empleo están lejos de terminar. Las crisis financieras tienden a provocar golpes fuertes a la actividad económica y esta es la madre de todas las crisis financieras, sincronizada, además, a nivel mundial, por lo que falta mucho, mucho, para que se recupere".
y cuando se trata de mirar el comercio internacional, señala que la actual crisis es mucho peor que la Gran Depresión.
"La magnitud de la caída del comercio mundial ha sido tan grande, que supera todo lo imaginado, incluyendo los pronósticos más pesimistas".
vea la entrevista en The Wall Street Journal
Informaciones relacionadas
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lunes, 21 de septiembre de 2009
El fetichismo del PIB
Joseph Stiglitz, El País
Esforzarse por reavivar la economía mundial al mismo tiempo que se responde a la crisis climática global ha planteado un interrogante complejo: ¿nos están dando las estadísticas las señales correctas sobre qué hacer? En nuestro mundo orientado hacia el desempeño, las cuestiones de medición han cobrado mayor relevancia: lo que medimos afecta lo que hacemos.
Si tomamos malas decisiones, lo que intentamos hacer (digamos, aumentar el PIB) en realidad puede contribuir a empeorar los niveles de vida. También podemos enfrentarnos a falsas opciones y ver compensaciones entre producción y protección ambiental que no existen. Por el contrario, una mejor medición del desempeño económico podría demostrar que las medidas tomadas para mejorar el medio ambiente son buenas para la economía.
Hace 18 meses, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, creó una Comisión Internacional para la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, debido a su insatisfacción -y la de muchos otros- con el estado actual de la información estadística sobre la economía y la sociedad. El pasado lunes la Comisión dio conocer su tan esperado informe.
El gran interrogante implica saber si el PIB ofrece una buena medición de los niveles de vida. En muchos casos, las estadísticas sobre el PIB parecen sugerir que a la economía le está yendo mucho mejor que las propias percepciones de la mayoría de los ciudadanos. Es más, el foco en el PIB crea conflictos: a los líderes políticos se les dice que lo maximicen, pero los ciudadanos también exigen que se preste atención a mejorar la seguridad, a reducir la contaminación del aire, del agua y el ruido, y demás -lo cual podría reducir el crecimiento del PIB.
El hecho de que el PIB pueda ser una medición deficiente del bienestar, o incluso de la actividad del mercado, obviamente es algo que se reconoce desde hace tiempo. Pero los cambios en la sociedad y la economía pueden haber agudizado los problemas, al mismo tiempo que los avances en la economía y las técnicas estadísticas pueden haber ofrecido oportunidades para mejorar nuestras mediciones.
Por ejemplo, si bien se supone que el PIB mide el valor de la producción de bienes y servicios, en un sector clave -el Gobierno- normalmente no tenemos manera de hacerlo, de modo que solemos medir la producción simplemente por las inversiones. Si el Gobierno gasta más -aún de manera ineficiente- la producción aumenta. En los últimos 60 años, el porcentaje de la producción del Gobierno en el PIB aumentó del 21,4% al 38,6% en EE UU, del 27,6% al 52,7% en Francia, del 34,2% al 47,6% en el Reino Unido y del 30,4% al 44% en Alemania. De manera que lo que era un problema relativamente menor se ha convertido en un problema importante.
De la misma manera, las mejoras de calidad -digamos, mejores autos en lugar de más autos- representan gran parte del aumento del PIB hoy en día. Pero evaluar las mejoras de calidad resulta difícil. La atención médica ejemplifica este problema: gran parte de la medicina se ofrece públicamente, y muchos de los avances son en calidad.
Los mismos problemas de hacer comparaciones en el tiempo se aplican a las comparaciones entre países. EE UU gasta más en atención sanitaria que cualquier otro país (tanto per cápita como en porcentaje de los ingresos), pero obtiene peores resultados. Parte de la diferencia entre el PIB per cápita en EE UU y algunos países europeos puede ser, en consecuencia, el resultado de la manera en que medimos las cosas.
Otro cambio pronunciado en la mayoría de las sociedades es un incremento en la desigualdad. Esto significa que existe una creciente disparidad entre el ingreso promedio (medio) y el ingreso mediano (el de la persona típica, cuyo ingreso se ubica en el medio de la distribución de todos los ingresos). Si unos pocos banqueros se vuelven mucho más ricos, el ingreso promedio puede subir, a pesar de que los ingresos de la mayoría de la gente estén decayendo. De manera que las estadísticas sobre el PIB per cápita tal vez no reflejen lo que les está sucediendo a la mayoría de los ciudadanos.
Utilizamos precios de mercado para valuar los bienes y servicios. Pero ahora, incluso aquellos que tienen mucha fe en los mercados cuestionan la dependencia de los precios de mercado, ya que están en contra de las valuaciones por ajuste al mercado. Las ganancias previas a la crisis de los bancos -una tercera parte de todas las ganancias corporativas- parecen haber sido un espejismo.
Entender esto arroja una nueva luz no sólo sobre nuestras mediciones del desempeño, sino también sobre las inferencias que hacemos. Antes de la crisis, cuando el crecimiento de EE UU (utilizando mediciones estándar del PIB) parecía mucho más sólido que el de Europa, muchos europeos sostenían que Europa debía adoptar el capitalismo al estilo estadounidense. Por supuesto, todo aquel que hubiera querido podría haber visto un creciente endeudamiento de los hogares norteamericanos, lo que habría permitido corregir la falsa impresión de éxito ofrecida por la estadística del PIB.
Los recientes avances metodológicos nos han permitido evaluar mejor qué contribuye a la sensación de bienestar de los ciudadanos y reunir los datos necesarios para hacer ese tipo de evaluaciones de manera regular. Estos estudios, por caso, verifican y cuantifican lo que debería ser obvio: la pérdida de un empleo tiene un mayor impacto de lo que representa la pérdida del ingreso. También demuestran la importancia de la conectividad social.
Toda buena medición de lo bien que nos está yendo también debe tener en cuenta la sostenibilidad. De la misma manera que una empresa necesita medir la depreciación de su capital, también nuestras cuentas nacionales deben reflejar la sobreexplotación de los recursos naturales y la degradación de nuestro medio ambiente.
Los marcos estadísticos están destinados a resumir lo que está sucediendo en nuestra sociedad compleja en unos pocos números fácilmente interpretables. Debería haber sido obvio que no se podía reducir todo a un único número: el PIB. El informe de la Comisión para la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, es de esperarse, conducirá a un mejor entendimiento de los usos, y abusos, de esa estadística.
El informe también debería servir de guía para crear un conjunto más amplio de indicadores que capturen de manera más precisa tanto el bienestar como la sustentabilidad, a la vez que debería dar impulso para mejorar la capacidad del PIB y las estadísticas relacionadas a la hora de evaluar el desempeño de la economía y la sociedad. Estas reformas nos ayudarán a dirigir nuestros esfuerzos (y recursos) de maneras que conduzcan al mejoramiento de ambos.
Joseph Stiglitz, profesor de Economía de la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Economía en 2001, ha presidido la Comisión para la Medición del Desarrollo Económico y el Progreso Social. (c) Project Syndicate, 2009. Traducción de Claudia Martínez para El País.
Ver: Nuevos indicadores para medir el bienestar social
Esforzarse por reavivar la economía mundial al mismo tiempo que se responde a la crisis climática global ha planteado un interrogante complejo: ¿nos están dando las estadísticas las señales correctas sobre qué hacer? En nuestro mundo orientado hacia el desempeño, las cuestiones de medición han cobrado mayor relevancia: lo que medimos afecta lo que hacemos.
Si tomamos malas decisiones, lo que intentamos hacer (digamos, aumentar el PIB) en realidad puede contribuir a empeorar los niveles de vida. También podemos enfrentarnos a falsas opciones y ver compensaciones entre producción y protección ambiental que no existen. Por el contrario, una mejor medición del desempeño económico podría demostrar que las medidas tomadas para mejorar el medio ambiente son buenas para la economía.
