Mostrando las entradas con la etiqueta Karl Marx. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Karl Marx. Mostrar todas las entradas

miércoles, 18 de diciembre de 2024

La teoría de las necesidades de Ágnes Heller es una herramienta política vital

Basándose en la obra de Karl Marx, la filósofa húngara Ágnes Heller desarrolló un marco para distinguir entre las necesidades verdaderamente esenciales y las artificiales. Hoy, ante la crisis ecológica global, sus ideas son más relevantes que nunca.

Razmig Keucheyan, Jacobin

¿Cuántos de los bienes que posees considerarías indispensables? ¿Y cuántos son innecesarios? No es una cuestión meramente personal, sino política. Los bienes están hechos de cosas tomadas de la naturaleza. Con la crisis medioambiental, las materias primas son cada vez más escasas, y la contaminación derivada del proceso de producción tiene consecuencias desastrosas para los ecosistemas.

De ahí que sea crucial la tarea de distinguir entre bienes que satisfacen necesidades esenciales y bienes que satisfacen necesidades artificiales. Necesitamos una teoría que nos permita hacerlo. Afortunadamente, tenemos una, formulada por la filósofa húngara Ágnes Heller.

La escuela de Budapest


Heller nació en Budapest en 1929. Era de origen judío y parte de su familia murió en Auschwitz. Después de la guerra, mientras estudiaba y enseñaba filosofía en la Universidad de Budapest, pasó a formar parte de un grupo de pensadores conocido como la «Escuela de Budapest», uno de los más creativos del pensamiento marxista de posguerra. La figura tutelar del grupo era Georg Lukács, autor de Historia y conciencia de clase.

Las relaciones de Lukács y la Escuela de Budapest con el régimen comunista húngaro alternaron fases de represión y tolerancia. Durante el periodo que va de la revuelta de Budapest de 1956 a la Primavera de Praga de 1968 en Checoslovaquia, Heller se posicionó a favor del «socialismo con rostro humano». Se identificó en esa época con la Nueva Izquierda internacional que surgía a ambos lados del Telón de Acero, criticando tanto el imperialismo estadounidense como la degeneración burocrática de la Unión Soviética.

jueves, 3 de octubre de 2024

De Karl Marx al ecomarxismo

Marx nos ayuda a comprender por qué el "capitalismo verde" no es más que una ilusión: el sistema no puede existir sin acumulación y crecimiento, un crecimiento "sin límites ni medida"

Michael Löwy, New Politics

La reflexión sobre la contribución de Marx a una perspectiva ecológica ha avanzado considerablemente en las últimas décadas. La imagen un tanto caricaturesca de un Marx "prometeico", productivista e indiferente a las cuestiones medioambientales, transmitida por ciertos ecologistas con prisa por "sustituir el paradigma rojo por el verde", ha perdido gran parte de su credibilidad.

El pionero en el redescubrimiento de la dimensión ecológica en Marx y Engels fue sin duda John Bellamy Foster, con su libro Marx's Ecology: Materialism and Nature (Monthly Review Press, 2000), que destaca el análisis de Marx de la "ruptura metabólica" (Riss des Stoffwechsels) entre las sociedades humanas y el entorno natural, provocada por el capitalismo.

sábado, 21 de septiembre de 2024

Las muchas caras de El Capital

La obra de Karl Marx posee las cualidades de los grandes clásicos: estimula nuevos pensamientos y es capaz de ilustrar aspectos fundamentales tanto del pasado como de la contemporaneidad.

Marcello Musto, Jacobin

Pasan los años y, aunque ha sido calificado varias veces como un texto anticuado, volvemos a discutir El Capital de Karl Marx (recién reeditado en una nueva edición por Einaudi). A pesar de haber cumplido 157 años (se publicó el 14 de septiembre de 1867), la "crítica de la economía política" confirma que posee todas las virtudes de los grandes clásicos: estimula nuevas reflexiones con cada relectura y es capaz de ilustrar aspectos fundamentales del pasado como de la contemporaneidad. Al mismo tiempo, tiene la ventaja de limitar las noticias del presente -así como el peso de sus, a menudo inadecuados, protagonistas- a la posición relativa que merecen. No es casualidad que el célebre escritor italiano Italo Calvino afirmara que un clásico también lo es porque nos ayuda a "relegar la actualidad al rango de ruido de fondo". Los clásicos señalan las cuestiones esenciales y los puntos ineludibles para poder comprenderlas y resolverlas plenamente. Por este motivo captan perpetuamente el interés de las nuevas generaciones de lectores. Un clásico sigue siendo indispensable a pesar del paso del tiempo y, de hecho, en el caso de El Capital se puede decir que este escrito se vuelve tanto más eficaz cuanto más el capitalismo se extiende por todos los rincones del planeta y se expande en todas las esferas de nuestra existencia.

