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martes, 10 de junio de 2025

¿Quien telecontroló los drones de Kiev?

Ucrania no podría haber llevado a cabo la Operación Telaraña sin la ayuda de los satélites de la OTAN o de un estado miembro. Esto es claramente una repetición de las acciones encubiertas de la CIA durante la Guerra Fría, salvo que, en esta ocasión, el presidente Donald Trump parece no haber sido informado con antelación. Su administración estaba demasiado ocupada presionando a sus aliados para que se desangraran y aumentaran su gasto militar al 5% de su PIB
Interpretando al comando de las SS Otto Skorzeny y su "Grupo Paladín", el general ucraniano Vasyl Malyuk logró llevar a cabo una operación encubierta a gran escala contra Rusia con la ayuda de la OTAN y el Mossad


Manlio Dinucci, Voltaire

El Ministerio de Defensa ruso anunció: "Kiev atacó aeródromos en cinco regiones rusas. No se reportaron bajas entre militares ni civiles". Según información publicada por Kiev (y el Wall Street Journal), el ataque se llevó a cabo de la siguiente manera:
«El servicio de inteligencia ucraniano (SBU) introdujo de contrabando componentes de drones ucranianos en Rusia y los ensambló en un lugar secreto. Agentes del SBU en Rusia utilizaron camioneros desprevenidos para enviar una versión moderna del Caballo de Troya, ocultando los drones en los techos de madera de contenedores de carga. El primer domingo de junio, los techos de los camiones, activados a distancia, se abrieron cerca de bases aéreas rusas. Más de 100 cuadricópteros (pequeños drones de cuatro rotores) despegaron y se abalanzaron sobre sus objetivos, destruyendo 13 aeronaves rusas estacionadas en las pistas».
Lo que Kiev no menciona es que una operación de este tipo requiere alta tecnología y redes de satélites militares que Ucrania no posee. Estas fueron claramente proporcionadas a Ucrania por la OTAN. No es ningún secreto que los servicios de inteligencia ucranianos reciben formación y capacitación de los Estados Unidos y la OTAN. Como señala el New York Times,
«La CIA está ayudando secretamente a Ucrania a luchar contra Putin. Durante más de una década, Estados Unidos ha cultivado una colaboración secreta de inteligencia con Ucrania que ahora es fundamental para que ambos países contrarresten a Rusia».

lunes, 2 de junio de 2025

¿Para qué sirve una guerra?: El acuerdo financiero entre Estados Unidos y Ucrania


Gaetano Colonna, Clarissa.it

La perspectiva estadounidense sobre el conflicto en Ucrania es cada vez más clara. El creciente desinterés de la administración Trump en la tan cacareada solución diplomática a la guerra nos está haciendo comprender que Estados Unidos realmente cree que ya ha logrado sus objetivos prioritarios.

Nada revela más claramente la orientación norteamericana sobre la cuestión ucraniana que el acuerdo económico firmado el 30 de abril en Washington por Yuliia Svyrydenko , primera viceministra de Economía de Ucrania, y Scott K. H. Bessent , secretario del Tesoro de EEUU, un acuerdo técnicamente llamado Fondo de Inversión para la Reconstrucción de Estados Unidos-Ucrania .

Esto es una confirmación de que la política norteamericana hacia Ucrania, que se ha acelerado desde la llamada Revolución Naranja de 2004, tiene entre sus principales objetivos el de vincular a Ucrania al sistema económico y financiero que tiene su centro de gravedad político en EEUU.

En primer lugar, cabe señalar que el documento firmado por los ministros de los dos países es por el momento una definición de los principios generales que las dos partes han aceptado, ya que un acuerdo detallado, llamado Acuerdo LP, aún debe ser formalizado y aprobado por el parlamento ucraniano: tanto es así que la propia prensa ucraniana ha sido mucho menos triunfalista que nuestros medios al evaluar su contenido, consciente de que, como todos los diplomáticos saben, "el diablo está en los detalles". Y realmente no es difícil entender quién es el diablo aquí.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Ucrania: ¿La Paz imposible?

A la luz de las posiciones irreconciliables de Kiev y Moscú, del maximalismo europeo y de la escasa incisividad de Trump, la perspectiva de una resolución de la guerra en Ucrania parece alejarse

Roberto Iannuzzi, Intelligence for the People

Las conversaciones de Estambul del 16 de mayo, las primeras entre Rusia y Ucrania en tres años pusieron de manifiesto todos los obstáculos para alcanzar un acuerdo de paz entre Moscú y Kiev. Estos obstáculos se confirmaron en la conversación telefónica entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo ruso Vladimir Putin tres días después.

No obstante, la reunión de Estambul supuso un paso adelante, si se tiene en cuenta que hace solo tres meses el Gobierno ucraniano rechazaba incluso la idea de un diálogo con el Kremlin, por considerarlo ilegal, y exigía la retirada rusa de todos los territorios de Ucrania como condición previa para cualquier negociación. Pero el desarrollo de las conversaciones siguió siendo incierto hasta el último momento y tenso durante su breve duración (menos de dos horas).