Hace 18 meses, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, creó una Comisión Internacional para la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, debido a su insatisfacción -y la de muchos otros- con el estado actual de la información estadística sobre la economía y la sociedad. El pasado lunes la Comisión dio conocer su tan esperado informe.
El gran interrogante implica saber si el PIB ofrece una buena medición de los niveles de vida. En muchos casos, las estadísticas sobre el PIB parecen sugerir que a la economía le está yendo mucho mejor que las propias percepciones de la mayoría de los ciudadanos. Es más, el foco en el PIB crea conflictos: a los líderes políticos se les dice que lo maximicen, pero los ciudadanos también exigen que se preste atención a mejorar la seguridad, a reducir la contaminación del aire, del agua y el ruido, y demás -lo cual podría reducir el crecimiento del PIB.
El hecho de que el PIB pueda ser una medición deficiente del bienestar, o incluso de la actividad del mercado, obviamente es algo que se reconoce desde hace tiempo. Pero los cambios en la sociedad y la economía pueden haber agudizado los problemas, al mismo tiempo que los avances en la economía y las técnicas estadísticas pueden haber ofrecido oportunidades para mejorar nuestras mediciones.
Por ejemplo, si bien se supone que el PIB mide el valor de la producción de bienes y servicios, en un sector clave -el Gobierno- normalmente no tenemos manera de hacerlo, de modo que solemos medir la producción simplemente por las inversiones. Si el Gobierno gasta más -aún de manera ineficiente- la producción aumenta. En los últimos 60 años, el porcentaje de la producción del Gobierno en el PIB aumentó del 21,4% al 38,6% en EE UU, del 27,6% al 52,7% en Francia, del 34,2% al 47,6% en el Reino Unido y del 30,4% al 44% en Alemania. De manera que lo que era un problema relativamente menor se ha convertido en un problema importante.
De la misma manera, las mejoras de calidad -digamos, mejores autos en lugar de más autos- representan gran parte del aumento del PIB hoy en día. Pero evaluar las mejoras de calidad resulta difícil. La atención médica ejemplifica este problema: gran parte de la medicina se ofrece públicamente, y muchos de los avances son en calidad.
Los mismos problemas de hacer comparaciones en el tiempo se aplican a las comparaciones entre países. EE UU gasta más en atención sanitaria que cualquier otro país (tanto per cápita como en porcentaje de los ingresos), pero obtiene peores resultados. Parte de la diferencia entre el PIB per cápita en EE UU y algunos países europeos puede ser, en consecuencia, el resultado de la manera en que medimos las cosas.
Otro cambio pronunciado en la mayoría de las sociedades es un incremento en la desigualdad. Esto significa que existe una creciente disparidad entre el ingreso promedio (medio) y el ingreso mediano (el de la persona típica, cuyo ingreso se ubica en el medio de la distribución de todos los ingresos). Si unos pocos banqueros se vuelven mucho más ricos, el ingreso promedio puede subir, a pesar de que los ingresos de la mayoría de la gente estén decayendo. De manera que las estadísticas sobre el PIB per cápita tal vez no reflejen lo que les está sucediendo a la mayoría de los ciudadanos.
Utilizamos precios de mercado para valuar los bienes y servicios. Pero ahora, incluso aquellos que tienen mucha fe en los mercados cuestionan la dependencia de los precios de mercado, ya que están en contra de las valuaciones por ajuste al mercado. Las ganancias previas a la crisis de los bancos -una tercera parte de todas las ganancias corporativas- parecen haber sido un espejismo.
Entender esto arroja una nueva luz no sólo sobre nuestras mediciones del desempeño, sino también sobre las inferencias que hacemos. Antes de la crisis, cuando el crecimiento de EE UU (utilizando mediciones estándar del PIB) parecía mucho más sólido que el de Europa, muchos europeos sostenían que Europa debía adoptar el capitalismo al estilo estadounidense. Por supuesto, todo aquel que hubiera querido podría haber visto un creciente endeudamiento de los hogares norteamericanos, lo que habría permitido corregir la falsa impresión de éxito ofrecida por la estadística del PIB.
Los recientes avances metodológicos nos han permitido evaluar mejor qué contribuye a la sensación de bienestar de los ciudadanos y reunir los datos necesarios para hacer ese tipo de evaluaciones de manera regular. Estos estudios, por caso, verifican y cuantifican lo que debería ser obvio: la pérdida de un empleo tiene un mayor impacto de lo que representa la pérdida del ingreso. También demuestran la importancia de la conectividad social.
Toda buena medición de lo bien que nos está yendo también debe tener en cuenta la sostenibilidad. De la misma manera que una empresa necesita medir la depreciación de su capital, también nuestras cuentas nacionales deben reflejar la sobreexplotación de los recursos naturales y la degradación de nuestro medio ambiente.
Los marcos estadísticos están destinados a resumir lo que está sucediendo en nuestra sociedad compleja en unos pocos números fácilmente interpretables. Debería haber sido obvio que no se podía reducir todo a un único número: el PIB. El informe de la Comisión para la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, es de esperarse, conducirá a un mejor entendimiento de los usos, y abusos, de esa estadística.
El informe también debería servir de guía para crear un conjunto más amplio de indicadores que capturen de manera más precisa tanto el bienestar como la sustentabilidad, a la vez que debería dar impulso para mejorar la capacidad del PIB y las estadísticas relacionadas a la hora de evaluar el desempeño de la economía y la sociedad. Estas reformas nos ayudarán a dirigir nuestros esfuerzos (y recursos) de maneras que conduzcan al mejoramiento de ambos.
Joseph Stiglitz, profesor de Economía de la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Economía en 2001, ha presidido la Comisión para la Medición del Desarrollo Económico y el Progreso Social. (c) Project Syndicate, 2009. Traducción de Claudia Martínez para El País.
Ver: Nuevos indicadores para medir el bienestar social
martes, 15 de septiembre de 2009
Hyman Minsky, el economista del momento
Este artículo lo publiqué a principios de año en El Blog Salmón. Dada su relevancia y creciente actualidad, me parece importante reproducirlo aquí:
En 1974 el economista estadounidense Hyman Minsky advirtió que los ciclos económicos podían significar una bomba de tiempo. Seguidor de Keynes, y enemigo de las desregulaciones que por esos años comenzaba a promover Milton Friedman, Minsky advirtió que la economía podía ser arrastrada al abismo si los gobiernos no construían sólidas defensas para la estabilidad financiera.
Minsky advirtió que en tiempos de prosperidad se desarrolla una euforia especulativa que hace aumentar el volumen de crédito hasta que los beneficios producidos no pueden pagarlo. Y este momento del impago es el que desata la crisis. El resultado es una contracción del préstamo, incluso para aquellas empresas o personas que sí pueden pagarlo, momento en que la economía entra en colapso. Hace 35 años, Minsky señaló lo siguiente:
lunes, 14 de septiembre de 2009
Stiglitz: "la economía mundial sigue en peligro"
El premio Nobel Joseph Stiglitz ha señalado que el sistema financiero no ha logrado resolver sus problemas fundamentales y que la situación hoy es más grave que la existente previa a la crisis de Lehman Brothers. En una entrevista de ayer en París, y reproducida por Bloomberg, Stiglitz dijo que si bien la administración de Obama ha logrado evitar el colapso del sistema bancario, ha fracasado en resolver sus problemas fundamentales.
