Israel sabe cuántas calorías necesitan los gazatíes para sobrevivir, pero los datos muestran cómo ha limitado la entrada de alimentos a la Franja por debajo del umbral de la subsistencia
Emma Graham-Harrison, el Diario.es
Las matemáticas del hambre en Gaza son sencillas: los palestinos no pueden salir, Israel ha prohibido la pesca y la guerra ha puesto fin a la agricultura. Es decir, que prácticamente todas las calorías que ingiere la población de la Franja tienen que venir de fuera.
Israel sabe cuánta comida hace falta. Lleva décadas calibrando el hambre en Gaza, calculando cuántos envíos hacen falta para ejercer presión sin provocar la inanición. “La idea es poner a los palestinos a dieta, pero no hacerles morir de hambre”, dijo en 2006 un asesor de alto nivel de Ehud Olmert, entonces primer ministro de Israel y actualmente crítico con el Gobierno de Benjamín Netanyahu.
Dos años después, un tribunal israelí ordenó que se publicaran los documentos que mostraban en detalle esos cálculos macabros. COGAT, la agencia gubernamental que sigue controlando todo lo que entra en la Franja de Gaza, había estimado entonces que, como mínimo, cada palestino necesitaba un promedio diario de 2.279 calorías, algo que podía lograrse entregando 1,836 kilos de alimentos por persona al día.
La ración mínima que las organizaciones humanitarias exigen que se entregue es aún menor: 62.000 toneladas métricas de alimentos secos y enlatados cada mes para cubrir las necesidades básicas de más de 2 millones de personas, lo que equivale a aproximadamente un kilo de alimentos por persona al día.