Como lamentó el diplomático ruso Rodion Miroshnik, la delegación ucraniana estaba compuesta en su mayor parte por miembros del ejército y los servicios de inteligencia, lo que confirma que solo había acudido a Estambul para negociar los detalles de un posible alto el fuego. Había muy pocos diplomáticos y figuras políticas capaces de discutir los elementos de una paz duradera. Pero hasta el último momento, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky había pedido la aplicación de un alto el fuego de treinta días como condición previa para el inicio de las negociaciones. Trump reiteró esta petición en su posterior conversación telefónica con Putin, aunque en este caso se limitó esencialmente a actuar como portavoz de Kiev y sus aliados europeos.

Sin embargo, esta es una condición que Moscú siempre ha rechazado, considerándola un pretexto de Kiev para reorganizarse militarmente, movilizar nuevos efectivos y rearmarse. Por otra parte, los países occidentales aliados de Ucrania tampoco han aceptado nunca la petición rusa de cesar los suministros militares a Kiev como condición para un alto el fuego.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Diplomacia a distancia


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Absolutamente marcado por el anuncio de Donald Trump de su conversación con Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky, el fin de semana, al igual que el día de ayer, transcurrió bajo la lógica de la presión de los países europeos y Ucrania a Estados Unidos en busca de más presión contra Rusia. Con un guion preparado mucho antes de la reunión de Estambul y que ignora completamente la voluntad de Moscú a negociar un alto el fuego -un escenario inaceptable, ya que las capitales europeas exigen una aceptación incondicional de los cambiantes e inviables términos de Ucrania-, el establishment político europeo se ha centrado en comunicarse con Donald Trump y su equipo para conseguir ganarse su confianza. El domingo, un sonriente y apacible Volodymyr Zelensky, cuya imagen contrastaba con el presiente enfurruñado y agresivo que sufrió la humillación del Despacho Oval, se reunió con JD Vance, segundo protagonista de aquella gresca, para escenificar la unidad entre los dos países. Tanto Ucrania como sus socios continentales han comprendido a la perfección que la opinión del presidente estadounidense es maleable y que, como solía decirse del último Romanov, Nicolás II, su opinión parece determinada por la última persona con la que había tratado un tema concreto. Esos súbitos cambios de opinión, de lo que Ucrania quiere aprovecharse para convencer al líder de la Casa Blanca de que la ausencia de Putin fue un rechazo de facto a la negociación, son el motivo del duro trabajo de grupo de presión realizado el fin de semana, con llamadas de todos los líderes europeos de importancia y halagos más allá de lo creíble.

Tras su reunión del domingo con Zelensky, el vicepresidente Vance, considerado junto a Donald Trump Jr. exponente de la parte del equipo de Trump menos favorable a Ucrania, ofrecía buenas palabras sobre el presidente de Ucrania e insistía en la necesidad de lograr el final de esta sangrienta guerra. Antes, Vance había criticado a Rusia afirmando que “exige demasiado”. Las supuestas condiciones rusas para lograr el final de la guerra, publicadas por varios medios estadounidenses, posiciones de partida que Rusia es consciente de que no puede obtener por la vía de la diplomacia, incluyen aspectos territoriales y también de seguridad. En su propuesta de máximos -equivalente a la que exige Ucrania con la rendición unilateral rusa que planteaba Zelensky con su Fórmula de Paz y Plan de Victoria– implicaría la aceptación de la neutralidad, prohibición de presencia militar extranjera y el reconocimiento de la soberanía rusa de los cuatro territorios ucranianos anexionados en 2022 y Crimea, que se adhirió a Rusia en 2014.

lunes, 19 de mayo de 2025

El Kabuki de Estambul: descifrado

El final es claro: Estados Unidos perderá toda la masa continental euroasiática. Ucrania, bajo estos inmensos imperativos geopolíticos, no es más que un peón sin soberanía en el (Gran) Juego.

Pepe Escobar, Strategic Culture

¿Realmente cambió el presidente Putin las reglas del juego al proponer la reanudación de las negociaciones sobre la guerra proxy en Ucrania en Estambul, más de tres años después de que la OTAN las frustrara?

Es complicado. Y depende de qué “juego” estemos hablando.
Lo que la maniobra rusa logró al instante fue sembrar el caos total entre los tres chiflados belicistas europeos (Starmer, el canciller de BlackRock y Le Petit Roi) del Cocaine Express.
La irrelevante Europa ni siquiera estaba presente en Estambul, salvo a través de una exhaustiva sesión informativa previa de la delegación ucraniana, de bajo nivel y mal vestida. A ello se sumó la ruidosa amenaza en los márgenes de la reunión, en la que se abogaba por “más sanciones” para “presionar a Rusia”.

En marzo de 2022, en Estambul, Kiev podría haber detenido la guerra. Todos los que estábamos en Estambul en ese momento podíamos prever que Kiev acabaría viéndose obligada a volver a la mesa de negociaciones.

Así que, en esencia, volvemos a las mismas negociaciones, con el mismo negociador ruso de alto nivel, el competente historiador Vladimir Medinsky, al frente de una delegación compuesta por profesionales, pero con Ucrania enfrentándose ahora a más de un millón de muertos, privada de al menos cuatro regiones, y más en camino, lo que queda de su riqueza mineral controlado de facto por Estados Unidos y un horrible agujero negro que pasa por ser una «economía». Estamos hablando de un territorio en estado 404.

martes, 6 de mayo de 2025

El acuerdo sobre los minerales redefine la geopolítica de Ucrania


M. K. Bhadrakumar. Indian PunchLine

Moscú y Kiev han estado compitiendo entre sí para ganarse el favor de la nueva administración estadounidense. Justo cuando la diplomacia rusa parecía estar superando a Kiev, la situación cambió drásticamente el 30 de abril con la firma del llamado acuerdo sobre minerales entre Estados Unidos y Ucrania en Washington.

Semanas de tensas negociaciones precedieron a la conclusión del acuerdo, que en un momento dado incluso detuvo temporalmente la ayuda estadounidense a Ucrania, pero esta última demostró una extraordinaria determinación, tenacidad y tacto para aguantar y sacar finalmente de la Administración Trump lo que el presidente Volodímir Zelenski ha calificado de acuerdo “verdaderamente equitativo”.

Este debe ser el mejor momento del nacionalismo ucraniano y subraya que el país está lejos de ser descartado en el tablero geopolítico.

Sin duda, el presidente Volodymyr Zelensky se ha revelado como un estadista para tener en cuenta, tras consolidar su posición en el poderoso bando nacionalista, lo que podría poner fin a cualquier especulación sobre un cambio de régimen en Kiev.

Incluso Moscú parece percibir esta inquietante realidad, que tendrá profundas consecuencias para un acuerdo de paz en Ucrania, dada la evolución de la animadversión de Ucrania hacia Rusia y, lo que es más importante, la integración de Ucrania en la alianza occidental, se llame como se llame.

martes, 29 de abril de 2025

Se está jugando una gigantesca partida de ajedrez entre Estados Unidos, Rusia e Irán.

Las negociaciones en Ucrania y las conversaciones sobre la cuestión nuclear iraní son parte de una batalla más amplia para redefinir el equilibrio mundial. Moscú y Teherán son plenamente conscientes de lo que está en juego.

Roberto Iannuzzi, Sinistra in Rete

En medio de constantes giros y vueltas, negaciones, declaraciones contradictorias, acusaciones y contraacusaciones, finalmente han surgido las líneas generales del plan de paz que la administración Trump está ofreciendo a Kiev y Moscú.

Mientras tanto, el enviado especial del presidente estadounidense, Steve Witkoff, además de jugar un papel importante en las negociaciones con Rusia, está involucrado en otra negociación crucial e incierta con Irán.

No es exagerado decir que una parte importante del equilibrio mundial y la paz en dos regiones estratégicas como Europa y Oriente Medio dependen del resultado de las dos mesas de negociaciones.

También existe un vínculo entre ambos juegos diplomáticos, aunque se jueguen en tableros de ajedrez diferentes.

Ambas son parte del intento (desesperado) de Washington por preservar un papel hegemónico, aunque disminuido en comparación con el de la pasada era unipolar estadounidense, en un mundo cada vez más claramente multipolar.

Ambigüedades e incertidumbres del plan de Trump

Queda por ver si el plan de paz estadounidense para resolver el conflicto ucraniano resulta atractivo para alguno de los contendientes. Exige concesiones dolorosas de ambas partes y ya ha sido calificado de esencialmente inaceptable por el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky.

sábado, 12 de abril de 2025

El mejor amigo

Nahia Sanzo, Slavyangrad

Coherente en su incoherencia, la reunión en la que Donald Trump recibió al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, fue un ejemplo de su visión transaccional tanto de la guerra de Ucrania como de su intento de limpieza étnica de Gaza con la emigración voluntaria de un millón y medio de personas cuyas vidas no cuentan en absoluto para el presidente de Estados Unidos. “Ya saben lo que pienso de la franja de Gaza, creo que es una pieza increíble de importantes bienes inmuebles”, afirmó Trump, que no esconde que el interés empresarial es para él la cuestión clave. No es la primera ocasión en la que un miembro del clan Trump se manifiesta en ese sentido. El propio presidente publicó hace unas semanas un vídeo creado por la inteligencia artificial en el que presentaba su Riviera Francesa en el Mediterráneo oriental, donde la población árabe quedaba limitada al espectáculo y él podía tomarse una copa en la piscina del hotel Trump junto a Netanyahu. Antes, también su yerno Jared Kushner, pareja de Ivanka Trump, había mostrado su interés por adquirir propiedades en la primera línea de playa de Gaza.

“Si se traslada a los palestinos a diferentes países, y hay muchos países dispuestos a hacerlo, y se crea una zona de libertad, una zona libre”, afirmó Trump sin necesidad de aclarar que el significado de esa última expresión es zona libre de población palestina. “No entiendo por qué Israel la cedió. Israel era su dueño. Se apropiaron de propiedades frente al mar”, insistió Trump en su flagrante revisionismo histórico en el que no hace falta esconder el deseo de hacer desaparecer lo que Israel ha dejado de sus viviendas y sus vidas a un millón y medio de personas. Gaza nació como la franja que ahora conocemos tras la Nakba de 1948, cuando se concentró ahí una enorme población que había sido expulsada de sus localidades y de sus viviendas ante el avance sionista, cuya intención fue siempre lograr “la mayor cantidad posible de territorio, con la menor cantidad posible de árabes”. En 2005, por decisión de Ariel Sharon ante lo insostenible de los asentamientos ilegales en Gaza, Israel se retiró de la zona de ocupaba para pasar a sitiar el territorio, en el que desde entonces ha controlado la entrada y salida de personas, el suministro eléctrico, el acceso de la ayuda humanitaria e incluso la carga comercial, por lo que pese a haber abandonado los asentamientos, sigue siendo considerada la potencia ocupante de la misma manera que lo es en Cisjordania, donde mantiene sus localidades construidas infringiendo la legalidad internacional y, en ocasiones, incluso la israelí. La situación no es nueva sino que se ha perpetuado durante las últimas casi ocho décadas, en las que Estados Unidos ha sido el principal valedor de la ocupación e impunidad israelí.

lunes, 7 de abril de 2025

Entre el colapso y la ofensiva


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La guerra continúa su curso a la espera de si el proceso de negociación que Estados Unidos dirige por medio del diálogo separado con Rusia y Ucrania prospera hacia un alto el fuego más claro que el incumplido compromiso mutuo de no atacar infraestructuras energéticas. En Donbass, las últimas horas han constatado avances rusos en dos batallas urbanas, la eterna lucha por Chasov Yar y el intento de volver a expulsar a las tropas ucranianas de Toretsk. Aunque limitados, hay también avances de las tropas de Moscú en dirección a Krasny Liman, última ciudad perdida en la ofensiva relámpago ucraniana del otoño de 2022 en el frente del este. Aunque con menos intensidad y una batalla limitada, se perciben también movimientos en el frente central, la parte de Zaporozhie en la que el Dniéper no es un factor y donde Ucrania aspiró en 2023 a romper el frente en dirección a Crimea. A principios de la semana pasada, se constataba que Rusia había capturado la pequeña localidad de Lobkovo, un avance con cierta importancia simbólica al tratarse de la última localidad capturada en la contraofensiva ucraniana que las tropas rusas aún no habían recuperado.

domingo, 6 de abril de 2025

«Al imperialismo no se le puede confiar ni tantito así»

Esta emblemática frase del Che Guevara mantiene su plena vigencia incluso seis décadas después

Eduardo Vasco, Strategic Culture

Esta emblemática frase del Che Guevara mantiene su plena vigencia incluso seis décadas después. Cada día que pasa, más personas en todo el mundo se dan cuenta de que están siendo engañadas por el canto de sirena de las potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos.

Lo que Donald Trump está haciendo con los ucranianos es un claro ejemplo de cómo funciona el imperialismo. Según el Wall Street Journal, el acuerdo sobre minerales exigiría que Ucrania entregue el control de sus recursos naturales e infraestructura a cambio de la ayuda militar proporcionada por el Pentágono, con efectos retroactivos.

Kiev tendría, así, que ceder el control de su economía a Estados Unidos como pago por la ayuda militar recibida, de acuerdo con el informe filtrado al periódico estadounidense. El plan, aún en discusión, crearía un fondo de inversión bilateral que daría prioridad a empresas estadounidenses en proyectos estratégicos ucranianos.

El acuerdo en negociación prevé la creación de un “Fondo de Reconstrucción e Inversión EEUU-Ucrania”, registrado en Delaware, que tendría derecho de preferencia sobre todos los proyectos futuros y existentes relacionados con recursos naturales (metales, petróleo, gas y minerales críticos) e infraestructura (puertos, oleoductos, gasoductos y otras obras estratégicas).