A dos años del estallido de la burbuja inmobiliaria y a un año de la quiebra de Lehman, que obligó al Departamento del Tesoro a gastar miles de millones para apuntalar a Bank of America, Citigroup y la aseguradora AIG, la inestabilidad sistémica continúa. En el Reino Unido el gobierno ha debido inyectar miles de millones para apuntalar Lloyd Banking Group y HBOS, entre otros, así como Francia lo ha hecho con BNP Paribas y Alemania con Hypo Real Estate.
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Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas
"En Estados Unidos y muchos otros países, los bancos se hicieron demasiado grandes para quebrar, y ahora que se han vuelto aún más grandes, los problemas son peores a lo que eran el 2007, antes de la crisis”.
A dos años del estallido de la burbuja inmobiliaria y a un año de la quiebra de Lehman, que obligó al Departamento del Tesoro a gastar miles de millones para apuntalar a Bank of America, Citigroup y la aseguradora AIG, la inestabilidad sistémica continúa. En el Reino Unido el gobierno ha debido inyectar miles de millones para apuntalar Lloyd Banking Group y HBOS, entre otros, así como Francia lo ha hecho con BNP Paribas y Alemania con Hypo Real Estate.
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domingo, 13 de septiembre de 2009
¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?
Paul Krugman, El País
I. CONFUNDIENDO LA BELLEZA CON LA VERDAD
Es difícil creerlo ahora, pero no hace tanto tiempo los economistas se felicitaban mutuamente por el éxito de su especialidad. Estos éxitos -o al menos así lo creían ellos- eran tanto teóricos como prácticos y conducían a la profesión a su edad dorada.
En el aspecto teórico, creían que habían resuelto sus disputas internas. Así, en un trabajo titulado The State of Macro (es decir, de la macroeconomía, el estudio de cuestiones panorámicas como lo son las recesiones), Olivier Blanchard, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), actualmente economista jefe del Fondo Monetario Internacional, declaraba que había habido "una amplia convergencia de puntos de vista".
Y en el mundo real, los economistas creían que tenían las cosas bajo control: "El problema central de la prevención de la depresión está resuelto", declaraba Robert Lucas, de la Universidad de Chicago, en su discurso inaugural como presidente de la American Economic Association en 2003. En 2004, Ben Bernanke, un antiguo profesor en Princeton que ahora preside la Reserva Federal, celebraba la Gran Moderación del comportamiento económico comparado con las dos décadas precedentes, y que atribuía en parte al mejorado desempeño de la política económica.
El año pasado, todo esto se vino abajo.
Siga leyendo este artículo en El País
Ver artículo original en The New York Times
En el despertar de la crisis, las líneas de falla de la profesión de economista han bostezado con más amplitud que nunca. Lucas dice que los planes de estímulo de la Administración de Obama son "economía de baratija" y su colega de Chicago John Cochrane dice que están basados en desacreditados "cuentos de hadas". Como respuesta, Brad DeLong, de la Universidad de California en Berkeley, escribe sobre el "derrumbe intelectual" de la Escuela de Chicago, y yo mismo he escrito que estos comentarios de los economistas de Chicago son el producto de una Edad Oscura de la macroeconomía, donde el conocimiento tan arduamente conseguido ha quedado olvidado.
¿Qué le ha sucedido a la profesión de economista? ¿Y adónde va a partir de ahora?
II. DE SMITH A KEYNES Y VUELTA ATRÁS
El nacimiento de la economía como disciplina se atribuye habitualmente a Adam Smith, quien publicó La Riqueza de las Naciones en 1776. Durante los siguientes 160 años se desarrolló un extenso cuerpo de economía teórica, cuyo mensaje central era: confía en el mercado. Ésta era la presunción básica de la economía neoclásica (llamada así al haber sido elaborada por los teóricos de finales del siglo XIX sobre conceptos de sus predecesores clásicos).
Esta fe, sin embargo, quedó hecha pedazos por la Gran Depresión. Con el tiempo, la mayoría de los economistas sustentó las consideraciones de John Maynard Keynes tanto acerca de la explicación de lo que había pasado como de la solución de futuras depresiones.
A pesar de lo que usted haya podido oír, Keynes no quería que el gobierno dirigiera la economía. En su obra capital, Teoría general del empleo, el interés y el dinero, escrita en 1936, él mismo describió su análisis como "moderadamente conservador en sus repercusiones". Quería organizar el capitalismo, no reemplazarlo. Pero cuestionó la noción de que las economías de libre mercado puedan funcionar sin un vigilante. Y apeló a la activa intervención del gobierno -imprimiendo más moneda y, si fuera necesario, con un fuerte gasto en obras públicas- para combatir el desempleo durante las depresiones.
La historia de la economía a lo largo del último medio siglo es, en gran medida, la historia de una retirada del keynesianismo y de un retorno al neoclasicismo. El renacer neoclásico fue guiado inicialmente por Milton Friedman, de la Universidad de Chicago, quien afirmó ya en 1953 que la economía neoclásica sirve adecuadamente como descripción del modo en que la economía funciona realmente, al ser "extremadamente fructífera y merecedora de plena confianza". Pero ¿qué hay de las depresiones?
El contraataque de Friedman contra Keynes comenzó con la doctrina conocida como monetarismo. Los monetaristas, en principio, no discrepaban de la idea de que una economía de mercado necesite una deliberada estabilización. Los monetaristas afirmaban, sin embargo, que una intervención gubernamental muy limitada y restringida -a saber, instruir a los bancos centrales a mantener el flujo del dinero, la suma del efectivo circulante y los depósitos bancarios creciendo a ritmo estable- es todo lo que se requería para prevenir depresiones.
Friedman empleó un argumento convincente contra cualquier esfuerzo deliberado del gobierno por reducir el desempleo por debajo de su nivel natural (actualmente calculado en torno al 4,8% en Estados Unidos): las políticas excesivamente expansionistas, predijo, llevarían a una combinación de inflación y alto desempleo; una predicción que fue confirmada por la estanflación de los años setenta, la cual impulsó en gran medida la credibilidad del movimiento antikeynesiano. A la postre, sin embargo, la posición de Friedman vino a resultar relativamente moderada comparada con la de sus sucesores.
Por su parte, ciertos macroeconomistas consideraban que las recesiones eran algo bueno que formaba parte del ajuste al cambio de una economía. E incluso quienes no eran partidarios de llegar tan lejos argüían que cualquier intento de enfrentarse a una depresión económica provocaría más mal que bien.
Muchos macroeconomistas llegaron a autoproclamarse como neokeynesianos, ya que seguían creyendo en el papel activo del gobierno. Aun así, la mayoría aceptaba la noción de que inversores y consumidores son racionales y que los mercados por lo general lo hacen bien.
Por supuesto que unos pocos economistas no aceptaban la asunción del comportamiento racional, cuestionaban la creencia de que los mercados financieros merecen confianza y hacían ver la larga historia de crisis financieras que tuvieron devastadoras consecuencias económicas. Pero eran incapaces de hacer muchos progresos frente a una complacencia que, vista retrospectivamente, era tan omnipresente como insensata.
III. FINANZAS DE CASINO
En los años treinta, los mercados financieros, por razones obvias, no suscitaron mucho respeto. Keynes consideró que era una mala idea la de dejar a semejantes mercados, en los que los especuladores pasaban su tiempo tratando de pisarse la cola el uno al otro, que dictaran decisiones importantes de negocios: "Cuando el desarrollo del capital de un país se convierte en un subproducto de las actividades de un casino, es muy probable que el trabajo resulte mal hecho".
Hacia 1970 más o menos, sin embargo, la discusión sobre la irracionalidad del inversor, sobre las burbujas, sobre la especulación destructiva, había desaparecido virtualmente del discurso académico. El terreno estaba dominado por la hipótesis del mercado eficiente, promulgada por Eugene Fama, de la Universidad de Chicago, la cual sostiene que los mercados financieros valoran los activos en su preciso valor intrínseco si se da toda la información públicamente disponible.