jueves, 30 de mayo de 2024

Marx y el lumpenproletariado


Joakim Andersen, Geopolitika

Es una tradición del 1 de mayo escribir un texto sobre el movimiento obrero y el socialismo que a menudo esté relacionado con Karl Marx y Friedrich Engels. El texto de este año tratará de las opiniones de estos dos caballeros barbudos sobre el llamado lumpenproletariado. En los primeros tiempos del movimiento obrero hubo un fuerte debate sobre el potencial revolucionario de esta clase social. El anarquista Bakunin se refirió a ellos como «la flor del proletariado», «la chusma que casi no había sido tocada por la civilización burguesa», y consideraba que su potencial revolucionario era gigantesco. Detrás de semejante valoración por parte de Bakunin se intuyen elementos de su propia psicología y personalidad, además de algunos aspectos que reaparecieron de forma trivializada en relación con la izquierda de 1968.

domingo, 3 de marzo de 2024

Palestina y los bienes Comunes: o Marx y los Musha’a

Image Source: Urfan1917 - CC BY-SA 4.0

Peter Linebaugh, Counter Punch

En 1958, el subdirector hizo la lectura de la Biblia en la asamblea matinal de la Karachi Grammar School (Pakistán), fundada en 1848 por la Iglesia de Inglaterra.[1] La lectura de Hechos 17:23 se refiere a la declaración de San Pablo al ver el monumento ateniense a un Dios desconocido. “Lo que adoráis pero no sabéis, esto es lo que ahora proclamo”, momento en el que yo, que entonces tenía diecisiete años, grité la respuesta para que todos la oyeran: “Comunismo”.

Como hijo de los imperios británico y estadounidense, había llegado a esta conclusión rebelde dos años antes en la Escuela Secundaria del Ejército de Frankfurt. Basado en el estudio del Manifiesto Comunista que realicé en la biblioteca del Club de Oficiales del I.G. Farben pude responder a esta antigua pregunta planteada en el ágora ateniense por un hombre de Palestina.

No abordo las guerras en Palestina ni como un erudito árabe ni hebreo, ni siquiera como alguien conocedor de otras formas de vida en la región: olivos, almendras, higos, cítricos, ovejas, algodón o cereales como el trigo. Vengo como estudiante, con una admiración de toda la vida por las tradiciones radicales, abolicionistas y antinomianas: Jesús y los profetas, Karl Marx, Gerard Winstanley, Thomas Spence, Olaudah Equiano, la IWW, Frederick Douglass, Shunryu Suzuki, Elizabeth Poole. , Ann Setter, Ivan Illich, Malcolm X, William Blake, Silvia Federici, E.P. Thompson, Robin Kelley, Manuel Yang, Michaela Brennan, Midnight Notes, CounterPunch y Retort; y luego me convertí en historiador de todo lo anterior con particular interés en los bienes comunes. Como dijimos Marcus Rediker y yo en la introducción a la traducción árabe de nuestra Hidra de muchas cabezas, Heródoto, “el abuelo de la historia”, explicó que Palestina se encontraba entre Fenicia y Egipto.

viernes, 15 de diciembre de 2023

La maquinaria y el capital son consustanciales

Denis Collin, Adáraga

La maquinaria y el capital son consustanciales. En sus primeras formas (capital usurero, renta de la tierra e incluso manufactura) el capital es indiferente a los medios de trabajo. Pero el capital aún no es verdaderamente él mismo. El capital, en carne y hueso, aparece con la gran industria y, por tanto, como máquinas, que funcionan, a ser posible, día y noche durante todo el año. En Das Kapital, Marx utiliza el término Maschinerie, que se traduce fácilmente al francés como «maquinaria».

La maquinaria no es un conjunto de máquinas, sino un sistema en funcionamiento. Lo verdaderamente vivo del capital es esta maquinaria: una fábrica parada es capital inmovilizado, capital que no produce nada y, por tanto, capital muerto. Por otra parte, el capital es dinero, dinero gastado para comprar los medios de trabajo y la fuerza de trabajo, y que sale del ciclo de producción hinchado y adornado de plusvalía. Para el inversor capitalista, el dinero parece un puro fantasma y su existencia material no tiene nada que ver con su contenido y poder reales.

lunes, 10 de febrero de 2020

La Ley del Valor de Karl Marx en el ocaso del capitalismo

El siguiente artículo es un pasaje abreviado y editado del primer capítulo del libro El Leviatán invisible: la Ley del valor de Marx en el crepúsculo del capitalismo, de Murray Smith, publicada por Haymarket Books en 2019 como parte de la serie de libros Materialismo histórico.


