Cédric Durand, El Salto
La hegemonía financiera murió por primera vez en la crisis de 2008. Desencadenada por el sobreendeudamiento de los prestatarios pobres estadounidenses, el cataclismo demostró que las promesas hechas en la increíble complejidad de los productos financieros no eran más que fantasías insostenibles, totalmente desconectadas de la capacidad real de nuestras economías para producir riqueza. Como si, dicho con las palabras de Karl Marx, el dinero pudiera «producir intereses del mismo modo que está en la naturaleza del peral producir peras».
La reacción en cadena que siguió a la quiebra de Lehman Brothers puso fin al mito de la autorregulación de los mercados financieros. Incapaz de sostenerse a sí mismo, el sector financiero tuvo que abandonar su pretensión de ser la instancia totalizadora de la vida económica, el lugar donde las preferencias y los recursos presentes y futuros se ajustarían armoniosamente. Sin embargo, el sector financiero ha seguido ocupando hasta el día de hoy la cima de la jerarquía de nuestra organización social. En los estertores de la gran recesión, en medio de las turbulencias de la crisis de la Eurozona o durante la pandemia de la covid-19, los poderes públicos no han dejado de dar prioridad a la estabilidad financiera. Sólo un ejemplo: en 2020 y 2021, para evitar que los efectos de los confinamientos sobre la actividad económica provocasen otro colapso, el Banco Central Europeo (BCE) prácticamente duplicó su balance de situación, proporcionando liquidez y recomprando títulos por un importe total de 4 billones de euros, es decir, alrededor de un tercio del PIB de la Eurozona, cifra equivalente a 12.000 euros por habitante de la misma.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
martes, 11 de abril de 2023
miércoles, 5 de abril de 2023
La tragedia de la justicia universal
Boaventura De Sousa Santos, Publico
La orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) contra el presidente Vladimir Putin tendrá repercusiones diferentes a las invocadas, tanto por Estados Unidos y sus aliados, como por Rusia y los suyos. Para los primeros, Putin, que ni siquiera ha sido acusado todavía, ya es un criminal de guerra, un paria internacional, y debería ser arrestado tan pronto como sea posible. Para los segundos, la orden no tiene valor jurídico y no tendrá efectividad, siendo solo otro acto de propaganda de Occidente. Es imposible saber cuál de las dos lecturas prevalecerá en el futuro, por lo que no las comento. Me detengo en las repercusiones observables a simple vista. Como fenómeno político, la orden de arresto es similar a las sanciones económicas impuestas a Rusia. Sus repercusiones serán reales, pero no son lo que se propone oficialmente.
La primera repercusión radica en su impacto en cualquier proceso de paz en Ucrania. Se sospechaba que Estados Unidos no estaba interesado en conversaciones de paz a corto plazo y se agregó que el desinterés era compartido por Rusia. La sospecha se confirma hoy. Estados Unidos arroja todo a la caída de Putin. Como esto no es predecible, al menos a corto plazo, el pueblo ucraniano continuará siendo martirizado y los soldados ucranianos y rusos continuarán muriendo. Los mediadores internacionales posibles y bienintencionados pueden, por ahora, dedicarse a otras tareas más realistas.
La orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) contra el presidente Vladimir Putin tendrá repercusiones diferentes a las invocadas, tanto por Estados Unidos y sus aliados, como por Rusia y los suyos. Para los primeros, Putin, que ni siquiera ha sido acusado todavía, ya es un criminal de guerra, un paria internacional, y debería ser arrestado tan pronto como sea posible. Para los segundos, la orden no tiene valor jurídico y no tendrá efectividad, siendo solo otro acto de propaganda de Occidente. Es imposible saber cuál de las dos lecturas prevalecerá en el futuro, por lo que no las comento. Me detengo en las repercusiones observables a simple vista. Como fenómeno político, la orden de arresto es similar a las sanciones económicas impuestas a Rusia. Sus repercusiones serán reales, pero no son lo que se propone oficialmente.
