Más conflicto significa estancamiento económico, caos climático y mayores beneficios para los fabricantes de armas y la industria de los combustibles fósiles
Grace Blakeley, Sin Permiso
Israel es un Estado delincuente. Ha violado repetidamente el derecho internacional a lo largo de su genocidio en Gaza y ahora ha iniciado agresivamente otro conflicto con su vecino.
Nadie cree que Israel haya atacado Irán porque este país tenga una bomba nuclear, del mismo modo que los principales partidarios de Israel no invadieron Irak por temor a las «armas de destrucción masiva». Israel ha atacado Irán porque se ha convertido en una fuerza militar con una nación a sus espaldas, una economía que gira en torno al conflicto constante y un líder que es consciente de que no sobrevivirá a la paz.
Mientras tanto, los líderes occidentales se alinean para apoyar a Netanyahu, con la misma obediencia con la que Vladimir Putin y Xi Jinping se alinean para apoyar a Kim Jong Un. Su apoyo se produce a pesar de que este conflicto va a ser desastroso para la economía mundial y puede acabar echando por tierra las vías económicas que han intentado forjar para sus propios países.
Capitalismo de los combustibles fósiles
A principios de este año, muchos economistas pronosticaban que 2025 sería un año de caída de los precios del petróleo. La creciente probabilidad de recesión en muchas economías apuntaba a una probable caída de la demanda de petróleo, mientras que las relaciones cada vez más tensas entre los miembros de la OPEP hacían presagiar que la oferta podría ser menos restrictiva. La caída de los precios del petróleo habría sido una buena noticia para los consumidores occidentales que aún se enfrentan a las consecuencias de la crisis del coste de la vida, y una mala noticia para el régimen de Putin, que depende de los altos precios del petróleo para financiar su desastrosa guerra en Ucrania.