Y por los años ochenta, hubo economistas financieros, en particular Michael Jensen, de la Harvard Business School, que defendían que, dado que los mercados financieros siempre aciertan con los precios, lo mejor que pueden hacer los jefes de las empresas, no sólo en su provecho sino en beneficio de la economía, es maximizar los precios de sus acciones. En otras palabras, los economistas financieros creían que debemos poner el desarrollo del capital de la nación en manos de lo que Keynes había llamado un "casino".
El modelo teórico desplegado por los economistas financieros al asumir que cada inversor equilibra racionalmente riesgo y recompensa -el llamado Capital Asset Pricing Model, o CAPM (pronúnciese ca-pe-eme)- es maravillosamente elegante. Y si uno acepta sus premisas también es algo sumamente útil. Este CAPM no sólo te dice cómo debes elegir tu cartera de inversiones, sino, lo que es incluso más importante desde el punto de vista de la industria financiera, te dice cómo poner precio a los derivados financieros. La elegancia y aparente utilidad de la nueva teoría produjo una sucesión de premios Nobel para sus creadores, y muchos profesores de escuelas de negocios se convirtieron en ingenieros especiales de Wall Street, ganando salarios de Wall Street.
Para ser justos, los teóricos de las finanzas produjeron gran cantidad de pruebas estadísticas, lo que en un principio pareció de gran ayuda. Pero esta documentación era de un formato extrañamente limitado. Los economistas financieros rara vez hacían la pregunta aparentemente obvia (aunque no de fácil contestación) de si los precios de los activos tenían sentido habida cuenta de fundamentos del mundo real, tales como los ingresos. En lugar de ello, sólo preguntaban si los precios de los activos tenían sentido habida cuenta de los precios de otros activos.
Pero los teóricos de las finanzas continuaron creyendo que sus modelos eran esencialmente correctos, y así lo hizo también mucha gente que tomaba decisiones en el mundo real. No fue el menos importante de ellos Alan Greenspan, quien era entonces el presidente de la Reserva Federal y que durante mucho tiempo respaldó la desregulación fiscal, cuyo rechazo a los avisos de poner freno a los créditos subprime o de enfrentarse a la creciente burbuja inmobiliaria descansaban en buena parte en la creencia de que la economía financiera moderna lo tenía todo bajo control.
En octubre del pasado año, sin embargo, Greenspan admitió encontrarse en un estado de "conmocionada incredulidad", debido a que "todo el edificio intelectual" se había "derrumbado".
IV. NADIE PODÍA HABERLO PREDICHO...
En los recientes y atribulados debates sobre economía se ha generalizado una frase clave: "Nadie podía haberlo predicho...". Es lo que uno dice con relación a desastres que podían haber sido predichos, debieran haber sido predichos y que realmente fueron predichos por unos pocos economistas que fueron tomados a broma por tomarse tal molestia.
Tomemos, por ejemplo, el precipitado auge y caída de los precios de la vivienda. Algunos economistas, en particular Robert Shiller, identificaron la burbuja y avisaron de sus dolorosas consecuencias si llegaba a reventar. Pero, aún en 2004, Alan Greenspan descartó hablar de burbuja inmobiliaria: "Una grave distorsión nacional de precios", declaró, era "muy improbable". El incremento en el precio de la vivienda, dijo Ben Bernanke en 2005, "en gran medida es el reflejo de unos fuertes fundamentos económicos".
¿Cómo no se dieron cuenta de la burbuja? Para ser justo, los tipos de interés eran inusualmente bajos, lo que posiblemente explica parte del alza de precios. Puede ser que Greenspan y Bernanke también quisieran celebrar el éxito de la Reserva Federal en sacar a la economía de la recesión de 2001; conceder que buena parte de tal éxito se basara en la creación de una monstruosa burbuja debiera haber puesto algo de sordina a esos festejos.
Pero había algo que estaba sucediendo: una creencia general de que las burbujas sencillamente no tienen lugar. Lo que llama la atención, cuando uno vuelve a leer las garantías de Greenspan, es que no estaban basadas en la evidencia, sino que estaban basadas en el aserto apriorístico de que simplemente no puede haber una burbuja en el sector inmobiliario.
Y los teóricos de las finanzas eran todavía más inflexibles en este punto. En una entrevista realizada en 2007, Eugene Fama, padre de la hipótesis del mercado eficiente, declaró que "la palabra burbuja me saca de quicio" y continuó explicando por qué podemos fiarnos del mercado inmobiliario: "Los mercados inmobiliarios son menos líquidos, pero la gente es muy cuidadosa cuando compra casas. Se trata normalmente de la mayor inversión que van a hacer, de manera que estudian el asunto con cuidado y comparan precios".
De hecho, los compradores de casas comparan concienzudamente el precio de su compra potencial con los precios de otras casas. Pero eso no dice nada sobre si el precio en general de las casas está justificado.
En pocas palabras, la fe en los mercados financieros eficientes cegó a muchos, si no a la mayoría, de los economistas ante la aparición de la mayor burbuja financiera de la historia. Y la teoría del mercado eficiente también desempeñó un significante papel en inflar esa burbuja hasta ese primer puesto.
Ahora que ha quedado al descubierto la verdadera peligrosidad de los activos supuestamente seguros, las familias de Estados Unidos han visto evaporarse su dinero por valor de 13 billones de dólares. Se han perdido más de 6 millones de puestos de trabajo y el índice de desempleo alcanza su más alto nivel desde 1940. Así que ¿qué orientación tiene que ofrecer la economía moderna ante el presente aprieto? ¿Y deberíamos fiarnos de ella?
V. LA PELEA POR EL ESTÍMULO
Durante una recesión normal, la Reserva Federal responde comprando Letras del Tesoro -deuda pública a corto plazo- de los bancos. Esto hace bajar los tipos de interés de la deuda pública; los inversores, al buscar un tipo de rendimiento más alto, se mueven hacia otros activos, haciendo que bajen también otros tipos de interés; y normalmente esos bajos tipos de interés finalmente conducen a la recuperación económica. La Reserva Federal abordó la recesión que comenzó en 1990 bajando los tipos de interés a corto plazo del 9% al 3%. Abordó la recesión que comenzó en 2001 bajando los tipos de interés del 6,5% al 1%. E intentó abordar la actual recesión bajando los tipos de interés del 5,25% al 0%.
Pero resultó que el cero no es lo suficientemente bajo como para acabar con esta recesión. Y la Reserva Federal no puede poner los tipos a menos de cero, ya que con tipos próximos al cero los inversores sencillamente prefieren acaparar efectivo en lugar de prestarlo. De tal modo que a finales de 2008, con los tipos de interés básicamente en lo que los macroeconomistas llaman zero lower bound, o límite inferior cero, como quiera que la recesión continuaba ahondándose, la política monetaria convencional había perdido toda su fuerza de tracción.
¿Y ahora qué? Ésta es la segunda vez que Estados Unidos se ha tenido que enfrentar al límite inferior cero, habiendo sido la Gran Depresión la ocasión precedente. Y fue precisamente la observación de que hay un límite inferior a los tipos de interés lo que llevó a Keynes a abogar por un mayor gasto público: cuando la política monetaria es infructuosa y el sector privado no puede ser persuadido para que gaste más, el sector público tiene que ocupar su lugar en el sostenimiento de la economía. El estímulo fiscal es la respuesta keynesiana al tipo de situación económica depresiva en la que estamos inmersos.
Tal pensamiento keynesiano subyace en las políticas económicas de la Administración de Obama. John Cochrane, de la Universidad de Chicago, indignado ante la idea de que el gasto gubernamental pudiera mitigar la última recesión, declaró: "Eso no forma parte de lo que todos hemos enseñado a los estudiantes graduados desde los años sesenta. Ésas (las ideas keynesianas) son cuentos de hadas que han demostrado ser falsas. Es muy reconfortante en los momentos de tensión volver a los cuentos de hadas que escuchamos de niños, pero eso no los hace menos falsos".