La primera repercusión radica en su impacto en cualquier proceso de paz en Ucrania. Se sospechaba que Estados Unidos no estaba interesado en conversaciones de paz a corto plazo y se agregó que el desinterés era compartido por Rusia. La sospecha se confirma hoy. Estados Unidos arroja todo a la caída de Putin. Como esto no es predecible, al menos a corto plazo, el pueblo ucraniano continuará siendo martirizado y los soldados ucranianos y rusos continuarán muriendo. Los mediadores internacionales posibles y bienintencionados pueden, por ahora, dedicarse a otras tareas más realistas.
jueves, 23 de marzo de 2023
Por qué la crisis bancaria no ha terminado
Michael Hudson, Global Research
Las quiebras de Silvergate, Silicon Valley Bank, Signature Bank y las insolvencias bancarias relacionadas son mucho más graves que la de 2008-2009. El problema entonces eran los bancos deshonestos que concedían malos préstamos hipotecarios. Los deudores no podían pagar y estaban en mora, y resultó que los bienes inmuebles que habían pignorado como garantía estaban fraudulentamente sobrevalorados, hipotecas basura "mark-to-fantasy" realizadas mediante valoraciones falsas del precio real de mercado de la propiedad y de los ingresos del prestatario. Los bancos vendieron estos préstamos a compradores institucionales como fondos de pensiones, cajas de ahorros alemanas y otros compradores crédulos que habían bebido el Kool Aid neoliberal de Alan Greenspan, creyendo que los bancos no les engañarían.
Las inversiones del Silicon Valley Bank (SVB) no tenían ese riesgo de impago. El Tesoro siempre puede pagar, simplemente imprimiendo dinero, y las hipotecas prime a largo plazo cuyos paquetes compró SVP también eran solventes. El problema es el propio sistema financiero, o más bien, el rincón en el que la Fed post-Obama ha situado al sistema bancario. No puede salir de sus 13 años de Quantitative Easing sin revertir la inflación del precio de los activos y hacer que los bonos, las acciones y los bienes inmuebles bajen su valor de mercado.
En pocas palabras, resolver la crisis de iliquidez de 2009 que salvó a los bancos de perder dinero (a costa de cargar a la economía con enormes deudas), allanó el camino para la crisis de iliquidez profundamente sistémica que apenas ahora se está haciendo evidente.
Las quiebras de Silvergate, Silicon Valley Bank, Signature Bank y las insolvencias bancarias relacionadas son mucho más graves que la de 2008-2009. El problema entonces eran los bancos deshonestos que concedían malos préstamos hipotecarios. Los deudores no podían pagar y estaban en mora, y resultó que los bienes inmuebles que habían pignorado como garantía estaban fraudulentamente sobrevalorados, hipotecas basura "mark-to-fantasy" realizadas mediante valoraciones falsas del precio real de mercado de la propiedad y de los ingresos del prestatario. Los bancos vendieron estos préstamos a compradores institucionales como fondos de pensiones, cajas de ahorros alemanas y otros compradores crédulos que habían bebido el Kool Aid neoliberal de Alan Greenspan, creyendo que los bancos no les engañarían.
Las inversiones del Silicon Valley Bank (SVB) no tenían ese riesgo de impago. El Tesoro siempre puede pagar, simplemente imprimiendo dinero, y las hipotecas prime a largo plazo cuyos paquetes compró SVP también eran solventes. El problema es el propio sistema financiero, o más bien, el rincón en el que la Fed post-Obama ha situado al sistema bancario. No puede salir de sus 13 años de Quantitative Easing sin revertir la inflación del precio de los activos y hacer que los bonos, las acciones y los bienes inmuebles bajen su valor de mercado.
En pocas palabras, resolver la crisis de iliquidez de 2009 que salvó a los bancos de perder dinero (a costa de cargar a la economía con enormes deudas), allanó el camino para la crisis de iliquidez profundamente sistémica que apenas ahora se está haciendo evidente.
miércoles, 22 de marzo de 2023
La quiebra del banco de Silicon Valley pone a prueba a los bancos centrales
Martine Orange, Mediapart
La mayor quiebra bancaria de EEUU desde 2008 marca el principio del fin de una década de dinero gratis. Al subir los tipos, los bancos se quedan con reservas devaluadas. Y los reguladores hicieron la vista gorda. La Reserva Federal (FED) se enfrenta ahora a un dilema: continuar su lucha contra la inflación subiendo los tipos, o aflojar para no desestabilizar demasiado el sistema bancario.
