El FMI y Harley Schlanger advierten que la economía mundial vive un “estupor financiero” sin precedentes que podría detonar la “burbuja de todo”. Mientras el FMI diagnostica la descomposición técnica del sistema, Schlanger propone —siguiendo a Lyndon LaRouche— una reestructuración económica basada en crédito productivo e inversión real.
José Luis Preciado, Mente Alternativa
La economía mundial exhibe hoy una extraña mezcla de aparente calma y vulnerabilidad estructural: mercados en alza, rentabilidades concentradas en un puñado de empresas tecnológicas y, al mismo tiempo, un entramado de riesgos sistémicos que, acumulados, hacen patente la posibilidad de un colapso mayor al de 2008. Ese diagnóstico, técnico y contundente, fue formulado por el Fondo Monetario Internacional en su Global Financial Stability Report (1) y su World Economic Outlook (2) de octubre y noviembre de 2025, que advierten sobre valoraciones estiradas, creciente papel de instituciones no bancarias (NBFI), presiones en mercados de deuda soberana y un reordenamiento de correlaciones y mecanismos que antes servían de “colchón” al sistema financiero. El FMI enfatiza que las herramientas tradicionales de defensa (espacio fiscal, margen de maniobra de bancos centrales, separación de riesgos) se han reducido, dejando al sistema más expuesto a contagios y fallas de mercado.
Esa constatación técnica encuentra eco —y añade dimensión política— en un par de análisis recientes (3, 4) del historiador Harley Schlanger, de la Organización LaRouche. Schlanger resume el fenómeno en términos coloquiales pero contundentes: la “burbuja de todo” combina activos sobrevalorados, apalancamiento extremo fuera de balance y una cultura financiera que sustituye inversión productiva por apuestas especulativas. Para Schlanger, las similitudes con 2008 (hipotecas subprime) y la crisis de las RePo en 2021 no son analogías superficiales: son lecciones ignoradas. Cuando los banqueros y los grandes gestores financieros se encuentran acorralados, la Historia muestra que las respuestas políticas tienden a proteger activos financieros mediante mayor deuda y, en última instancia, redirigir recursos hacia preparativos militares y geopolíticos —una dinámica que, según Schlanger, aumenta el riesgo de conflictos internacionales.

