Pero como ha señalado Brad DeLong, la actual postura académica viene también siendo de generalizado rechazo a las ideas de Milton Friedman. Friedman creía que la política de la Reserva Federal, más que para cambios en el gasto público, debía ser utilizada para estabilizar la economía, pero nunca afirmó que un aumento del gasto público no puede, en cualesquiera circunstancias, aumentar el empleo. De hecho, al volver a leer el sumario de las ideas de Friedman de 1970, Un marco teórico del análisis monetario, lo que llama la atención es lo keynesiano que parece.
Y ciertamente Friedman nunca se creyó la idea de que el paro masivo represente una voluntaria reducción del esfuerzo de trabajo o la idea de que las recesiones en realidad sean buenas para la economía. Sin embargo, Casey Mulligan, también de Chicago, sugiere que el desempleo es tan elevado porque muchos trabajadores están optando por no aceptar trabajos.
Ha sugerido, en particular, que los trabajadores están prefiriendo seguir desempleados porque ello mejora sus probabilidades de recibir ayudas a sus deudas hipotecarias. Y Cochrane declara que el alto desempleo en realidad es bueno: "Debiéramos tener una recesión. La gente que pasa su vida machacando clavos en Nevada necesita algo distinto que hacer".
Personalmente, pienso que eso es una locura. ¿Por qué debería el desempleo masivo en todo el país hacer que los carpinteros se fueran de Nevada? ¿Puede alguien alegar seriamente que hemos perdido 6,7 millones de puestos de trabajo porque hay pocos estadounidenses que quieran trabajar? Claro que si empiezas por asumir que la gente es perfectamente racional y los mercados perfectamente eficientes, tienes que llegar a la conclusión de que el desempleo es voluntario y la recesión es deseable.
VI. DEFECTOS Y FRICCIONES
La economía, como disciplina, se ha visto en dificultades debido a que los economistas fueron seducidos por la visión de un sistema de mercado perfecto y sin fricciones. Si la profesión ha de redimirse a sí misma tendrá que reconciliarse con una visión menos seductora, la de una economía de mercado que tiene unas cuantas virtudes pero que está también saturada de defectos y de fricciones.
Existe ya un modelo bastante bien desarrollado del tipo de economía que tengo en mente: la escuela de pensamiento conocida como finanzas conductuales. Quienes practican este planteamiento ponen el énfasis en dos cosas. Primero, en el mundo real hay muchos inversores que tienen un escaso parecido con los fríos calculadores de la teoría del mercado eficiente: casi todos están demasiado sometidos al comportamiento de la manada, a ataques de entusiasmo irracional y de pánicos injustificados. Segundo, incluso aquellos que tratan de basar sus decisiones en el frío cálculo se encuentran con que a menudo no pueden, que los problemas de confianza, de credibilidad y de garantías limitadas les fuerzan a ir con la manada.
Entretanto ¿qué ocurre con la macroeconomía? Los acontecimientos recientes han refutado de manera decisiva la idea de que las recesiones son una óptima respuesta a las fluctuaciones en los índices del progreso tecnológico; un punto de vista más o menos keynesiano es la única alternativa plausible. Pero los modelos del neokeynesianismo estándar no dejan espacio para una crisis como la que estamos padeciendo, ya que esos modelos generalmente aceptaron el punto de vista del sector financiero sobre el mercado eficiente.
Una línea de trabajo, encabezada por nada menos que Ben Bernanke en colaboración con Marc Gertler, de la Universidad de Nueva York, ha puesto el acento en el modo en el que la carencia de garantías suficientes puede dificultar la capacidad de los negocios para recabar fondos y forjar oportunidades de inversión. Una línea de trabajo similar, en gran parte establecida por mi colega de Princeton Nobuhiro Kiyotaki y por John Moore, de la London School of Economics, sostenía que los precios de activos tales como las propiedades inmobiliarias pueden sufrir desplomes de los que salen fortalecidos pero que, a cambio, deprimen a la economía en su conjunto. Pero hasta ahora el impacto de las finanzas disfuncionales no ha llegado ni siquiera al núcleo de la economía keynesiana. Claramente, eso tiene que cambiar.
VII. RECUPERANDO A KEYNES
Así que esto es lo que pienso que tienen que hacer los economistas. Primero, tienen que enfrentarse a la incómoda realidad de que los mercados financieros distan mucho de la perfección, de que están sometidos a falsas ilusiones extraordinarias y a las locuras de mucha gente. Segundo, tienen que admitir que la economía keynesiana sigue siendo el mejor armazón que tenemos para dar sentido a las recesiones y las depresiones. Tercero, tienen que hacer todo lo posible para incorporar las realidades de las finanzas a la macroeconomía.
Al replantearse sus propios fundamentos, la imagen que emerge ante la profesión puede que no sea tan clara; seguramente no será nítida, pero podemos esperar que tenga al menos la virtud de ser parcialmente acertada.
Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © 2009 New York Times Service. Traducción de Juan Ramón Azaola.
Ver artículo original de Krugman en The New York Times
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Greenspan advierte que los gobiernos deben luchar contra el fraude
El economista y ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan, a quien se considera responsable de la crisis actual, señaló que el mundo sufrirá nuevas crisis financieras en el futuro, ya que suelen suceder a periodos de prosperidad en los que la naturaleza humana tiende a realizar "excesos especulativos". Para evitar una nueva debacle como la que se vive actualmente, aclara que los gobiernos deben luchar contra el fraude y favorecer la transparencia financiera.
"La crisis sucederá de nuevo, pero será diferente", dijo Greenspan durante su asistencia al programa de la BBC 'The love for money'. El ex presidente de la Fed habló de un factor de "naturaleza humana" en la actual crisis, que se habría desencadenado tarde o temprano incluso si no se hubiera producido la debacle subprime.
"Las crisis financieras son todas diferentes, pero tienen una fuente fundamental", apuntando como causa a la propia naturaleza del ser humano, que ante largos periodos de prosperidad tienden a pensar que todo seguirá yendo por el buen camino.
Greenspan se refirió al colapso de Lehman Brothers y a la crisis financiera en la que derivó desencadenando una recesión económica. Aseguró que aunque el 'subprime' fue en esta ocasión el desencadenante, cualquier otro factor podría haber actuado como "catalizador". Si no hubieran existido problemas con los activos tóxicos y la deuda, "algo habría emergido tarde o temprano" para dar comienzo a la crisis.
El antecesor de Ben Bernanke afirmó que las instituciones financieras deberían haber previsto la crisis. "Los banqueros conocían que estaban involucrados en una infravaloración de los riesgos y que en algún punto se produciría una corrección". "Me temo que muchos de ellos pensaron que podrían detectar el punto de activación real de la crisis a tiempo para salir de la misma".
Sobre la recuperación económica, Greenspan alertó sobre las consecuencias de la crisis en Reino Unido, que podría resultar más dañado que Estados Unidos por la recesión actual y por el colapso en el comercio mundial, ya que su economía está más expuesta a nivel mundial.
Con el fin de evitar que se repita una crisis similar, las entidades financieras y los Gobiernos deben incrementar los requerimientos de capital a los bancos y luchar contra el fraude, aclaró Greenspan del mismo modo que lo hizo hace unas semanas.
martes, 8 de septiembre de 2009
Theotonio dos Santos: "el neoliberalismo tiende a la concentración y no al libre mercado"
Afirmando que el neoliberalismo es una falacia porque tiende a la concentración monopólica y no al libre mercado que pregona, el economista brasileño Theotonio dos Santos, realizó una clase magistral en la Facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires, ocasión en la que fue investido con un diploma de Doctor Honoris causa.