Un banco que quiebra en pocos días, las autoridades reguladoras obligadas a intervenir a toda prisa para apagar el incendio, miles de millones que se esfuman en un abrir y cerrar de ojos, el gobierno lanzando llamamientos a la calma... Esto me trae algunos recuerdos. Desde el 9 de marzo, los fantasmas de la quiebra de Lehman Brothers y de la llamada crisis de las hipotecas de alto riesgo han vuelto a acechar al mundo financiero.
El colapso del Silicon Valley Bank (SVB), la mayor quiebra bancaria desde 2008, desató una ola de pánico en Wall Street. Temiendo un posible contagio, todos los operadores liquidaron sus posiciones bancarias: en pocas horas, las acciones de algunos bancos cayeron un 30, un 40 y a veces incluso más de un 50%. Unos 60.000 millones de dólares de capitalización bursátil se esfumaron en un solo día.
La mayor quiebra bancaria de EEUU desde 2008 marca el principio del fin de una década de dinero gratis. Al subir los tipos, los bancos se quedan con reservas devaluadas. Y los reguladores hicieron la vista gorda. La Reserva Federal (FED) se enfrenta ahora a un dilema: continuar su lucha contra la inflación subiendo los tipos, o aflojar para no desestabilizar demasiado el sistema bancario.
Un banco que quiebra en pocos días, las autoridades reguladoras obligadas a intervenir a toda prisa para apagar el incendio, miles de millones que se esfuman en un abrir y cerrar de ojos, el gobierno lanzando llamamientos a la calma... Esto me trae algunos recuerdos. Desde el 9 de marzo, los fantasmas de la quiebra de Lehman Brothers y de la llamada crisis de las hipotecas de alto riesgo han vuelto a acechar al mundo financiero.
El colapso del Silicon Valley Bank (SVB), la mayor quiebra bancaria desde 2008, desató una ola de pánico en Wall Street. Temiendo un posible contagio, todos los operadores liquidaron sus posiciones bancarias: en pocas horas, las acciones de algunos bancos cayeron un 30, un 40 y a veces incluso más de un 50%. Unos 60.000 millones de dólares de capitalización bursátil se esfumaron en un solo día.
martes, 14 de marzo de 2023
Los entretelones del conflicto de Ucrania
Rodolfo Bueno, Rebelión
Estados Unidos, luego de la disolución de la URSS, desarrolló una estrategia para ser el hegemón del mundo. Para ello, en el Tratado de Maastricht, firmado el 7 de febrero de 1992 y vinculante para toda la UE, hizo que la política de defensa de los países europeos se subordine a la de la OTAN; también exige que los estados del este y centro de Europa, que se integren a la UE, acepten que EEUU los proteja contra un ataque militar ruso e intenta evitar que surja un sistema de seguridad europeo, que sustituya a la OTAN. Así, el vasallaje de Europa es total y obligatorio.
Los neocon de EEUU creen en la excepcionalidad estadounidense y postulan que, para que su país mantenga su supremacía, deben primero destruir a Rusia, para luego eliminar a China; usan a Ucrania como campo de batalla de un conflicto de mayor orden, de cuyo resultado depende la reorganización del mundo y su futura evolución.
Paul Wolfowitz, político neocon, que fue subsecretario del Departamento de Defensa de EEUU, en un encuentro organizado por los nacionalistas ucranianos el año 2000, prometió respaldar a una Ucrania independiente, provocar que Rusia entre en guerra contra Ucrania y financiar la destrucción de Rusia. Sobre la base de este compromiso, el Presidente Biden firmó el 28 de abril de 2022 la Ley de Préstamo y Arriendo de Defensa de la Democracia de Ucrania, que le concede a este país todos los procedimientos de control de los armamentos que se le entregue y cuyo costo pagarán los países europeos cuando termine la guerra.
Estados Unidos, luego de la disolución de la URSS, desarrolló una estrategia para ser el hegemón del mundo. Para ello, en el Tratado de Maastricht, firmado el 7 de febrero de 1992 y vinculante para toda la UE, hizo que la política de defensa de los países europeos se subordine a la de la OTAN; también exige que los estados del este y centro de Europa, que se integren a la UE, acepten que EEUU los proteja contra un ataque militar ruso e intenta evitar que surja un sistema de seguridad europeo, que sustituya a la OTAN. Así, el vasallaje de Europa es total y obligatorio.