Murray Smith, Sin Permiso

El capitalismo global, con la humanidad incluida, se enfrenta ahora a una triple crisis:

1- una profundización de la contradicción estructural del modo de producción capitalista, que se manifiesta como una crisis multidimensional de 'valorización', es decir, una crisis en la producción de 'plusvalía', el elemento vital del sistema de ganancias;

2- una crisis grave de las relaciones internacionales derivada del hecho de que las fuerzas productivas globales están reventando los límites del sistema de estados-nación, cuyas unidades individuales continúan abordando sus problemas más graves de forma principalmente "nacional";

3- y una creciente "ruptura metabólica" entre la civilización humana y las "condiciones naturales de producción": los fundamentos ecológicos de la sostenibilidad humana.

Juntas, estas crisis interrelacionadas sugieren que hemos entrado en una 'era crepuscular' del capitalismo, en la que la humanidad encontrará los medios para crear un orden superior y más racional de organización social y económica, o en la cual el capitalismo decadente provocará la destrucción de la civilización humana.

Muy pocos en la supuesta 'izquierda' actual quieren considerar, mucho menos aceptar, esta evaluación. Por el contrario, la mayoría de los posibles progresistas se aferran desesperadamente a la noción de que el "capitalismo neoliberal" no es más que la fea mutación de un conjunto de políticas miopes que la clase dominante capitalista puede preferir, pero que también podría verse presionada a abandonar a favor de una especie de capitalismo más humano, justo y equitativo. Por esta razón, la izquierda establecida, orientada a la reforma, es reacia a caracterizar el neoliberalismo como lo que es: una respuesta estratégica predecible e inevitable por parte del capital y el estado a una crisis cada vez más profunda del sistema de ganancias capitalista, una crisis que ha sido desplegándose durante varias décadas.

domingo, 6 de mayo de 2018

¿Capital digital? Marx y el futuro digital del capitalismo

Michael R. Krätke, Sin Permiso

¿Qué tiene aun que decirnos Marx sobre el capitalismo actual? La pregunta es pertinente, porque la principal obra económica de Marx, El capital, esto es, el volumen primero de este ladrillo, apareció hace 150 años, en septiembre de 1867. El primer volumen y, en parte, también importantes borradores del segundo y el tercero de esta obra son de 1864 y 1865.

Sin embargo, El capital de Marx no versa sobre el capitalismo del siglo xix, sino sobre la lógica del desarrollo capitalista, quiere descifrar el nexo interno entre todos los fenómenos de una economía capitalista. Quiere ser una “teoría general”, que pueda explicar la dinámica que sigue el capitalismo, sus crisis y coyunturas, transformaciones y revoluciones. Marx no construye ninguna teoría del “capitalismo puro”, sin consideración de su historia. Se interesa por las tendencias a largo plazo del desarrollo capitalista, lo estudia con la mirada puesta en el futuro: ¿qué aspecto tendrá el mundo cuando el capitalismo pueda desarrollarse y extenderse sin bridas ni frenos? Le interesa la Inglaterra de su tiempo, altamente industrializada; después, los EEUU, como país donde la industrialización capitalista de todos los ámbitos —en ese momento, de la agricultura— avanza más rápidamente, porque muestra la imagen del futuro para todo el mundo capitalista.

Los estudios tecnológicos de Marx

Aunque era filósofo y jurista de formación, con 25 años se pasó al estudio de la economía política, al que se dedicó cuarenta años, hasta su muerte, en marzo de 1883. Como autodidacta y coetáneo del cénit de la primera revolución industrial en Inglaterra, estaba entusiasmado por las revoluciones tecnológicas de la época. Al ver desde el principio al capitalismo desarrollado como un modo de producción altamente tecnologizado que transformaba el mundo de forma más fundamental que todas las formas económicas anteriores, consideraba indispensable el estudio de la tecnología y las ciencias experimentales coetáneas, a diferencia de la mayor parte de economistas de su época. En varios intentos, durante 1851-52, 1856-57, 1861-63 y, nuevamente, desde 1868 hasta 1878, realizó extensos estudios sobre ciencias experimentales y tecnología.(1) Marx mostró especial interés por los descubrimientos en las ciencias experimentales de su tiempo, p. ej., en química, física y fisiología, y estaba fascinado por sus aplicaciones tecnológicas, p. ej., en la agricultura. Marx, empero, era todo menos un admirador acrítico de la nueva agricultura industrial y de la gran industria fabril, cuyas consecuencias social y ecológicamente devastadoras vio con exactitud. Conocía los escritos de autores ingleses contemporáneos como Andrew Ure, el propagandista del sistema fabril, o Charles Babbage, el inventor de la primera calculadora y teórico de la organización racional de la empresa. Estudió los escritos del pionero de la agroeconomía Justus von Liebig, y compartió la creencia de este coetáneo suyo en las posibilidades casi ilimitadas para el desarrollo de las fuerzas productivas sociales que se habían abierto con las nuevas tecnologías y el sistema fabril. Pero no consideraba a la técnica, la tecnología ni las ciencias experimentales como las fuerzas motrices. La fuerza motriz del tiempo inesperado en que la productividad de la fuerza de trabajo se había intensificado residía, a su juicio, en la dinámica específica del capitalismo moderno.