Dos Santos, pronosticó que esta falacia del neoliberalismo significará un agravamiento de la crisis en los próximos años por los colosales niveles de endeudamiento que han alcanzado los principales países industrializados "en su interés por defender las prácticas monopólicas del capitalismo, del cual los gobiernos son su socio y aliado".
En la ceremonia de entrega del galardón en la Universidad de Buenos Aires, el decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Federico Schuster, destacó la capacidad investigativa e intelectual de este "gran productor de conocimientos, y gran maestro de muchos de nosotros, un hombre comprometido con la acción concreta, que ha sabido conciliar el pensamiento puro con el pensamiento en la acción".
Theotonio dos Santos (Carangola, 11 de noviembre de 1936) es uno de los grandes exponentes de la economìa latinoamericana y entre sus aportaciones más destacadas está su contribución al concepto de la teoría de la dependencia y su vinculación a las diversas fases de la acumulación capitalista. Una veintena de libros dan cuentas de sus investigaciones en el área de la economìa del desarrollo y desde junio de este año, Theotonio expresa sus ideas en su su blog que actualiza periodicamente y que figura en el blogrrol de la barra lateral de Jaque al Neoliberalismo.
A sus 72 años, Dos Santos vive rebosante de salud y es un ejemplo para los jóvenes economistas que compartieron con él en un seminario de la CLACSO, en la capital argentina. En jornadas incluídas en el XXVII Congreso de la ALAS (Asociación Latinoamericana de Sociología), se realizaron ponencias entre economistas de Chile, Argentina, Brasil, México, Colombia, Venezuela, Uruguay, Perú y Bolivia. En ellas compartimos nuestras visiones e ideas sobre la actual crisis económica mundial, así como sus repercusiones y posibles salidas.
Dos Santos, que debió exiliarse durante la dictadura brasileña de los años 60, reivindica la vigencia de la teoría económica que hizo Karl Marx sobre el proceso de la concentración capitalista. En este punto, señala que es falso que el modelo neoliberal busque implantar un sistema de libre mercado y de competencia perfecta "dado que lo que existe cada vez más es un mercado altamente concentrado y monopólico".
También aseguró que el actual reclamo contra el intervencionismo estatal es también un engaño dado que el capitalismo ha encontrado un socio estratégico en los Estados y en los gobiernos de turno para servirse mutuamente de sus propios intereses. A comienzos del siglo XX sólo el 10% de la economía era responsabilidad del estado. Hoy, el gasto público representa en muchos países más del 50% del PIB. "No se ha creado un mundo de libre mercado, sino de monopolios. Por un lado tenemos el capitalismo de los grandes monopolios trasnacionales y por otro el capitalismo de estado".
Junto a las jornadas de la CLACSO y la ALAS, participamos de una mesa redonda en la Universidad de La Plata, y en el Centro Cultural de la Cooperación presentamos el libro La explosión de la crisis global. Temas para seguir escribiendo en las próximas semanas.
lunes, 10 de agosto de 2009
Roubini apoya la reelección de Bernanke
Nouriel Roubini apoya la reelección de Ben Bernanke para un segundo mandato en la Reserva Federal. En esto coincide con Paul Krugman y otros destacados economistas
Hace pocas semanas, Ben Bernanke compareció en el congreso y desencadenó un debate sobre si Obama debería volver a nombrarle presidente de la Reserva Federal cuando venza su mandato en enero. Se lo merece, porque las decisiones convencionales e inconvencionales de este erudito de la Gran Depresión han impedido que la gran recesión de 2008-2009 se convirtiese en otra Gran Depresión.
Bernanke opina que, durante la Gran depresión, el colapso en el suministro de dinero y la falta de estímulo monetario durante las contracciones empeoraron la libre caída de la economía nacional. La lección ha valido la pena. La decisión de Bernanke de mantener bajos los tipos de interés y fomentar los créditos ha prevenido, por ahora, la casi depresión en forma de "L" que parecía tan probable tras el colapso financiero del pasado otoño.
Por supuesto, el respaldo al nombramiento de Bernanke viene acompañado de muchas advertencias. Bernanke, gobernador de la Fed al principio de esta década, apoyó políticas fallidas cuando Alan Greenspan llevó el índice de los fondos federales -la tasa política establecida por la Fed como su principal herramienta de política monetaria- demasiado abajo durante demasiado tiempo, y no supervisó correctamente los préstamos hipotecarios, dando lugar a la creación de la burbuja inmobiliaria, crediticia e hipotecaria.
Tanto él como la Fed cometieron tres gravísimos errores al principio de la crisis de las hipotecas basura. Primero, defendió incansable que la recesión inmobiliaria tocaría fondo enseguida -sigue sin producirse, tres años después-. Segundo, argumentó que el problema de los créditos basura estaba contenido, cuando en realidad era un síntoma del mayor apalancamiento y burbuja crediticia de la historia americana. Y, tercero, sostuvo que el colapso del mercado inmobiliario no conllevaría una recesión, incluso si cerca de un tercio de los puestos de trabajo creados en la última recuperación económica estaban relacionados directa o indirectamente con ese sector. El análisis de Bernanke era erróneo por otros motivos de peso. Argumentó que la política monetaria no debería emplearse para controlar las burbujas de activos, y atribuyó los grandes déficits de las cuentas corrientes de Estados Unidos a una superabundancia del ahorro en China y los mercados emergentes, infravalorando el papel que desempeñaron los déficits fiscales excesivos y la acumulación de deuda de los hogares americanos y el sistema financiero.
Aun así, cuando la crisis de liquidez y los créditos sobrevinieron en el verano de 2007, Bernanke ideó un giro de 360º en la política de la Fed que evitó que la crisis se convirtiera en una cuasi-depresión. Y lo hizo, principalmente, con acciones y programas que no formaban parte del arsenal tradicional de las políticas monetarias. El índice de los fondos federales fue bajado efectivamente a cero para reducir los costes de pedir prestado dinero y evitar el colapso de la demanda de los consumidores y el gasto de capital de las empresas. Los nuevos programas fomentaron que las entidades asustadizas retomaran los préstamos.
Por primera vez desde la Gran Depresión, el papel de la Fed como prestamista de último recurso se extendió a la banca de inversión. Bernanke también introdujo un amplio abanico de programas, como el plan para mantener el funcionamiento del mercado de papel comercial -que emite préstamos a corto plazo a las empresas para que puedan cubrir sus gastos de explotación, como el pago de las nóminas-. La Fed participó directamente en el rescate de entidades financieras como Bear Stearns o American International Group. Prestó dinero a bancos centrales extranjeros para agilizar la escasez mundial de dólares e incluso se comprometió a comprar hasta 1,7 billones de dólares en bonos del Tesoro, valores de garantía hipotecaria y deuda de la agencia para reducir las tasas del mercado.
Se trata, en todos los casos, de medidas radicales que casi nunca se habían tomado antes. Algunas de esas iniciativas han dado pie a grandes preguntas: ¿Rescató la Fed a entidades que deberían haberse dejado entrar en quiebra? ¿Provocó un riesgo moral cuando los prestamistas temerarios e inversores fueron rescatados efectivamente? ¿Cómo y cuándo acabará la Fed con el exceso de liquidez que ha resultado de sus medidas? ¿Terminarán provocando estas medidas una inflación y una caída en picado del valor del dólar? ¿Ha perdido la Fed su independencia al complacer las necesidades fiscales del Gobierno, rescatando bancos e imprimiendo dinero para cubrir grandes déficits fiscales?
Pero el dato principal sigue siendo cierto: las medidas creativas y agresivas de la Fed han reducido considerablemente los riesgos de una casi depresión. Sólo por eso, Bernanke merece volver a ser nombrado, para que pueda gestionar la salida de la intervención económica más radical desde su creación, en 1913.