Los neocon de EEUU creen en la excepcionalidad estadounidense y postulan que, para que su país mantenga su supremacía, deben primero destruir a Rusia, para luego eliminar a China; usan a Ucrania como campo de batalla de un conflicto de mayor orden, de cuyo resultado depende la reorganización del mundo y su futura evolución.
Paul Wolfowitz, político neocon, que fue subsecretario del Departamento de Defensa de EEUU, en un encuentro organizado por los nacionalistas ucranianos el año 2000, prometió respaldar a una Ucrania independiente, provocar que Rusia entre en guerra contra Ucrania y financiar la destrucción de Rusia. Sobre la base de este compromiso, el Presidente Biden firmó el 28 de abril de 2022 la Ley de Préstamo y Arriendo de Defensa de la Democracia de Ucrania, que le concede a este país todos los procedimientos de control de los armamentos que se le entregue y cuyo costo pagarán los países europeos cuando termine la guerra.
miércoles, 1 de marzo de 2023
Maquillando el cadáver del capitalismo
Luis Britto García, Rebelión
Ya nadie habla de capitalismo. Capitalismo implica capital, que posee otro y tú no tienes. Capitalista es dueño, patrono, tipo que impone hacer lo que a él le da la gana. Ahora se habla del Mercado. Mercado suena impersonal, como el destino o las leyes naturales. Quien dice Mercado casi dice Supermercado, tan abarrotado de bienes que casi olvidamos que hay que pagar la factura. Capital es la mano que aprieta. Mercado es la mano invisible que, como Dios, se ocupa de hacer el bien aunque el resultado sea que todo anda mal.
Si para venderse el capitalismo tiene que cambiarse el nombre, significa que no está dispuesto a cambiar nada, excepto nombres. Ya anotó Adolfo Bioy Casares en su Diccionario del argentino exquisito que todas las indignidades del capitalismo han sido rebautizadas con las palabras más dignas del idioma. Ya los precios no suben, se liberan. Los intereses no se alzan, se sinceran. Al trabajador no se lo despide, se flexibiliza su relación de trabajo. Apoteosis de la confiscación por el capitalismo del prestigio de lo que se le opone es banalizar la Revolución como argumento de venta: hay revolución en la moda, en los desodorantes, en las toallas sanitarias, en el papel higiénico. Revolución en todo, mientras no haya Revolución en nada.
Ya nadie habla de capitalismo. Capitalismo implica capital, que posee otro y tú no tienes. Capitalista es dueño, patrono, tipo que impone hacer lo que a él le da la gana. Ahora se habla del Mercado. Mercado suena impersonal, como el destino o las leyes naturales. Quien dice Mercado casi dice Supermercado, tan abarrotado de bienes que casi olvidamos que hay que pagar la factura. Capital es la mano que aprieta. Mercado es la mano invisible que, como Dios, se ocupa de hacer el bien aunque el resultado sea que todo anda mal.
Si para venderse el capitalismo tiene que cambiarse el nombre, significa que no está dispuesto a cambiar nada, excepto nombres. Ya anotó Adolfo Bioy Casares en su Diccionario del argentino exquisito que todas las indignidades del capitalismo han sido rebautizadas con las palabras más dignas del idioma. Ya los precios no suben, se liberan. Los intereses no se alzan, se sinceran. Al trabajador no se lo despide, se flexibiliza su relación de trabajo. Apoteosis de la confiscación por el capitalismo del prestigio de lo que se le opone es banalizar la Revolución como argumento de venta: hay revolución en la moda, en los desodorantes, en las toallas sanitarias, en el papel higiénico. Revolución en todo, mientras no haya Revolución en nada.
martes, 28 de febrero de 2023
Los Imperialismos
Boaventura de Sousa Santos, LaJornada
Desde el principio condené enérgicamente la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero desde ese momento subrayé que ha habido una fuerte provocación estadounidense para que esto sucediera con el objetivo de debilitar a Rusia y detener a China.
