Nahia Sanzo,
Slavyangrad
Ayer se celebró el tan esperado consejo convocado por Antonio Costa para tratar la urgente situación causada en Europa -así al menos se ha presentado- a raíz del cambio de postura de Donald Trump con respecto a cómo lograr una negociación que dé lugar a un alto el fuego o la paz en Ucrania. En febrero de 2022, la Unión Europea optó por calificar de existencial el conflicto rusoucraniano, por lo que una paz sin un vencedor claro, Ucrania, es considerada una rendición al agresor ruso, que con sus actos habría conseguido quebrar el orden internacional basado en reglas, concretamente las de Estados Unidos, que ha dado lugar a ocho décadas de paz en las partes del mundo que importan, las zonas selectas de Europa (entre las que no entran, por ejemplo, los Balcanes) y Norteamérica. Como se esperaba, la cumbre no dejó grandes resultados más allá de las habituales proclamas de la necesidad de apoyar a Ucrania mientras sea necesario. Antes de la cumbre, Úrsula von der Leyen había anunciado ya la gran medida que iba a tratarse en la reunión, el plan Rearm Europe, una remilitarización del continente que en menos de medio siglo causó dos guerras mundiales y en el que la paz interna no se debió tanto a la creación de la Unión Europea como afirma el discurso oficial sino la certeza de la necesidad de unidad ante la pérdida del poder de antaño.
Idealizada ahora para destacar los valores de su fundación, la unificación europea creció ante el temor a una superpotencia, la que proponía un modelo económico y social alternativo y que contaba con el prestigio de haber luchado por liberarse a sí misma de la ocupación nazi, y bajo la tutela de la otra. Estados Unidos tomó el control ofreciendo garantizar la seguridad, que posteriormente se convirtió en el paraguas nuclear, permitiendo que los destruidos Estados construyeran el estado del bienestar que ahora se disponen a recortar para recuperar las ansias militaristas de antaño. “Europa debe recortar el estado del bienestar para construir un estado de guerra”, titula esta semana un artículo publicado por Financial Times.
“Nuestra generación ya no recibirá el dividendo de la paz. De nosotros depende garantizar que nuestros hijos cosechen los dividendos de nuestros compromisos mañana. Así que lo afrontaremos, juntos”, escribió en las redes sociales Emmanuel Macron, que el miércoles en horario de máxima audiencia se dirigió a la nación para presentar sus planes de rearme, su visión del “peligro que viene del este” y sobre qué hacer con la guerra de Ucrania. Junto a Keir Starmer, el presidente francés es la persona de más alto perfil que se ha otorgado la labor de proteger a Ucrania de la paz a toda costa. En esa tarea es imprescindible el papel de Estados Unidos, mucho más dispuesto a tratar bilateralmente con los diferentes países que con la Unión Europea, cuya postura excesivamente beligerante ha causado rechazo en Washington. Aunque la postura de Kaja Kallas, Emmanuel Macron, Keir Starmer y Volodymyr Zelensky es exactamente la misma, no lo es su retórica.