Hace pocas semanas, Ben Bernanke compareció en el congreso y desencadenó un debate sobre si Obama debería volver a nombrarle presidente de la Reserva Federal cuando venza su mandato en enero. Se lo merece, porque las decisiones convencionales e inconvencionales de este erudito de la Gran Depresión han impedido que la gran recesión de 2008-2009 se convirtiese en otra Gran Depresión.
Bernanke opina que, durante la Gran depresión, el colapso en el suministro de dinero y la falta de estímulo monetario durante las contracciones empeoraron la libre caída de la economía nacional. La lección ha valido la pena. La decisión de Bernanke de mantener bajos los tipos de interés y fomentar los créditos ha prevenido, por ahora, la casi depresión en forma de "L" que parecía tan probable tras el colapso financiero del pasado otoño.
Por supuesto, el respaldo al nombramiento de Bernanke viene acompañado de muchas advertencias. Bernanke, gobernador de la Fed al principio de esta década, apoyó políticas fallidas cuando Alan Greenspan llevó el índice de los fondos federales -la tasa política establecida por la Fed como su principal herramienta de política monetaria- demasiado abajo durante demasiado tiempo, y no supervisó correctamente los préstamos hipotecarios, dando lugar a la creación de la burbuja inmobiliaria, crediticia e hipotecaria.
Tanto él como la Fed cometieron tres gravísimos errores al principio de la crisis de las hipotecas basura. Primero, defendió incansable que la recesión inmobiliaria tocaría fondo enseguida -sigue sin producirse, tres años después-. Segundo, argumentó que el problema de los créditos basura estaba contenido, cuando en realidad era un síntoma del mayor apalancamiento y burbuja crediticia de la historia americana. Y, tercero, sostuvo que el colapso del mercado inmobiliario no conllevaría una recesión, incluso si cerca de un tercio de los puestos de trabajo creados en la última recuperación económica estaban relacionados directa o indirectamente con ese sector. El análisis de Bernanke era erróneo por otros motivos de peso. Argumentó que la política monetaria no debería emplearse para controlar las burbujas de activos, y atribuyó los grandes déficits de las cuentas corrientes de Estados Unidos a una superabundancia del ahorro en China y los mercados emergentes, infravalorando el papel que desempeñaron los déficits fiscales excesivos y la acumulación de deuda de los hogares americanos y el sistema financiero.
Aun así, cuando la crisis de liquidez y los créditos sobrevinieron en el verano de 2007, Bernanke ideó un giro de 360º en la política de la Fed que evitó que la crisis se convirtiera en una cuasi-depresión. Y lo hizo, principalmente, con acciones y programas que no formaban parte del arsenal tradicional de las políticas monetarias. El índice de los fondos federales fue bajado efectivamente a cero para reducir los costes de pedir prestado dinero y evitar el colapso de la demanda de los consumidores y el gasto de capital de las empresas. Los nuevos programas fomentaron que las entidades asustadizas retomaran los préstamos.
Por primera vez desde la Gran Depresión, el papel de la Fed como prestamista de último recurso se extendió a la banca de inversión. Bernanke también introdujo un amplio abanico de programas, como el plan para mantener el funcionamiento del mercado de papel comercial -que emite préstamos a corto plazo a las empresas para que puedan cubrir sus gastos de explotación, como el pago de las nóminas-. La Fed participó directamente en el rescate de entidades financieras como Bear Stearns o American International Group. Prestó dinero a bancos centrales extranjeros para agilizar la escasez mundial de dólares e incluso se comprometió a comprar hasta 1,7 billones de dólares en bonos del Tesoro, valores de garantía hipotecaria y deuda de la agencia para reducir las tasas del mercado.
Se trata, en todos los casos, de medidas radicales que casi nunca se habían tomado antes. Algunas de esas iniciativas han dado pie a grandes preguntas: ¿Rescató la Fed a entidades que deberían haberse dejado entrar en quiebra? ¿Provocó un riesgo moral cuando los prestamistas temerarios e inversores fueron rescatados efectivamente? ¿Cómo y cuándo acabará la Fed con el exceso de liquidez que ha resultado de sus medidas? ¿Terminarán provocando estas medidas una inflación y una caída en picado del valor del dólar? ¿Ha perdido la Fed su independencia al complacer las necesidades fiscales del Gobierno, rescatando bancos e imprimiendo dinero para cubrir grandes déficits fiscales?
Pero el dato principal sigue siendo cierto: las medidas creativas y agresivas de la Fed han reducido considerablemente los riesgos de una casi depresión. Sólo por eso, Bernanke merece volver a ser nombrado, para que pueda gestionar la salida de la intervención económica más radical desde su creación, en 1913.
domingo, 9 de agosto de 2009
Edmund Phelps sobre Argentina: "Da pena ver que este país que fue potencia económica, haya caído tan bajo"
En una entrevista exclusiva con El Cronista Weekend, el premio Nobel de Economía (2006), Edmund Phelps, advierte que la Argentina debe considerar un cambio en su política económica y asegura que “el clima hostil de negocios” es un obstáculo para la inversión. Sostiene que el principal problema del país radica en el largo plazo.
El Cronista
Soñaba con ese momento desde hacía 15 años. Pero, como a todo buen Nobel, la noticia del premio lo tomó a Edmund Phelps totalmente por sorpresa.
“Eran las seis de la mañana cuando recibí el llamado”, recuerda con su tan característico tono pausado, en charla telefónica con Weekend, desde sus oficinas en la Universidad de Columbia, Nueva York. A la noticia, le siguió la locura mediática que genera el galardón: felicitaciones, entrevistas, declaraciones, charlas, conferencias y, finalmente, el premio. Para afrontar tal torbellino, este profesor de Política Económica contaba con los consejos de un amigo que pocos años antes ya había pasado por lo mismo. Joseph Stiglitz (Premio Nobel 2001). Ambos no sólo comparten la disciplina, un cierto halo incorformista y la casa de estudios. Regularmente se encuentran también para intercambiar opiniones y teorías. Sin embargo, el apoyo más sólido que reconoce tener este economista, de 76 años recién cumplidos, es Viviana Montdor, su esposa argentina desde hace tres décadas. Viviana ejerce tras bambalinas como consejera, protectora y también como una suerte de media coach para que Phelps -”Ned” para sus amigos- soporte la atención que significa ser considerado una de las mentes más brillantes de nuestro tiempo. Fue la misma Viviana que aquella mañana le pasó la llamada que le cambió la vida.
Nacido en Evanston, Illinois, Phelps recibió el Nobel en 2006 por haber demostrado que el salario y la variación de los precios dependen tanto de la inflación como del desempleo. Sus conocidos, sin embargo, prefieren definirlo como uno de los “revolucionarios” de la teoría económica clásica. “Siempre me había faltado algo en los modelos”, cuenta el economista y alguna vez aspirante a trompetista. Ese algo era la persona común que no cuenta con los supuestos típicos de una información completa para tomar decisiones.
Phelps analiza para Weekend la economía internacional y cuenta por qué cree que lo peor ya pasó, pero que “la recuperación será lenta”. Sin olvidar, claro, su visión sobre la Argentina versión 2009 donde, además de compartir varios nietos con Viviana, tiene una cátedra en la Universidad de Buenos Aires que lleva su nombre y, allá por 1980, trabajó en el CEMA, además de haber sido profesor de economistas argentinos como el ex economista Jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, Guillermo Calvo, o de Carlos Rodríguez.
¿Coincide en que pasamos lo peor de la crisis?
- Creo que es inevitable que el desempleo seguirá creciendo por algún tiempo más. Particularmente en el norte de América y gran parte de Europa. Pero, sí, hay razones para esperar que, en estas partes del mundo, el crecimiento vuelva a generarse a principios del año 2010. A eso se suma el crecimiento que llegará desde India y China.
Brotes verdes, ¿los ve y en dónde?
