domingo, 19 de enero de 2020

Cambio climático amenaza la tumba nuclear de EEUU en el Pacífico


Manuel Ruiz Rico, Público

El Gobierno de Estados Unidos ha aprobado elaborar en seis meses un informe sobre el estado de una tumba nuclear de las Islas Marshall, que almacena toneladas de residuos de las decenas de pruebas nucleares que el país norteamericano realizó entre 1946 y 1958. Dicho cementerio nuclear está cubierto por una cúpula de hormigón cuyo estado podría estar deteriorado, a lo que se une el riesgo extremo de que la crisis climática haga subir las aguas del océano y éstas alcancen los restos radiactivos.

El informe fue aprobado a finales de diciembre por la nueva Ley de Defensa Nacional, que el Congreso aprobó a primeros de ese mes y que entró en vigor tras ser firmada por el presidente Donald Trump el 20 de diciembre. Esta medida se introdujo como una enmienda de la congresista demócrata de Hawái y candidata a las primarias de ese partido, Tulsi Gabbard.

La tumba radiactiva en cuestión está ubicada en la isla Runit. Allí, Estados Unidos aprovechó el cráter dejado por una bomba nuclear para almacenar toneladas de residuos equivalentes a 35 piscinas olímpicas. Más tarde sellaron aquello con una cúpula de hormigón de 115 metros y a otra cosa.

Un estudio de la Universidad de Columbia de Nueva York publicado en julio del año pasado detectó niveles de radiación en algunas zonas de la isla de Enewetak y otras partes de las Islas Marshall que alcanzan los niveles encontrados cerca de Chernóbil y Fukushima.

2019 derribó el mito del gerente presidente

Después del dominio de mandatarios de izquierda en América Latina, tres países de la región viraron a la derecha y eligieron a candidatos-empresarios. Los resultados no han sido favorables.


Alberto Vergara, New York Times

El 2019 latinoamericano comenzó con el estremecimiento que causaba Roma, dura y bella película que mostró las múltiples capas de la desigualdad en México y, por extensión, en América Latina. El año cerró con miles protestando en Santiago de Chile, luego de haber movilizado varios millones de personas en algo más de un mes, reclamando un orden social y económico más justo. Aunque no se inventaron en 2019, este año las desigualdades latinoamericanas se hicieron más visibles e intolerables.

Resulta significativo que, en este contexto, los gobiernos de derecha liderados por grandes hombres de negocios y sus equipos de gerentes hayan naufragado. Las elecciones de Mauricio Macri en 2015, de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) en 2016 y de Sebastián Piñera en 2017, resultaron ineficientes para reencaminar sus respectivos países hacia la senda liberal y aún más estériles para conservar el apoyo de sus compatriotas. La lección que dejan estos proyectos políticos alternativos a la izquierda es que el horno latinoamericano no está para bollos plutocráticos.

Lo de la plutocracia es una exageración. Fueron los votos y no el mero dinero quien los instaló en el poder. Pero una vez ahí, las tres presidencias confiaron más en el mundo empresarial que en los ciudadanos. Poblaron el Estado con élites económicas habituadas a burbujas sociales, exhibieron una soberbia gerencial respecto de los problemas que heredaban y, como consecuencia, leyeron erróneamente la marcha política y económica de sus países. Si este combo no constituye la razón última de sus fracasos, al menos ha debilitado la posibilidad de dar continuidad a sus gobiernos y políticas públicas.

El fin del neoliberalismo y el renacimiento de la historia


Joseph Stiglitz, Project-Syndicate

Al final de la Guerra Fría, el politólogo Francis Fukuyama escribió un famoso ensayo titulado The End of History? [¿El fin de la historia?], donde sostuvo que el derrumbe del comunismo eliminaría el último obstáculo que separaba al mundo de su destino de democracia liberal y economía de mercado. Muchos estuvieron de acuerdo.

Hoy, ante una retirada del orden mundial liberal basado en reglas, con autócratas y demagogos al mando de países que albergan mucho más de la mitad de la población mundial, la idea de Fukuyama parece anticuada e ingenua. Pero esa idea aportó sustento a la doctrina económica neoliberal que prevaleció los últimos cuarenta años.