En la guerra de Ucrania, el imperialismo estadounidense, el imperialismo ruso y el imperialismo chino se enfrentan. Estoy en contra de todo imperialismo y admito que en el futuro el imperialismo ruso o el imperialismo chino pueden ser los más peligrosos, pero no tengo ninguna duda de que en este momento el imperialismo más peligroso es el de Estados Unidos. Saca ventaja en dos áreas, la militar y la financiera. Nada de esto garantiza la longevidad de este imperialismo. De hecho, he argumentado que está en declive, pero la decadencia en sí misma puede ser uno de los factores que explica la mayor peligrosidad de hoy.
La dinámica del imperialismo estadounidense parece imparable, siempre alimentada por la creencia de que la destrucción que provoca o incita tendrá lugar lejos de sus fronteras protegidas por dos vastos océanos. Por lo tanto, tienen un desprecio casi genético por otros pueblos. Estados Unidos siempre dice que interviene por el bien de la democracia y sólo deja destrucción y dictadura o caos tras su paso.
Desde el principio condené enérgicamente la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero desde ese momento subrayé que ha habido una fuerte provocación estadounidense para que esto sucediera con el objetivo de debilitar a Rusia y detener a China.
En la guerra de Ucrania, el imperialismo estadounidense, el imperialismo ruso y el imperialismo chino se enfrentan. Estoy en contra de todo imperialismo y admito que en el futuro el imperialismo ruso o el imperialismo chino pueden ser los más peligrosos, pero no tengo ninguna duda de que en este momento el imperialismo más peligroso es el de Estados Unidos. Saca ventaja en dos áreas, la militar y la financiera. Nada de esto garantiza la longevidad de este imperialismo. De hecho, he argumentado que está en declive, pero la decadencia en sí misma puede ser uno de los factores que explica la mayor peligrosidad de hoy.
La dinámica del imperialismo estadounidense parece imparable, siempre alimentada por la creencia de que la destrucción que provoca o incita tendrá lugar lejos de sus fronteras protegidas por dos vastos océanos. Por lo tanto, tienen un desprecio casi genético por otros pueblos. Estados Unidos siempre dice que interviene por el bien de la democracia y sólo deja destrucción y dictadura o caos tras su paso.
lunes, 20 de febrero de 2023
Terrorismo económico contra los Nord Stream
Hedelberto López Blanch, Rebelión
Los verdaderos motivos y el culpable principal de la voladura de los gasoductos Nord Stream han salido a flote tras las investigaciones y los irrefutables hechos que señalan directamente a Estados Unidos como el ideólogo y ejecutor de la acción terrorista.
Desde mucho antes del inicio de la operación militar especial de Rusia contra Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden y el Pentágono apostaron por debilitar económicamente a Moscú, utilizar a Kiev como punta de lanza, controlar aún más a la Unión Europea y sacar grandes dividendos con las ventas de armas y del gas que produce en su territorio.
Además de impulsar el golpe de Estado en 2014 en Ucrania, conocido como el Maidán, Washington, la OTAN y los países de la Unión Europea, se han encargado de suministrar a las fuerzas neonazi que dominan Kiev, todo tipo de ayuda en dinero y armamentos cuyo fin es tratar de colapsar al gobierno de Vladimir Putin, lo cual no han logrado.
Los verdaderos motivos y el culpable principal de la voladura de los gasoductos Nord Stream han salido a flote tras las investigaciones y los irrefutables hechos que señalan directamente a Estados Unidos como el ideólogo y ejecutor de la acción terrorista.
Desde mucho antes del inicio de la operación militar especial de Rusia contra Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden y el Pentágono apostaron por debilitar económicamente a Moscú, utilizar a Kiev como punta de lanza, controlar aún más a la Unión Europea y sacar grandes dividendos con las ventas de armas y del gas que produce en su territorio.
Además de impulsar el golpe de Estado en 2014 en Ucrania, conocido como el Maidán, Washington, la OTAN y los países de la Unión Europea, se han encargado de suministrar a las fuerzas neonazi que dominan Kiev, todo tipo de ayuda en dinero y armamentos cuyo fin es tratar de colapsar al gobierno de Vladimir Putin, lo cual no han logrado.
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