jueves, 3 de abril de 2025

La paz y el peligro


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Rusia debe abandonar sus tácticas dilatorias. Debe corresponder aceptando sin demora, como lo ha hecho Ucrania, un cese del fuego inmediato e incondicional. Necesitamos ver avances en un plazo claro”, escribió el lunes en las redes sociales Kaja Kallas. La líder de la diplomacia europea y exprimera ministra de Estonia exigía, como están haciendo estos días otras figuras europeas, que Moscú acepte y cumpla el alto el fuego completo que, afirman, Ucrania ya aceptó en Yeda en su reunión con Estados Unidos. Esta versión, en la que Kiev es la parte que defiende la necesidad de paz a la mayor brevedad, que sugiere también que Ucrania está adhiriéndose a los términos pactados, olvida mencionar que el acuerdo partió del desequilibrio de fuerzas en esa relación. Ucrania había llegado a Arabia Saudí con la intención de proponer una tregua en la que se prohibiera atacar en el aire y en el mar. Fuera del juego de la guerra desde hace mucho tiempo, el alto el fuego marítimo habría sido sencillo de lograr, aunque no así el aéreo, clave en estos momentos en los que, además de contar con una aviación más potente y un arsenal de misiles incomparable, Rusia ha conseguido recuperar el terreno perdido en el ámbito de la dronería que, como han mostrado recientemente los testimonios de soldados ucranianos en el frente de Kursk, está marcando la situación en la primera línea de las batallas más activas.

Tras horas de negociaciones, como ha admitido uno de los negociadores ucranianos, el cansancio pasó factura y se aceptaron unos términos que contradecían la propuesta inicial. En otras palabras, Ucrania se vio obligada a aceptar una propuesta que había rechazado apenas un día antes alegando que cualquier alto el fuego completo beneficiaba a Moscú, necesitada de un descanso para sus exhaustas tropas. Días después, cuando se constató que Estados Unidos carece de las cartas que sí tiene con Ucrania para obligar a Kiev a aceptar incondicionalmente el alto el fuego (de ello dependía que Washington levantara la suspensión de la entrega de armamento e inteligencia, imprescindible para que Kiev pueda seguir luchando en esta guerra proxy), esas agotadas tropas recuperaron prácticamente todo el territorio de la principal baza de Volodymyr Zelensky, el territorio de Kursk. El discurso y la propaganda de guerra casi nunca se corresponden con la realidad, algo que afecta también a la Unión Europea que, en el pacifismo sobrevenido en el que se ha instalado desde que Ucrania aceptara el alto el fuego de Yeda, persiste en su narrativa de incondicionalidad y de unas exigencias que hacen imposible cualquier avance hacia un proceso de negociación.

martes, 1 de abril de 2025

Una tercera vía para poner fin a la guerra en Ucrania

En un escenario tan sombrío, la única salida parece ser una Tercera Vía. El presidente ruso Vladimir Putin puede haber propuesto precisamente eso en un discurso en Moscú el jueves… ya que las conversaciones de Riad no están llegando a ninguna parte y Zelensky no muestra signos de interés en un alto el fuego.

M. K. Bhadrakumar, Indian PunchLine

Quizás en un momento de descuido, el ex primer ministro británico Boris Johnson soltó recientemente en una entrevista que los elementos ultranacionalistas que mandan en Kiev son un obstáculo formidable para poner fin a la guerra en Ucrania.

Para Johnson, esto podría ser un juego de culpas para eximirse de responsabilidad, dado su propio papel dudoso como entonces primer ministro (en connivencia con el presidente Joe Biden) en socavar el acuerdo de Estambul en abril de 2022 para avivar el conflicto latente y convertirlo en una guerra de poder por poderes liderada por Estados Unidos contra Rusia.

Sin embargo, lo que Johnson no admite es que el ascenso del MI6, la agencia de inteligencia británica, en la estructura de poder de Kiev se remonta a varios años atrás.

El MI6 era responsable de la seguridad personal del presidente Zelensky. El MI6 se aprovechó de esta situación para posicionarse y coreografiar la futura trayectoria de la guerra y, posteriormente, en la planificación y ejecución de importantes operaciones encubiertas dirigidas contra las fuerzas rusas, y, en última instancia, para llevar la guerra al propio territorio ruso.

Ucrania: Seguridad, minerales y Unión Europea


Nahia Sanzo, Slavyamgrad

“Zelensky insta a Estados Unidos y Europa a responder a los ataques nocturnos con drones de Rusia”, afirmaba ayer la propaganda oficial ucraniana, que intentando dar un toque de excepcionalidad a algo que ocurre a diario -y no solo en el lado ucraniano, sino también en el ruso-, destacaba que “solo anoche, Ucrania se enfrentó a 172 drones de ataque, incluidos más de 100 Shaheds”. Según Zelensky, que hace tan solo tres días utilizó el argumento de que Putin no será presidente de Rusia por mucho más tiempo -ya que morirá pronto o terminará su último mandato- como argumento contra la negociación, “los ataques no solo tienen como objetivo Ucrania sino los esfuerzos mundiales para poner fin a la guerra”. Los ataques ucranianos contra, por ejemplo, la estación de bombeo de Suya, no han de ser tenidos en cuenta ni como obstáculo a la paz ni como incumplimiento del compromiso mutuo de no atacar infraestructuras energéticas. Ucrania, por supuesto, insiste en que ha sido Rusia quien ha hecho estallar la estación de bombeo para desacreditar al ejército ucraniano, una más de la larga lista de once años de acusaciones de autobombardeos rusos. En los últimos días, Zelensky ha afirmado también que es Putin quien tiene miedo y quien no tendría nada que aportar en unas negociaciones de paz. El presidente ucraniano ha señalado también que estaría dispuesto a negociar con Rusia, aunque no con Vladimir Putin. Ucrania nunca ha revocado el decreto con el que Zelensky prohibió negociar con el presidente ruso y a juzgar por sus declaraciones aún no ha renunciado al sueño de provocar un cambio de régimen en la Federación Rusa.