- Hay señales de mejoras aisladas. Por ejemplo, los gastos y la inversión de productores de equipos durables está subiendo, la construcción de casas parece haberse estabilizado. Pero también cabe recordar que uno siempre puede señalar una o dos industrias en particular que están trabajando bien. Los servicios de cuidado médico son un caso que sigue expandiendo su negocio.
¿Para cuándo espera ver señales de una tendencia más generalizada?
- Eso no se puede precisar. Hay demasiado que depende de que se recuperen las expectativas, de productores, de inversores, financieras, de los bancos.
¿Cuáles son los principales desafíos para que se mantenga la tendencia positiva que muestran los mercados en estos días?
- Es importante que logremos reordenar el sector financiero. Hoy por hoy, el sector no está funcionando demasiado bien. Y, en los últimos 10 años, tampoco estuvo sirviendo a las necesidades del sector empresarial. Queda mucho por hacer. No se olvide que mucho del crédito se utilizó para invertir en activos tóxicos, pero también para financiar hipotecas inmobiliarias. Una parte importante de las compañías perdió toda conexión con el sector bancario. Muchas empresas venden sus activos directamente en la bolsa, otras, las más jóvenes, dependen del flujo y el aporte de capital de riesgo. Los bancos están cada vez menos involucrados en hacer préstamos a empresas. Aquí, en los Estados Unidos, por ejemplo, desapareció prácticamente el modelo del clásico banco mercantil que en otros tiempos era el principal actor y encargado de financiar al sector empresarial.
¿Cree que el plan de Obama para incrementar los poderes de la Reserva Federal para controlar mejor el sector bancario mejorará la situación?
- Estuve un poco sorprendido de que la administración Obama esté considerando a la FED como un posible regulador del sector que sirva para proteger a la economía contra todo tipo de riesgo sistémico. Los funcionarios de la FED no están preparados para realizar este tipo de trabajos. Ellos son expertos en temas de política monetaria, macroeconomía y -en ciertos aspectos- del negocio bancario.
Entonces, ¿la regulación que usted pide de dónde debería venir?
- Yo diría que si vamos a querer controlar el riesgo sistémico, lo que necesitamos es una nueva agencia reguladora. Su plantilla debería estar conformada por profesionales que tengan un entendimiento más profundo y especializado sobre lo que hace y causa el riesgo sistémico. Que tengan no sólo expertise sino también un gran caudal de juicio y, por qué no decirlo, intuición sobre estos temas.
China, Brasil y Rusia recientemente renovaron su reclamo de una moneda alternativa contra el dólar. ¿Qué opina sobre tal proyecto?
- Puede que suceda en los próximos cinco años. Pero, por el momento, no lo veo. Con los problemas que complican a las economías del mundo en estos días, los gobiernos no encontrarán tampoco el tiempo para elaborar e implementar un cambio estructural de este tipo. No es algo urgente. Además, los Estados Unidos tienen que lidiar hoy con un déficit fiscal tremendo, por más que sea algo temporal. Otros países en el mundo comparten el problema. Piense que la economía global de los próximos cinco o diez años no se parecerá en nada a la economía que conocimos en los últimos cinco años. Quiere decir, no hay ninguna razón para pensar que tanto el tremendo déficit de los Estados Unidos como el abultado superávit de un país como China sea algo tan permanente como para que se tenga que introducir una moneda global alternativa.
La relación superávit-déficit es uno de los temas en la Argentina. ¿Cuál cree que puede ser su mayor problema en lo económico?
- Se puede decir que, en el transcurso de la crisis, la Argentina, hasta ahora, tuvo suerte: los precios de los commodities volvieron a surgir en los últimos seis meses. Además, la Argentina no sufrió el impacto de tener que soportar la caída en masa y el cierre de bancos u otras entidades. Me parece que el principal problema del país está en el largo plazo. Es decir, el país debe preguntarse cómo convertir su economía en un motor de prosperidad y bienestar. Que sea más innovativa para que provea trabajo a cada vez más personas. Que genere más productividad y mayor nivel de salarios, o sea, ir aumentando el incentivo para que todos los actores quieran participar del proceso económico.
¿Qué identifica como el principal obstáculo para lograrlo?
- Creo que en la Argentina hay un gran número de obstáculos. Por ejemplo, se sabe que el clima de negocios no es muy provechoso, por no decir hostil, en estos momentos. Pero, sería absurdo querer resaltar sólo dos o tres temas. El problema del largo plazo no se puede solucionar con arreglar dos o tres ítems. En estos temas no hay balas mágicas.
Sin embargo, aquí el “fantasma del default” volvió a aparecer. Preocupa un superávit financiero en reducción, el gasto público y un mercado financiero internacional que le está vedado al país. ¿Cómo lo evalúa usted?
- Bueno, Estados Unidos está este año en camino hacia un déficit fiscal colosal. Pero, más allá de eso, siempre es un riesgo apoyarse únicamente en la tranquilidad y el amortiguador que genera un superávit fiscal. La situación siempre puede cambiar de superávit a déficit fiscal. La Argentina no tiene mucha credibilidad crediticia en estos días. Eso podría ser un problema, aunque no lo es aún. Pero, efectivamente, para 2010 si el crecimiento es lento y el gasto sigue creciendo podría haber un problema.
Otro dolor de cabeza es el dólar. Se defiende la flotación administrada. ¿Cómo lo ve?
- Siempre es peligroso querer fijar la tasa de interés y de cambio porque nadie puede saber cuál puede ser el nivel exacto al que deberían ser fijados. Pero, más allá de eso, obviamente hay un problema de la política económica macro en el país. De otra forma, no se habría generado el importante aumento en la tasa de inflación que tuvo la Argentina el año pasado. Algo anda mal con el nivel del tipo de cambio, de las tasas de interés. Y no creo que eso sea el resultado de un aumento de costos que le llega a la economía argentina desde el exterior. Parece ser, más bien, un problema interno de la Argentina.
¿Cómo evalúa la eterna corrida de los consumidores locales hacia el dólar?
- Simplemente es una muestra de que las oportunidades de inversión en la Argentina se caracterizan por una oferta tradicionalmente muy pobre y reducida. Ése es el problema. El dólar es lo primero y lo de más fácil acceso.
¿Cuánto tiempo cree que la Argentina puede vivir con lo suyo, sin la ayuda de los mercados internacionales?
- Creo que un nivel de dinamismo y bienestar económico sustentable no podrá llegar a la Argentina hasta que el país se ocupe de forma definitiva de pagar sus deudas y se concentre en recuperar su credibilidad y convenza al mundo de que la Argentina pagará y no volverá a caer en el mismo error. Creo que debe considerar un gran cambio en su política económica y financiera. Hasta que eso no suceda, la economía seguirá funcionando muy por debajo de su potencial. El Gobierno mismo se complicó la vida con algunos obstáculos autoimpuestos. Uno es la credibilidad crediticia tras el default. Pero el problema no es tanto la llegada y el sustento de los mercados de deuda soberana, pasa mucho más por activar y mantener un modelo económico que permita un ciclo de producción dinámico e innovativo. Hay mucho potencial en su país. Un ejemplo es el mercado inmobiliario, el sector del agrobusiness, el del vino. Uno no puede olvidar que su país fue alguna vez una de las potencias económicas. Da tristeza de que desde entonces haya caído tan bajo.
En esos tiempos, la base era el modelo de exportación de commodities. Hoy, ¿cuál debería ser esa base?
- Yo ni soñaría en dar una recomendación en ese sentido. Ese tipo de decisiones le corresponden a los empresarios, a la gente de negocios que está sobre el terreno. Por el simple hecho de que requiere un gran conocimiento de las condiciones del entorno, conocer el mercado. Como siempre digo: para eso, Dios creó a los empresarios (ríe).
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