Los nuevos votantes que -por el carácter obligatorio del voto- están muy penetrados por la ideología de la antipolítica, el hiperindividualismo y el desprecio a todo lo que huela a acción colectiva
Atilio Borón, Página 12
El rotundo triunfo de José Antonio Kast en el balotaje está destinado a ejercer una profunda influencia en Chile. Se consolida una sólida fuerza de extrema derecha, neofascista, como producto de la convergencia de dos variantes radicales del pinochetismo -una liderada por Kast y la otra, aún más extrema, por Johannes Kaiser- a las cuales se plegó la abanderada de una ficción llamada "derecha democrática" encarnada por la ex alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, supuesta heredera del legado de Sebastián Piñera.
Según el analista político chileno Jaime Lorca, la obligatoriedad del sufragio -antes optativo en Chile- canalizó hacia el pinochetismo y sus aliados el descontento social imperante en relación al gobierno de Gabriel Boric, cuyas tasas de aprobación en la segunda parte de su mandato oscilaron en torno a un magro 30 por ciento. Temas como la inseguridad, el odio hacia los inmigrantes (especialmente venezolanos) y la inflación -cercana al 4 % anual- fueron agitados demagógicamente por el candidato del pinochetismo, un hombre con un manejo tan descuidado de las cifras y las estadísticas como Javier Milei.



