Hoy la credibilidad de la fe neoliberal en la total desregulación de mercados como forma más segura de alcanzar la prosperidad compartida está en terapia intensiva, y por buenos motivos. La pérdida simultánea de confianza en el neoliberalismo y en la democracia no es coincidencia o mera correlación: el neoliberalismo lleva cuarenta años debilitando la democracia.

La forma de globalización prescrita por el neoliberalismo dejó a individuos y a sociedades enteras incapacitados de controlar una parte importante de su propio destino, como Dani Rodrik (de Harvard) explicó con mucha claridad, y como yo sostengo en mis libros recientes Globalization and Its Discontents Revisited y People, Power, and Profits. Los efectos de la liberalización de los mercados de capitales fueron particularmente odiosos: bastaba que el candidato con ventaja en una elección presidencial de un país emergente no fuera del agrado de Wall Street para que los bancos sacaran el dinero del país. Los votantes tenían entonces que elegir entre ceder a Wall Street o enfrentar una dura crisis financiera. Parecía que Wall Street tenía más poder político que la ciudadanía.

sábado, 18 de enero de 2020

Además de Irán, China también está en ‎la mirilla de Estados Unidos


Manlio Dinucci, Voltaire

El asesinato del general iraní Qassem Suleimani, con luz verde del presidente Donald Trump, ‎desató una reacción en cadena que se propagó incluso más allá del Medio Oriente. Esa era la ‎intención de quien aprobó la operación. Hace tiempo que Suleimani estaba en la mirilla de ‎Estados Unidos, pero los presidentes George W. Bush y Barack Obama no aprobaron su ‎asesinato. ‎

‎¿Por qué lo hizo el presidente Donald Trump? Hay varias razones, como el interés personal del ‎actual presidente por evitar su propia destitución presentándose como un ardiente defensor de ‎‎«América» (léase “Estados Unidos”) ante un enemigo amenazante. Pero la principal razón de la ‎decisión de asesinar Suleimani, decisión adoptada por el Estado Profundo estadounidense antes ‎de que se tomara en la Casa Blanca, hay que buscarla en un factor que se ha hecho crítico para ‎los intereses estadounidenses sólo en estos últimos años: la creciente presencia económica china ‎en Irán. ‎

Irán desempeña un papel de primera importancia en la Nueva Ruta de la Seda cuya implantación ‎inició Pekín en 2013 y que ya se encuentra en una fase avanzada de realización. La Nueva Ruta ‎de la Seda consiste en una red de carreteras y vías férreas entre China y Europa a través del Asia ‎Central, el Medio Oriente y Rusia, combinada con una vía marítima a través del Océano Índico, ‎el Mar Rojo y el Mediterráneo. Para garantizar las infraestructuras (carreteras, vías férreas e ‎instalaciones portuarias) en más de 60 países, se prevén inversiones superiores a ‎‎1 000 millardos de dólares. En ese marco, China está invirtiendo en Irán unos 400 000 millones ‎de dólares: 280 000 millones en la industria del petróleo, en el gas y en el sector petroquímico, y ‎‎120 000 millones en las infraestructuras vinculadas al transporte, incluyendo oleoductos y ‎gasoductos. Se prevé que esas inversiones, efectuadas en un periodo de 5 años, han de ‎renovarse posteriormente. ‎

¿Puede América Latina evitar otra década perdida?


José Antonio Ocampo, Project Syndicate

En los años 1980, América Latina soportó una crisis de deuda tan severa que toda la década se “perdió” como consecuencia de un mal desempeño económico. Desde entonces, otras economías –especialmente, Japón- han soportado sus propias “décadas perdidas”. Pero, hoy, es América Latina la que vuelve a enfrentar dificultades. De hecho, ya ha perdido cinco años.

América Latina ha sufrido media década de crecimiento anémico por segunda vez desde los años 1980, y su quinquenio de peor desempeño desde la Segunda Guerra Mundial. En los cinco años perdidos anteriores de la región, después de la crisis del este de Asia de 1997, el crecimiento anual del PIB promedió el 1,2%. En 1980-1985 –los peores cinco años de la crisis de deuda-, el crecimiento promedio representó el 0,7%. En los últimos cinco años, alcanzó apenas el 0,4%.

Esto en parte es el resultado de un entorno global desfavorable, reflejado en el deterioro de los términos comerciales de América Latina desde 2014, el virtual estancamiento del comercio internacional en general y dos años de renovada turbulencia financiera en las economías emergentes. Pero otras regiones en desarrollo han enfrentado los mismos vientos externos en contra, y todas ellas han tenido un mejor desempeño que América Latina, no sólo en los últimos cinco años, sino desde 1990 –un período durante el cual el crecimiento anual del PIB en la región promedió apenas el 2,7%.

viernes, 17 de enero de 2020

Trump y la apoteosis de la barbarie


Atilio Boron, Alainet

Acabo de leer una muy interesante nota de Peter Koenig sobre el renacimiento y exasperación de la barbarie en los últimos tiempos (The West is Run by Barbarians). Y digo exasperación porque aquella tuvo una presencia constante en la historia, pero bajo el capitalismo adquirió nuevas y más brutales formas. Estados Unidos es sin dudas la patria de la barbarie. Su condición de mayor terrorista del planeta la alcanzó en agosto de 1945 cuando arrojó sobre dos ciudades indefensas del Japón sendas bombas atómicas que convirtieron en cenizas -o condenaron a una horrorosa muerte lenta- a varios centenares de miles de sus habitantes. Nadie nunca, ni antes ni después, llegó a perpetrar atrocidad semejante. Sin llegar a tan luctuosos límites en tiempos recientes la barbarie fue repotenciada por el gobierno de Donald Trump, un hampón de cuarta cuyos códigos morales no son mejores que los de Al Capone o Frank Nitti. Es más, me atrevería a decir que éstos poseían un mafioso sentido del honor y del respeto a la palabra empeñada que el magnate neoyorquino carece por completo.

Koenig documenta con precisión que a pedido de Trump el Primer Ministro de Irak, Adil Abdul-Mahadi, invitó al General Qassem Suleimani a que se reuniera con él en Bagdad para sugerirle, dadas sus conocidas dotes como diplomático, que procurase abrir un canal de diálogo entre Irán y Estados Unidos y entre la república islámica y Arabia Saudita. Esa fue la trampa, abyecta y cobarde, en la que cayó el general iraní. Esto fue denunciado ni bien se consumara el asesinato de Suleimani y un grupo de altos funcionarios militares iraquíes por Adil Abdul-Mahadi diciendo textualmente que “Trump me pidió que mediara con Irán y luego asesina a quien había invitado para la tarea”.

Por qué EEUU aplica sanciones


Umberto Mazzei, Rebelión

Desde que Estados Unidos volvió a ser país exportador de petróleo (había dejado de serlo en 1971) y necesita un mercado donde vender ese petróleo producido con la onerosa técnica del fracking, encontró en las sanciones una manera de manipular artificialmente los mercados a su favor, desestabilizando los principales países productores como Venezuela, Irak, Irán o Libia e imponiendo obstáculos al suministro físico de gas ruso. Rusia es el único gran productor al que no se atreve a provocar, pero trata de hostigarlo con el juego de las sanciones al igual que a Irán y Venezuela. Las sanciones que aplica Estados Unidos unilateralmente parecen más un modo de desviar a su favor la competencia comercial que castigos por supuestas infracciones de las normas internacionales de buena conducta.

Unas normas internacionales arbitrarias

Normas sobre las cuales Estados Unidos se ha atribuido las funciones de legislador, juez y parte, gendarme y carcelero.

Esos abusos están sostenidos por la supremacía del dólar americano como divisa de referencia en las transacciones y pagos internacionales. Ese privilegio le da el control de los circuitos y mercados financieros.

jueves, 16 de enero de 2020

¿Dónde está la verdadera amenaza ‎nuclear en el Medio Oriente?‎

Irán anuncia que se retira del acuerdo 5+1 (JCPOA), como respuesta al asesinato del ‎general Qassem Suleimani, perpetrado por Estados Unidos. Dado el hecho que ‎Estados Unidos ya se había retirado de ese acuerdo, el anuncio de Irán no modifica ‎la situación ya existente. Mucho más preocupante que la retirada iraní de ese acuerdo ‎es el hecho que Israel ya dispone de un verdadero arsenal nuclear y que podría sentirse ‎tentado a utilizarlo si Estados Unidos retira sus tropas del Medio Oriente


Manlio Dinucci, Voltaire

Irán no respeta los acuerdos nucleares” (Il Tempo), “Irán se retira de los acuerdos nucleares: ‎un paso hacia la bomba atómica” (Corriere della Sera), “Irán prepara las bombas atómicas: adiós ‎al acuerdo nuclear” (Libero). Casi todos los medios anuncian en ese tono la decisión de Irán, consecuencia del ‎asesinato del general irani Qassem Suleimani, ordenado por el presidente Trump, de no seguir ‎aceptando las limitaciones para el enriquecimiento de uranio estipuladas en el acuerdo que firmó ‎en 2015 con el grupo 5+1 (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, China más Alemania). ‎

O sea, esos medios de ‎“información”‏ no abrigan ‏dudas sobre el origen de la amenaza nuclear en ‎el Medio Oriente. Pero se olvidan de que fue el presidente Trump quien sacó a Estados Unidos ‎del acuerdo 5+1 en 2018, acuerdo que Israel había definido como «la rendición de Occidente ‎ante el eje del mal encabezado por Irán». ‎

Tampoco dicen ni una palabra sobre el hecho que en el Medio Oriente hay una sola potencia ‎nuclear: Israel, que ni siquiera se somete a ningún tipo de control porque no es firmante del ‎Tratado de No Proliferación, documento que Irán sí firmó. ‎

miércoles, 15 de enero de 2020

Sonámbulos caminando hacia la crisis


Alejandro Nadal, La Jornada

La tragedia de Casandra, la hija del rey Príamo y Hécuba de Troya, no fue haber sido asesinada. Su verdadera maldición fue que, a pesar de tener el don de la profecía, ella estaba condenada a ser ignorada y, por tanto, nadie creía sus presagios. Cuando los griegos tendieron la trampa del caballo de Troya, ella fue la única que advirtió sobre el ardid y nadie le hizo caso.

El mundo parece hoy estar lleno de Casandras, que alertan sobre la inminencia de la próxima crisis del capitalismo global. A fuerza de escuchar tanta advertencia, la credibilidad se esfuma rápidamente. Tal parece que la maldición de Casandra renace todos los días.

La realidad es que las amonestaciones sobre la llegada de una nueva crisis no provienen de un don mágico de algunos expertos economistas. Esas advertencias están bien cimentadas en datos duros y en un análisis riguroso de experiencias pasadas. Si las advertencias caen en oídos sordos, eso se debe al trabajo de los medios de información y a la necedad de los economistas ortodoxos que siguen recomendando más austeridad y más libertad para el mercado para superar y hasta evitar la llegada de una nueva crisis.

martes, 14 de enero de 2020

Paul Krugman: "El legado de la austeridad destructiva"


Paul Krugman, New York Times

Hace una década, el mundo vivía las secuelas de la peor crisis económica desde la década de 1930. Los mercados financieros se habían estabilizado, pero la economía real todavía estaba en una aguda recesión, con más de 40 millones de trabajadores europeos y norteamericanos desempleados.

Afortunadamente, los economistas habían aprendido mucho de la experiencia de la Gran Depresión. En particular, sabían que la austeridad fiscal (recortar el gasto público en un intento de equilibrar el déficit público) es una muy mala política en una economía deprimida.

Desafortunadamente, los formuladores de políticas a ambos lados del Atlántico pasaron la primera mitad de la década de 2010 haciendo exactamente lo que la teoría y la historia les dijeron que no hicieran. Y este giro equivocado en la política arrojó una larga sombra, económica y políticamente. En particular, la obsesión por el déficit de 2010-2015 ayudó a preparar el escenario para la actual crisis de la democracia.

¿Por qué la austeridad en una economía deprimida es una mala idea? Porque una economía no es como un hogar, cuyos ingresos y gastos son cosas separadas. En la economía en general, mis gastos son sus ingresos y sus gastos son mis ingresos. ¿Qué sucede si todos intentan reducir el gasto al mismo tiempo, como fue el caso después de la crisis financiera? Los ingresos de todos caen. Por lo tanto, para evitar una depresión, es necesario que alguien, es decir, el gobierno, mantenga o, mejor aún, aumente el gasto mientras todos los demás están recortando. Y en 2009, la mayoría de los gobiernos participaron en al menos un poco de estímulo fiscal.

lunes, 13 de enero de 2020

Portugal y su milagro económico alternativo, el espejo para mirarse

La economía portuguesa ha despegado bajo la gestión de un gobierno de coalición de izquierda. No sólo ha dejado atrás la crisis y su doloroso rescate europeo, sino que ha ajustado su cuadro macroeconómico, reducido su déficit, su desempleo y su deuda, y recibido elogios de Bruselas… y de Berlín.


Diego Herranz, Público

Dicen desde Europa que la trayectoria gubernamental António Costa en Portugal representa el renacimiento tranquilo de la socialdemocracia en el Viejo Continente. El detonante de que en la UE ésta ideología enrocada en la construcción de la UE, que parecía moribunda desde la crisis de 2008, haya arraigado de nuevo con gabinetes de este tinte político en el club comunitario. En España, donde se teje el primer Ejecutivo de coalición de su historia democrática reciente entre el dirigente del PSOE y vencedor en los dobles comicios de este año, Pedro Sánchez, y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, que asumirá la vicepresidencia de Asuntos Sociales.

Al igual que en Suecia, Dinamarca y Finlandia. Tres nórdicos que recuperan las tradicionales esencias de este perfil político, especialmente asentado en el tiempo en Escandinavia. E, incluso, en Italia, donde la entente cordiale de emergencia entre el Partido Demócrata (ahora Alianza Viva) del ex primer ministro Matteo Renzi -hasta no hace mucho, la gran esperanza socialdemócrata europea- y el Movimiento Cinco Estrellas dio al traste con la intención del ultraderechista Matteo Salvini y su Liga Norte de convocar anticipadamente comicios legislativos en el país trasalpino.

El gran fiasco del modelo de pensiones chileno

El modelo de pensiones que se creía un ejemplo hoy camina al fracaso. Sin embargo, ha regalado 225.000 millones de euros a la banca y ofrece apenas 180 euros a los pensionistas


Andy Robinson, La Vanguardia

A casi tres meses de manifestaciones, las paredes de Santiago de Chile son murales psicodélicos de grafitis multicolores. Los dos que mejor resumen la extraordinaria rebelión ciudadana contra el presidente, el empresario multimillonario Sebastián Piñera, rezan: “Chile, donde nació el neoliberalismo y donde morirá” y “Hay tantas cosas que cambiar que no sé qué huevada pedir aquí”.

Pero el eslogan que sacó más de 1,3 millones de chilenos a las calles en un solo día es otro grafiti: “¡No más AFP!”. Se refiere a las seis administradoras de fondos de pensiones (AFP) que gestionan el sistema de pensiones privatizado por la dictadura de Augusto Pinochet en 1981 bajo los consejos del chicago boy Jose Piñera, hermano del actual presidente, (Piñera en realidad aprendió los principios de la escuela neoliberal de Milton Friedman en Harvard y no Chicago).

De todos los elementos del modelo chileno de desregulación, privatización y ortodoxia fiscal, el que más elogios ha suscitado en las conferencias bancarias ha sido el sistema de capitalización de pensiones, basado en un sistema de ahorro forzado que ha canalizado miles de millones de dólares al sistema financiero.

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