sábado, 5 de mayo de 2018

El bicentenario de Marx huele a victoria

Eddy Sánchez, Público

A diferencia de las celebraciones por el Centenario de la Revolución de Octubre o las dedicadas al Mayo del 68, el Bicentenario del natalicio de Marx huele a victoria. Consecuencia de los efectos de la crisis de 2008, el interés por la obra de Karl Marx ha resurgido, y esta recuperación se debe a una generación de jóvenes que ha sufrido a nivel personal y familiar los efectos de la crisis, y que forma parte de la sociedad que tiene interés o que demanda responder a la pregunta de ¿qué es lo que ha pasado?

Hay que recordar que Marx es un político, un político revolucionario, que se integra en las organizaciones revolucionarias de su tiempo; no es una persona que ni se queda en casa ni en la biblioteca. La historia de Marx no es la historia de un erudito, sino que es la historia de un militante que quiere organizar la revuelta, participar activamente de los movimientos revolucionarios de su época. Es en esa apuesta militante por lo que Marx estudia, investiga y comunica.

Esta es la visión que miles de personas recuperan de Karl Marx, especialmente la juventud, una visión diferente a la que se ha mantenido hasta ahora, en la que Marx se sitúa en un plano académico, teórico. Se ha intentado situar a Karl Marx en la ciencia académica, pero el Marx que debemos recuperar es algo más.

lunes, 19 de febrero de 2018

El análisis de Marx de las leyes del capital y la crisis bursátil

Nick Beams, wsws

A lo largo de los años, uno de los ataques más persistentes contra Karl Marx por los sumos sacerdotes de la economía burguesa –los guardianes ideológicos del sistema de lucro— ha sido contra su argumento de que, en última instancia, el capitalismo depende del empobrecimiento de la clase trabajadora.

La historia, sostienen, ha demostrado lo contrario y ha refutado a Marx. Si bien ha habido períodos de crisis y caídas rápidas e incluso prolongadas en los niveles de vida de las masas, a la larga el sistema de lucro ha servido para elevarlos y continuará haciéndolo en el futuro indefinido, independientemente de las fluctuaciones que pueda sufrir.

Además, no existe una alternativa posible porque el sistema de mercado no es un modo de producción desarrollado históricamente, que surgió en un punto y por lo tanto está destinado a desaparecer como los modos de producción anteriores, la esclavitud y el feudalismo. Más bien, está enraizado en las leyes de la naturaleza misma y es necesario y por lo tanto eterno. En otras palabras, a pesar de algunas imperfecciones, que pueden dar lugar a problemas en ciertos puntos, todo es realmente el mejor de los mundos posibles.

En la época feudal, los sumos sacerdotes de la Iglesia, que desempeñaron un papel clave en sostener y santificar a las clases dominantes de la época, sostuvieron que cuando surgían las crisis no eran producto del sistema social sino un “acto de Dios”, un castigo para el hombre derivado de su caída en el pecado.

Si bien ha habido enormes avances en el pensamiento social y político desde entonces –un producto de la Ilustración y los grandes avances en el conocimiento científico—, el modus operandi de los actuales “sumos sacerdotes” de la economía capitalista, los economistas y expertos burgueses, no es del todo diferente al de sus predecesores.

lunes, 22 de enero de 2018

Gramsci y Sraffa, la relación entre dos comunistas rebeldes

Sergio Cesaratto, Sin Permiso

La figura de Piero Sraffa es en gran parte desconocida para el público italiano, incluso los más cultos; poco más afortunada es la de Antonio Gramsci. Sin embargo, son los dos científicos sociales más extraordinarios de los que Italia puede vanagloriarse del siglo XX. El libro de Giancarlo De Vivo (En la tormenta del siglo XX - Antonio Gramsci y Sraffa entre la lucha política y la teoría crítica, Castelvecchi, 2017) hace luz sobre la interacción intelectual, política y humana que se estableció entre los dos en situaciones dramáticas en el siglo XX, como indica el acertado título del libro, que no solo está dirigido a académicos y "expertos", sino que es de gran interés para cualquier lector culto.