Ni las redadas en Belgorod, la formación de grupos de partisanos neonazis rusos para liberar Rusia, la invasión de Kursk o los constantes ataques con drones han conseguido desestabilizar internamente la Federación Rusa, por lo que, como es habitual, Kiev apela a sus socios. “Esperamos una respuesta seria. Estamos trabajando para lograrla. Se necesita urgentemente una respuesta contundente, sobre todo de Estados Unidos, de Europa y de todos los que han apostado por la diplomacia en el mundo. Hay que obligar a Rusia a la paz”, afirmó Zelensky, que ha demonizado todas y cada una de las iniciativas de paz -la de Lula da Silva, la chinobrasileña y la de los países africanos, además de cualquier declaración favorable a negociar directamente con Rusia- a excepción de aquella a la que no puede negarse, la de Estados Unidos.

sábado, 29 de marzo de 2025

«Diplomacia» europea


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Si la bomba nuclear más potente cayera sobre Madrid todo el interior de la M-30 se vería calcinado por una bola de fuego”, escribe esta semana Sergio Fanjul en El País en referencia a la bomba zar rusa, la madre de todas las bombas, que por si el alarmismo causado no era suficiente añade que “la onda de choque se extendería mucho más allá, de Rivas a El Pardo, de Coslada a Boadilla”. Rusia izó sobre el Kremlin su bandera tricolor, retirando por última vez el estandarte rojo con la hoz y el martillo el 25 de diciembre de 1991. Sin embargo, en la nostalgia de tiempos más simples, en los que el malo malísimo caricaturizado para causar el mayor miedo posible era suficiente para mantener elevados los presupuestos militares, esta semana se han publicado en España dos artículos bajo el título “¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?”. La principal herencia soviética en Occidente que, al contrario que los derechos sociales o la visión de la industria como eje del crecimiento económico, sigue vigente es su uso como argumento a la hora de justificar un rearme para el que hay que otorgar a Rusia unas capacidades que no tiene y unas intenciones que nunca ha mostrado.

Apenas unas semanas después de que afirmara que la relación con Moscú se normalizará paulatinamente una vez terminada la guerra, Mark Rutte declaraba ayer todo lo contrario: no habrá vuelta al statu quo anterior a 2022 incluso una vez concluida la paz. Quienes llaman a su población a preparar kits de supervivencia para sobrevivir las primeras 72 horas a un ataque bélico, ciberataque o un desastre natural posaron ayer sonrientes en París proclamando que están “construyendo una paz robusta para Ucrania y Europa”. Los países europeos y la dirección de la OTAN han virado finalmente y a regañadientes -después de que lo hiciera Estados Unidos e incluso Ucrania- al discurso de paz, aunque en un pacifismo sobrevenido que contrasta con sus propuestas. De la guerra eterna hasta que Kiev lograra una posición de fuerza para dictar los términos a Moscú se ha pasado a la idea de la paz armada y la continuación de una especie de guerra fría que justifique el rearme y mantenga la retórica bélica y las sanciones contra Rusia.

viernes, 28 de marzo de 2025

De Europa al Medio Oriente, las ruinas de la democracia

Las cuestiones nucleares constituyen el epicentro de las preocupaciones en Europa y en el Medio Oriente, ya que tanto Zelensky como Netanyahu disponen de esas posibilidades

Manlio Dinucci, Global Research

Antes de la guerra, Westinghouse había firmado un contrato para la construcción de 13 centrales nucleares civiles en Ucrania. Nadie sabe dónde ni con qué dinero Kiev había comprado grandes cantidades de uranio enriquecido y de plutonio, que podían ser utilizados con fines militares. Todo ese material estaba almacenado en la gran central nuclear de Zaporiyia y fue por eso que las fuerzas armadas rusas tomaron esa instalación desde el inicio de su operación militar especial en Ucrania. En el Medio Oriente, Israel es la única potencia que dispone de bombas atómicas, mientras que Irán puso fin a su programa nuclear militar en 1988 –Rusia y China así lo comprobaron en el marco de las negociaciones de Lausana.

«El presidente Trump y el presidente Putin hablaron por teléfono de la necesidad de paz y de un alto al fuego en la guerra de Ucrania. Los dos líderes estuvieron de acuerdo en que ese conflicto debe terminar con una paz duradera», anunció la Casa Blanca. El Kremlin comunicó que «el dirigente ruso subrayó la necesidad absoluta de eliminar de raíz las causas de la crisis y de tener en cuenta los intereses de seguridad de Rusia».

