sábado, 25 de enero de 2025

¿Cuándo caerá el gobierno de Netanyahu?

El primer ministro de "Israel", Benjamín Netanyahu, junto con el ministro Bezalel Smotrich, siguen aferrados al control del gobierno, impulsados tanto por sus ambiciones personales como por los objetivos de guerra en Cisjordania, centrados en la anexión y la expansión de los asentamientos.

Muhammad Jaradat, Al Mayadeen

En el contexto habitual de "Israel", lo natural hubiera sido que el gobierno de Benjamín Netanyahu cayera en su totalidad hace ya varios meses.

Sin embargo, Netanyahu llevó a “Tel Aviv” por un rumbo completamente alejado de los valores y normas sobre los que se fundó la entidad.

Esto se evidencia sobre todo en su capacidad para priorizar sus ambiciones personales y partidistas por encima de cuestiones esenciales, como el regreso de los prisioneros israelíes, mientras centra los esfuerzos en la guerra y la venganza.

Además, empujó al país a soportar un prolongado desgaste en múltiples frentes, y lo más significativo, alteró la doctrina fundacional del Estado, que consistía en la subordinación del liderazgo político a las recomendaciones del ejército y los servicios de inteligencia.

Netanyahu ignoró todos los consejos y condujo al país de manera autoritaria por una senda extremadamente arriesgada.

La pregunta sobre el momento de la caída de Netanyahu y su gobierno no sigue el curso natural de las cosas. Aquí se habla de una caída, no de una dimisión.

Netanyahu no es como Itamar Ben-Gvir, quien, fiel a su extremismo, renunció junto con los ministros de su partido debido al acuerdo alcanzado con Gaza.

Tampoco es comparable al jefe del Estado Mayor del ejército, Herzi Halevi, quien presentó su dimisión junto con el comandante del área sur, Yaron Finkelman, ni con otros oficiales, como el jefe de la unidad de inteligencia 8200 o los comandantes de fuerzas como Golani, quienes dimitieron antes debido a este fracaso histórico.

Netanyahu, junto con Bezalel Smotrich, sigue aferrado al control del gobierno, impulsado tanto por sus ambiciones personales como por los objetivos de guerra en Cisjordania, centrados en la anexión y la expansión de los asentamientos.

A pesar de eso, el control de Netanyahu sobre el poder ha comenzado a debilitarse, en medio del creciente clamor tras el acuerdo con Gaza, un episodio difícil de ignorar.

Sus consecuencias inmediatas incluyeron el fin de una guerra que no logró sus objetivos, aunque causó decenas de miles de muertes y la destrucción de viviendas, instituciones y hospitales en Gaza, Cisjordania, Líbano, Yemen, Irán y Siria.

Netanyahu lo presentó como un cambio en la configuración de Medio Oriente, pero este cambio no logró derrotar a la resistencia en Gaza, ni devolver a los colonos a sus hogares en el norte de Palestina, ni liberar a los prisioneros por la fuerza, sino mediante un acuerdo indirecto con las fuerzas de resistencia de Gaza y el Líbano.

La debilidad de Netanyahu no se resolverá con la ofensiva en Cisjordania, especialmente en Yenín y su heroico campo de refugiados, por más logros de seguridad que obtenga.

Estas operaciones no son nuevas; el ejército ha invadido Yenín y otras zonas de Cisjordania decenas de veces en años anteriores, y lograron resultados en términos de seguridad que no cambiaron la realidad estratégica.

La única posible salvación para Netanyahu sería la intervención de Trump, quien podría respaldar la anexión de los asentamientos de Cisjordania y la creación de zonas de seguridad a su alrededor.

Sin embargo, esto es incierto, ya que también circulan rumores sobre el deseo de Trump de distanciarse de Netanyahu, lo cual incrementa la posibilidad de su caída en un momento en que el suelo bajo sus pies comienza a temblar con fuerza.

La desesperación israelí se intensificó después de la batalla de Beit Hanoun, la última antes de la firma del acuerdo. Esta batalla, que Netanyahu esperaba convertir en un triunfo decisivo, terminó en un fracaso rotundo y exacerbó la frustración política y condujo inevitablemente al acuerdo.

Todo este escenario complicó aún más la posición de Netanyahu, quien, tras el pacto, perdió el respaldo prometido por el líder de la oposición, Yair Lapid, al mismo tiempo que intentaba mantener la mayoría en la Knéset seduciendo a Smotrich con promesas relacionadas con Cisjordania. El estado de crisis no resistirá la presión de una investigación oficial sobre los hechos del 7 de octubre, investigación que está a punto de comenzar, especialmente tras la conclusión de los intercambios de prisioneros.

Netanyahu no podrá evitar la investigación sobre el fracaso del 7 de octubre. Las dimisiones consecutivas en el ejército tras el acuerdo, encabezadas por Halevi y Finkelman, además de la salida de Ben-Gvir, aunque por motivos diferentes, han llevado al líder del partido ultraderechista Israel Beitenu, Avigdor Lieberman, a exigir la dimisión inmediata de Netanyahu.

Sin embargo, esta no ocurrirá hasta que el Estado esté preparado, interna y externamente, para una serie de investigaciones internas.

Cuando se inicien las investigaciones sobre el fracaso del 7 de octubre, los supuestos logros en Medio Oriente que Netanyahu tanto proclama quedarán en un segundo plano.

El exministro de Defensa, Benny Gantz, y Smotrich han señalado que, aunque el jefe del Estado Mayor saliente, Halevi, asumió la responsabilidad militar de ese fracaso, también logró que el ejército se recuperara y alcanzara importantes logros militares.

Por tanto, los supuestos éxitos de Netanyahu no lo eximirán de la responsabilidad por el fracaso del 7 de octubre, un fracaso que incluye ignorar las advertencias de varios oficiales sobre la posibilidad de un ataque de Hamas contra Israel.

El control de Netanyahu sobre el poder está siendo desafiado por una oleada de acusaciones de traición. Un amplio sector de intelectuales, periodistas y políticos lo califica de tirano, lo que augura que su caída, cuando ocurra, será estruendosa, como un terremoto que llevará al Estado en su conjunto hacia un rumbo diferente.

Y este será un desenlace visible una vez disipadas las secuelas del conflicto en Gaza, a pesar de los intentos de Netanyahu de desviar la atención hacia Cisjordania en busca de una imagen de victoria que le permita mantenerse en el poder el mayor tiempo posible.

Para ello, recurre a sus relaciones, su legado y los supuestos logros, exagerados constantemente ante sus interlocutores.

Es difícil imaginar alestado israelí como era antes del 7 de octubre. A partir de esa fecha, y más tras el fracaso de la guerra de exterminio en Gaza, se configura una nueva realidad en "Israel", marcada por los resultados del Diluvio de Al-Aqsa.

Aunque Netanyahu logró modificar algunos aspectos de la entidad sionista en términos políticos y de seguridad, no podrá superar ciertos límites estructurales, especialmente tras ceder ante Gaza, a pesar de las atrocidades cometidas allí.

Esto lo lleva hacia un momento crítico tras la implementación de las fases del acuerdo que él mismo se comprometió a cumplir, un compromiso que lo obligará a pagar un precio elevado tanto a nivel interno, debido a los fracasos acumulados y los casos judiciales en su contra, como a nivel internacional, donde enfrenta acusaciones en diversos tribunales por crímenes de guerra.

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