Gramsci y Sraffa se conocieron, como es sabido, en el Turín de la inmediata posguerra, y ambos eran discípulos de Umberto Cosmo (como Terracini y Togliatti). Los períodos más intensos de sus relaciones tuvieron lugar tanto en Turín (1919-1921) como en Roma (1924-1926). Pero nunca se interrumpió el contacto, incluso en el período de 1921-1924 en el que Sraffa primero (en Londres) y luego Gramsci (en Moscú) estuvieron ausentes de Italia. Desde Londres, Sraffa continuó colaborando con “Ordine Nuovo”. Después de la detención de Gramsci en noviembre de 1926, Sraffa sirvió de enlace con el Partido Comunista italiano en el exilio. Hasta la puesta en libertad condicional en 1934 de Gramsci, Sraffa solo pudo encontrarse con él una vez en 1927, y solo pudieron mantener correspondencia de manera indirecta a través de la cuñada del preso, Tatiana Schucht.

Sólo a partir de enero de 1935 pudo Sraffa visitar a su amigo en otras siete ocasiones. Sobre la última, a finales de marzo de 1937, Tatiana escribe (p. 17 del libro de De Vivo) que "ya es la tercera vez que Antonio recibe su visita, mañana y tarde... Su alegría me toca infinitamente, y su solicitud sincera de que el amigo escuche todo lo que quería decirle, y él mismo escuchar. Estas conversaciones es verdad que le cansan mucho, pero son para él tan importantes como el aire que respiramos".

miércoles, 20 de septiembre de 2017

El 150 aniversario de la publicación de El capital


Nick Beams, wsws

El 14 de septiembre fue el 150 aniversario del primer volumen de El capital. La obra de Karl Marx marcó un punto de inflexión en el desarrollo intelectual e histórico de la humanidad. Su publicación reveló las leyes de la dinámica de la sociedad capitalista y, lo más importante, transformó la lucha por un mundo libre de explotación y por el establecimiento de una libertad humana verdadera —la lucha por el socialismo— de un asunto de esperanza y anhelo a una cuestión de ciencia.

El 16 de agosto de 1867, a las dos de la mañana, después de haber revisado las últimas pruebas de imprenta, Marx le escribió a su amigo y colaborador de toda la vida, Frederick Engels, “Entonces, este volumen está terminado. Te lo debo sólo a ti. Sin tu autosacrificio por mí, no habría sido posible lograr el inmenso trabajo que demandaba…”.

Recapitulando el enorme logro que significó este trabajo, Engels explicó en la sepultura de Marx unos dieciséis años después que, al igual que Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx había descubierto la ley del desarrollo de la sociedad humana y la historia.

Antes de Marx, el estudio de estas cuestiones era dominio del misticismo religioso o de preceptos e ideologías moralistas. Marx estableció que la sociedad humana no podía explicarse a partir de sus concepciones ideológicas —sea el arte, la política, la filosofía, el espíritu de la época, etcétera—, sino de su desarrollo económico, desde el cual brotan sus instituciones y concepciones ideológicas.

lunes, 22 de mayo de 2017

William Baumol y el problema de la transformación


Michael Roberts, The Next Recession

William J. Baumol, que murió la semana pasada a la edad de 95 años, fue uno de los economistas ortodoxos más preeminentes de su generación. Enseñó durante más de 40 años en la Universidad de Princeton y la Universidad de Nueva York, donde se retiró en 2014. Su trabajo abordó la política monetaria, las finanzas corporativas, la economía del bienestar, la asignación de recursos y el espíritu empresarial, pero era más conocido por el principio que lleva su nombre: 'enfermedad de los costes' de Baumol.

La enfermedad de los costes de Baumol es la idea de que los servicios prestados personalmente - actuaciones musicales, atención médica, educación y recolección de basura, por ejemplo - de forma natural e inevitablemente aumentan de precio año tras año. La mejora de la tecnología puede permitir que los panecillos y los coches se produzcan de manera más eficiente y, por lo tanto, más rentable, pero, como observó Baumol perspicazmente, un cuarteto de cuerda de Mozart requiere hoy en día la ejecución de cuatro músicos, la misma mano de obra que en el siglo XVIII.