Pero la guerra continúa. La región rusa de Saratov fue blanco de los drones ucranianos –o sea, de los drones que Ucrania recibe de las potencias occidentales o que puede fabricar y utilizar gracias a las tecnologías y los sistemas de direccionamiento que sus aliados occidentales le proporcionas.

miércoles, 26 de marzo de 2025

Silencio en el Mar Negro


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Más preocupado por defender su integridad ante el escándalo causado por la noticia de que Mike Waltz, Asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, había incluido, supuestamente por error, a un conocido periodista en un chat privado en el que el vicepresidente Vance, el secretario del Pentágono Hegseth y otros altos oficiales del Gobierno comentaban los inminentes bombardeos contra Yemen, el trumpismo ha dejado en segundo plano los tres días de diplomacia intensa que ha realizado en Arabia Saudí con reuniones separadas con las delegaciones ucraniana y rusa. El lunes, tras todo un día de encuentros con los enviados de Ucrania, fue el turno de la Federación Rusa, que ayer insistía en que no se difundirían los detalles del encuentro, que Dmitry Peskov calificó de “reuniones técnicas”. La ausencia de personas como Sergey Lavrov dirigiendo las negociaciones eran un indicio de que lo que se preparaban eran pasos concretos en el cumplimiento de algunas de las medidas que se han puesto sobre la mesa a lo largo de los últimos días y semanas y no aspectos políticos que fueran a dejar grandes titulares. Ayer, el ministro de Defensa de Ucrania utilizaba también el término “consultas bilaterales técnicas” para los tres días de reunión. Tras la primera toma de contacto el domingo y la maratoniana reunión de diez horas entre Rusia y Estados Unidos, la delegación ucraniana, a la que se había pedido que permaneciera en Arabia Saudí, fue llamada a consultas nuevamente ayer para cerrar los limitados avances que se han producido.

“Hemos concluido nuestra reunión con el equipo americano. El debate fue productivo y centrado: abordamos puntos clave, incluida la energía. El objetivo del presidente Volodymyr Zelensky es garantizar una paz justa y duradera para nuestro país y nuestro pueblo, y, por extensión, para toda Europa. Estamos trabajando para hacer realidad ese objetivo”, había escrito tras la finalización de la reunión del domingo entre Ucrania y Estados Unidos Rustem Umerov. La presencia de una delegación de perfil más alto que la rusa y la estadounidense muestra la debilidad de Ucrania, que hace meses que ha dejado claro que su negociación principal no será con Rusia, con quien no desea dialogar, sino con sus aliados, cuya fortaleza es la única herramienta con la que Kiev puede aspirar a conseguir parte de sus cada vez menos realistas objetivos. Pese a las constantes referencias a la necesidad de un alto el fuego, a la insistencia en la seguridad europea y las demandas de obligar a Rusia a aceptar un alto el fuego que Ucrania acató bajo presión, la idea de la paz justa y duradera, eufemismo que implica el cumplimiento de los puntos de la Fórmula de Paz de Zelensky, que exige la rendición rusa, la recuperación de la integridad territorial según sus fronteras de 1991 sigue siendo el deseo irrealizable de Kiev.

La OTAN europea enloquece y se suma a la guerra contra Rusia


Umberto Mazzei, Rebelión

Hace unos días tuvo lugar una cumbre europea de la OTAN para tratar un tema teórico, visto que solo Ucrania acordó con Estados Unidos una tregua en el frente ucraniano. Rusia dijo que solo podía lograrse con algunos matices. Pero entre los rusófobos de la OTAN la opinión de Rusia no importa mucho, porque para ellos solo cuenta lo que quiere Zelensky.

El lunes 24 tuvo lugar un encuentro entre Estados Unidos y Rusia con presencia de la parte ucraniana para negociar una paz. El pasado sábado Trump confirmó que el ejército que invadió Kursk estaba rodeado y debía deponer las armas y pidió en público a Putin que tuviera clemencia con las tropas que quedaron dentro del bolsón. Putin respondió que la clemencia rusa se refería solo a las tropas ucranianas, esa precisión no augura nada bueno para las numerosas tropas regulares de la OTAN que participaron con uniforme ucraniano en esa invasión de la provincia rusa de Kursk.

La inesperada solicitud de Trump hace presumir que entre las tropas aisladas en el bolsón que se formó mientras escapaban de vuelta al territorio ucraniano debe de haber muchos mercenarios originarios del ejército estadounidense que fueron enviados a participar en esa invasión del territorio ruso en un intento de capturar la central nuclear de Kursk y se decidió en la época del presidente Joe Biden.

domingo, 23 de marzo de 2025

Nachtigall


Nahia Sanzo, Slavyangrad

El 27 de febrero de 2025, en una entrevista publicada en YouTube, el capitán Dmytro Kolyada, Kholod, hablaba del origen de la unidad Nachtigall de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Señalaba que, en sus inicios, el objetivo principal era formar un batallón para la defensa del país y que, solo al considerar el nombre de la unidad en el chat en el que contactaban sus miembros, surgió la referencia de Nachtigall. Según Kholod, con posterioridad se consolidó el nombre como denominación de este nuevo batallón ultraderechista de las fuerzas ucranianas. Un batallón cuya motivación principal de combate -como en tantos otros- se centra en la voluntad de continuar la lucha contra Rusia que iniciaron grupos como UPA durante la Segunda Guerra Mundial.

El pasado 6 de marzo, en un post de una cuenta de Instagram vinculada a Nachtigall, se rememoraba precisamente el nacimiento de Roman Shujevich, líder supremo de UPA. En el periodo posterior a 1939, tras la invasión de Polonia y previo a la creación de ese movimiento armado, Shujevich participó en la formación de un grupo de unidades militares ucranianas impulsadas por la Abwehr, la inteligencia militar de la Alemania nazi. A partir de ese año diversos miembros de la OUN, entre ellos Shujevich, se trasladaron a Cracovia donde la Abwehr, bajo el impulso de Theodor Oberlander, organizó su instrucción militar. Con esos reclutas ucranianos se formarían los batallones Nachtigall y Roland del Tercer Reich.

viernes, 21 de marzo de 2025

Negociación a varias bandas


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“El presidente Donald Trump parece mucho más dispuesto a llegar a un acuerdo de paz en Ucrania que el presidente ruso Vladimir Putin. Esa es la conclusión obvia de la llamada de dos horas del martes entre los dos líderes”, escribía ayer en The Washington Post uno de los columnistas estrella del medio, David Ignatius. “No creo una sola palabra de lo que Trump y Putin dicen sobe Ucrania”, titulaba en The New York Times Thomas Friedman, que en septiembre de 2023, en un viaje de 72 horas en las que no salió de Kiev, comprendió todo lo que necesitaba saber del país y del conflicto. “Ucrania es un país que cambiará las reglas del juego para Occidente, para bien o para mal, dependiendo del resultado de la guerra. Su integración algún día en la Unión Europea y en la OTAN constituiría un cambio de poder que podría rivalizar con la caída del Muro de Berlín y la unificación alemana”, escribió entonces el articulista sin ninguna noción de la hipérbole.

Tres años después del inicio de una guerra cuya causa fundamental es una reliquia de la Guerra Fría, la OTAN, que perdió su razón de ser con la desaparición de la Unión Soviética, los abusos de la historia para justificar la postura actual siguen estando a la orden del día. “Como escribía recientemente Monica Duffy Toft, profesora de política internacional en la Universidad de Tufts, en Foreign Affairs, «el panorama geopolítico actual se parece especialmente al del final de la Segunda Guerra Mundial» porque «las principales potencias están intentando negociar un nuevo orden mundial principalmente entre ellas, de forma muy parecida a como lo hicieron los líderes aliados cuando redibujaron el mapa del mundo» en Yalta”, afirmaba ayer The New York Times, sin caer en la cuenta de que el mundo unipolar del momento actual, el rearme de unas potencias europeas contra otras y la guerra en una zona periférica del continente se asemeja más a los años que derivaron en la Primera Guerra Mundial que al contexto político, geopolítico o militar tras la Segunda.

Una intensa lluvia caerá, desde el Oeste hasta el Este

En esta coyuntura incandescente, lo que importa es lo que no se dice.

Pepe Escobar. Strategic Culture

Empecemos con esa llamada telefónica. La lectura del Kremlin es bastante sobria, pero revela algunas pepitas. Todavía no hay un acuerdo completo entre Moscú y Washington. Ni mucho menos: estamos en la fase inicial y tentativa de hablar y hablar sobre varios expedientes interconectados.

El presidente Putin no reveló absolutamente nada. La pausa acordada en los ataques a la infraestructura energética —no energía y, en cursiva, infraestructura— se traduce en que Putin impone un alto a los peligrosos ataques ucranianos a la central nuclear de Zaporizhzhia.

Puede que esto se pierda entre toda la histeria occidental; pero hay dos condiciones absolutas expresadas por Moscú para que cualquier cosa en este acertijo comience a cumplir con la realidad objetiva —y no se desarrolle como un desastre narrativo de un reality show:

  1. “El acuerdo en Ucrania debe tener en cuenta la necesidad incondicional de eliminar las causas fundamentales de la crisis, los intereses legítimos de seguridad de Rusia”.
  2. “La condición clave para evitar la escalada del conflicto debe ser el cese total de la ayuda militar extranjera y el suministro de información de inteligencia a Kiev”.
El enviado especial de Estados Unidos, Witkoff, está diciendo que los ‘detalles’ del alto el fuego se resolverán el domingo en Arabia Saudí. No importa la cantidad de gritos, Kiev tendrá que aceptarlo.

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