Esta idea tuvo una relevancia inmediata en las políticas públicas, en particular en las áreas de sanidad y educación, porque demostró por qué los servicios públicos importantes no se pueden medir en términos de rentabilidad de la misma manera que los bienes fabricados industrialmente en el sector capitalista. Proporcionan servicios que satisfacen necesidad, no beneficios.

“El punto crítico aquí es que como los políticos no entienden el mecanismo y la naturaleza de la enfermedad de los costes, y se enfrentan a las presiones políticas de un electorado igualmente desinformado, no se dan cuenta que, efectivamente, no podemos permitirnos estos servicios sin obligar a la sociedad a someterse a innecesarios recortes, restricciones y otras formas de privación”, escribió en su libro de 2012 La enfermedad de los costes. Es una cuestión de elección pública no de 'eficiencia'.

lunes, 3 de abril de 2017

Como los banqueros se convirtieron en los mayores explotadores. Entrevista a Michael Hudson

Michael Hudson, Sin Permiso

Adam Simpson, editor de The Next System Proyect, se sentó con el economista e historiador económico Michael Hudson para discutir sobre viejos y nuevos prejuicios económicos. Michael Hudson es Profesor de Investigación de Economía de la Universidad de Missouri, Kansas City, y un prolífico escritor sobre la economía global y las prácticas financieras predatorias. Entre sus últimos libros se encuentran Killing the Host: How Financial Parasites and Debt Bondage to Ensure the Global Economy (Matar al anfitrión: cómo los parásitos financieros y la servidumbre por deudas sostienen la economía global) y su continuación J is for Junk Economics (B es por economía basura).

Adam Simpson: Michael, estoy muy contento de hablar contigo hoy. En primer lugar, quiero conocer un poco más sobre ti, antes de sumergirnos en tu nuevo libro. He oído que te calificas de economista heterodoxo. ¿Qué significa eso? ¿Cómo te convertiste en heterodoxo?

Michael Hudson: “heterodoxo” es un término acuñado recientemente, principalmente por la Universidad de Missouri en Kansas City, donde soy profesor junto con Randall Wray y Stephanie Kelton y otros miembros de la escuela de la Teoría Monetaria Moderna (MMT). El término significa simplemente que no seguimos la teoría económica convencional. Básicamente somos economistas clásicos. Hacemos lo que la economía clásica solía hacer, que es distinguir entre los ingresos del trabajo y otros no laborales. Y entre trabajo productivo e improductivo. Y vemos que los bancos crean crédito, que los gobiernos podrían crear con la misma facilidad, con objetivos sociales y económicos más productivos. Creemos que los déficits presupuestarios son una forma de proporcionar a la economía dinero para impulsar el crecimiento. Por eso nos llama Stephanie “búhos del déficit” en contraposición a los “halcones del déficit” republicanos y clintonitas, que prefieren que sean los bancos comerciales los que proporcionen el crédito que necesita la economía.

Analizamos como la economía, bienes, servicios y mano de obra, existe dentro del contexto de la riqueza, y los activos y la deuda. Así es como la gente veía la economía antes de la reacción anti-clásica en la década de 1890. Estudiamos cómo la propiedad de la tierra, los bancos y el crédito determinan el marco dentro del cual funciona la economía, a interés.

Así que somos economistas clásicos. Hyman Minsky fue el principal teórico monetario moderno. Heterodoxo significa que en gran medida sus ideas vienen de Marx. Se puede decir que la economía política clásica llegó a su conclusión lógica con Marx. El Capital fue la última gran obra de la economía clásica, y explicó cual era su lógica. Marx demostró que el capitalismo en sí era revolucionario. El capitalismo es un sistema en continua autotransformación. Y por lo tanto estudiamos cómo cambia la economía, no cómo podría alcanzar un punto de equilibrio sin cambio político. Se desarrolla, en lo que Marx llamó las leyes del movimiento. Así que estamos recuperando la política en lo que solía ser economía política, antes de que la “política” fuese echada por la borda hace un siglo y evolucionase hacia la visión unilateral y sesgada actual de la “economía”.

miércoles, 11 de enero de 2017

“El Capital” de Marx: más actual que nunca

Alvaro Ramis, Punto Final

En 2017 conmemoraremos los 150 años de la publicación del primer tomo de El Capital, de Carlos Marx. Se trata de un hito mundial que no debe pasar inadvertido, entre otras razones porque la obra magna de Marx continúa siendo criterio ineludible a la hora de entender el tiempo en que vivimos. Con El Capital Marx logró el objetivo fundamental que se propuso: realizar una “crítica a la economía política”, entendida como aquellas relaciones de producción que involucran a las clases sociales. Se trata de una “crítica” en el sentido que Kant le da a este término: someter al juicio de la razón resolver, en lo posible, las distintas interpretaciones de un fenómeno. Y Marx propone su propia interpretación, que en estos 150 años ha obligado a derramar literalmente miles de litros y litros de tinta, tanto para intentar rebatirle, reinterpretarle o para reafirmar sus argumentos.

¿Puede haber, luego de tantos años, algo nuevo que decir sobre El Capital? Por supuesto, en tanto esta obra no es un punto de llegada, sino el inicio de un método. Marx no buscó dar respuesta a lo que describe en los dos primeros tomos de su obra. Las propuestas de salida sólo quedaron insinuadas y bosquejadas en el tomo III, que quedó inconcluso por su muerte. Por eso El Capital es ante todo una compleja lección de anatomía del capitalismo, y más ampliamente, de las relaciones políticas y culturales asociadas a sus lazos económicos. Sus argumentos constituyen hipótesis de trabajo, no son dogmas ni creencias, sino líneas de investigación. De esa manera, si aplicamos algunos de los conceptos que acuña Marx en El Capital podríamos entender mejor una serie de procesos del Chileactual, que la ciencia económica y sociológica que normalmente se enseña en las Facultades no logra descifrar. Veamos algunos casos:

martes, 2 de agosto de 2016

Marx llevaba bastante razón

Vicenç Navarro, Público.es

Como consecuencia del enorme dominio que las fuerzas conservadoras tienen en los mayores medios de difusión y comunicación, incluso académicos, en España (incluyendo Catalunya), el grado de desconocimiento de las distintas teorías económicas derivadas de los escritos de Karl Marx en estos medios es abrumador. Por ejemplo, si alguien sugiere que para salir de la Gran Recesión se necesita estimular la demanda, inmediatamente le ponen a uno la etiqueta de ser un keynesiano, neo-keynesiano o “lo que fuera” keynesiano. En realidad, tal medida pertenece no tanto a Keynes, sino a las teorías de Kalecki, el gran pensador polaco, claramente enraizado en la tradición marxista, que, según el economista keynesiano más conocido hoy en el mundo, Paul Krugman, es el pensador que ha analizado y predicho mejor el capitalismo, y cuyos trabajos sirven mejor para entender no solo la Gran Depresión, sino también la Gran Recesión. En realidad, según Joan Robinson, profesora de Economía en la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, y discípula predilecta de Keynes, este conocía y, según Robinson, fue influenciado en gran medida por los trabajos de Kalecki.

Ahora bien, como Keynes es más tolerado que Marx en el mundo académico universitario, a muchos académicos les asusta estar o ser percibidos como marxistas y prefieren camuflarse bajo el término de keynesianos. El camuflaje es una forma de lucha por la supervivencia en ambientes tan profundamente derechistas, como ocurre en España, incluyendo Catalunya, donde cuarenta años de dictadura fascista y otros tantos de democracia supervisada por los poderes fácticos de siempre han dejado su marca. Al lector que se crea que exagero le invito a la siguiente reflexión. Suponga que yo, en una entrevista televisiva (que es más que improbable que ocurra en los medios altamente controlados que nos rodean), dijera que “la lucha de clases, con la victoria de la clase capitalista sobre la clase trabajadora, es esencial para entender la situación social y económica en España y en Catalunya”; es más que probable que el entrevistador y el oyente me mirasen con cara de incredulidad, pensando que lo que estaría diciendo sería tan anticuado que sería penoso que yo todavía estuviera diciendo tales sandeces. Ahora bien, en el lenguaje del establishment español (incluyendo el catalán) se suele confundir antiguo con anticuado, sin darse cuenta de que una idea o un principio pueden ser muy antiguos, pero no necesariamente anticuados. La ley de la gravedad es muy, pero que muy antigua, y sin embargo, no es anticuada. Si no se lo cree, salte de un cuarto piso y lo verá.

jueves, 14 de abril de 2016

¿Dónde están Marx y Lenin ahora que los necesitamos?

Paul Craig Roberts, Rebelión

Marx y Lenin iban por delante de su tiempo. Marx escribió antes que nadie sobre la externalización de los puestos de trabajo y la financiarización de la economía. Lenin presidió una revolución comunista que se adelantó al tener lugar en un país en el que los elementos feudales predominaban aún sobre el capitalismo. En el siglo XXI, el capitalismo estadounidense se ha liberado de las regulaciones que lo democratizaban y hacían que estuviera al servicio de la sociedad. Hoy en día el capitalismo se ha financiarizado con la consecuencia de que se ha vaciado de su poder de producción al servicio de la deuda.

Cuando yo era joven, un tipo con un millón de dólares era alguien muy rico. Cualquiera que tuviera unos pocos millones era considerado más rico que los ricos. En estos momentos, hay gente en posesión de miles de millones de dólares.

Pocos de ellos han ganado sus miles de millones produciendo bienes y servicios vendidos a los consumidores.

Los economistas neoliberales que prescriben la política económica no sólo en Occidente sino también en Rusia y China, afirman erróneamente que el dinero recibido es dinero ganado. De hecho, ¿cómo consiguieron realmente los de Menos-del-Uno-Por-Cien sus miles de millones?

martes, 22 de marzo de 2016

Piketty contra Marx

Diego Farpón, Rebelión

Escribe muchas cosas reaccionarias Thomas Piketty en su obra el capital en el siglo XXI, como corresponde a un defensor del capitalismo. Sin embargo, su obra ha tenido resonancia entre la gente de izquierdas, y recientemente en distintos portales de información crítica han vuelto a aparecer varios textos que recomiendan leer el libro de Piketty –de manera positiva, no para criticarlo y combatir el pensamiento hegemónico-.

Piketty nos dice que “el capitalismo produce mecánicamente desigualdades insostenibles, arbitrarias, que cuestionan de modo radical los valores meritocráticos en los que se fundamentan nuestras sociedades democráticas. Sin embargo, existen medios para que la democracia y el interés general logren retomar el control del capitalismo y de los intereses privados, al tiempo que rechazan los repliegues proteccionistas y nacionalistas. Este libro intenta hacer propuestas en ese sentido”.

jueves, 22 de octubre de 2015

Marx un siglo después


Michael Löwy, Marx desde cero

El término “crisis del marxismo” es más bien un fórmula periodística que un concepto teórico; describe el hecho de que, en ciertos países capitalistas avanzados, sectores significativos de la intelligentsia de izquierda, de origen stalinista y/o maoísta, bajo el impacto simultáneo de la disidencia en la URSS y en Europa Oriental (especialmente las revelaciones de Soljenitsin en el Archipiélago Gulag) y de la crisis del maoísmo en China, han conocido una profunda desmoralización y desorientación, que se manifiesta en particular por el rechazo —a partir de mediados de los años 70— del marxismo como “doctrina totalitaria” (existen también intelectuales de origen no stalinista que han conocido una evolución similar —por ejemplo Castoriadis— pero son más bien una excepción).

No por casualidad se ha procesado esa crisis con particular intensidad en los países en los cuales el stalinismo y/o maoísmo tenía una influencia masiva entre los intelectuales: Francia e Italia (en Inglaterra, al revés, en los últimos cinco años el marxismo ha conocido un gran desarrollo desde el punto de vista social, cultural y científico). En su forma más superficial —la “nueva filosofía” y los nuevos ideólogos (arrepentidos) del antimarxismo— explotada ad nauseam por los mass–media, no es sino el reverso de la medalla stalinista: incapaces en el pasado de distinguir el marxismo de su lamentable caricatura burocrática, no hacen esos doctrinarios sino reproducir su postura anterior, pero ahora con signo valorativo invertido. Pero la inquietud y la perplejidad de amplios sectores de la ex militancia izquierdista manifiesta un fenómeno más profundo: el desafío que representa, para el marxismo, la paradoja de su transformación, en las sociedades poscapitalistas, en ideología de Estado, al servicio de un orden opresivo y explotador.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Si el capitalismo se acerca a su fin, ¿qué sistema lo reemplazará?


En 1867, en su libro 'El Capital', Karl Marx hizo su famosa predicción de la 'muerte' inminente del capitalismo. Pasados casi 150 años, el sistema está vivo y el debate sobre su futuro continúa con mayor o menor intensidad. La crisis que durante los últimos años sufren varios países desarrollados hace que cada vez más expertos hablen de grandes cambios que pronto tendrán lugar en el actual sistema social y económico a nivel mundial.

Tras la desintegración de la Unión Soviética, gran parte de la población creyó que el capitalismo había triunfado por completo. Sin embargo, en los últimos años el sistema económico afronta numerosas conmociones económicas y sociales. En Occidente se reduce la clase media, aumenta de forma alarmante el paro, y el 'estado de bienestar', considerado como el mayor logro del capitalismo de postguerra, se convierte en algo del pasado. Por otra parte, en Oriente la explotación de trabajadores adquirió los niveles del cruel siglo XIX.

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin